Qué motiva el embate israelí contra el Líbano, y los intereses
del pueblo
Servicio Noticioso
Un Mundo Que Ganar
El embate israelí contra el Líbano está causando una horrenda destrucción y
mucha muerte. El futuro podría ser peor. Anteriormente, Israel montó dos
invasiones importantes e innumerables incursiones contra su vecino. Pero ahora
está librando la guerra en el contexto de algo nuevo y más aterrador y al
servicio del mismo. Está fundamentado el temor de que es parte de una campaña
estadounidense en preparación para una guerra más amplia y más sanguinaria.
Mientras que por todo el mundo millones miran horrorizados por la tele la cuenta
ascendente de civiles muertos (por ejemplo, Jan Egeland de la ONU dice que un
tercio de los muertos son niños), Estados Unidos niega abiertamente toda
decencia humana. Ha ido al extremo de impedir que la ONU pida un cese el fuego.
La justificación de la secre del Estado bushiana, Condoleezza Rice, divide al
mundo en los que quieren la guerra, de un lado, y, del otro, las "serpientes",
"terroristas" mesoorientales "subhumanos", europeos debiluchos y vacilantes y
demás que se le oponen. Rice dijo que la guerra debe continuar hasta que Israel
logre sus objetivos, que la paz sólo ayudará a los "terroristas" permitiéndoles
zafarse de la furia israelí y rearmarse. Estados Unidos lleva a cabo una
"diplomacia" cuyo propósito es callar el clamor de paz, y en el frente militar,
apresura el envío de más bombas de alta tecnología y alta explosividad a Israel.
¿En qué clase de mundo vivimos en que "¡Salvemos a los niños!" es una posición
que apoya al "terrorismo" y es aceptable matar a niños si son hijos de
"serpientes" y por eso potenciales "serpientes"?
El gobierno de Bush dice que estamos atestiguando más repercusiones del 11 de
septiembre de 2001 (S-11). Eso es la verdad… al revés. El contexto del embate
israelí contra el Líbano tienen poco que ver con la destrucción de las torres
gemelas neoyorquinas, ese pretexto para la "guerra contra el terrorismo". Más
bien refleja de otra manera el "mundo post S-11": es consecuencia de la cruzada
del gobierno bushiano por un control sin rival del Gran Medio Oriente. La
cruzada empezó con las invasiones de Afganistán e Irak y hoy amenaza con librar
una guerra contra Irán, un importante blanco del actual embate israelí contra el
Líbano patrocinado por Estados Unidos. No podemos comprender las acciones
israelíes sin tomar en cuenta este contexto.
Bush y su calaña tratan de envolver a Hamas, Hezbolá, Siria e Irán en un solo
paquete. Hay conexiones pero no lo que imagina el gobieno yanqui. Estos
gobiernos y grupos no tienen lazos religiosos y mucho menos un deseo de librar
una guerra contra Estados Unidos. Sus intereses son contradictorios, y en los
hechos no quieren estar vinculados en absoluto. Lo que tienen en común es que el
gobierno bushiano ve en ellos un obstáculo a la realización de su visión en un
Medio Oriente estadounidense. Los críticos proestadounidenses y proisraelíes se
quejan de que la crueldad israelí sólo suscita más odio de los pueblos de la
región. Pero todo eso no contraviene lo que Estados Unidos e Israel están
tratando de hacer con esta guerra. Con la ampliación de los ataques que hasta
ahora han apuntado principalmente a Palestina, Estados Unidos está usando a
Israel para asestar golpes preventivos. Su propósito es debilitar y dividir a
supuestos enemigos, impedir que trafiquen con el odio a los crímenes israelíes
que están encabronando a diario a las masas e imponer "conmoción y pavor" para
desanimar el avance de cualquier oposición organizada.
En un sentido, es muy fácil comprender la situación. Muchos millones de personas
del mundo, cada vez que ven la tele, se enfurecen más acerca de esta guerra. A
su vez, es una situación complicada porque operan diversos niveles de
contradicciones que se influencian entre sí. Operan diversas contradicciones muy
materiales al nivel local, cada una con su propia lógica, y a su vez están
enredadas en capas de las contradicciones globales y regionales más amplias que
las modelan.
