Nuestro Planeta
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Uranio empobrecido: una amenaza escondida y un desastre mundial
Stephen Lendman
GlobalResearch.ca
Traducido del ingl�s para Rebeli�n y Tlaxcala por Paloma Valverde
Olvidaos de la gripe aviar. La amenaza de que se convierta en una pandemia es
m�s una t�ctica de terror pol�tico y una bonanza potencial para los beneficios
de las empresas farmac�uticas y de su red de accionistas importantes (incluido
Gilead Sciences, que desarroll� el medicamento Tamifl�, y su ex presidente y
mayor accionista Donald Rumsfeld) que algo parecido a una crisis de salud
p�blica � a menos que vivamos al lado de pollos infectados o nos inyecten una
vacuna no experimentada. Hay muchas m�s probabilidades de que nos maten otras
bacterias o amenazas v�ricas que la aviar y que no llaman la atenci�n. No hay
que preocuparse por las posibles o improbables amenazas. Hay que preocuparse por
las reales: bacterias y virus, para los que no existe tratamiento con
antibi�ticos, son buenos ejemplos. As� hay un calentamiento global y muchas
otras cosas. Pero hay posiblemente una amenaza que supera a todas las dem�s por
su gravedad y porque sed ha ocultado deliberadamente al p�blico � nunca se ha
discutido, explicado o se ha tomado alguna medida para remediarlo. Es la amenaza
global de los efectos t�xicos del uranio empobrecido y la amenaza global del
uranio empobrecido tiene el potencial de destruir toda la vida del planeta.
�C�mo algo tan potencialmente destructivo puede ocultarse, ignorarse y por qu�?
La arrogancia del poder
No hay discusi�n sobre el hecho de que Estados Unidos [EE.UU.] es hoy el poder
mundial preeminente y distinto de cualquier otro precedente. Ahora admite ser un
imperio. De hecho, es el primer imperio global del mundo. En la actualidad, para
expandir su alcance e influencia, gasta en su ej�rcito casi lo mismo que todas
las naciones juntas y ha construido y mantiene una capacidad militar que ninguna
naci�n del mundo se atreve a enfrentar. Adem�s, conserva para s� mismo el
derecho a desarrollar y utilizar las armas m�s peligrosas y destructivas,
incluso aquellas cuyo uso proh�ben las leyes internacionales o la costumbre.
Alguno de los que ahora est�n en los m�s altos niveles creen que tienen el
derecho divino a usarlas, incluso la obligaci�n. George Bush podr�a ser uno de
ellos. Un nacido -y autoproclamado- autodenominado renacido cristiano que dice
que sus designios provienen del Alt�simo. Esto es aut�ntica arrogancia, la clase
suprema que solo un poder incontestable y sus l�deres se atreven a arrogarse.
Hasta ahora, EE.UU. ha utilizado su poder de forma efectiva para dominar a otras
naciones ya sea mediante la persuasi�n, el aislamiento econ�mico o la conquista.
Afirmamos ser un modelo de democracia pero nuestras pol�ticas y actos demuestran
otra cosa. En EE.UU. somos una democracia para unos pocos �los privilegiados y
los poderosos. Son ellos quienes gobiernan y dirigen nuestras instituciones, que
incluyen a las m�s poderosas: las multinacionales gigantes a cuyos intereses
sirven todos los gobiernos, lo que incluye el emprender guerras para su
beneficio. Las guerras son buenas para los negocios � mientras sean f�ciles de
ganar, el p�blico las apoya y no ocasionan problemas econ�micos que puedan
afectar a la econom�a, en cuyo caso son malas para los negocios.
Existe un t�rmino curioso utilizado con frecuencia en plural y en el contexto de
los negocios que tambi�n resulta apropiado en un contexto m�s amplio. El t�rmino
es "efectos secundarios". En el mundo de los negocios hace referencia a los
desafortunados efectos colaterales o consecuencias de las acciones de una
empresa que puedan tener un efecto perjudicial sobre terceros. Un ejemplo t�pico
es una planta industrial que genera una sustancia peligrosa en su propio proceso
de producci�n, tal y como un subproducto invendible. Para evitar el coste de
eliminaci�n, almacenamiento o tratamiento, la f�brica lo vierte a los r�os, a
zonas no habitadas o [al aire] por las chimeneas. Con esta acci�n da�a el
medioambiente. Las guerras tambi�n tienen "efectos colaterales"- con
consecuencias bastante m�s graves; los mejores ejemplos, sobretodo, son la
muerte, la enfermedad y la destrucci�n. Pero tambi�n lo son los residuos
peligrosos y sus efectos secundarios derivados del uso de armas como t�xicos
qu�micos, agentes biol�gicos y todo tipo de municiones nucleares. Todos somos
conscientes del peligro derivado de las dos primeras categor�as, a pesar de que
cuando se utilizan afectan a no s�lo peque�as zonas, no son "armas de
destrucci�n masiva". Tambi�n hemos visto la capacidad destructiva de una bomba
nuclear y tenemos informaci�n sobre el uranio empobrecido. Pero la gente tiene
un conocimiento escaso o nulo sobre el peligro real y la amenaza del uso de
cualquier sustancia o artefacto nuclear. Esa informaci�n ha sido eliminada
intencionada y deliberadamente porque el da�o potencial es demasiado grande e
irreversible. Incluso cuando hay pruebas evidentes de la generalizaci�n de los
problemas, como fue el caso de los efectos del Gas Naranja en los veteranos de
Vietnam y el "s�ndrome de la guerra del Golfo" en los ej�rcitos de ese
conflicto, nuestro gobierno ha negado cualquier conexi�n y ha impedido el
trabajo para ayudar a quienes lo necesitaban �hasta que ya no pudieron ocultar
m�s la verdad y tuvieron que actuar.
