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Subsidios agrícolas: Millones para pocos y hambre para millones
Umberto Mazzei
No es novedad decir que desde la Ronda Uruguay del GATT, la misión de la OMC es abrir y homogenizar mercados para las empresas transnacionales. A eso se le llama globalización.
Lo Ronda Doha de la OMC, que los Estados Unidos impusieron en 2001 manipulando las reacciones ante el ataque al World Trade Center, tenia como pretexto una negociación para el desarrollo de los países pobres. Por eso, en un perfecto ejemplo de doble discurso orwelliano ("double talk") se le llamó "Ronda del Desarrollo". Por eso es irritante, pero no inesperado, que ahora el "éxito" de la negociación se mida en base a cuanta mayor apertura de mercado los Miembros estén dispuestos a dar en Agricultura, Bienes industriales y Servicios.
El freno más importante a mayores concesiones en otros sectores lo constituye la resistencia a abrir mercados agrícolas al dumping de productos subsidiados y la conciencia de cómo esos productos bajan artificialmente los precios internacionales. Una baja que aumenta el beneficio de las transnacionales del sector agro-industrial, de la industria alimentaria y de los servicios de distribución (cadenas de supermercados).
Sobre los subsidios agrícolas europeos ya circulamos la noticia aparecida en La Tribune del 3/11/05(
www.latribune.fr) y las relativas declaraciones de Oxfam Internacional, traducidas y comentadas. En esta nota queremos ocuparnos de los subsidios de Estados Unidos.Hay un grupo conocido con las siglas EWG - Environmental Working Group, cuya página web (
http://www.ewg.org/farm) contiene una base de datos actualizada sobre los subsidios agrícolas que Washington otorga. Allí aparece que durante el período 1995 – 2005 se dieron 143.8 Millardos de Dólares del dinero de los contribuyentes norteamericanos. De ese total, el 72% (104 Millardos) se entregó al 10% de los beneficiarios, que además se ubican en un puñado de distritos electorales.El Ingrediente agro-negocios
El cuadro de EWG que copiamos y traducimos muestra como entre 1995 y 2004 las 20 principales empresas beneficiarias se repartieron US$ 2.533 Millones. En Estados Unidos, como en Francia, los datos sobre subsidios agrícolas del USDA (Departamento de Agricultura) no son transparentes y no se hace público el nombre de los beneficiarios individuales que se ocultan tras la mampara de las cooperativas y asociaciones, como son muchas de esas 20 empresas.
Mi experiencia, en países de Europa y América Latina, sugiere que la administración de las cooperativas y asociaciones de índole agrícola suele estar en manos de pocos productores grandes que funcionan como intermediarios de venta y voceros de los productores más chicos, aún cuando los intereses no coinciden. La estructura agrícola de Estados Unidos repite ese fenómeno
[1] y ello insinúa una razón para ocultar el nombre del beneficiario individual.
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El análisis de los 4 primeros beneficiarios de la lista muestra ya indicios inquietantes. El primero es Riceland Foods Inc., de Arkansas (como Bill y Hillary Clinton), que entre 1995 y 2004 recibió 534 Millones: 505,5 por arroz; 20,3 por Soya; 7,7 por trigo. El segundo, Producers Rice Mill, siempre de Arkansas, recibió 295 Millones sólo por arroz. El tercero, Farmers Rice Coop., con 143,5 Millones, es de Sacramento, California. El Cuarto es Tyler Farms, de nuevo de Arkansas, con 34 Millones: 24 por algodón y 7 por arroz; pero es curioso que sus pagos se elevaron súbitamente de unas centenas de miles a un nivel de 9 Millones en 2000 y de nuevo en 2001.
Algunos hechos recientes arrojan luz sobre las prioridades de Washington en el manejo de estas prebendas. En lugar de poner límites a los subsidios agrícolas, la Administración Bush recortó los fondos para la conservación del ambiente y la ayuda médica (Medicaid). Por su parte, el Congreso de Estados Unidos, (el 28/10/05) en un gesto de austeridad fiscal descartó unas 300 mil personas pobres que recibían bonos alimentarios, pero rechazó una medida para reducir a "sólo" 250 mil dólares anuales, por persona, los subsidios agrícolas.
El ingrediente electoral
El análisis de EWG demuestra que la concentración de los subsidios es geográfica y política. Un 5% (22) de los 435 distritos electorales de Estados Unidos recibió el 60,5% (69 Millardos) de los subsidios agrícolas (113,6 Millardos) entre 1995 y 2004. Otro 5% (25) recibió el 20%. Esto suma que en 47 distritos electorales (10% del total) se repartieron 96 Millardos de dólares (84,2%) de los 114 Millardos distribuidos entre 1995 y 2004.
La influencia política de los agro-negocios se basa en una mezcla de propaganda sentimental y de soborno. La imagen pastoral de Hollywood sobre los orígenes origen campesino del norteamericano se explota en retórica sobre "granjas familiares que luchan por sobrevivir" para despertar la simpatía del 97% de la población que no vive de la agricultura. En ese 2% restante ya no quedan granjas familiares y, además, en Estados Unidos dos de cada cinco unidades productivas no reciben subsidio mientras que el 5% más rico recibe un promedio de 470,000 dólares cada uno
[2]. Ese grupo ínfimo (0.1%) cuenta con un Lobby Agrícola que lo hace sobre representar en el Senado gracias a los más de 50 millones de dólares que los agro-negocios versan en cada campaña para el Congreso.En el tema de esos subsidios agrícolas las mentiras se entreveran. El Señor Bush posa en la ONU y la OMC ofreciendo eliminar todos sus subsidios agrícolas si les abren todos los mercados. Mientras, el Presidente del Comité de Agricultura del Senado, Saxby Chambliss, de Georgia, lo desmiente al propone extender, por cuatro años, los subsidios agrícolas contendidos en la ley actual (Farm Bill) después de su expiración, en 2007.
Conclusión
Estas revelaciones demuestran que mientras en OMC, Ginebra/Hong Kong, se discute en esa jerga de "caja ámbar", "caja azul"y "de minimis" (tipos de subsidios agrícolas), Washington amaga a ver si bajan la guardia, pero quiere que en casa todo siga igual. El grupo de los agro-negocios continuará usando su poder económico y político para embolsarse miles de millones de dólares pagados por los contribuyentes norteamericanos, mientras que por una "disciplina presupuestaria" se recorta el gasto social a una creciente población pobre.
Es un subsidio político, injustificable en la cacareada economía de mercado, que al bajar los precios agrícolas sume en la miseria a millones de productores de los países pobres; pero aumenta el beneficio de las transnacionales agroalimentarias. Esa es una faceta de un mundo político en Estados Unidos muy bien descrito por Greg Palast; con un título que lo dice todo: "La mejor democracia que el dinero puede comprar"
[3]. [1] An IPC Issue Brief, September 2005: "The US Farm Bill and the Doha Negotiations: On parallel Tracks or a Collision Course", by Robert L. Thomson; Inequities in Farm Payments pags. 7 – 8, (www.agritrade.org). [2] "The Charm of the Farm", Editorial, Washington Post, 19 de octubre, 2005 [3]Greg Palast: "The Best Democracy Money can Buy" Plume, Penguin Group (USA) Inc. Mayo 2004.