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Nuestro Planeta

Mujer ecologista de cepa monta�osa

Diego Cevallos
Tierram�rica

La campesina mexicana Celsa Valdovinos, galardonada con el premio Chico Mendes 2005, se fragu� como l�der ecologista en la pobreza, el analfabetismo y la violencia de su regi�n natal.

De la mano de Valdovinos, algunas comunidades rurales del empobrecido estado sudoccidental de Guerrero recuperaron bosques, consiguieron agua y desarrollaron huertos familiares, avances pagados con acoso militar, desplazamiento forzado, amenazas y el encarcelamiento de su esposo, tambi�n dirigente ecologista.

La lentitud y dulzura con que las que habla Valdovinos, quien nunca fue a la escuela, no parecen corresponderse con la imagen de una recia dirigente. Y aunque ella no se considera un personaje importante, entidades ambientalistas y humanitarias la reconocen como poderoso motor de la recuperaci�n de los bosques, el cuidado del agua y la organizaci�n de las campesinas, usualmente marginadas por sus maridos.

"Sabemos que no debemos nada a nadie, que no tenemos por qu� huir, pero a�n hay gente muy enojada (taladores de bosque) que hablan cosas graves de nosotros", dijo Valdovinos a Tierram�rica, entrevistada en la ciudad de Tlapa, Guerrero, a la que acudi� por una reuni�n con campesinos.

"Me da tristeza que mi esposo y yo sigamos corriendo peligro. Nos pueden matar", advirti�.

A sus 49 a�os, m�s de 20 dedicados al ambiente, Valdovinos es la presidenta de la Organizaci�n de Mujeres Ecologistas de la Sierra de Petatl�n, una zona monta�osa de Guerrero donde su marido, Felipe Arreaga, y otros campesinos sufrieron c�rcel y persecuci�n por su resistencia a la destrucci�n de los bosques.

En esas sierras, m�s de cinco de cada 10 ni�os sufren desnutrici�n severa y el analfabetismo afecta a 75 por ciento de la poblaci�n. En 1998, Arreaga comand� all� movilizaciones para frenar la tala indiscriminada.

Tras esa acci�n fue acusado de asesinar al hijo de un talador y estuvo preso 10 meses en 2005, mientras sus compa�eros Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera pasaron dos a�os (de 1999 a 2001) detenidos por cargos de uso de armas y siembra de cultivos ilegales.

Los tres activistas de la Organizaci�n de Campesinos Ecologistas de la Sierra de Petatl�n y Coyuca de Catal�n fueron declarados presos de conciencia por entidades humanitarias.

Montiel y Cabrera viven ahora escondidos, lejos de Guerrero, por miedo a ser asesinados. Arreaga y su esposa no descartan hacer lo mismo si perciben un peligro inminente. "Afectamos intereses, por eso nos atacan y amenazan", se�al� Valdovinos.

Por su "notable hero�smo ambiental", Montiel, Cabrera y Arreaga recibieron de la organizaci�n ecologista estadounidense Sierra Club el premio Chico Mendes (en memoria del recolector de caucho, sindicalista y ambientalista brasile�o asesinado en 1988).

El galard�n fue asimismo para Valdovinos y Alberto Pe�alosa, uno de sus "compadres" y dirigente ecologista herido a balazos por desconocidos en mayo del a�o pasado, en un ataque donde fueron asesinados dos de sus hijos, de nueve y 20 a�os.

Arreaga dej� la c�rcel en septiembre de 2005, tras ser declarado inocente por la justicia. Cabrera y Montiel hab�an sido liberados en 2001 por pedido del presidente Vicente Fox y tras presiones internacionales y denuncias sobre la falsedad de los cargos. La tala de �rboles es agresiva en las sierras de Guerrero. Once de los 17 municipios ind�genas de ese estado son muy marginados y uno es el m�s pobre del pa�s, seg�n estudios oficiales. All� bulle una peligrosa mezcla de presencia militar, grupos guerrilleros, narcotraficantes y mafias madereras.

Im�genes satelitales muestran que en esas serran�as se perdieron, entre 1999 y 2000, unas 86.000 hect�reas de las 226.203 que estaban cubiertas de bosques, afirma la organizaci�n ambientalista internacional Greenpeace.

"No s� bien qu� har� ahora que Felipe sali� de la c�rcel, y sigue el miedo de que atenten contra nosotros. La Organizaci�n de Mujeres Ecologistas es mi vida, si la abandono siento que morir�", expres� Valdovinos.

A inicios de los a�os 80, la dirigente campesina empez� a entender "qu� es eso de la ecolog�a" trabajando como catequista cat�lica.

"El sacerdote nos dec�a 'no sean tontos', que nos estaban dejando un desierto, pues los taladores se llevaban toda la madera", relat�.

"Entonces vimos que se estaba terminando el agua. Primero pon�amos una manguera y bajaba agua del r�o y la us�bamos en la milpa (peque�o terreno). Pero despu�s, cuando tumbaron la madera, ya no bajaba casi nada. Esa es una experiencia viva de lo que es la ecolog�a", explic�.

Valdovinos empez� a organizar a j�venes y mujeres sobre la defensa del ambiente y para realizar tareas de limpieza de la basura que sus vecinos arrojaban en el campo. Por tales actividades, parte de la comunidad "nos dec�a viejas metiches, tuvimos muchos problemas y hasta luego no nos quer�an".

Pero ella sigui� adelante. A fines de los a�os 90, cuando Arreaga dirigi� las movilizaciones contra el corte de madera, ella hizo una pausa "pues nos comenzaron a perseguir los militares y no nos dejaban en paz. Los taladores estaban muy molestos".

Su marido huy� a zonas aisladas de la monta�a, mientras ella y su familia (que se completa con dos hijas y un hijo), dejaron su peque�a casa y se mudaron hacia una localidad en las costas del oc�ano Pac�fico, en Guerrero.

"Ocho meses no supimos de Felipe, pues andaba escondido. Gran parte del 98 se escondi�, sabemos que dorm�a en el monte, en tanto nosotros la pas�bamos en una casita pobre en la playa", relat�.

En 1999, cuando la persecuci�n cedi�, "en parte porque hab�a ya presi�n internacional por la detenci�n de Montiel y Cabrera, nos juntamos otra vez, pero en El Zapotillal (un peque�o poblado) y es all� donde a�n vivimos", explic�.

"Al llegar a El Zapotillal dijimos que ya no quer�amos m�s problemas y que nos �bamos salir de todo lo social. Pero no, no supimos a qu� hora y ya est�bamos otra vez metidos en la ecolog�a", relat�.

En El Zapotillal, Valdovinos organiz� a sus vecinas para cultivar huertos familiares, fund� la Organizaci�n de Mujeres Ecologistas de la Sierra de Petatl�n, consigui� fondos del gobierno e internacionales y presion� a las autoridades, con la comunidad, para obtener servicios de electricidad y de agua.

Gracias a su esfuerzo y al de sus compa�eras, en El Zapotillal y alrededores se sembraron m�s de 170.000 �rboles entre 2003 y 2004, aument� el flujo de los arroyos y entonces la vida se hizo m�s llevadera. "Podr�amos decir que seguimos siendo pobres, pero ya no tanto", se�al�.

* El autor es corresponsal de IPS. Este art�culo fue publicado originalmente el 14 de enero por la red latinoamericana de Tierram�rica.

http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=36344 

Fuente: lafogata.org

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