El uranio empobrecido es un "metal denso" que aumenta su potencial como arma
para penetrar en un objetivo, aumentando as� su capacidad destructiva. La
propaganda del Pent�gono y la desinformaci�n describen con falsedad las armas de
uranio empobrecido diciendo que s�lo van recubiertas. En realidad son misiles
s�lidos, bombas, obuses y balas que pesan hasta 5.000 libras [aprox. 2,7
toneladas] en una simple "bomba antib�nker". Todas esas armas contienen
proyectiles s�lidos de uranio empobrecido o cabezas nucleares y su utilizaci�n
en combate, como ha hecho el ej�rcito estadounidense en las cuatro guerras y
ahora lo est� haciendo a diario en Iraq, es el uso "de hecho" de bombas
nucleares. Desde Nagasaki en 1945 hasta la [Primera] guerra del Golfo en 1991,
esas armas han estado prohibidas completamente por un acuerdo com�n (y por el
sentido com�n) y jam�s se utilizaron, excepto una vez en la guerra del Yom
Kippur de 1973. Nunca m�s .
Arriba me preguntaba por qu� se utilizan esas armas, si son tan mort�feras y
peligrosas, mucho m�s all� de las zonas objetivo. La respuesta es f�cil � porque
funcionan muy bien y las fuerzas enemigas atacadas no las tienen por lo que no
pueden contraatacar con ellas. El hecho de que comprendamos el peligro de su
utilizaci�n y los "efectos colaterales" que dejan con su estela es un problema
que otros tendr�n que solucionar. Al igual que una empresa p�blica, que solo se
preocupa de converger con lo que Wall Street considera las pr�ximas ganancias de
un cuarto de punto, nuestro gobierno y el ej�rcito solo se preocupan de ganar la
pr�xima batalla y la pr�xima guerra � muy peligroso si en el proceso se irradia
[todo] el planeta y se amenaza toda la vida futura sobre �l. Despu�s ser� el
problema de otros. As� es como el piensa gran mercado y adem�s c�mo tambi�n lo
hacen nuestros dirigentes pol�ticos y militares.
Nuestro valioso planeta y c�mo lo maltratamos
Hoy estamos amenazados por muchos desastres, naturales y provocados, que
podr�amos evitar pero que no lo hacemos. Adem�s de los mencionados m�s arriba
hay que a�adir la contaminaci�n del aire, del agua y de la tierra, que incluye
la comida insana que comemos debido a los contaminantes qu�micos y a otro tipo
de contaminantes y aditivos insalubres, sin ignorar el da�o a la capa de ozono,
la deforestaci�n, la destrucci�n del valioso h�bitat natural y el peligro de
extinci�n de las especies, las insensatas formas de desarrollo y la utilizaci�n
de nuestros recursos naturales, que incluye el despilfarro de unos recursos de
agua potable finitos que podr�an agotarse y que son irremplazables. Y no nos
olvidemos de las guerras que traen de modo temerario m�s destrucci�n, unido a
las nuevas tecnolog�as y armas que se est�n desarrollando para luchar y las
naciones poderosas que las poseen [y] que no muestran ninguna restricci�n a la
hora de usarlas.
En noviembre de 2005, esta naci�n perdi� a un gran hombre lamentablemente
desconocido para la mayor�a de la gente. Su nombre era Vine Deloria Jr., un
renombrado intelectual estadounidense, historiador, autor, investigador y
activista. Con gran elocuencia, Deloria habl� y escribi� sobre c�mo, durante
toda su existencia, el planeta hab�a estado bien conservado por quienes viv�an
en �l hasta que alrededor de unos 200 a�os atr�s cuando comenz� el desarrollo
tecnol�gico occidental y todo cambi�. Fue entonces cuando se transform� de
pr�stino en envenenado. [Deloria] Expresaba tal grado de sabidur�a en sus
escritos y conferencias que merece la pena citarle. A continuaci�n van algunos
ejemplos:
"El progreso es la destrucci�n absoluta del mundo real a favor de una tecnolog�a
que crea un modo de vida c�modo para unos pocos privilegiados y afortunados.
Durante nuestra �poca, las diferencias entre la utilizaci�n de la tierra por los
indios y por los blancos se har� evidente. El indio viv�a con su tierra. El
blanco destruy� su tierra, destruy� el planeta tierra."
Deloria dijo una vez que los misioneros cristianos "se hab�an puesto de rodillas
y rezado por los indios" antes de levantarse para "poner de rodillas a los
indios y desposeerlos de su tierra." Adem�s, afirm� que la destrucci�n acarreada
por los valores corporativos y su tecnolog�a era tan da�ina que el regreso a la
forma y la cultura tribal americana podr�a verse como la salvaci�n. Fue testigo
de una sociedad corporativa depredadora como EE.UU., como un "Adolph Eichmann de
los aviones", cuyos soldados fueron herramientas "no defensores de la
civilizaci�n; ellos aplastaban otra sociedad."
Deloria escribi� 20 libros, edit� algunos otros, public� sus memorias y dos
vol�menes de los tratados entre EE.UU. y los nativos americanos [indios], todos
ellos sobre los devastadores resultados de la doble moral de EE.UU. que, hasta
la fecha, ha roto, ignorado y pisoteado intencionadamente todos y cada uno de
los tratados firmados, as� como los derechos de nuestros nativos con todo tipo
de mentiras, falsedades y enga�os. S�lo el �ltimo ejemplo de esto lo tenemos en
una de las acusaciones del esc�ndalo de corrupci�n pol�tica y financiera de Jack
Abramoff que ahora aparece a diario en las cabeceras de los peri�dicos. Abramoff,
su socio, y otros republicanos bien conocidos han sido acusados de estafar al
Casino Indio unos suculentos intereses estimados en alrededor de 85 millones de
d�lares. Adem�s, en sus ahora p�blicos correos electr�nicos, se refiri� a los
indios como "monos, trogloditas (gente de naturaleza sub-humana) e idiotas."
Deloria, adem�s, escribi� que contrariamente a los afroamericanos, los indios no
quisieron igualarse en la sociedad estadounidense. No quisieron ser parte de
ella. Vine V�ctor Deloria, Jr., historiador, investigador, activista y muchas
otras cosas, naci� el 26 de marzo de 1933 y muri� el 13 de noviembre de 2005. Le
echaremos de menos.
