Nuestro Planeta
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Guerra química estadounidense
El agente naranja aún mata en Vietnam
Francis Gendreau
El Diplo
Traducción: Gustavo Recalde
En noviembre de 2004, a pesar de la presencia de civiles, las fuerzas
armadas de EE.UU. bombardearon Fallujah (Irak) con fósforo blanco. Ya habían
utilizado uranio empobrecido en las guerras del Golfo, Afgfanistán, Serbia y
Kosovo. Métodos susceptibles de causar daños a largo plazo, tal el caso de
Vietnam, víctima hace más de treinta años del agente naranja.
Entre 1961 y 1971, el ejército estadounidense esparció en forma masiva
defoliantes sobre Vietnam. Se trataba de eliminar la cobertura vegetal para
impedir que el enemigo se camuflara en ella, y destruir las cosechas para privar
de alimento a las poblaciones y a los combatientes. Este segundo objetivo era
explícito: mientras que "las operaciones de guerrilla dependen estrechamente de
las cosechas locales para su aprovisionamiento", "los agentes antiplantas poseen
un alto potencial ofensivo para destruir o limitar la producción de
alimentos..." (1).
Estos defoliantes incluían esencialmente el agente naranja, que contenía
dioxina, un producto químico particularmente tóxico. En 2003, un equipo de
investigadores estadounidenses estimó la cantidad de defoliantes esparcidos en
77 millones de litros, y la de dioxina en alrededor de 400 kilos, una cantidad
considerable (2). La superficie afectada alcanza las 2,6 millones de hectáreas
(estas extensiones fueron "tratadas" un promedio de 5 veces, y algunas zonas
recibieron hasta 10 aplicaciones seguidas). Esto representa el 10% de la
superficie de Vietnam del Sur y el 50% de los bosques de manglar. En total,
entre 2,1 y 4,8 millones de habitantes de 20.000 aldeas resultaron directamente
afectados. A modo de comparación, en el accidente de Seveso (3), se esparcieron
unos cientos de gramos de dioxina (probablemente menos de 2 kg.), durante 20
minutos, sobre 1.800 hectáreas donde vivían 37.000 personas.
En aquella época, esto constituyó para Vietnam una catástrofe sanitaria y
ambiental, que continúa actualmente porque la dioxina, un producto químico muy
estable, sólo se degrada lentamente, y se integra en la cadena alimentaria. Sus
efectos persisten pues en el medio ambiente y afectan a los habitantes de las
zonas siniestradas (4). Desde hace algunos años, los dirigentes vietnamitas, las
autoridades locales, las asociaciones humanitarias y organizaciones no
gubernamentales (ONG) que intervienen en el terreno -como la Cruz Roja
vietnamita- tomaron conciencia de este grave problema de desarrollo que posee
múltiples facetas (5): humanitaria y sanitaria, socioeconómica, medioambiental,
política y jurídica (6).
Treinta años después de esparcido, el agente naranja sigue provocando muertes,
patologías de extrema gravedad, malformaciones congénitas (discapacidades
físicas y mentales, miembros u órganos de más o de menos, lesiones nerviosas
irreversibles, etc.). La Cruz Roja vietnamita estima el número de víctimas en
aproximadamente 1 millón. Desde luego, la relación de causalidad entre la
dioxina y ciertas patologías no siempre se demuestra científicamente. Pero
investigaciones realizadas en Estados Unidos sobre los veteranos estadounidenses
de la guerra de Vietnam indicaron que la dioxina era la causante de diversas
patologías agudas o crónicas, especialmente de diferentes tipos de cáncer (7).
En Vietnam, los estudios genealógicos confirman que las familias uno de cuyos
ascendientes fue víctima del agente naranja sufren particularmente abortos
espontáneos y malformaciones congénitas.
Trauma colectivo
Actualmente, toda la población, tanto en el norte como el sur, se encuentra
afectada como consecuencia de las mezclas vinculadas a las migraciones.
Numerosas familias tienen al menos un integrante discapacitado, adulto o niño,
que debe recibir atención médica y quirúrgica, una rehabilitación apropiada,
prótesis, sillas de rueda y otros elementos adaptados.
Desde el punto de vista psicológico, las consecuencias del agente naranja se
traducen en un "trauma colectivo" que afecta al conjunto del tejido cultural y
social. La discapacidad puede ser percibida por el entorno como una
manifestación de mala suerte o la consecuencia de una "culpa", de ahí las
expresiones de rechazo a los enfermos por parte de las comunidades de aldeanos.
Las víctimas tienen entonces un estatuto social menor, que se extiende a los
demás miembros de la familia: también rechazados, los hermanos y hermanas que
gozan de buena salud no pueden casarse, etc. Además, en las altas mesetas del
centro de Vietnam, región particularmente afectada por el agente naranja, viven
"minorías étnicas" cuya cultura asigna un lugar importante a la naturaleza (el
bosque, el agua, etc.): con la degradación o la destrucción de los ecosistemas a
raíz de la defoliación, se desmoronó su universo de referencia.
Las repercusiones económicas son enormes y la fuerza laboral resulta afectada.
Los adultos de una familia que gozan de buena salud deben dedicar una parte más
o menos importante de su tiempo a ocuparse de sus familiares discapacitados. Los
niños enfermos tienen dificultades en su escolarización. Los ingresos de las
familias se reducen y el costo de la atención médica agrava su situación. Una
investigación realizada en 2001 en la provincia de Quang Tri (cercana al
paralelo 17º, zona particularmente defoliada) demostró que el ingreso per capita
de las familias que poseen al menos un miembro discapacitado es un 50% más bajo
que el de las familias no afectadas, y que sus gastos médicos per capita las
superan en un 30% (8).
