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Paraguay: Soja destruye vida campesina
Adital
Problemas medioambientales (destrucción de biodiversidad), de salud para
quien los consume (por la manipulación genética y por el aumento de uso de
pesticidas en muchos casos), de desigualdad social y hambre (las repercusiones
sobre el campesinado son enormes), de irreversibilidad (la contaminación
genética se reproduce a sí misma). Estos son algunos de los impactos negativos
de la invasión de la soja en tierras paraguayas. El sociólogo y profesor de la
Universidad Nacional de Asunción, Tomás Palau, afirma en un estudio que las
ventajas del monocultivo de soja son nulas excepto para un sector social: los
millonarios que dirigen las multinacionales agroindustriales.
El experto afirma que la situación actual de agricultura en Paraguay, planteada
por la nueva ofensiva de la agricultura capitalista, está compuesta por un serie
de elementos nocivos. Hay la conversión de la soja convencional a transgénica;
la indolencia y complicidad en la acción gubernamental; el avance de la frontera
del cultivo; intoxicación humana y contaminación de flora y fauna; la reacción
campesina; creciente dependencia de importaciones a costa de las exportaciones;
pérdida de soberanía; incremento del precio de las tierras; y pensión externa
para lograr crecimiento del PIB.
"Se trata de un problema complejo, que tiene como efecto social final más
importante el desalojo campesino de las áreas rurales del país", senãla Palau.
Se expande el área de siembra del cultivo de soja en Paraguay. Esta superficie
pasa de 1.176.460 hectáreas. Son 720.000 más en sólo cuatro años, lo que da un
promedio de 180 mil has por año.
La soja plantada es casi toda transgénica (90%) traída de contrabando. Con esto
se pierde soberanía genética sobre semillas convencionales que se habían
desarrollado exitosamente en el país. Se introduce un factor de riesgo
sanitario, ya que no está comprobado que los transgénicos no afecten la salud
humana. Además se produce un efecto de contaminación genética a otros cultivos.
Paralelamente, la Monsanto exige el pago de regalías.
Los cultivos con semillas transgénicas, que son resistentes a herbicidas, son
profusamente fumigados con esos biocidas, muchos de los cuales son de uso
prohibido. Estos biocidas producen en los humanos casos de muerte y de
intoxicación, ya que las fumigaciones se hacen - muchas de ellas -
mecanizadamente o incluso desde avionetas. Además de esto destruyen cultivos de
autoconsumo y mortandad en la fauna doméstica, ictícola y microfauna del suelo.
El gobierno no actúa, ya que en el fondo, les conviene que aumente el área de
siembra de la soja. La policía (y en no pocos casos, el ejército), la mayoría de
los jueces y fiscales actúan a favor de los grandes propietarios. La legislación
ambiental sobre tierras, migratoria, etc., no se cumple.
Se produce así, gradual pero rápidamente, una triple pérdida de soberanía. Por
un lado, se continúa perdiendo soberanía económica, ya que se depende de las
exportaciones de un solo producto (soja) cuyas semillas serán proveídas por una
sola empresa (Monsanto), el aumento de esas exportaciones a su vez, hace
depender al país de importaciones cada vez más importantes. Por otro lado, hay
pérdida de soberanía territorial, ya que inmensas extensiones de tierras son
adquiridas por propietarios (privados o corporativos) extranjeros. Finalmente,
hay pérdida de soberanía alimentaria, ya que el monocultivo desplaza la
diversificación y con ello a los cultivos de subsistencia, además los campesinos
expulsados de sus tierras migran a las ciudades en las que - para comer - deben
pasarse al bando de los consumidores, habiendo sido antes productores de parte
de su comida.
Los afectados, principalmente campesinos, actúan de tres maneras: conformándose
con lo que les pasa, venden sus tierras, se van a los pueblos o ciudades y
terminan empobreciéndose rápidamente, quedan fuera, excluidos; se organizan en
coordinadoras departamentales por la defensa de la vida y el medioambiente. Esta
respuesta "institucional" hasta ahora no dio muchos resultados por la
insensibilidad del gobierno; u ocupan tierra, queman sojales, bloquean el
ingreso de maquinarias y personal para fumigación. Esta reacción directa es
reprimida por el gobierno.
Palau afirma que si continúa esta tendencia que venimos observando desde hace
algunos años se forma el siguiente escenario para el futuro próximo: un país con
una gran cantidad de pobres (probablemente el 70% en no más de 20 años); casi
completa desaparición de las clases medias urbanas; un pequeño grupo de familias
tremendamente ricas; aumento de la delincuencia, del trabajo y explotación
infantil, de la prostitución, consumo de drogas y alcohol; y creciente
analfabetismo de la población, por falta de acceso a la educación y por su
pésima calidad.
Además habrá el aumento de las enfermedades en general y de las de transmisión
sexual, respiratorias agudas y las derivadas de la parasitosis en particular;
aumento dramático de la desertificación del país por uso intensivo e
irresponsable del suelo y por la deforestación; y aumento de la represión
policial y militar para frenar el descontento social.