Nuestro Planeta
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Se agota el tiempo para el clima
María José Atiénzar
Centro de Colaboraciones Solidarias
Este año 2005 que concluye se inició la aplicación del Protocolo de Kyoto, pero
en la reciente Conferencia de Montreal sobre el Cambio Climático se ha perdido
una oportunidad de frenar algunos de los efectos irreversibles que están
deteriorando nuestro planeta. Todos los países, incluido EEUU, se comprometieron
en Montreal a combatir el calentamiento del planeta, pero no se han concretado
fechas. Nos estamos quedando sin tiempo para ponerle freno al calentamiento
global.
Los activistas de Greenpeace instalaron un reloj de arena de 4 metros de alto
ante la sede donde comenzaba la citada cumbre. Era su forma de recordar a las
delegaciones asistentes la falta de tiempo para actuar contra la mayor amenaza
al medio ambiente de nuestros días. En Montreal se buscaba un calendario para la
adopción de nuevos compromisos de reducción de emisiones, una vez concluya el
periodo cubierto por el Protocolo de Kyoto (hasta 2012).
La combinación de cambio climático regional y los efectos de la deforestación,
entre otros factores, podrían convertir los bosques amazónicos en praderas y
hacer desaparecer glaciares y hielos polares antes de que concluya este siglo.
Las consecuencias de los cambios sobre la biodiversidad, las poblaciones
indígenas y el desarrollo económico serían enormes.
La necesidad de un cambio en el mercado energético a favor de energías
renovables es urgente, no sólo porque las reservas de combustibles fósiles se
agotarán, sino para reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera, causantes del
efecto invernadero y de la aceleración del cambio climático. Sabemos que las
reservas de energía almacenada bajo tierra son finitas y su agotamiento
producirá una gran crisis energética. Se calcula que un 80% de la energía
primaria consumida en el mundo tiene su origen en los combustibles fósiles y un
6,5% en los combustibles nucleares. Al ritmo de consumo actual, en el planeta
queda petróleo para 40 años.
Las energías alternativas, como la eólica, la solar, de las mareas, biomasa,
etc. poseen menor intensidad energética que los combustibles fósiles y resultan
más caras de producir. Separar un átomo de hidrógeno, por ejemplo, de una
molécula de agua, exige más energía que la que proporciona el hidrógeno liberado
de esta forma. La energía nuclear de fisión tiene un coste muy alto, no sólo
porque se basa en un combustible escaso, el uranio, sino porque sus residuos
alcanzan una vida media radioactiva de varios miles de años. La energía de
fusión aún está lejos de poder disponer de un reactor comercial. Para fusionar
átomos de deuterio o de tritio y deuterio se precisan temperaturas de millones
de grados y estos sistemas se encuentran con problemas difíciles de resolver.
Otro de los desafíos medioambientales a los que nos enfrentamos está relacionado
con el crecimiento demográfico. En los próximos 25 años, casi todo el
crecimiento tendrá lugar en las ciudades, en su mayor parte en los países menos
desarrollados. Para 2030, más del 60% de la población mundial vivirá en zonas
urbanas. Actualmente, uno de cada tres habitantes de las zonas urbanas vive en
barrios marginales y son muy pocos los pueblos y ciudades de todo el mundo en
los que se protege y respeta el medioambiente y se planifica un crecimiento
sostenible. Un proceso de urbanización tan rápido plantea importantes problemas,
como la pobreza, el desempleo y la violencia.
Las ciudades consumen muchos recursos naturales, generan grandes cantidades de
desechos y emiten la mayoría de los gases de efecto invernadero. Con frecuencia
degradan la calidad del agua local, contaminan el medio ambiente marino y el
aire, y ocupan terrenos, devastando la diversidad biológica. Crear ciudades
respetuosas al medio ambiente es posible, tenemos los conocimientos y
tecnologías necesarios. Los sistemas de transporte limpio, los edificios
eficientes desde el punto de vista energético, el saneamiento seguro y el uso
adecuado del agua se pueden realizar hoy mismo, y en general, de forma asequible
para todos.
Las decisiones que los gobiernos, la industria y la sociedad civil tomen en las
próximas dos décadas son cruciales. Para mantenernos por debajo de un aumento de
temperatura media global de 2ºC necesitamos reducir las emisiones en un 50% para
el 2050. Una meta posible de alcanzar.
Junto al cumplimiento de los compromisos globales adquiridos por los gobiernos,
el consumo responsable de la energía y el respeto a nuestro entorno verde son la
responsabilidad y la aportación de cada uno de los habitantes del planeta.
* Periodista