Es necesario entonces implementar dispositivos de ayuda para favorecer la
inserción de las víctimas en la vida económica y social, y proveerles los medios
para satisfacer sus necesidades básicas. Por ejemplo, puede brindarse formación
para determinados oficios, que exija la adaptación de los puestos de trabajo, o
una ayuda que permita el incremento de los ingresos en las familias, a través de
la provisión de animales de cría (cerdos, vacas, búfalos).
Frente a estos problemas, las autoridades vietnamitas no permanecen inactivas.
El gobierno provee así a algunas víctimas subsidios que van de 5 a 10 euros por
mes (independientemente de la eventual ayuda suministrada por las provincias y
los distritos). Lo cual es poco, aun teniendo en cuenta el nivel de vida
promedio (530 euros anuales por habitante). Y sin embargo, esto representa un
presupuesto considerable (unos 50 millones de euros, es decir 0,5% del gasto
público).
En materia de medio ambiente, y aunque los niveles de dioxina en el suelo sean
afortunadamente bajos, regiones enteras continúan siendo incultivables para los
agricultores. Una vegetación muy escasa llamada en Vietnam "hierba americana"
sigue cubriendo las zonas fumigadas. Hay que rehabilitar los suelos perdidos
como consecuencia de las actividades humanas, hacerlos nuevamente aptos para el
cultivo, y reforestar los bosques y manglares.
Además, aun existen zonas contaminadas, los hot spot, donde se detecta dioxina
en niveles elevados en el suelo o los sedimentos, y en algunos lagos. Son las
regiones donde se esparció más masivamente el agente (valle de A Lua al oeste de
Hue, cerca de la frontera laosiana, por ejemplo), o incluso los lugares de
almacenamiento, como algunos aeródromos y sus alrededores, donde los aviones
terminaban de arrojar su carga antes de aterrizar cuando regresaban de su misión
(Bien Hoa, Da Nang, Ciudad Ho Chi Minh, etc.). En estas zonas la dioxina tiene
consecuencias sobre la salud de los animales y puede encontrarse en algunos
alimentos (pescados, camarones, pollos, patos, cerdos). Puede también detectarse
en la leche materna, debido a su reciclaje en la cadena alimentaria. Hay que
tomar medidas con el fin de proteger a las poblaciones y sus actividades
económicas: se impone una descontaminación; es preciso mantener informadas a las
poblaciones y eventualmente trasladarlas.
Responsabilidades
Frente a la magnitud del desastre, la cuestión de fondo sigue siendo la de las
responsabilidades. El 10-1-04, se produjo un giro con la creación en Hanoi de la
Asociación vietnamita de víctimas del agente naranja / dioxina (9). El 30 de
enero esta asociación y las víctimas presentaron ante el Tribunal del Distrito
Este de Nueva York una demanda contra las 36 empresas que fabricaron el agente
naranja para el ejército estadounidense (10). Entre ellas, las conocidas
Monsanto (11) y Dow Chemical. Los fundamentos jurídicos son múltiples: violación
de leyes internacionales, crímenes de guerra, fabricación de productos
peligrosos, daños tanto involuntarios como intencionales, enriquecimiento
ilícito, etc. Los querellantes reclaman daños y perjuicios por las lesiones
personales sufridas, las muertes injustas, el nacimiento de niños con
malformaciones, así como por la necesaria descontaminación del medio ambiente y
la restitución de los beneficios. Por el momento, esta demanda, analizada
únicamente desde el punto vista de su admisibilidad, fue rechazada por el
tribunal, en primera instancia, el 10 de marzo último.
Los querellantes apelaron inmediatamente: su objetivo no sólo es obtener la
reparación de los daños sufridos, sino también lograr que la comunidad
internacional, y especialmente Estados Unidos, reparen un escandaloso olvido de
la historia "oficial". En este sentido, este proceso no puede ser sino un primer
paso, porque más allá de las víctimas y las empresas químicas, la cuestión de
las consecuencias del agente naranja atañe ante todo y sobre todo a dos Estados,
Estados Unidos y Vietnam: al primero, por haber cometido un crimen de guerra; al
segundo, por haber sido afectadas su población y su tierra. Plantea pues la
cuestión de la eficacia del derecho humanitario y la imperiosa necesidad de
reparar los daños de guerra.
1 Headquarters, Department of the Army, "Training circular N° 3-16. Employment
of riot control agents flame, smoke, antiplant agents, and personnel detectors
in counterguerilla operations", Washington D. C., abril de 1969.
2 Jeanne Mager Stellman et al., "The extent and patterns of usage of Agent
Orange and other herbicides in Vietnam", Nature, 17-4-03.
3 Ciudad de Italia, cercana a Milán. En julio de 1976, un accidente en la
fábrica Icmesa, en un reactor químico que producía clorofenol, desprendió una
nube de vapores que contenía dioxina.
4 Schofield Coryell, "En Vietnam, el napalm sigue matando", Le Monde
diplomatique, edición Cono Sur, marzo de 2002.
5 En esta perspectiva, la AAFV organizó una Conferencia Internacional en París,
en el Senado, celebrada el 11 y 12 de marzo de 2005, y publicó una obra, "L'agent
orange au Vietnam. Crime d'hier, tragédie d'aujourd'hui" (Tirésias, 2005).
6 Monique Chemillier-Gendreau, "Los daños de guerra debe pagarlos el
responsable", Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, octubre de 2003.
7 Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos nunca reconoció su responsabilidad,
no sólo respecto de sus veteranos (véase Howard Zinn, "La última de las
traiciones", en Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, abril de 2004), sino
tampoco de las víctimas vietnamitas.
8 Michael G. Palmer, "The legacy of agent orange: empirical evidence from
central Vietnam", Social Science and Medicine, N° 60, 2005.
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