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Anorexia y bulimia, a edad temprana
Andrea Solano
Tiempos del Mundo
Los desórdenes de alimentación se han considerado como un problema que afecta
principalmente a adolescentes y adultos jóvenes. Sin embargo, según estudios
recientes, se estima que la edad de inicio de estos trastornos es cada vez
menor.
Los trastornos alimenticios como la anorexia y la bulimia han dejado de ser un
problema de salud exclusivo de adolescentes y adultos jóvenes, para afectar
también a la población infantil.
La investigación sobre este tipo de desórdenes en niños es todavía escasa,
dispersa y contradictoria, pero los hallazgos disponibles hasta el momento
permiten concluir que el número de casos aumenta y que la edad de inicio es cada
vez menor.
"Actualmente no hay estudios poblacionales sobre la incidencia de desórdenes de
alimentación en menores de trece años. No obstante, algunas encuestas sobre
dietas e insatisfacción con la imagen corporal en niños sugieren que sí existe
este problema desde edades tempranas", afirmó la nutricionista costarricense
Rebeca Hernández.
Alerta amarilla
Los especialistas aún no han logrado definir un conjunto de criterios apropiados
para el diagnóstico de estos desórdenes en los niños. Por ello es recomendable
iniciar desde edades tempranas una estrategia de prevención centrada en el
establecimiento de relaciones saludables con los alimentos y la aceptación de la
imagen corporal.
"La alimentación debe cumplir ese papel primordial en el infante de mantenerlo
sano y permitir su crecimiento", aseguró la psicóloga Ilanit Kleiman. "Queda en
manos de los padres darle el significado correcto y no utilizar los alimentos
como medio de recompensa o castigo, o para calmar necesidades variadas. Así se
evitará que éstos adquieran un significado emocional."
De acuerdo con la especialista, lo ideal es desarrollar un esquema de
alimentación balanceada junto con actividades recreativas que estimulen un
estilo de vida saludable para toda la familia, en el que las palabras salud,
bienestar y armonía sean predominantes.
Con ella coincide la nutricionista Karla Barrenechea: "No significa crear un
ambiente de obsesión con respecto a las dietas y la apariencia física. Tampoco
imponer un estilo de alimentación demasiado restringido. Deben hacerse respetar
las reglas establecidas y hacer entender al niño por qué algunos alimentos son
sanos y otros dañinos para el organismo, pero sin hacer de éste el único tema de
conversación", dijo Barrenechea.
Quizá muchos padres se ven ante el conflicto de acostumbrar a sus hijos a
ingerir alimentos sanos y nutritivos como frutas y verduras, mientras los
pequeños usualmente prefieren golosinas altas en calorías y pobres en
nutrientes.
"Desde el punto de vista de la psicología, no se considera positivo el retiro
absoluto de todas aquellas comidas catalogadas como 'basura'. Los niños deben
relacionarse con otros, aprender diferentes habilidades y compartir en ese
intercambio social. Si les restringimos estos productos, les privamos también de
esa escena social, para ubicarlos en una especie de burbuja no realista",
explicó Kleiman.
La especialista sugiere un plan de alimentación equilibrado, es decir, con los
tiempos y calidades de alimentos necesarios para cada etapa de desarrollo, pero
con espacio para otros productos menos recomendados. Sencillamente, se trata de
regular su consumo de modo que sean gustos ocasionales con porciones
específicas.
Desde la óptica nutricional, Barrenechea propone una especie de negociación,
entre padres e hijos: "Por ejemplo, permitir postres diferentes de las frutas
sólo dos o tres veces por semana después de que comieron su almuerzo. En el
mercado existen ya muchos productos pensados para niños que son saludables o
bajos en grasas".
La nutricionista también dijo que el origen de los trastornos alimenticios puede
tener diversas causas. "Las presiones sociales por alcanzar un arquetipo de
belleza asociado con la delgadez extrema, la internalización de ese ideal físico
y la presencia del sobrepeso aumentan el riesgo de insatisfacción con respecto
al propio cuerpo."
Por otra parte, la nutricionista Rebeca Hernández sugirió a los padres darse
cuenta que tanto ellos como los niños son actores del proceso que implica
establecer relaciones saludables con la comida. "Los papás tienen la
responsabilidad de seleccionar qué alimentos se sirven, el momento y el lugar.
Los niños son responsables de decidir si comen o no y qué cantidades."
Si el problema es la comida en exceso, Hernández recomendó aplicar la "regla de
los 20 minutos" cuando los niños comen por mera ansiedad o antojo, sin necesidad
de estar hambrientos: "Cuando quieran repetir pídales que esperen 20 minutos; si
todavía tienen hambre pueden repetir. Si desean repetir una tercera vez, deben
esperar 20 minutos más", puntualizó.
Estrategia de prevención
La nutricionista costarricense Rebeca Hernández considera que, dada la aparición
de desórdenes alimenticios a muy corta edad, es imperativo desarrollar una
estrategia de prevención desde los primeros años de la infancia.
El plan debe orientarse a establecer una relación saludable con la comida y a
fortalecer en los niños una imagen positiva de sí mismos, para que se sientan
satisfechos con su apariencia física. A continuación algunas recomendaciones
profesionales para implementar desde el hogar.
- Disponer de una oferta variada y nutritiva que incluya alimentos de todos los
grupos.
- Definir un horario constante tanto para las comidas formales como para las
meriendas.
- Hacer de las comidas una experiencia placentera y evitar la crítica a las
elecciones de su hijo.
- Fomentar las comidas en familia, reunidos a la mesa, y evitar que la hora de
comer sea frente al televisor, en el cuarto o el automóvil.
- No excederse en ser complaciente y enseñarles a balancear los alimentos.
http://www.tdm.com/Familia/2006/01/20060112-999773.htm