La revoluci�n industrial y su �nico objetivo de [obtener] beneficios (lo que
Veblen denomin� "la maximizaci�n de los intereses pecuniarios") era el objetivo
de Deloria. [La revoluci�n industrial] gener� consigo un gran arsenal de t�xicos
que han hecho un da�o ecol�gico indecible. La alarma son� con fuerza en el
libro, pieza clave, de Rachel Carson Primavera Sin Voz [Silent Spring]
publicado en 1962 que oblig� a la prohibici�n del DDT, influenci� al Presidente
Jack Kennedy y afect� a la legislaci�n sobre el aire, el agua y la tierra.
Adem�s, impuls� un movimiento ecologista que est� creciendo en grupos muy
diversos que presionan y luchan por la salubridad y la justicia medioambiental.
Desde la �poca de Carson, sabemos mucho m�s acerca de los peligros a los que nos
enfrentamos, y nos enfrentamos a muchos m�s. Pero pese a nuestros conocimientos,
a la influencia de muchos cient�ficos preocupados [por el tema] y a un p�blico
que apoya la necesidad de un medioambiente saludable, nuestros dirigentes
pol�ticos [estadounidenses] de ambos partidos, al servicio de los intereses a
los que las multinacionales dominantes sirven, poco han hecho salvo flacos
favores al tema m�s importante junto al de la guerra y la paz Aunque el Congreso
[estadounidense] aprob� m�s de una docena de decretos fundamentales y leyes
medioambientales, desde la Ley de la Pol�tica Nacional Medioambiental de 1969,
que incluye las Leyes del Aire y del Agua Puras, la Ley Integral de
Compensaci�n, Respuesta y Responsabilidad (CERCLA en sus siglas en ingl�s) que
establece el Superfondo para financiar la limpieza de los vertidos
t�xicos, la Ley de especies en peligro de extinci�n y otras m�s, esas leyes han
sido, desde entonces, ignoradas o despreciadas. Como resultado, las condiciones
[medioambientales] hoy son mucho peores que hace 40 a�os y los peligros
derivados de ellas amenazan nuestra supervivencia. En su libro publicado en
2003, Hegemon�a o Supervivencia (Hegemony or Survival), Noam
Chomsky citaba las reflexiones de un eminente bi�logo, Ernst Mayr. Mayr observ�
que otras especies eran m�s proclives a sobrevivir que los humanos y que el
promedio de vida de una especie es de alrededor de 100.000 a�os. Es creencia
com�n que la especie humana est� ahora a punto de alcanzar ese l�mite y que
podr�a estar cerca la extinci�n. Si tal es as�, y a la luz de nuestro
comportamiento m�s reciente, podr�amos, como se�ala Chomsky, convertirnos en la
�nica especie capaz de destruirse a s� misma y junto a ella todo el entorno al
mismo tiempo.
La era nuclear lo cambi� todo
Desde que se produjo por primera vez la escisi�n del �tomo en un laboratorio de
Berl�n en 1938, el mundo no ha vuelto a ser el mismo. La Teor�a de la
Relatividad del gran cient�fico Albert Einstein fue decisiva en el desarrollo
nuclear que sigui� a la creaci�n de la bomba at�mica. Pero su m�xima influencia
fue la carta que [Einstein] envi� a Franklin Roosvelt en 1939 apremi�ndolo a
crear la bomba at�mica. Einstein ten�a miedo de que los Nazis la pudieran
construir antes con consecuencias desastrosas. M�s tarde lament� este hecho y
dijo: "Comet� un gran error en mi vida cuando firm� la carta al Presidente
Roosvelt recomend�ndole que se construyera la bomba at�mica..."
Tambi�n afirm� "nuestro mundo se enfrenta a una crisis todav�a imperceptible
para aquellos que tienen el poder de tomar grandes decisiones para el bien y
para el mal. La energ�a liberada del �tomo ha cambiado todo menos nuestra manera
de pensar y, por lo tanto, vamos hacia una cat�strofe sin parang�n". Si hoy
estuviera vivo, �qu� podr�a decir Einstein sobre la amenaza del uranio
empobrecido, que convertido en arma es posiblemente el arma de destrucci�n
masiva definitiva?. Pero incluso si lo dijera, �se le permitir�a a la gente
escucharle? Y m�s importante a�n, �cambiar�an algo sus palabras?
El uranio empobrecido: qu� es y c�mo se usa
Para poder utilizar el uranio como combustible para aviones comerciales o como
arma nuclear hay que enriquecerlo. El proceso de enriquecimiento contin�a
despu�s con la difusi�n de los gases en dos v�as � una se enriquece y la otra se
empobrece. Antes de que se le encontrara un uso, el uranio empobrecido
simplemente se almacenaba en enormes montones como un producto derivado. Sin
embargo, cuando se descubri� que los proyectiles del s�lido "metal denso" de
uranio empobrecido en todas sus formas (misiles, bombas, obuses y balas)
aumentaba enormemente la capacidad para penetrar y destruir un objetivo, el
Pent�gono obtuvo una nueva tecnolog�a que esperaba utilizar en combate y que
ahora posee desde hace 15 a�os.
El primer sistema de armas de uranio empobrecido se desarroll� para la Marina en
1968 y las armas con uranio empobrecido se entregaron en primer lugar a Israel
para que las utilizara en la guerra del Yom Kippur, en 1973, bajo supervisi�n
estadounidense. Esas armas se vendieron posteriormente a 29 pa�ses pero hasta la
[Primera] Guerra del Golfo de 1991 -cuando EE.UU. viol� el tab� que las
prohib�a-, no se usaron nunca. Desde entonces, EE.UU. ha combatido en las
guerras de Yugoslavia, Afganist�n y nuevamente de Iraq. En todos esos
conflictos, se han usado miles de toneladas de armas con uranio empobrecido
s�lido causando bastante m�s devastaci�n con su radiaci�n y toxinas qu�micas que
la que [pudieran causar] los objetivos destruidos o las personas asesinadas en
las zonas objetivo militar. Lo peor de todo: la persistencia y la expansi�n de
la contaminaci�n con uranio empobrecido en las zonas afectadas -que no tiene
l�mite- lo que implica que todos aquellos que han estado expuestos, junto con
sus seres cercanos con quienes tienen un contacto �ntimo y su descendencia,
tengan la posibilidad de padecer cualquier enfermedad, dolencia o minusval�a
inimaginable, que a menudo terminan en una pronta muerte o, al menos, en una
vida de sufrimientos y enormes gastos. En lenguaje orweliano, el uranio
empobrecido es el regalo (mortal y no deseado) que nos siguen regalando y [nos
sigue] matando.