Hamas y los palestinos
La contradicción entre Israel y los palestinos sigue siendo una fuerza motriz de
la situación, aunque buena parte de la atención del mundo está puesta en el
Líbano. No fue ni Irán ni Siria, sino Israel quien desató la cadena de
detonaciones: arrebatando durante décadas los derechos nacionales de los
palestinos y escalando deliberadamente la actual humillación y opresión de los
palestinos. Hamas, es importante recordar, tuvo un cese el fuego con Israel, que
acabó en junio después de una serie de secuestros israelíes de los líderes de
Hamas en la Gaza y al menos tres masacres de civiles con proyectiles israelíes.
A quienes digan que corría peligro la "seguridad" de Israel se les olvida que no
fue sino después de esos sucesos que Hamas reanudó los ataques con sus pequeños
proyectiles artesanales contra Israel y llevó a cabo la operación en que capturó
a un soldado israelí.
Pese a la labor del gobierno electo de Hamas de hacer las paces con Israel, éste
claramente tomó la decisión de aplastarlo. A otro nivel, sobre todo tras los
sucesos de las últimas semanas, parece que la decisión israelí de eliminar a
Hamas está relacionada con consideraciones estratégicas mayores.
Hezbolá y el Líbano
El grupo libanés Hezbolá eligió la coyuntura de los ataques israelíes contra los
palestinos para lanzar una operación transfronteriza hacia Israel desde el
norte, atacar a una patrulla y capturar a dos soldados israelíes más. Aunque el
conflicto coincide con el problema palestino, principalmente se trata de otra
cosa.
El Líbano jamás ha sido un Estado unitario. Originariamente, Francia lo creó con
una parte costera de Siria y, al típico estilo colonial, apoyó a varios grupos
étnicos contra otros. La expresión "libanización" ha llegado a describir a
cualquier país cuyas rivalidades entre fuerzas étnicas y religiosas impiden la
formación de un gobierno nacional estable. Durante décadas, Israel y Siria, a
veces en unidad y otras veces en conflicto, trataron de controlar la vida del
Líbano. En 1976, cuando las organizaciones armadas de liberación nacional
palestina y los grupos libaneses estaban al punto de derrotar a las fuerzas que
Francia colocó en el poder y que luego tuvieron lazos con Estados Unidos e
Israel, Siria invadió al Líbano a fin de salvar al orden político existente… a
instancias de Estados Unidos. En 1982, Israel invadió al Líbano para aplastar el
movimiento palestino basado en cientos de miles de refugiados, y la
efervescencia revolucionaria que atraía a gente a Beirut de toda la región y más
allá. Jamás se olvidarán las matanzas en los campamentos de Sabra y Chatila que
cometieron los lacayos locales de Israel bajo de la supervisión de Ariel Sharon,
entonces comandante del ejército sionista.
Armado y entrenado por la Guardia Revolucionaria iraní con la ayuda de Siria,
Hezbolá nació y creció rápidamente porque era la única fuerza que luchaba contra
los ocupantes israelíes después de que los palestinos dejaron de ser un factor
político importante en el Líbano. Irónicamente, aunque no sólo se basa en los
chiítas, una de la media docena de comunidades religiosas de peso del país, y es
un firme exponente de la ideología islámica chiíta, Hezbolá tiene una reputación
de organización de liberación nacional, que le da mucha popularidad en todos los
grupos étnicos y religiosos del Líbano, y de izquierda y de fuerzas laicas.
En los últimos años, la dirección de Hezbolá ha dado indicaciones de su
disposición a tener una relación estable con Israel y Estados Unidos y a dejar
sin resolver la cuestión de Palestina. (El líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah,
se lo dijo al periodista estadounidense Seymour Hersh en una entrevista del
número del 28 de julio de 2003 de la revista New Yorker.) Con el control del sur
del Líbano, Hezbolá ha impedido ataques de los refugiados palestinos a Israel
por la frontera. Durante una década, incluido el auge de la intifada palestina,
ha habido poca acción en ambos lados de la frontera salvo choques menores entre
Hezbolá e Israel por la zona de las granjas Shebaa bajo ocupación israelí. Los
ataques con proyectiles de Hezbolá contra Israel muestran que ahora son una
fuerza militar mucho mejor armada y formidable que cualquiera de los grupos
palestinos. Pero mantuvo guardados los proyectiles hasta después del comienzo de
los bombardeos y ataques israelíes.
