La cadena de televisión de la guerrilla chií emite desde un lugar secreto del
Líbano después de que su sede fuera bombardeada
Rosa Meneses
El Mundo
La información sobre los enfrentamientos que la guerrilla libanesa chií Hizbulá
libra en el sur y el este del país contra Israel se intercala en la cadena de
televisión Al Manar con vídeos musicales que exaltan el poderío militar del
Partido de Dios. La letra de los estribillos de las canciones es muy explícita:
«Muerte a Israel», «La resistencia vencerá»... Las imágenes muestran aguerridos
milicianos prestos para el combate, lanzamientos de katiushas y desfiles
militares con cientos de soldados de Alá impecablemente formados. Es la batalla
mediática que Hizbulá libra en las ondas.
A falta de una sede, Ibrahim Farhat elige una cafetería de la Corniche de Beirut
para entrevistarse con EL MUNDO. El director general de informativos de Al Manar
explica que los cuarteles generales de la cadena fueron bombardeados el 13 de
julio, segundo día de bombardeos israelíes contra objetivos en el Líbano.
«Destruyeron todo el edificio, pero afortunadamente lo habíamos evacuado un día
antes, temiendo un ataque así. Sólo hirieron a cinco empleados», recuerda.
Desde entonces, la antigua sede de Al Manar en Beirut ha sido bombardeada tres
veces. «El día del primer ataque sólo lograron interrumpir nuestra emisión
durante dos minutos. Tras ese tiempo, volvimos a salir en antena», asegura
Farhat. Ahora, sus directivos y empleados se mueven cautelosamente por la
ciudad, aunque no ocultan para quién trabajan. Farhat lleva guardaespaldas.
«Tenemos un protocolo de seguridad para evitar ser objetivo de Israel. Sabemos
que el fin de Tel Aviv es conseguir que se interrumpan nuestras emisiones».
Sin embargo, Al Manar continúa en el aire. «Emitimos desde un lugar secreto
aquí, en el Líbano», dice el responsable sin querer dar más detalles. La
plantilla ha creado una especie de oficina virtual comunicándose constantemente
por teléfono móvil. «Hoy en día, es muy peligroso ser periodista en el Líbano»,
afirma.
Al Manar, que en árabe significa «el faro», es el brazo mediático de Hizbulá.
«Políticamente, Al Manar es próxima al Partido de Dios», reconoce su director.
Cada día es vista por 10 millones de telespectadores en todo el mundo, según
datos facilitados por Farhat que no han podido ser contrastados de forma
independiente. Su plantilla supera los 300 empleados, de los que 70 son
periodistas; las mujeres, vestidas a la usanza tradicional islámica, los hombres
embutidos en chalecos multibolsillos.
Creada en 1999, un año después pasó a convertirse en una cadena por satélite,
imitando la moda de Al Yazira o Al Arabiya, que gozan de gran prestigio en el
mundo árabe, y rivalizando con las emisoras locales. «Decidimos crear una
televisión que reflejara el punto de vista y la particularidad de la comunidad
chií, dado que en el Líbano cada grupo religioso disponía de su propia
televisión», indica Farhat.
Durante esta crisis, los reporteros de Al Manar han intensificado su trabajo,
cubriendo «la guerra en el sur».
«La labor de nuestra cadena es convencer a nuestro pueblo de que la resistencia
vencerá esta guerra», explica. Según Farhat, los reporteros de Al Manar no
tienen acceso a los líderes de Hizbulá, que se mantienen en la clandestinidad
para no ser infiltrados.
Como le ocurriera a Al Yazira cuando difundía los mensajes grabados del líder de
Al Qaeda, Osama bin Laden, durante la guerra de Afganistán y de Irak, todo el
mundo está pendiente hoy de los discursos del líder de Hizbulá esparcidos por
las ondas a través de Al Manar.
«No sabemos dónde se encuentra Hasan Nasrala. Los vídeos de sus discursos son
grabados en un lugar que desconocemos y nos llegan a través de una persona de su
confianza. Nosotros, nos limitamos a emitirlos», afirma Ibrahim Farhat.
Antiguo investigador de un think tank local, tiene su propio análisis de la
crisis: «Este conflicto refleja el proyecto que EEUU quiere imponer en Oriente
Próximo. Pero Israel ha perdido la batalla de la opinión pública en el mundo,
después de la masacre de Canaá». ¿Piensa que ésta será su última guerra como
periodista? «Sólo Alá lo sabe», contesta Ibrahim Farhat.