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La multinacional Monsanto bate record de beneficios
Pascual Serrano
Rebelión
La multinacional Monsanto, empresa productora de semillas modificadas
genéticamente más grande del mundo, ha sido noticia estos últimos días con
motivo de un nuevo record de ventas. En el primer trimestre de su ejercicio
fiscal Monsanto consiguió un beneficio neto de 59 millones de dólares y un
volumen de negocio de 1.405 millones de dólares. Todo ello representa un
incremento del 31% respecto al mismo periodo del ejercicio precedente, y
consiguió un resultado de explotación de 634 millones de dólares, un 29% más.
Las razones se encuentran en un aumento de la demanda de semillas de algodón
genéticamente modificadas en Australia, mayores ventas del herbicida Roundup en
Estados Unidos, Europa y Argentina y de semillas de maíz transgénicas en Estados
Unidos.
La controversia ha estado unida siempre a esta empresa norteamericana. Con
ventas por valor de varios miles de millones de dólares y una plantilla en el
año 2002 de 14.600 trabajadores, Monsanto ha recibido duras críticas por parte
de grupos ecologistas, campesinos, consumidores y organizaciones de derechos
humanos.
Su negocio se diversifica en herbicidas y plaguicidas, hormonas para el
crecimiento de animales productores de leche y alimentos genéticamente
modificados, llamados transgénicos. Silvia Ribeiro, investigadora del Grupo de
Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración, con sede en Canadá, ha
denunciado que Monsanto comparte con Dow la fabricación del Agente Naranja, arma
química usada en la guerra de Vietnam. Pese a millones de dólares destinado a su
"lavado de imagen", millones de vietnamitas de la población civil siguen
sufriendo las consecuencias. En la segunda Asamblea Mundial de Salud de los
Pueblos (julio 2005, Quito), uno de los documentos más desgarradores fue la
presentación de cientos de casos de nietos de vietnamitas que tienen
deformaciones debido a las mutaciones genéticas que sufrieron sus abuelos por el
ataque con armas químicas.
Monsanto también le dio al mundo la hormona transgénica BST (hormona
somatotropina bovina), cuyo uso está prohibido en la Unión Europea, Canadá,
Australia y Nueva Zelanda por los efectos dañinos en la salud animal y las
posibles consecuencias en los consumidores de esta leche. En Estados Unidos,
pese a informes de daños graves e incluso muerte de animales, fue aprobada
gracias a que en el momento de la evaluación de la hormona, dos investigadoras
que habían trabajado con Monsanto en el desarrollo de la hormona, "consiguieron"
empleo en la agencia reguladora y emitieron un informe de "inocuidad" que
resultó muy oportuno para la multinacional. Basado en este informe claramente
parcial, la BST se usa también en algunas de las principales cuencas lecheras de
México.
En Indonesia se comprobó que Monsanto había sobornado a más de 140 funcionarios
públicos para lograr la legalización de cultivos transgénicos. La lista de las
maniobras legales e ilegales de Monsanto para seguir produciendo tóxicos a
sabiendas de que tenían fuertes impactos en la salud es mucho más larga. Uno de
los casos que más claramente muestra la "ética" de esta multinacional, según
denuncia la investigadora Silvia Ribeiro, es el juicio por muertes y daños
graves a la salud de más de 20 mil familias en Anniston, Alabama, Estados
Unidos. Monsanto y Solutia, una subsidiaria de éste hasta 1997, produjeron en
ese pueblo el químico PCB durante más de 40 años, pese a que, como se demostró
en el juicio que las condenó en 2003, Monsanto había recibido durante décadas
evidencias e informes periódicos de que estaba contaminado gravemente las
cuencas de agua e intoxicando a la población del lugar. Monsanto tenía el
monopolio de producción de PCB y decidió ocultar los informes, porque este
producto le reportaba enormes ganancias.
Monsanto afirma que los transgénicos aumentan la producción y reducen el uso de
químicos. Pero las estadísticas de Estados Unidos, principal productor de estas
simientes a nivel global, muestran lo contrario: en nueve años de transgénicos,
estos cultivos produjeron menos o igual que con semillas convencionales y
aumentaron considerablemente el uso de químicos, debido al surgimiento de
resistencias de malezas y plagas y a nuevos problemas de cultivo por efecto de
los transgénicos. En Paraná, Brasil, estado que se declaró libre de transgénicos,
la soya convencional produjo casi el doble que la alterada genéticamente
contrabandeada a otros estados por latifundistas y empresas, porteriormente
legalizada por Lula. Monsanto no menciona que además cientos de agricultores
vieron sus campos contaminados con transgénicos de sus vecinos.
Greenpeace acusó a Monsanto en junio de 2003 de "enriquecerse a costa de
pequeños campesinos de países pobres". La multinacional actúa del siguiente
modo: una clase de trigo tradicional, cultivada por campesino indios y conocidas
por sus especiales propiedades de cocción, fue cruzada con otra clase de trigo.
Este "descubrimiento", junto con la masa y las galletas, fue registrado en la
Oficina de Patentes Europea.
En el verano de 2002, un tribunal de Turín investigó a Monsanto, junto a otras
tres empresas que comercializaban con semillas de plantas modificadas
genéticamente, a las que acusó de utilizar en Italia una maíz genéticamente
modificado que estaba prohibido por ley. El diario Wall Street Journal también
informó en abril de 2002 que Monsanto llevaba varios años proporcionando a
agricultores estadounidenses semillas que nunca debían haber salido del
laboratorio.
Los problemas de salud relacionados con los productos de Monsanto son
habitualmente denunciados. El pasado 22 de mayo, el diario The Independent
informó sobre un estudio secreto de Monsanto que mostraba que un grupo de ratas
alimentadas con maíz transgénico de esa multinacional sufrió cambios en órganos
internos y en la sangre. Según la documentación recogida por los investigadores
austriacos Klaus Werner y Hans Weiss, autores de la obra "El libro negro de las
marcas". En abril de 2002, una investigación científica determinó en Estados
Unidos que la utilización de hormonas del crecimiento en la cría de animales
suponía un riesgo para las personas. En la página web de Mosanto se dice, en
cambio, que la hormona para aumentar la producción de leche es segura. Dos
nuevas investigaciones en el año 2002 sugieren que el empleo frecuente del
herbicida Roundup provoca un aumento del número de malformaciones durante el
embarazo.
Las prácticas laborales de Monsanto también son duramente criticadas. Según el
informe 'Trabajo infantil en la producción de algodón híbrido en Andhra Pradesh'
elaborado por el Comité Indio de Países Bajos (ICN) y la ONG estadounidense
Fondo Internacional por los Derechos Laborales, 4.400 niños trabajaron en la
temporada 2003-2004 para Monsanto en los campos de algodón de Andhra Pradesh, en
la India.