La utilizaci�n del uranio empobrecido como arma es ilegal al amparo de la
legislaci�n internacional
El gas venenoso en sus m�ltiples formas se utiliz� por primera vez como arma en
la Primera Guerra Mundial por ambos bandos. Sus mort�feros efectos causaron muy
por encima del mill�n de heridos y cerca de 100.000 muertos. Tras al guerra, el
rechazo contra su uso llev� al Protocolo de Ginebra de 1925 y a otra famosa
Convenci�n de Ginebra sobre Armas que espec�ficamente prohibi� el uso de agentes
qu�micos y biol�gicos en la guerra, en cualquier forma y por cualquier raz�n. El
Protocolo sobre el Gas de la Convenci�n de Ginebra de 1925, proh�be
concretamente el uso de armas de gas venenoso. A pesar de que ninguna Convenci�n
de Ginebra ni otro tratado proh�be el uso de uranio radioactivo en las armas, lo
que incluye las armas de uranio empobrecido, estas armas son en realidad
ilegales -de hecho y de derecho- bajo las premisas de la Convenci�n de La Haya
de 1907, que proh�be el uso de cualquier "t�xico o armas t�xicas". Las armas de
uranio empobrecido, en todas sus formas y usos, son radioactivas y qu�micamente
t�xicas y, por tanto, se ajustan palmariamente a la definici�n de armas t�xicas
prohibidas por la Convenci�n de La Haya. EE.UU. es un pa�s firmante de las
Convenciones de La Haya y de Ginebra (que son tratados vinculantes de acuerdo
con la legislaci�n internacional). EE.UU. ha violado las sagradas obligaciones
del tratado con la utilizaci�n de armas de uranio empobrecido en combate o en
cualquier situaci�n y es culpable de un crimen de guerra. Adem�s, todas las
armas de uranio empobrecido se ajustan tambi�n a la definici�n del C�digo
federal estadounidense que divide las "armas de destrucci�n masiva" en dos o
tres categor�as. El C�digo estadounidense, T�tulo 50, Cap�tulo 40, Secci�n 2302
define arma de destrucci�n masiva como sigue: "El t�rmino 'arma de destrucci�n
masiva' implica cualquier arma o mecanismo con el que se pretenda o se pueda
causar la muerte o heridas de gravedad a un n�mero significativo de personas
mediante la liberaci�n, la diseminaci�n o el impacto de: a) productos qu�micos
t�xicos o venenosos o sus derivados, b) un organismo nocivo y c) radiaci�n o
radioactividad". Puesto que EE.UU. es firmante de las Convenciones de la Haya y
de Ginebra, el ej�rcito estadounidense est� violando su propio c�digo militar.
Mediante la utilizaci�n en combate -en cuatro guerras-, del uranio empobrecido
(que claramente es un arma de destrucci�n masiva y, por tanto, ilegal) EE.UU.
es, sin paliativos, culpable del crimen por antonomasia sobre el que EE.UU. bas�
su derecho a iniciar la guerra contra Iraq para prevenirlo.
Adem�s, seg�n varias Convenciones y Acuerdos de Naciones Unidas, vinculantes
para sus signatarios de acuerdo con el derecho internacional, la utilizaci�n de
armas que causen da�o tras la batalla, lo que incluye zonas lejanas al campo de
batalla, da�o al medio ambiente, o asesinen, hieran o causen da�o de forma
inhumana son ilegales y est�n prohibidas. Las armas de uranio empobrecido son
nocivas seg�n la legislaci�n internacional y violan todo citado anteriormente.
Incluso la imprescindible Declaraci�n de Derechos Humanos, que legalmente no es
vinculante para su signatarios, implica una obligaci�n moral de no utilizar
jam�s cualquier arma tan potencialmente da�ina como el uranio empobrecido.
Efectos conocidos del uranio empobrecido hasta la fecha: lo peor est� por
venir
Estoy en deuda con Leuren Moret por los datos aportados a lo largo de este
art�culo y los que aparecen m�s abajo. Leuren es una cient�fica independiente y
experta reconocido internacionalmente en temas de radiaci�n, uranio empobrecido
y salud p�blica. Ha realizado investigaciones exhaustivas sobre los efectos de
la radiaci�n atmosf�rica de bajo nivel en el medioambiente y en la salud
p�blica, investigando las lluvias radioactivas, las centrales nucleares y la
radiaci�n de las armas de uranio empobrecido en 42 pa�ses; ha escrito detallados
informes y art�culos sobre sus importantes descubrimientos, atestiguando los
efectos da�inos de la contaminaci�n por uranio empobrecido y es una abierta
opositora al uso del uranio empobrecido. En un art�culo de julio de 2004
escribi�: "La utilizaci�n de armamento con uranio empobrecido por parte de
EE.UU. desafiando todos los tratados internacionales, aniquilar� lentamente
todas las especies de la tierra, incluida la humana y, sin embargo, este pa�s
contin�a utiliz�ndolas con pleno conocimiento de su potencial destructivo".
El trabajo de Leuren ha revelado algunos hechos sorprendentes. Desde que el
ej�rcito estadounidense utiliz� por primera vez armas con uranio empobrecido en
la [Primera] Guerra del Golfo, en 1991, se ha liberado a la atm�sfera la
radioactividad at�mica equivalente a 400.000 bombas nucleares de Nagasaki, (esta
[cifra] no es una errata) lo que causa una contaminaci�n permanente
[radioactiva] de una vida media de 4,5 billones de a�os. Adem�s, esa radiaci�n
de uranio empobrecido es diez veces el total liberado en la atm�sfera en todas
las pruebas [nucleares] que en total equivalen a 40.000 bombas como la de
Hiroshima (de nuevo [la cifra] no es una error de imprenta). Las dos bombas
at�micas utilizadas contra los japoneses mataron a 300.000 personas o m�s,
[contabilizando] desde el inicio de la explosi�n hasta las muertes causadas por
las subsiguientes radiaciones y contaminaci�n qu�mica. A�n hoy, se sigue
informando de muertes atribuidas a las bombas [nucleares]. Imag�nense ahora la
amenaza potencial que suponen para la vida de todo el planeta las armas de
uranio empobrecido utilizadas desde 1991 y su uso continuado en Iraq y
Afganist�n �el equivalente a 400.000 bombardeos como el de Nagasaki, diariamente
en aumento, al tiempo que el ej�rcito estadounidense bombardea, con bombas de
uranio empobrecido, entre 4 y 6 veces diarias objetivos s�lo en Iraq .
