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Amigos de la Tierra pide una reforma en profundidad de los mecanismos de comercio internacional
La Organización Mundial del Comercio considera que la política de la EU sobre transgénicos vulnera las reglas internacionales de comercio
En su primera sentencia, entregada ayer a las partes implicadas en el
conflicto entre EE.UU. y la UE sobre transgénicos (1), la Organización Mundial
del Comercio (OMC) considera que tanto la moratoria sobre nuevas aprobaciones de
transgénicos entre 1998 y 2004, como las prohibiciones nacionales que algunos
Estados Miembros mantienen sobre determinados organismos modificados
genéticamente, violan las reglas internacionales de comercio.
Este dictamen favorable a los países demandantes - EE.UU., apoyado por Argentina
y Canadá - es una prueba más del nefasto papel de los mecanismos de comercio
internacional actuales para la gente y el medio ambiente. La administración
estadounidense siempre ha insistido en que los productos modificados
genéticamente son seguros y no deberían distinguirse de los convencionales en
los mercados internacionales, alineando su postura con las empresas
biotecnológicas. Sin embargo, aparecen cada vez más evidencias del peligro de
los cultivos transgénicos para el medio ambiente, la agricultura no transgénica
y los pueblos (2). La OMC toma partido de un puñado de empresas multinacionales
y unos países, particularmente EE.UU., agresivos por imponer en todo el mundo y
con tácticas muy variadas unos productos peligrosos que la inmensa mayoría de
los ciudadanos rechazan.
La decisión de la OMC, si se confirma después del periodo de alegaciones, tendrá
graves repercusiones para la UE, que estará obligada a aprobar la importación de
más productos modificados genéticamente a un ritmo acelerado o afrontar
sanciones económicas considerables. Conociendo el gran rechazo de los ciudadanos
europeos a estos productos (3) y los fuertes movimientos de oposición a su
entrada en el mercado europeo, la sentencia de la OMC es un atentado a la
democracia.
Pero el impacto de la decisión va mucho más allá. El caso sirve de advertencia
para otros países, en especial los países en desarrollo, mandándoles el aviso de
no restringir el acceso a sus mercados a los organismos modificados
genéticamente si no quieren tener que afrontar una disputa parecida. En el caso
similar de las hormonas bovinas, una vez que EE.UU. inició una queja comercial
en la OMC contra la EU, no se prohibieron en ningún país más.
Según Liliane Spendeler, coordinadora del área de biotecnología de Amigos de la
Tierra: "Es urgente revisar los mecanismos de comercio internacional y en
particular de impedir que la OMC tenga el poder de imponer a los ciudadanos unos
productos que no quieren y cuya inocuidad es más que dudosa."
Para más información: Liliane Spendeler: 91 847 92 48