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México:
Una cuenca sin fondo
Patricia Vega Villavicencio
IPS/IFEJ
El río Lerma, el más largo de México y proveedor de agua potable a su capital,
agoniza por heridas contaminantes de variado origen y fallidos planes de
recuperación que sólo han logrado engullir cientos de millones de dólares.
La cuenca de este curso fluvial de 1.270 kilómetros de largo implica a cinco
estados, antes de desembocar en el océano Pacífico, pero los 47 kilómetros más
afectados se asientan en el distrito estadual de México, donde nace y recibe las
aguas residuales de los 33 municipios circundantes, según un estudio del
movimiento ecologista local.
Las aguas limpias de otrora contenían peces carpa, ranas toro (Rana catesbeian)
y acociles (camarones de agua dulce), entre otras especies. Ahora, ese río está
en "estado de coma", aunque aún no muerto, diagnosticó el coordinador de la
Comisión para el Saneamiento de la Cuenca Lerma-Chapala-Santiago, Jorge Jiménez
Campos.
Empero, la empresa estatal Reciclagua Sistema Ecológico de Regeneración de Aguas
Residuales Industriales admitió que el río ya no es capaz de digerir por sí
mismo los desechos que recibe.
Desde hace 20 años, el gobierno del Estado de México, vecino de la capital del
país, derrochó 714 millones de dólares en plantas de tratamiento de aguas
residuales y sólo logró "sanear" 27 por ciento de los 125 kilómetros que ocupa
el río en este distrito.
Ante ello, se creó una comisión de saneamiento para impulsar obras encaminadas a
la recuperación de las aguas, que determinó construir lagunas de oxidación,
conocidas también como lagunas de estabilización.
La construcción de esas plantas de tratamiento comenzó en 1990 a iniciativa del
entonces gobernador estadual Ignacio Pichardo Pagaza (1989-1993), obra que luego
fue continuada por quienes le sucedieron, Emilio Chuayffet Chemor (1993-1995),
César Camacho Quiroz (1995-1999) y Arturo Montiel Rojas (1999-2005) hasta
completar 31 de ellas en los 33 municipios.
El compromiso de esos gobernadores terminó con la entrega de las lagunas a los
ayuntamientos, sin que se responsabilizaran de su operación satisfactoria.
Ningún organismo público del estado de México controló el funcionamiento de las
plantas, que hoy sólo se mantienen activas 40 por ciento de ellas, coincidieron
Luis Eduardo Mejía Pedrero, encargado de la subgerencia de Ingeniería de la
dirección de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) de México y portavoces de
la Secretaría del Agua y Obra Pública.
En la actualidad, el gobierno estadual de Enrique Peña Nieto no está interesado
en la reactivación de las lagunas de oxidación, porque ayudan a provocar
inundaciones, explicó su secretario del Agua y Obra Pública, David Korenfeld
Federman.
En cambio, expertos de la Conagua y de la Comisión para el Saneamiento de la
Cuenca replicaron al gobierno del estado al señalar que las plantas carecen de
bombas, no tiene personal capacitado para operarlas ni recursos para pagar la
energía eléctrica que consumen.
Se ha perdido el trabajo y también las inversiones en el área y los únicos con
capacidad para recuperar estos sistemas de tratamiento son los municipios,
indicaron.
Pero en México, los municipios nacieron "enanos" económicamente. Tienen
demasiadas obligaciones en materia ambiental y escaso presupuesto, cuestionó
José Marcos Aguilar, delegado en este estado de la Comisión Nacional del Agua.
Por si fuera poco, la tecnología de lagunas de oxidación o estabilización no fue
la mejor opción, según el presidente fundador del Movimiento Ecologista del
Estado de México, Roberto Gómez.
La explicación que ofrecen los documentos del gobierno estadual es que las
lagunas de estabilización consistían en utilización de las zonas más bajas del
río Lerma, para concentrar allí toda el agua de la región y hacerlas funcionar
como vasos ecológicos y de regulación.
Con ello, mediante sistemas de drenajes, se pretendía librar de inundaciones al
resto de las tierras, incorporándolas a la agricultura y ganadería con grandes
beneficios para el Estado de México, por el supuesto alto potencial productivo
que llegarían a tener.