Leuren llama al uranio empobrecido "el caballo de Troya" de la guerra nuclear
[porque ] sigue emitiendo y sigue matando. No hay forma de eliminarlo y no hay
forma de anularlo porque se desintegra en otros is�topos radiactivos...
"Mientras se desintegra, sigue emitiendo m�s radiaci�n. Cuando el uranio
empobrecido se utiliz� como arma en la guerra, como ha hecho EE.UU. cuatro veces
(sigue haci�ndolo en Iraq y Afganist�n y pretende seguir haci�ndolo), convirti�
en real la m�quina imaginaria Doomsday de Stanley Kubrick (en su pel�cula
de 1964, Dr. Strangelove)". El uranio empobrecido podr�a ser el arma definitiva
de aniquilaci�n masiva. A menos que haya un p�blico masivo en todo el mudo
consciente de esta amenaza para exigir de forma inmediata el fin de su uso, sea
cual sea la finalidad, nos quedamos con poco m�s que el mensaje del subt�tulo de
la pel�cula de Kubrick � deja de preocuparte y acepta la bomba- y seguramente
prep�rate para morir.
El da�o mayor del uranio empobrecido proviene de los residuos radiactivos [que
emite] tras su uso. Cuando un proyectil de uranio empobrecido alcanza un
objetivo penetra profundamente y se convierte en un aerosol de fino spray que
entonces contamina el aire y la tierra en los alrededores de la zona del
objetivo. El residuo es permanente, y sus part�culas microsc�picas y
submicrosc�picas quedan suspendidas en el aire, o son barridas al aire desde el
suelo contaminado y transportadas por el viento por toda la tierra como un
componente radiactivo del polvo atmosf�rico. Ese polvo cae a la tierra de forma
indiscriminada, por todas partes, causando contaminaci�n radiactiva que afecta a
cada ser viviente y que no se puede evitar. La contaminaci�n causa virtualmente
cada una de las enfermedades y afecciones conocidas, desde dolores de cabeza
intensos, dolores musculares y astenia, hasta importantes malformaciones de
nacimiento, infecciones, depresi�n, enfermedades cardiovasculares, muchos tipos
de c�ncer y tumores cerebrales. Tambi�n provoca invalidez permanente y la
muerte. En junio de 2003, la Organizaci�n Mundial de la Salud [OMS], sin hacer
una referencia espec�fica al uranio empobrecido, anunci� en una rueda de prensa
que las cifras globales de c�ncer se incrementar�n en un 50% en 2020. La OMS es
normalmente conservadora en sus estimaciones. �Considerar�an que las cosas van a
peor?, y �est�n investigando en profundidad los efectos del uranio empobrecido
en aquellas zonas de combate donde se han utilizado y todav�a se utilizan esas
armas?
Las personas (civiles y militares) en zonas�o cerca de- alcanzadas [por armas
con uranio empobrecido] quedan, de forma inmediata, contaminadas por el uranio
empobrecido, sobretodo si permanecen en el lugar durante mucho tiempo. Durante
las seis semanas de la [Primera] Guerra del Golfo de 1991, solo 467 personas al
servicio de EE.UU. fueron heridas y unos 150 resultaron muertos. De los 580.000
efectivos militares que participaron en esa guerra se sabe que, en el a�o 2000,
325.000 efectivos estaban en situaci�n de baja m�dica por invalidez permanente.
Tambi�n se supo entonces que el n�mero aumentaba cada a�o en 43.000 [efectivos].
De hecho, el incremento anual era incluso mayor y, en 2004, el Departamento de
Asuntos de Veteranos inform� que alrededor de 518.000 veteranos del Golfo eran
bajas m�dicas permanentes. Tambi�n se supo que alrededor de 500.000 veteranos
eran sin techo. Adem�s, se realizaron estudios sobre los veteranos cuyas
esposas tuvieron ni�os sanos antes de la guerra. Se inform� de que dos tercios
de los ni�os nacidos tras la guerra padec�an graves defectos de nacimiento,
tales como ausencia de masa encef�lica [anencefalia], ojos, piernas y brazos,
as� como enfermedades de la sangre.
Ya hay tempranos, aunque escasos, informes sobre los problemas de salud causados
por el uranio empobrecido en el conflicto actual en Iraq (y probablemente en
Afganist�n) y, al igual que se ha citado antes, sobre la media de suicidios de
los que a�n est�n en servicio militar activo, de los veteranos y de la violencia
familiar. Como los despliegues [de tropas] en el actual conflicto son mucho m�s
largos que en la breve [primera] Guerra del Golfo y la mayor�a de los que han
servido vuelven una segunda, e incluso una tercera vez de servicio, es f�cil
imaginar un literal holocausto que, finalmente, aniquilar� a todo el ej�rcito y
al personal que ha servido o est� sirviendo ahora en Iraq y en la regi�n, y
probablemente tenga un efecto similar entre las esposas y maridos de los
veteranos y su descendencia tras el servicio en el ej�rcito. Conviene subrayar
una vez m�s [que] el gobierno estadounidense anterior a 1991 ten�a un
conocimiento absoluto sobre los devastadores efectos que el uranio empobrecido
causar�a [pero] se sigui� usando, a�n se sigue utilizando, y todav�a se
utilizar�. �Supera la realidad? Si alguien escribiera esto como un trabajo de
ficci�n o de ciencia ficci�n, nadie lo creer�a y probablemente nadie lo
publicar�a.
