Nuestro Planeta
|
El agro, víctima y villano del cambio climático
Marcela Valente
IPS
El gobierno de Argentina está preocupado por el impacto del cambio climático en
la actividad agropecuaria, principal bastión económico de este país. Pero
resulta que el mismo campo, pródigo en cereales, leguminosas y ganado,
contribuye enormemente a recalentar la atmósfera.
La Dirección de Asuntos Ambientales de la cancillería argentina presentó este
jueves ante organizaciones de la sociedad civil una veintena de trabajos de
investigación que servirán de base para elaborar la segunda Comunicación
Nacional a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático.
"Nos preocupa especialmente el impacto del cambio climático en las condiciones
para nuestra producción primaria, por eso realizamos estudios sobre la
vulnerabilidad en este sector", dijo el embajador Raúl Estrada Oyuela, director
de la repartición, al iniciar la presentación.
La Comunicación Nacional es un informe periódico que deben presentar los países
partes de la Convención de Cambio Climático con datos de emisiones de gases de
efecto invernadero (que recalientan la atmósfera), y señalar las zonas más
sensibles al aumento de la temperatura, causado por esos gases liberados por la
actividad humana.
El corazón del informe será el Inventario Nacional de la República Argentina de
Fuentes de Emisión y Absorción de Gases de Efecto Invernadero 2000, que mide el
aporte del país al aumento de la temperatura global. Ese estudio arroja
conclusiones particulares y diferentes del perfil habitual de los países en
desarrollo. En diálogo con IPS, el coordinador del inventario, Osvaldo Girardín,
de la no gubernamental Fundación Bariloche, sostuvo que en Argentina las
emisiones de óxido nitroso, provenientes de las plantaciones agrícolas, y las de
metano, que surgen de la fermentación entérica de la digestión del ganado
rumiante y del estiércol "son tan importantes como las de energía".
Además de esos gases invernadero, otra fuente importante es el dióxido de
carbono procedente de la combustión de petróleo, carbón y gas.
"Si bien en el mundo la proporción indica que casi 80 por ciento de las
emisiones son producidas por la energía, en Argentina, al igual que en otros
países con fuerte desarrollo agropecuario como Australia o Nueva Zelanda, el
campo aporta casi la mitad de las emisiones", remarcó.
El cuadro de participación del inventario señala que la energía (que incluye la
quema de combustibles fósiles para generación eléctrica, el transporte y las
emisiones fugitivas de la producción de gas y petróleo) aporta 47 por ciento de
emisiones, y la actividad agropecuaria 44 por ciento. Le siguen los procesos
industriales y los desechos.
Otra particularidad de Argentina es que, a diferencia de la mayoría de los
países en desarrollo, aquí, como en el vecino Uruguay, los bosques todavía
tienen un papel clave como sumideros (depósitos) de carbono. "En Argentina las
plantaciones forestales todavía son vastas y no se utiliza la biomasa como
combustible", remarcó Girardín.
En la presentación, Estrada Oyuela destacó que junto al inventario hay informes
sobre zonas vulnerables. Las costas bajas de la provincia de Buenos Aires sobre
el océano Atlántico, la zona central y sur del país, cuyo suelo está en vías de
convertirse en desierto, o los ríos del noreste, en el Litoral, que se desbordan
con las tormentas.
El diplomático sostuvo que los países ricos reclaman que las naciones en
desarrollo también asuman compromisos para abatir la contaminación como los
impuestos a ellos por el Protocolo de Kyoto, con excepción de Estados Unidos,
que no forma parte de ese tratado.
Las naciones ricas partes del Protocolo deben reducir sus emisiones de gases a
volúmenes 5,2 por ciento inferiores a los de 1990, entre 2008 y 2012.
La segunda Comunicación Nacional contendrá iniciativas en este sentido, dijo
Estrada Oyuela.
"Identificamos áreas de mitigación que nos permiten adoptar políticas que no
afecten nuestras proyecciones de crecimiento", dijo el funcionario, y mencionó
estudios de mayor eficiencia energética y de transporte, y de control de
emisiones de metano provenientes de la ganadería.
Los estudios también proponen políticas de adaptación al cambio climático que
está en marcha y se hará sentir con mayor rigor en las próximas décadas, y
ofrecen un programa de educación a distintos niveles, a fin de crear conciencia
ciudadana sobre el problema.
Los científicos han establecido que la elevación de las temperaturas está
causando modificaciones en el clima terrestre, como derretimiento de hielos,
elevación del nivel de los mares y sequías, inundaciones y huracanes de mayor
intensidad.
El material producido durante casi cinco años será analizado por el científico
argentino Vicente Barros, encargado de redactar un proyecto de Comunicación
Nacional que deberá ser aprobado por el gobierno. "Será un informe escueto donde
Argentina tiene que decidir qué es lo que va a priorizar", adelantó el
investigador a IPS.
Un aspecto que no puede faltar, además del inventario, es el reporte de
vulnerabilidades del país y sus planes para adaptarse al cambio climático,
estimó Barros. En este aspecto mencionó las tormentas cada vez más severas con
inundaciones, y la menor disponibilidad de agua y por lo tanto de energía
hidroeléctrica.
El vicepresidente de la Fundación Bariloche, Daniel Bouille, destacó la
participación exclusiva de expertos nacionales en la elaboración de los
estudios. "Esto demuestra que la preparación de la Comunicación Nacional es un
instrumento de fortalecimiento de capacidad técnica, que es uno de sus
objetivos", dedujo.
La Fundación Bariloche estuvo encargada de la coordinación técnica de los
estudios realizados por entidades privadas, no gubernamentales y públicas.
Algunas de las últimas fueron la Comisión Nacional de Energía Atómica, la
Universidad de Buenos Aires y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.