Varias veces en los últimos años, Hezbolá capturó a soldados israelíes y los
cambió por sus propios presos, por ejemplo, después de la retirada israelí del
Líbano en 2005, pero Israel reaccionó esta vez desatando una guerra. Eso muestra
que los objetivos israelíes han cambiado. )Y los de Hezbolá? Unos observadores,
tal como Juan Cole, el analista progresista estadounidense, han dicho que al
apoyar a los palestinos de esta manera simbólica (después de todo, podría haber
disparado sus Katyushas), Hezbolá reaccionó a la situación en el mismo Líbano:
en esencia trataba de conservar y ampliar su poder en el gobierno libanés ante
el aumento de la presión yanqui-israelí. Para Israel, eso era inaceptable. Pero
de nuevo, quienes defiendan la legitimidad de Israel no pueden presentar hechos
que justifiquen que la "seguridad" del Estado sionista corría peligro debido a
este acto. El San Francisco Chronicle (21 de julio) informó que las fuerzas
armadas israelíes habían planeado e incluso ensayado este ataque por al menos un
año. Al parecer, las agresivas incursiones aéreas israelíes hacia el Líbano en
los últimos meses tuvieron por objeto preparar y quizá provocar una guerra.
Siria
De nuevo, es necesario analizar las contradicciones a un nivel más alto del que
ocupa esta contradicción particular. Siria estuvo en su apogeo de poder y fuerza
cuando era un Estado clientelar soviético. Su joven presidente Bashar Assad
quiere dejar atrás la guerra fría y tener un lugar en el nuevo mundo dominado
por Estados Unidos, pero hasta ahora sus súplicas no han tenido acogida, según
le dijo a Hersh. Parece que el hecho de que Siria no ha dicho nada sobre la
ocupación de la meseta de Golán (de mucha importancia militar) que Israel tomó
en 1967 confirma el deseo de Assad de alcanzar un acuerdo con Estados Unidos e
Israel.
Después de 2001, los servicios secretos sirio y estadounidense trabajaron de
cerca, porque Assad creía que podía darle a Estados Unidos información acerca de
Al Qaeda como parte a un arreglo mayor. Según Hersh, el antiguo jefe de la CIA
George Tenet protegió al gobierno de Assad contra los elementos del gobierno de
Bush quienes querían atacarlo. Pero cuando Assad se negó a apoyar la invasión
yanqui a Irak en 2003 (a diferencia de su padre quien apoyó la invasión yanqui
de 1991), Estados Unidos lo puso en la lista negra. Aún así, aunque Assad
creyera que apoyar abiertamente la ocupación yanqui de Irak pudiera haber
llevado al fin de su gobierno, al parecer Siria aceptó implícitamente la
ocupación. Por ejemplo, cuando las fuerzas armadas yanquis cruzaron la frontera
hacia Siria en junio de 2003 y eliminaron un convoy de vehículos (llenos de
civiles que no tenían ninguna relación con los elementos del gobierno de Saddam
Hussein que Estados Unidos decía que buscaba), Assad no dijo nada.
De nuevo, las declaraciones de que Israel se "protege" a sí mismo son mentira.
En junio, Israel envió a cazas volar a ras del suelo sobre el palacio
presidencial de Assad, bajo el pretexto de demostrar su capacidad de matarlo
cuando quiera que le diera la regalada gana. Eso ocurrió antes de la operación
transfronteriza de Hezbolá que Bush quiere adjudicar a Siria.
Los objetivos israelíes en el Líbano y más allá
Cuando Francia se volvió contra Siria y se unió a Estados Unidos para demandar
que se retirara del Líbano, el debilitado y muy castigado gobierno de Assad
accedió. Eso generó la llamada "revolución de los cedros", la formación de un
nuevo gobierno libanés que Bush alabó en 2005 como un ejemplo de la manera en
que Estados Unidos difunde la "democracia".
Pero eso ocurrió en 2005. A Estados Unidos le encantó que Siria se retirara,
pero quiere que el Líbano siga libanizado, de la misma manera que ha trabajado
tan duro por crear una "política identitaria" de base religiosa en Irak a fin de
granjearse aliados y minar la oposición. Desde entonces, Estados Unidos e Israel
han presionado al gobierno libanés para desarmar a Hezbolá. Ésa es la demanda
central del actual embate israelí contra el Líbano. Su hipocresía no tiene
límites. Primero, Israel pide que el Líbano observe la resolución 1559 de la ONU
que estipula el desarme de todas las milicias. Pero por décadas los sionistas
han desafiado las resoluciones de la ONU para retirarse de los territorios que
ocuparon en 1967. Segundo, Israel pide que el gobierno libanés, en que participa
Hezbolá, envíe a su débil y dividido ejército, cuyos soldados y oficiales en su
mayoría apoyan a Hezbolá, a "desarmar" (combatir) a la única fuerza combatiente
del país capaz de oponer resistencia a Israel. Eso convertiría al Líbano en un
protectorado israelí.