El uranio empobrecido utilizado como arma: un acto deliberado de genocidio
Desde su utilizaci�n, ya en cuatro guerras, el uso de armas de uranio
empobrecido es un acto de locura as� como posiblemente el mayor crimen contra la
humanidad (y contra todas las dem�s especies vivas) y un crimen de guerra. Los
responsables, incluidos tres presidentes, van desde altos cargos del gobierno y
del Alto Mando del Pent�gono hasta muchos generales y almirantes. Esas personas
son criminales. Son culpables de asesinatos masivos que se siguen perpetrando.
Todos ellos deben responder por sus cr�menes con denuncias y juicios, tanto en
los tribunales nacionales como en la Corte Penal Internacional en La Haya que se
estableci� en 2002 para juzgar a individuos acusados de cr�menes de guerra, de
cr�menes contra la humanidad y de genocidio. Esas personas, o al menos la
mayor�a de ellas, son culpables de esos tres cr�menes y deben pagar, sin piedad,
el precio m�s alto. Sus condenas deben servir, de una vez por todas, como
recordatorio para todos los futuros dirigentes de que este tipo de
comportamiento temerario nunca jam�s volver� a tolerarse.
El premio N�bel Harol Pinter, un autor distinguido y hombre de honor, pasi�n y
elocuencia, en el discurso de 2005 de aceptaci�n del N�bel hizo esas
observaciones sobre la actual guerra de Iraq. Tambi�n enfermo de c�ncer, no pudo
viajar a Oslo para la ceremonia de entrega de los premios y en su lugar ley� su
discurso en un v�deo. Pinter es un afilado cr�tico contra la guerra de Iraq,
EE.UU. y del papel que juega el gobierno brit�nico en ella. En su discurso del
N�bel, defini� la invasi�n de Iraq como "un acto delictivo, un acto descarado de
terrorismo de Estado que demuestra el desprecio absoluto por el concepto de
legalidad internacional". Se�al� que "EE.UU. ya no se preocupa de sus conflictos
de baja intensidad. Ya no ve la necesidad de ser reticente o incluso utilizar
artima�as... simplemente le importa muy poco Naciones Unidas, la legalidad
internacional o los disidentes cr�ticos, a quienes considera impotentes e
irrelevantes."
Pinter tiene raz�n, y dijo mucho m�s en sus 46 minutos de discurso de aceptaci�n
del N�bel. Podr�a haber a�adido que desde el 11 de septiembre de 2001 la
Administraci�n Bush ha gobernado temeraria y arrogantemente. Con secretismo
obsesivo y desprecio a la Constituci�n, al Congreso, a los tribunales y al
pueblo estadounidense, George Bush ha gobernado con �rdenes ejecutivas o
Decretos, una herramienta de tiranos cuando se utiliza para rebasar el poder
otorgado, como hace este presidente. Lo ha hecho para lograr una pol�tica de
guerra imperial permanente con la finalidad del dominio estadounidense global.
Dejando de lado la tragedia del 11 de septiembre, la Administraci�n Bush cre�
una fingida amenaza terrorista mundial para inducir el miedo para poder guerrear
durante las d�cadas venideras contra la llamada "guerra global contra el
terrorismo". Tambi�n cre� un estado semipolicial con redadas masivas sin
fundamento, detenciones ilegales y deportaciones como parte de una guerra
racista contra los inmigrantes de piel oscura, espionajes nacionales ilegales y
sin garant�as, el uso sistem�tico de la tortura con los detenidos y con los
encarcelados en el extranjero y "puestas en escena" para la mayor�a de los
pa�ses innombrables que toleran esta pr�ctica. La Administraci�n Bush hizo todo
esto bas�ndose en los pilares de la mentira, la falsedad, el enga�o deliberado,
una trama de mentiras sin fin y un posterior desprecio del imperio de la ley
para la pol�tica, la econom�a y la justicia social en EE.UU. y en el extranjero.
Hasta hace pocos meses, Bush se libraba de todo. Ahora, con las cifras de las
encuestas cayendo, la guerra de Iraq un atolladero sin esperanza (a pesar de la
desinformaci�n en contra), la posibilidad de que, adem�s, de que se acuse a
altos responsables de la Administraci�n junto a Lewis Lobby, [y] todo ello unido
al potencialmente gran esc�ndalo de corrupci�n pol�tica y financiera de Jack
Abramoff, con los Dem�cratas y algunos Republicanos finalmente conmovidos y
expresando su irritaci�n, la Administraci�n [Bush] podr�a estar cerca de su
propio [esc�ndalo] Waterloo. Como muchos otros reg�menes del pasado
culpables de "arrogancia imperial" y de ambici�n (como el �ltimo juzgado- los
Nazis- y aunque [los imperios] pensaron gobernar durante 1.000 a�os, sin
embargo, el �ltimo dur� 12 a�os), esta Administraci�n y su temeraria e
inclemente agenda podr�a enfrentarse a un destino similar .
Grandes pensadores y observadores perspicaces se han aventurado a imaginar lo
que nuestro destino podr�a convertirse como resultado de nuestras acciones. Sin
anunciarlo, Noam Chomsky en una reciente conferencia mencion� el peor de los
resultados posibles: un holocausto nuclear, la destrucci�n medioambiental o el
final de una democracia nominal.
El experto investigador de [la Universidad de] Yale, Immanuel Wallerstein, en su
libro trascendental de 2003, La Decadencia del Poder Estadounidense (The
Decline of American Power) cree que EE.UU. "ha sido un poder global en
decadencia desde la d�cada de los 70 y la respuesta estadounidense a los ataques
terroristas del 11S simplemente ha acelerado esta decadencia". [El autor]
Contin�a diciendo: "los factores econ�micos, pol�ticos y militares que
contribuyeron a la hegemon�a estadounidense son los mismos factores que,
inexorablemente, producir�n el declive venidero de EE.UU. "Posteriormente
escribi� que no pod�a predecir el resultado de esta crisis de nuestro sistema
mundial capitalista", pero el intento estadounidense para detenerla fracasar�.
Como m�ximo solo podr�n retrasarla como est�n intentando hacer. Wallerstein
vislumbra un futuro que se desarrollar� en dos direcciones (si sobrevivimos),
bien una tendencia basada en valores progresistas o bien todo lo contrario.
