Nuestro Planeta
|
Ecuador: Pueblos ocultos en peligro de extinción
Milagros Aguirre
IPS
Asediados por la explotación petrolera y maderera y por los turistas, los
pueblos indígenas tagaeri y taromenani de Ecuador, que viven voluntariamente
ocultos, han hecho sentir su presencia con varias muertes en su territorio, el
amazónico Parque Nacional Yasuní.
El parque ocupa vastas extensiones del bosque húmedo tropical de la cuenca
amazónica ecuatoriana, en las centro-orientales provincias de Napo y Pastaza,
con una superficie de 982.000 hectáreas. En 1989 fue declarado Reserva Mundial
de Biosfera por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura.
Allí, los pueblos amazónicos que han elegido permanecer sin contacto con otras
culturas están en riesgo de desaparecer y defienden su territorio con lanzas.
Andrés Moreira quiere olvidar aquella tarde de lanzas del 12 de abril, en la que
casi pierde la vida. Estaba aserrando un grueso árbol de ceibo en la mitad de la
selva cuando escuchó el grito de su compañero William Angulo y lo vio caer con
una lanza atravesada en el pecho.
Moreira quiso correr, tropezó, y la punta de una lanza se le incrustó en la
espalda.
Los hombres de las lanzas eran altos, blancos y estaban desnudos, según el
relato del maderero herido, rescatado más tarde.
Se trata de un grupo de tagaeri-taromenani que habita en la selva ecuatoriana en
aislamiento voluntario. Moreira relató que, tras herirlo, se perdieron
velozmente entre la fronda.
La de Angulo no fue la única muerte en un parque supuestamente protegido. En
agosto de 2005, un maderero murió con 33 lanzas clavadas en su cuerpo.
Los dos ataques ocurrieron en el mismo lugar: sobre el río Cononaco Chico, parte
de la denominada Zona Intangible decretada por el gobierno en 1999 para la
protección de etnias ocultas o en aislamiento voluntario, pero que lleva siete
años sin delimitar.
En 2003, un grupo de guerreros waoranis, vecinos de los tagaeri-taromenani que
trabajan en la explotación de madera, atacó una vivienda y acabó con la vida de
26 personas (mujeres y niños) de un clan taromenani, en una masacre denunciada
incluso en el plano internacional.
A fines de abril de este año corrió el rumor de otra masacre protagonizada por
indígenas waoranis involucrados en el negocio de la madera, que no ha podido
comprobarse.
Lo que sí está claro es el asedio a los tagaeri-taromenani por parte de
madereros, petroleros, turistas y de algunos de sus vecinos, como los waorani de
Ñoneno, Tigüino y Sandoval.
Ellos venden la madera de su territorio a un dólar por tablón, dejan entrar a
los leñadores a zonas prohibidas y hasta han organizado expediciones para buscar
a los hombres desnudos, veloces caminantes de la selva del pueblo llamado
taromenani para "traerse una mujer" o para "civilizarlos".
Los waorani de esas comunidades han encontrado en la venta de madera un ingreso
más pues desde que abandonaron su vida silvestre (hace apenas cincuenta años,
cuando misioneros evangélicos los contactaron), necesitan dinero para
sobrevivir. Más aún, la actividad petrolera los ha empujado a la economía del
dinero, pues la contaminación ha acabado con los peces de sus ríos, los animales
han huido gracias a la apertura de carreteras y las compañías han vuelto a
muchos waoranis, mendicantes de motores, techos de zinc, medicinas u otros
insumos básicos.
En Ecuador hay al menos dos grupos de pueblos sin contacto, los tagaeris y los
taromenanis, aunque se presume la existencia de otros, caminantes y nómadas, que
habitan la Amazonia ecuatoriana.
Los tagaeri-taromenani han dado varias señales de "ya no más". Pero dentro del
Parque Nacional Yasuní operan las compañías petroleras extranjeras Andes
Petroleum, Petrobras, Petrobel y la propia empresa estatal Petroecuador en el
eje de yacimientos ITT (Ishpingo-Tiputini-Tambacocha), los extractores ilegales
de maderas y algunos complejos turísticos.
Pocos días después del incidente del 12 de abril, Manuel Kawilla, de la
comunidad de Ñoneno y uno de los waorani que trabajan en la madera, organizó una
expedición en busca de los taromenanis. Encontró apenas una vivienda
deshabitada, de la que se llevó una olla, una manta y muchas lanzas de chonta
(una variedad de palma espinosa) que ahora vende a 100 dólares la unidad.