Hasta ahora, las acciones militares israelíes dejan en claro sus objetivos
políticos. Israel dice abiertamente que, al menos por ahora, quiere evacuar a la
población chiíta del Líbano hacia el sur del río Litani, una zona de cultivos
bien poblada a 20 km de la frontera en unos puntos. Su objetivo es eliminar a
los guerrilleros aterrorizando y desterrando a la población de la cual éstos
obtienen apoyo, al igual delo que Estados Unidos intentó hacer en Vietnam. Los
diarios libaneses dicen que media docena de aldeas del sur han sido blanco de
bombas de fragmentación y fósforo blanco. Los cazas israelíes arrojaron volantes
sobre las aldeas con la advertencia de que toda la zona estaba a punto de ser
pulverizada, y después, cuando los aldeanos huyeron, bombardearon
sistemáticamente todos los vehículos que se movieran. En uno de los peores
incidentes al comienzo de la guerra, un convoy de aldeanos en camionetas iba
para la ciudad de Tiro. Las balas israelíes dieron con las mujeres y niños en la
parte de atrás de las camionetas. Luego, un helicóptero israelí disparó
proyectiles y mató a 23 de los 24 pasajeros. La única sobreviviente era una niña
de cuatro años con quemaduras en el 70% de su cuerpo. Entre otros incidentes
similares figuran un ataque en un microbús cerca de Tiro y un sinnúmero de
ataques con proyectiles contra carros particulares y taxis llenos de familias.
Los bombardeos han afectado fuertemente a los barrios suburbanos chiítas al sur
de Beirut. Un comandante israelí dijo que destruirían diez edificios de
múltiples pisos en el suburbio residencial chiíta de Dahaya por cada proyectil
disparado a la ciudad israelí de Haifa. Israel se jacta de que sus ataques
muestran que apoyar a Hezbolá lleva a la muerte. Cuando las aldeas y barrios
cristianos dieron albergue a los refugiados, Israel también los bombardeó. Entre
otros objetivos, buscaba que no se diera albergue a quienes huían hacia el sur.
Los chiítas, que en la historia del Líbano han tenido poco peso en los arreglos
del gobierno étnico organizado por los imperialistas, son la mayor comunidad del
país y representan la mitad de la población. (No se ha realizado un censo hace
décadas, pues indicaría oficialmente que los grupos, cuyos cabecillas de clan
están más directamente vinculados a Israel y al occidente y que tienen puestos
seguros en la cúpula del gobierno debido a su supuesta posición mayoritaria, en
los hechos son una pequeña minoría decreciente.) Israel ataca a Hezbolá y a
chiítas en general por el siguiente motivo: no se puede dejar que amenacen los
arreglos de poder del país. Israel también ataca a los cristianos y otras
comunidades. Por ejemplo, el ejército israelí destruyó las instalaciones de
telefonía celular y televisión de los cristianos y musulmanes sunitas del
Líbano, bajo el pretexto de que se usaban para fines de "propaganda de Hezbolá".
De hecho, el verdadero blanco israelí eran las escenas noticieras de las
atrocidades israelíes que cautivaban y unificaban a todos los libaneses y las
redes de comunicaciones que unen al país.
Israel dice que su meta es que el gobierno libanés envíe su ejército a controlar
el sur del Líbano, pero ha bombardeado los cuarteles del ejército libanés que no
tienen nada ver con Hezbolá. Ha atacado a oficinas e instalaciones del gobierno
en general. Quizás el componente más llamativo de la campaña de bombardeos
israelíes son los ataques a la infraestructura física y económica del país. Los
ataques aéreos contra puentes y caminos han cortado el sur del resto del país.
Han atacado a caminos, puentes, el aeropuerto de Beirut, todos los puertos, las
instalaciones de almacenamiento y refinerías del petróleo por todo el país,
todos los camiones y otra maquinaria en movimiento, y ambulancias. Han tenido
que abandonar sus hogares 800.000 de los cuatro millones de habitantes del país.