El profesor jubilado Chalmers Johnson, en su libro de 2004, Las Adversidades
del Imperio (The Sorrows of Empire), tambi�n predice la disoluci�n
del imperio estadounidense si la tendencia actual contin�a. Contrariamente al
Imperio romano que tard� cientos de a�os antes de que llegara su ca�da, �l ve
las adversidades de EE.UU. llegando "a la velocidad del rayo". Si la actual
tendencia contin�a, predice cuatro adversidades que dar�n pie a una lamentable
alternativa a nuestra actual forma de gobierno constitucional: ambici�n imperial
con un "estado de guerra perpetua" que nos llevar� a m�s contraofensiva
terrorista contra nosotros, una p�rdida de democracia y de nuestros derechos
constitucionales, el fin de la verdad [que ser�] reemplazada por "un sistema de
propaganda, desinformaci�n y glorificaci�n de la guerra, del poder y de las
legiones militares".
Para terminar, [el autor] ve a la naci�n [EE.UU] yendo a la bancarrota por su
incapacidad para continuar con sus "grandiosos proyectos militares". La deuda
nacional de EE.UU. sobrepasa ahora los 8,2 billones de d�lares y aumenta de
forma insostenible en unos 400 mil millones de d�lares al a�o, de forma que el
d�ficit actual podr� llegar en 2006 al bill�n de d�lares anuales. Ambos d�ficit
[la deuda actual y el crecimiento de la deuda] conf�an en la "amabilidad de los
extranjeros" para mantenernos (gobiernos extranjeros e inversores deseosos de
seguir comprando nuestras atesoradas seguridades e invertir en nuestra equidad y
en nuestros mercados de ganancias seguras). Lo har�n s�lo mientras crean que
est�n haciendo buenas inversiones. Johnson no cree que la tendencia actual sea
irreversible. Todav�a hay tiempo suficiente para cambiarla, pero considera que
m�s adelante ni siquiera lo intentaremos. As�, cree que la �nica esperanza para
nosotros y para el planeta es que la comunicad mundial de naciones act�e unida
para darnos el "jaque mate". Si no lo hace, o no quiere, o no puede hacerlo, la
guerra nuclear podr�a finalmente tener lugar y la civilizaci�n desaparecer�".
Para evitar que ocurra lo descrito, la comunidad mundial de naciones debe unirse
pronto y tener como objetivo el "jaque mate". Y deber� exigir que ninguna naci�n
tolere jam�s este tipo de conducta. [La comunidad de naciones] Debe ahora
reforzar lo suficiente la legalidad internacional, en lugar de debilitarla,
exigir que cada naci�n sea signataria y obligar a las naciones a acatar esas
leyes vinculantes con graves consecuencias para aquellos que no las cumplan.
Pero incluso si todo esto ocurriera, el da�o ya hecho es inmenso y se extiende;
ya podr�a ser demasiado tarde. S�lo en EE.UU., 42 estados est�n contaminados con
el uranio empobrecido de sus f�bricas, pruebas [nucleares] y desarrollo
[tecnol�gico] Adem�s, la fabricaci�n de millones de bombas de uranio empobrecido
y su desarrollo en bases militares en todo el mundo, contin�a.
Leuren Moret acaba de saber por un documento desclasificado que el grupo Quaker
con baase en de Hawai supo, mediante la Ley de Libertad de Informaci�n (Freedom
of Information Act, FOIA en sus siglas en ingl�s), que el ej�rcito
estadounidense ten�a todav�a 2, 7 millones de bombas de uranio empobrecido en
Corea del Sur (50 a�os despu�s del final de la guerra de Corea). [Moret] afirma
que no es de extra�ar que Corea del Norte quiera armas nucleares. Considera que
esas bombas se trasladaron all� en la d�cada de 1990 desde la todav�a ocupada
[por EE.UU.] Okinawa (Jap�n) 60 a�os despu�s de la Segunda Guerra Mundial porque
los japoneses (que abominan las armas nucleares) rechazaron alojarlas [en su
territorio] por m�s tiempo. Y [Moret] especula adem�s que es muy probable que
haya muchos millones m�s de bombas de uranio empobrecido en otros pa�ses donde
EE.UU. haya tenido bases. Eso podr�a significar muchas m�s, seg�n Chalmer
Johnson. En Las Penalidades del Imperio, Chalmer Johnson mencionaba la
existencia de, al menos, 725 bases estadounidenses conocidas en 153 pa�ses,
adem�s de cientos m�s en este pa�s [EE.UU.] Tambi�n cree que tenemos bases
secretas de forma que el total real podr�a ser mucho m�s alto y ahora es m�s que
probable con todas las bases nuevas que estamos construyendo en Iraq, Asia
Central, Europa del Este, Hispanoam�rica, y las previstas para �frica. Incluso
sin que esas armas se utilicen, hay que imaginar el peligro potencial al que
sometemos a las gentes de esos pa�ses (y tambi�n a nuestros ciudadanos )
simplemente porque las armas est�n all� (y aqu�). Podr�a haber accidentes, el
ej�rcito realiza ejercicios en los que es muy probable que esas armas se prueben
y, desde luego, las pueden robar o incluso vender militares sin escr�pulos u
otro personal en busca de dinero f�cil.
Imaginemos por un momento la situaci�n contraria. �Qu� pasar�a si Reino Unido,
Francia, Rusia o China tuvieran bases en este pa�s (eso ya ser�a suficientemente
terrible) y adem�s almacenaran millones de bombas con uranio empobrecido u otro
tipo de armas nucleares en nuestro suelo? �Tolerar�amos los ciudadanos
simplemente las bases, por no hablar de las bombas de uranio empobrecido?
Dif�cilmente. Imaginemos, adem�s, lo que pasar�a si la gente supiera que miles o
millones de esas armas estuvieran almacenadas en bases estadounidenses aqu�,
cerca de donde viven.
Adem�s, podr�an considerar las 104 operaciones comerciales actuales de centrales
nucleares en EE.UU. [Las centrales nucleares] Todas son muy peligrosas, pero
especialmente las m�s viejas. Cada una de ellas es una bomba nuclear
potencialmente inestable y una posible cat�strofe a punto de ocurrir bien por un
accidente inevitable, bien por un sabotaje. Expertos responsables creen que es
s�lo una cuesti�n de tiempo el que ocurra una gran cat�strofe nuclear en alguna
parte del mundo, posiblemente, o incluso muy probablemente, una fusi�n
accidental del n�cleo del reactor -el peor tipo de cat�strofe nuclear distinta a
una explosi�n nuclear o termonuclear o al uso masivo de armas con uranio
empobrecido-.