Ante los rumores de nuevas muertes, los ministros de Ambiente y Defensa se
reunieron el 2 de mayo en Coca, provincia de Orellana, con autoridades
provinciales y con dirigentes waorani, y se comprometieron a acciones mínimas de
control forestal.
El 10 de mayo, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ordenó
medidas cautelares "para proteger la vida y la integridad personal de los
pueblos tagaeri y taromenani que habitan en la selva amazónica ecuatoriana".
El pronunciamiento de la CIDH busca que el Estado ecuatoriano "adopte medidas
efectivas para proteger la vida e integridad personal de los miembros de los
pueblos tagaeri y taromenani, en especial, adopte las medidas que sean
necesarias para proteger el territorio en el que habitan, incluyendo las
acciones requeridas para impedir el ingreso de terceros".
Pero varios testimonios indican que desde entonces la actividad maderera sigue a
tope en los ríos Shiripuno, Cononaco, Tiguino y Tiputini.
Enormes canoas cargadas de tablones de cedro surcan los ríos. Las maderas se
embodegan en el puente de Shiripuno y se cargan en camiones con destino a
Colombia, según los relatos de los propios madereros, de turistas que han
recorrido la zona y de waoranis que trabajan en la actividad turística y que se
oponen a la extracción de madera.
La propia ministra del Ambiente, Ana Albán, constató el problema en un vuelo
sobre la zona el 28 de junio.
David Gilbert, becario de la estadounidense asociación Fulbright, quien visitó
la comunidad waorani de Bameno, relató a IPS que en su viaje por el río avistó
al menos 10 campamentos madereros, canoas llenas de madera y troncos tirados por
mulas y caballos en pleno corazón del parque.
Los líderes de la organización waorani han centrado sus acciones en la cuestión
petrolera.
Vicente Enomenga, presidente de la Organización de la Nacionalidad Waorani del
Ecuador, Onwae, dijo el 18 de mayo ante el Foro Permanente para los Asuntos
Indígenas de la Organización de las Naciones Unidas que la operación de la
compañía brasileña Petrobras en un yacimiento de la zona llamado bloque 31 ponía
en peligro la vida de los pueblos aislados o sin contacto, pero no se refirió al
tema de la madera.
"Petrobras ha transgredido normas internacionales al realizar actividades en un
territorio intangible y ha violado derechos indígenas pues el proyecto no ha
sido consultado al pueblo waorani ni cuenta con su consentimiento libre, previo
e informado", dijo Enomenga.
"Si bien el proyecto ha sido suspendido momentáneamente, se prevé que Petrobras
reiniciará su trabajo en cualquier momento poniendo en riesgo a los pueblos
aislados taromenani y tagaeri", añadió el dirigente.
Armando Boya, quien fue presidente durante ocho años de la Onwae, montó una
expedición hacia la comunidad de Boameno, para saber más de los taromenani,
"porque queremos, como pueblos hermanos, protegerlos, reunirles en un solo lugar
y ayudarlos", dijo y manifestó que su interés en el tema empieza en el 2003,
cuando fue a rescatar a los muertos de aquel entonces.
Según dijo a IPS, Boya fue a "explicar a Manuel Kawilla, a Babe Ima y a otros,
que no deben sacar madera" e insistió en que buscará apoyo logístico para
continuar visitando a las comunidades. La Onwae soporta divisiones internas y
presiones externas en tres frentes: la explotación ilegal de madera, contratos
de usufructo de los recursos de sus territorios y el petróleo, según la Campaña
De Selva Tropical De Yasuní, de la organización estadounidense Save America's
Forests. Boya ha sido acusado por otros miembros de la Onwae de haber cedido
parte del territorio waorani para el usufructo de la compañía EcoGenesis, del
estadounidense Daniel Roscom.
El Ministerio de Ambiente tiene lista una propuesta de decreto para delimitar la
Zona Intangible, en la que estarían prohibidas las actividades extractivas.
La ministra Albán dijo --en un taller realizado para comprometer a varios
sectores en dicha propuesta-- que faltaba limar algunos detalles del decreto y
que esperaba la inminente firma y promulgación del presidente Alfredo Palacio.
Pero, frente a la complejidad del problema, la delimitación de la Zona
Intangible es apenas un primer paso para la protección de los pueblos ocultos
que podrían encaminarse a la extinción.