Luis Eduardo Mejía, subgerente de la Conagua, indicó que las lagunas de
estabilización no han sido las más idóneas, y ahora especialistas alemanes
estudian nuevos métodos.
En este lapos, todos los distintos gobiernos del estado de México aseguraron que
la cuenca se estaba saneando, pero "lamentablemente han invertido en los efectos
y no en las causas", admitió Aguilar.
En las publicaciones sobre la presunta restauración de la Comisión Coordinadora
para la Recuperación Ecológica de la Cuenca del Río Lerma, creada en 1990 y
dirigida inicialmente por el ex gobernador Jorge Jiménez Cantú (1975-1981), no
sólo es notoria la duplicidad de acciones, sino la mezcla de obras que nada
tienen que ver con la preservación del ambiente
En la mayoría de los avances reportados por la Comisión se nombra el número de
obras y no el monto de la inversión. Además, se incluyen gastos en otras áreas
como la construcción de carreteras y el entubamiento de canales.
Preocupante es que el proyecto fallido de Pichardo Pagaza ahora se vaya a
duplicar, alertan ambientalistas. Aseguran que el gobierno actual del estado se
propone seguir la estrategia de sus antecesores, pese a que se está frente a uno
de los ríos más contaminados de México, según acepta la propia Comisión para el
Saneamiento de la Cuenca Lerma.
El gobernador Peña Nieto manifestó a fines de 2005, cuando asumió el cargo, su
intención de construir más plantas, aunque aún no se informó sobre el tipo de
tecnología.
El primer proyecto de tratamiento de aguas residuales en el estado de México fue
acordado el 13 de abril de 1989, con la firma de un acuerdo entre el gobierno
nacional de entonces de Carlos Salinas de Gortari y los estados de México,
Guanajuato, Jalisco, Michoacán y Querétaro, por donde pasa el río Lerma.
El activista Gómez descalificó esos intentos. "Estos propósitos fueron expuestos
en idéntica forma en agosto de 1990 en Toluca, en lo que se denominó Primera
Reunión el Consejo Consultivo para el Ordenamiento y Saneamiento de la Cuenca
del Río Lerma", recordó.
Allí se intentó reciclar aguas residuales de 40 municipios y de 175 industrias
del corredor industrial de la cuenca con plantas que no funcionaron, entre ellas
dos entregadas en concesión a las empresas Ecosys I y Ecosys II, explicó.
Ahora se pretende construir otras 40 "sin voluntad política, ni recursos", pero
probablemente con miras a beneficiar, en todo caso, a la empresa privada,
advirtió Gómez.
Korenfeld Federman confirmó estos planes. En los próximos cinco años no habrá
capacidad para construir sistemas de tratamiento en cada uno de los 125
municipios mexiquenses, pero sí para la instalación de 40 plantas nuevas de tipo
regional, es decir que den servicio a los ayuntamientos en conjunto.
Los costos por sistema, sin considerar el pago por el terreno, serán de
aproximadamente nueve millones de dólares, dependiendo de la tecnología,
apuntaron expertos. La expectativa gubernamental es tratar 50 por ciento de las
aguas residuales, indicó el secretario del Agua y Obra Pública.
En otra entrevista, el vocal ejecutivo de la Comisión de Agua del estado de
México, José Manuel Camacho Salmón, sostuvo que la pretensión es tratar 20
litros por segundo.
El funcionario estadual describió que todas las plantas serán concesionadas bajo
el esquema financiero denominado Proyectos de Prestación de Servicios, que
implica la entrega en concesión a privados por hasta 30 años.
Carlos Díaz, coordinador del Centro Interamericano de Recursos del Agua, de la
Universidad Autónoma del Estado de México, denunció que las autoridades locales
no solicitan la participación de los expertos, pese a las inversiones
millonarias en investigación del río Lerma.
La contaminación no parece tener tregua en el río. Los ambientalistas han
calculado que 90 por ciento de sus aguas ya están afectadas y vaticinan que no
habrá recuperación si no se cambia la estrategia.
* Este artículo es parte de una serie sobre desarrollo sustentable producida en
conjunto por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación
Internacional de Periodistas Ambientales)