Si ocurre una fusi�n accidental del n�cleo del reactor, una vasta zona podr�a
quedar contaminada y quedar inhabitable para siempre. Donde yo viv�a en Chicago,
estaba rodeado de 11 centrales nucleares, muchas de ellas viejas y todas con un
historial de violaciones de las condiciones de seguridad provocadas por la
antig�edad y el pobre mantenimiento. Incluso sin [que ocurra] un accidente, esas
instalaciones (y las de otros lugares) emiten a diario en sus actividades
normales la suficiente radiaci�n para contaminar la comida que comemos
(incluidos los alimentos ecol�gicos), el agua que bebemos y el aire que
introducimos en nuestros pulmones. Si una de esas centrales sufriera una fusi�n
accidental del n�cleo del reactor, el �rea metropolitana de Chicago y la
periferia con el viento de la lluvia radioactiva se convertir�an en inhabitables
para siempre y [sus habitantes] tendr�an que ser evacuados r�pidamente con lo
puesto, abandonando hogares y pertenencias.
Todo el mundo, por tanto, se hace la pregunta obvia, �merece la pena esta
especie de "ruleta rusa nuclear insalubre"? Hay alternativas disponibles m�s
limpias -o se pueden desarrollar-, alternativas seguras [pero] s�lo si existe el
deseo de invertir lo suficiente en fuentes de energ�a alternativas distintas a
la opci�n nuclear y a los combustibles f�siles. Hay, adem�s, formas de pr�cticas
de conservaci�n dictadas por el sentido com�n, que apenas modificar�an nuestro
estilo de vida occidental. Hasta ahora, nuestros dirigentes han sido
irresponsables y han cometido dejaci�n en sus obligaciones de informarnos sobre
el riesgo, han actuado irresponsablemente en la eliminaci�n de los riegos para
protegernos del da�o potencial. Adem�s, no han mostrado freno en sus actos o
respeto por la gente de los pa�ses que pretenden dominar. Esos pa�ses nunca son
los [pa�ses] desarrollados del Norte con poder de respuesta. Son siempre
[pa�ses] d�biles, subdesarrollados y sobreexplotados; normalmente pueblos con
poblaci�n de piel oscura y religi�n no judeo-cristiana. En este pa�s [EE.UU.],
especialmente para los pobres y los necesitados sin un futuro y con pocas
oportunidades de mejorar, el servicio militar, con la promesa de educaci�n y
otros incentivos (que normalmente no llegan a conseguir nunca), se convierte en
la elecci�n de profesi�n temporal adecuada.
Los ricos y privilegiados s�lo empiezan las guerras, no van a ellas. Por el
contrario, env�an a los pobres a luchar y a morir por ellos para ser a�n m�s
ricos. Cuando nuestros soldados regresaron de Vietnam, enfermos y moribundos por
los efectos t�xicos del Agente Naranja (una dioxina altamente t�xica), Henry
Kissenger, un premio N�bel de la Paz y criminal de guerra acusado, les insult� a
todos ellos arrogantemente diciendo: " [son] simplemente animales tontos y
est�pidos que sirven como peones de la pol�tica exterior". [Los veteranos ] Han
sido utilizados, maltratados y eliminados como manchas en los zapatos. El pasado
de Kissinger ha vuelto para darle caza. Antes de poder salir del pa�s tiene que
asegurarse en el Departamento de Estado que no hay �rdenes de arresto contra �l
extranjero.
Hoy el mundo est� m�s cerca que nunca del final. De hecho, tendr�amos que
haberlo evitado, y ahora es demasiado tarde. El precio que hemos pagado por
nuestros avances tecnol�gicos ha aumentado proporcionalmente a la amenaza sobre
nuestra supervivencia. Hasta ahora, no hemos encontrado la manera de acabar con
este camino destructivo. Vamos contrarreloj y, a menos que hagamos algo pronto,
no tendremos otra oportunidad. EE.UU. hoy es como el gigante Gulliver Agonistes
y el resto del mundo los liliputienses -en la s�tira cl�sica de Jonathan Swift-.
A pesar del desequilibrio, los liliputienses (que med�an escasos diez
cent�metros) fueron capaces de derribar a este gigante y evitar que destruyera
sus hogares. Al final, pudieron obligar a Gulliver a que se marchara y volver a
vivir sus vidas. La moraleja est� clara. La gente de todo el mundo tiene que
comprender el gran peligro al que nos enfrentamos: nuestra supervivencia.
Entonces, como los liliputienses, tenemos que atar de pies y manos a este
Gulliver depredador y fuera de control para salvarnos a nosotros mismos.
Dos cuestiones finales a considerar. La primera, de la Dra. Helen Caldicott,
presidenta del Instituto de Investigaciones de Pol�tica Nuclear, experta en
riesgos sanitarios relacionados con la energ�a nuclear, escritora, activista y
nominada para el Premio N�bel de la Paz por su libro de 1978 La Locura
Nuclear (Nuclear Madnes, revisado en 1994): "Como m�dica, lucho
contra la amenaza de extinci�n de la vida de nuestro planeta [provocada] por la
tecnolog�a nuclear (militar y comercial). Si la tendencia actual contin�a (y
cada vez va a peor) el aire que respiramos, la comida que comemos y el agua que
bebemos pronto estar� tan contaminada con tantos contaminantes radioactivos que
supondr� un potencial riesgo sanitario para la salud bastante mayor que
cualquier plaga que hasta hoy haya experimentado la humanidad." La segunda
[cuesti�n], del periodista brit�nico Robert Fisk, [extraida] de su columna de
finales de a�o [2005] en el London Independent titulada "Guerra sin
final" ("War without end"): "S�lo la justicia, no las bombas, pueden hacer de
nuestro peligroso mundo, un lugar m�s seguro."
* Stephen Lendman vive en Chicago (lendmanstephen@sbcglobal.net)
Fuente: lafogata.org