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Discurso demencial de Tony Blair sobre Iraq
¡Sí, es una cruzada!
Patrick Cockburn
Estimado primer ministro:
Entre las cartas que recibo sobre Iraq hay unas pocas que evidentemente han sido
escritas por lunáticos. Su estilo paranoico es fácilmente reconocible. Utilizan
mayúsculas para distinguir a las fuerzas de la oscuridad y las fuerzas de la luz
en Iraq. Tienen una explicación conspirativa simplista de la guerra. Ignoran los
hechos bien documentados sobre Iraq y Oriente Próximo. Desdeñan abiertamente a
los críticos que no comparten su visión indiscutible de los acontecimientos.
Me sorprendió leer su discurso del 1 de agosto sobre Oriente Próximo ante el
Consejo de Asuntos Mundiales de Los Ángeles, y encontrar todas las
características de esos escritores epistolares alienados. Incluso contiene el
mismo uso de mayúsculas del demente obsesionado. En las complejas crisis de
Oriente Próximo y más lejos, usted dice que ve sobre todo ‘una lucha entre lo
que llamaré el Islam Reaccionario y el Islam Moderado, Dominante.’ Su visión es
apocalíptica. Usted ve ‘una lucha elemental por valores’ y resulta que las
guerras en Afganistán e Iraq ‘no se trató sólo de cambios de regímenes sino de
cambio de sistemas de valores. La bandera no fue realmente "cambio de régimen"
sino "cambio de valores."’
Algunas de estas tonterías empalagosas se sitúan en mucho en la línea de lo que
articula frecuentemente el Tony Blair ficticio de Private Eye, el vicario
de St. Albans. Pero si son tomadas en serio significan que EE.UU. y Gran Bretaña
intervinieron en Afganistán e Iraq para interferir con la religión musulmana y
para apoyar a aquellos musulmanes que están de acuerdo con la interpretación de
su fe por Tony Blair. En otras palabras, la afirmación de los combatientes
islámicos en Iraq de que su religión está bajo ataque por nuevos cruzados de
Occidente es enteramente correcta, por su propia admisión. Otro aspecto
profundamente inquietante de su discurso es su ignorancia. Algunas veces incluso
la admite. Usted dice que en los años antes del 11-S "Apenas habíamos oído
hablar de los talibán." Pero los talibán, respaldados por Pakistán y Arabia
Saudí habían estado tomando el control de Afganistán durante años. Seguramente
usted había oído hablar de ellos más que un poco.
En cuanto a tantas explicaciones paranoicas monocausales del mundo, su discurso
muestra ceguera ante otros acontecimientos, a menudo fundamentales. En Iraq,
esto significa no sólo que los gobiernos de EE.UU. y Gran Bretaña no tienen la
menor idea de lo que está sucediendo sino que, como nunca pueden admitir sus
errores, son incapaces de descubrir nuevas políticas para reemplazar las que han
fracasado. Ha sido el patrón de los últimos tres años desde la caída de Sadam
Husein. Por ejemplo, usted dice que sólo el extremismo religioso musulmán causa
la violencia en la región y que sus acciones no tienen nada que ver con la
ocupación estadounidense. Pero toda la evidencia apunta a lo contrario. Un
sondeo del Ministerio de Defensa del año pasado mostró que un 82% de los
iraquíes quiere que las fuerzas de EE.UU. y Gran Bretaña se retiren del país.
He estado visitando Iraq desde 1978 y he pasado la mitad de mi tiempo en el país
desde la caída de Sadam Husein. Desde el verano de 2003 fue evidente que los
cinco millones de la comunidad suní apoyaban la resistencia armada. Cada vez que
iba al sitio en el que un soldado estadounidense había sido muerto o herido, la
gente local bailaba de alegría. Fue esto lo que dio fuerza a los grupos
islámicos extremos. Tenían un entorno amigo en el cual operar. Al Qaeda no tenía
base alguna en Iraq antes de 2003; la única base de sus pocos adherentes estaba
en las montañas kurdas, fuera del control de Bagdad. Fue enteramente la obra de
George Bush y de usted que se hayan establecido ahora en Iraq y que se
fortalezcan con cada día que pasa. Pero usted prefiere sugerir que el verdadero
problema es que ‘Siria permitió que agentes de Al Qaeda cruzaran la frontera.’
El Islam Reaccionario no teme las elecciones, porque las gana. Los vencedores en
la última elección en Iráq en diciembre de 2005 fueron los partidos religiosos
chiíes y suníes entre los partidos árabes y kurdos. El principal grupo laico
bajo Iyad Allawi, a pesar del considerable apoyo de EE.UU. y Gran Bretaña, salió
mal parado de las urnas. El Islam tradicional se fortalece en el Iraq suní
porque ha mostrado que puede combatir al invasor extranjero, mientras que es
evidente el fracaso de nacionalistas laicos como Sadam Husein. Entre los chiíes,
los seguidores de Muqtada al-Sadr, el clérigo nacionalista, obtuvieron 30
escaños en el parlamento iraquí. Las historias de éxito político en Iraq
pertenecen a los que combinan el Islam, el nacionalismo y la capacidad de
combatir. EE.UU., con Gran Bretaña trotando detrás, se podría encontrar pronto
empantanado en una guerra contra los 15 a 16 millones de la comunidad chií en
Iraq, así como contra los suníes.
Su discurso es esencialmente una visión ‘neoconservadora’ de Iraq. Ignora de
manera aterradora la realidad en el terreno. Su propio embajador saliente
William Patey escribió en un memorando que usted filtró la semana pasada que una
guerra civil era más probable que una democracia. Unos 3.000 civiles fueron
muertos en junio. El general John Abizaid, el máximo comandante de EE.UU. en
Oriente Próximo, dijo a un Comité del Senado el jueves que: "Creo que la
violencia sectaria es probablemente la peor que yo haya visto, en Bagdad en
particular, y que si no es detenida, es posible que pueda orientarse hacia una
guerra civil."
A los ojos de la mayoría de los iraquíes la guerra civil comenzó hace seis
meses, si no antes. Hay ahora dos guerras en Iraq: una, entre chiíes y suníes, y
la segunda entre los insurgentes y los ocupantes. Iraq se está escindiendo. El
país podrá sobrevivir como expresión geográfica, pero nada más. Por dos veces
durante el siglo pasado primeros ministros británicos afirmaron que habían
descubierto la fuente de todos los males en Oriente Próximo. Lloyd George quiso
combatir a Ataturk y Turquía en 1922 y perdió su puesto de inmediato. Anthony
Eden fue a la guerra para derrocar a Nasser en 1956 con consecuencias igualmente
nefastas para su persona. Su intervención en Iraq ha sido aún más desastrosa
desde el punto de vista británico.
Sólo espero que Al Qaeda, Hezbolá o Hamas no traduzcan su discurso al árabe, ya
que cada párrafo paranoico confirma su afirmación de que luchan contra una
cruzada occidental contra el Islam.
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Patrick Cockburn escribe para The Independent de Londres y para
CounterPunch. Es autor de "The Broken Boy".