Todo eso quiere decir que, cuando Israel termine, el país quedará indefenso y
debilitado. Cuando Rice se entrevistó con el primer ministro libanés Fouad
Siniora (por ley, un sunita debe ocupar este puesto), le aseguró el "apoyo" de
Bush pero no el apoyo que pidió, y rechazó de plano su pedido de un cese el
fuego para impedir la destrucción del país. Como otros comentaristas han
señalado, éste era un mensaje gangsteril: coopere con nosotros, o si no...
En resumen, la actual guerra israelí-yanqui tiene por objeto crear un Líbano
completamente subordinado, al menos indirecta si no literalmente mediante una
ocupación. Los comandantes israelíes no han descartado una ocupación, pero temen
tener que lidiar con la clase de resistencia a largo plazo que no han podido
vencer en el pasado, en el Líbano, y desde luego en Cisjordania y la Gaza. Ha
aumentado ese temor debido a las dramáticas dificultades del ejército israelí en
las dos batallas terrestres importantes con Hezbolá hasta ahora. Según su mando
militar, Israel sufrió fuertes bajas en una incursión contra la aldea Maroun
al-Ras, cerca de la frontera. Falló su ataque inicial contra el principal pueblo
del sudeste del Líbano, Bint Jbeil. Los oficiales israelíes se quejan de que sus
tanques y gigantescas excavadoras no sirven en la guerra de túneles de Hezbolá.
Irán
Las repetidas declaraciones de Bush que culpan a Siria por las acciones de
Hezbolá han sacado de onda a muchos analistas serios quienes no ven evidencia de
una importante ingerencia activa de Siria. De hecho, la única acusación
específica estadounidense es que Siria ha sido un conducto de suministros
iraníes hacia Hezbolá. Las declaraciones de Bush no son una indicación de que no
entiende lo que sus asesores le dicen, sino una parte importante de lo que en
los hechos pasa, de la misma manera en que las mentiras de Bush y Blair acerca
de las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein no eran una equivocación
sino parte de lo que se puede llamar una conspiración. El propósito es aislar,
paralizar y quizás tumbar al gobierno de Assad como otro paso hacia una guerra
con Irán. Según un análisis bien documentado del 24 de julio del New York Times,
Estados Unidos propone obligar a Siria a "distanciarse" de Irán y suspender los
suministros a Hezbolá. Siria es el único aliado del Estado iraní. El gobierno
iraní a menudo ha dicho que consideraría cualquier ataque a Siria como un ataque
a sí mismo, cosa que muy definitivamente representaría.
Unas fuerzas políticas bushianas lo dicen abiertamente y "todo mundo" (todo el
que estudie en serio la situación y no sólo se traga la propaganda) saben que es
verdad: un enorme y probablemente decisivo motivo de las acciones israelíes es
la potencial amenaza de una guerra estadounidense contra Irán.
El gobierno iraní aceptó con entusiasmo la operación de Hezbolá. También mandó
un mensaje. Después de décadas de relaciones intermitentes con Israel, en que
los mullahs recibieron armas sionistas durante los primeros años de su reino y
mantuvieron contactos y lazos económicos en años recientes, al gobierno iraní le
gustaría sacar provecho del odio regional a Israel en una desesperada campaña
para asegurar su propia supervivencia.
El odio a Israel y al apoyo de Estados Unidos, y a los protectorados yanquis que
gobiernan la mayor parte del Medio Oriente, tiene una enorme fuerza potencial.
Mucha gente de Egipto, Jordania y las monarquías del Golfo está consciente que
estos países son neo-colonias yanquis. Estos gobiernos tendrían temores
fundamentados si una fiebre nacionalista y un ambiente de resistencia
recorrieran la región. En un acto ilegal poco común en Cairo, los manifestantes
llevaron retratos del jefe de Hezbolá con el de Gamal Nasser, el presidente
egipcio que en los años 1950-60 se consideraba el símbolo del nacionalismo
árabe. Se han informado de protestas similares en otros países, y la Gaza, con
retratos de Nasrallah y Yasser Arafat. En este momento en el Medio Oriente,
Nasrallah (un "terrorista" a los ojos de Israel y Estados Unidos) es mucho más
popular que cualquiera de los peleles del imperialismo yanqui. En el caso de los
teócratas iraníes, puede que los sentimientos antiestadounidense y antiisraelí
de las masas no sean el arma que quieren, pero ven el potencial de usarlos como
la mejor arma que puedan obtener.
