Nuestro Planeta
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El medio ambiente contraataca
Jeffrey D. Sachs
En gran medida, nuestros sistemas políticos y la política global no
están preparados para los retos reales del mundo actual. El crecimiento
económico global y el aumento de las poblaciones están presionando como nunca
antes al ambiente físico y estas presiones a su vez están causando retos sin
precedentes a nuestras sociedades. No obstante, los políticos conocen muy poco
estas tendencias. Los gobiernos no están organizados para hacerles frente. Y las
crisis que son fundamentalmente de índole ecológica se manejan con estrategias
obsoletas de la guerra y la diplomacia.
Consideremos, por ejemplo, la situación en Darfur, Sudán. Este horrible
conflicto se está abordando con amenazas de fuerza militar, sanciones y en
general con el lenguaje de la guerra y el mantenimiento de la paz. Sin embargo,
el origen indudable del conflicto es la extrema pobreza de la región que empeoró
desastrosamente durante los años 80 debido a una sequía que, esencialmente, ha
durado hasta nuestros días. Tal parece que el cambio climático de largo plazo
está llevando a una menor pluviosidad no sólo en Sudán sino también en gran
parte de África inmediatamente al sur del Desierto del Sahara –un área en donde
la vida depende de las lluvias y en donde la sequía significa la muerte.
Darfur está atrapado en una trampa mortal inducida por la sequía pero a nadie se
le ha ocurrido que valga la pena abordar la crisis de Darfur desde una
perspectiva de desarrollo de largo plazo en lugar de una perspectiva de guerra.
Darfur necesita más una estrategia del agua que una estrategia militar. Sus
siete millones de habitantes no pueden sobrevivir sin un enfoque nuevo que les
dé oportunidad de cultivar y de dar de beber a sus animales. No obstante, todas
las pláticas en Naciones Unidas tratan sobre sanciones y ejércitos y no se
vislumbra un camino que conduzca a la paz.
La presión sobre el agua se está convirtiendo en un obstáculo importante para el
desarrollo económico en muchas partes del mundo. La crisis del agua en Gaza es
causa de enfermedades y de sufrimiento entre los palestinos y es una de las
principales fuentes de las tensiones subyacentes entre Palestina e Israel. Una
vez más, en la región se gastan miles de millones de dólares en bombardeos y
destrucción mientras que prácticamente no se hace nada con relación a la crisis
creciente del agua.
China y la India también van a enfrentarse a mayores crisis del agua en los años
que vienen, con consecuencias potencialmente terribles. El despegue económico de
estos dos gigantes se inició hace cuarenta años con la introducción de mayores
producciones agrícolas y el fin de las hambrunas. Sin embargo, parte de ese
aumento de la producción agrícola se derivó de los millones de pozos que se
excavaron con el fin de aprovechar el agua subterránea para la irrigación.
Ahora, el nivel freático está bajando a un ritmo peligroso ya que el agua
subterránea se extrae mucho más rápido de lo que tardan las lluvias en
reponerla.
Además, aparte de los patrones pluviales, el cambio climático está alterando el
flujo de los ríos, ya que los glaciares que proveen una cantidad enorme de agua
para la irrigación y el uso doméstico se están derritiendo rápidamente debido al
calentamiento global. La nieve de las montañas se derrite más temprano que de
costumbre durante la estación, por lo que se dispone de menos agua de río en los
veranos cada vez más largos. Por todas estas razones, la India y China están
experimentando serias crisis de agua que es probable que se intensifiquen en el
futuro.
Para Estados Unidos también hay riesgos. Los estados del medio oeste y del
suroeste han experimentado una prolongada sequía que bien podría ser el
resultado del calentamiento de largo plazo, y los estados donde hay granjas
dependen mucho del agua de una enorme reserva subterránea que se está acabando
debido a la sobreexplotación.
Del mismo modo en que las presiones sobre la oferta de petróleo y gas han
elevado los precios de la energía, las presiones ambientales podrían ahora
elevar los precios de los alimentos y el agua en muchas partes del mundo. Debido
a las ondas cálidas, las sequías y otras presiones sobre el clima que ha habido
este año en Estados Unidos, Europa, Australia y otros lugares, los precios del
trigo se están disparando a sus niveles más altos en décadas. Así, las presiones
ambientales están golpeando las utilidades –y afectando los ingresos y los
medios de subsistencia en todo el mundo.
Con el aumento de las poblaciones, el crecimiento económico y el cambio
climático, nos enfrentaremos a la intensificación de sequías, huracanes,
tifones, fenómenos de El Niño, presiones sobre el agua, ondas cálidas,
extinciones de especies y más. Los temas "blandos" del medio ambiente y el clima
se convertirán en los temas duros y estratégicos del siglo XXI. Sin embargo,
nuestros gobiernos y nuestra política mundial apenas reconocen esta verdad
fundamental. A las personas que hablan del hambre y las crisis ambientales se
les considera "moralistas" estúpidos frente a los "realistas" prácticos que se
ocupan de la guerra y la paz. Eso es una tontería. Los llamados realistas
simplemente no entienden las fuentes de las tensiones y presiones que están
conduciendo a un número creciente de crisis en todo el mundo.
Todos nuestros gobiernos deberían establecer ministerios de desarrollo
sostenible dedicados de tiempo completo a manejar los vínculos entre el cambio
ambiental y el bienestar humano. Los ministerios de agricultura por sí solos no
podrán lidiar con las carencias de agua a que se enfrentarán los agricultores.
Los ministerios de salud no podrán manejar el aumento de las enfermedades
contagiosas debido al calentamiento global. Los ministerios de medio ambiente no
podrán enfrentarse a las presiones sobre los océanos y los bosques o a las
consecuencias de fenómenos climatológicos extremos como el huracán Katrina el
año pasado o el tifón Saomai este año –el peor que ha afectado a China en muchas
décadas. Un nuevo y poderoso ministerio debería encargarse de coordinar las
respuestas al cambio climático, las presiones sobre el agua y otras crisis de
los ecosistemas.
A nivel global, los gobiernos del mundo deberían entender de una vez que los
tratados que han firmado en años recientes sobre el clima, el medio ambiente y
la biodiversidad son por lo menos de igual importancia para la seguridad global
que todas las zonas de guerra y lugares conflictivos que se llevan los
titulares, los presupuestos y la atención. Al concentrarse en los retos
subyacentes del desarrollo sostenible, nuestros gobiernos podrían acabar más
fácilmente con las crisis actuales (como la de Darfur) y evitar muchas otras en
el futuro.