En una palabra, los ataques israelíes contra Hamas y Hezbolá también son ataques
secundarios contra Irán, apuntados a debilitar a dos grupos que podrían causar
problemas en caso de una guerra estadounidense contra Irán. También es posible
que a la República Islámica de Irán le agrade una oportunidad de mostrar a
Estados Unidos que efectivamente tiene influencia armada en la región y puede
contraatacar.
El "frente unido terrorista internacional"
Cualesquiera que sean las conexiones entre Hamas, Hezbolá, Siria, los mullahs de
Irán y, según un importante funcionario del Departamento de Estado yanqui, Corea
del Norte ((!), no se tratan principalmente de la religión o la ideología. Hamas
es una organización sunita, un vástago de la Hermandad Musulmana en Egipto. La
Hermandad la financió Arabia Saudita y la alentó Estados Unidos para socavar al
gobierno nacionalista de Nasser y a los comunistas. Hamas recibió mucha ayuda de
la policía secreta israelí en una campaña contra la Organización para la
Liberación de Palestina. Tiene lazos con los mullahs gobernantes chiítas
iraníes, pero probablemente poca simpatía religiosa. Lo mismo se aplica a las
relaciones de Hamas con Hezbolá. En el caso de Siria, para parar un
levantamiento de la Hermandad Musulmana, el padre de Assad masacró a miles de
civiles. En el Líbano, Siria se alió con los reaccionarios cristianos contra los
palestinos. En el caso de Corea del Norte...
El último país, sobre todo, deja en claro que lo principal que estos gobiernos y
grupos tienen en común es la preocupación de que su futuro no sea compatible con
la visión del gobierno de Bush: de un mundo dominado por Estados Unidos. Es
diciente que el armamento que Irán supuestamente suministró a Hezbolá es
principalmente de la era soviética, otra indicación de que Estados Unidos
trabaja para cambiar el orden mundial heredado y modelado por la existencia del
bloque imperialista soviético rival. Cuando los ideólogos de Bush chillan que ya
es hora de tomar las medidas correspondientes contra "el frente unido terrorista
mundial", lo que quieren expresar es su afán de librar guerras contra todas las
fuerzas organizadas que se entrepongan en su camino en cualquier parte. Según
esta lógica de "todo o nada", como estos enemigos potenciales podrían ayudarse
mutuamente, más vale ir sobre todos ellos de una vez. (Newt Gingrich, el
anterior líder congresional derechista estadounidense convertido en estratega
imperial, parecía tener eso en mente cuando señaló con entusiasmo las
perspectivas de que creciera lo que llamaba una "tercera guerra mundial" a
partir del embate israelí contra el Líbano.)
La crueldad y las ambiciones desbocadas de la campaña militar israelí no se
explican únicamente por Israel. Israel es solamente un arma de destrucción
masiva más en el arsenal estadounidense. Estados Unidos creó, armó, financió y
dirige a Israel por fines estratégicos que tienen poca relación con la
influencia sionista en su propio territorio. Lo que está en juego, básicamente,
es lo que ya hemos visto en Irak: Estados Unidos está resuelto a convertir a
todo el Medio Oriente en una serie de neocolonias yanquis, o sea, países con
independencia formal pero bajo su dominación económica, política y militar.
Aparte de apoderarse del petróleo de la región y de la riqueza que crean los
pueblos de la misma, su objetivo final es el control como pilar central de un
sistema político mundial dominado por Estados Unidos que puede garantizar, en
contra de todos sus rivales y en contra de las masas, las condiciones de
rentabilidad para su capital en todas partes del mundo.
Pero ¿quiere decir eso que "el enemigo de mi enemigo es mi amigo"? En los
debates que arden en las bitácoras [blogs] (por ejemplo, la página web del
diario inglés The Guardian) y en otros lugares, los messoorientales y otras
personas quienes se consideran oponentes del imperialismo han dicho que
analizaron las realidades del mundo de hoy (es decir, los fracasos de los
nacionalistas no comunistas como Nasser, de un lado, y del otro, el fin de la
China socialista de Mao y la ausencia de un polo revolucionario mundial hoy), y
que debemos hacer lo que podamos para apoyar a Nasrallah y a otra gente como él.
El problema es que todos los actores principales que hablan en este escenario,
son reaccionarios y no podrán representar de manera consecuente los intereses
del pueblo. Su política refleja el hecho de que son explotadores cuyos intereses
necesariamente son estrechos porque están arraigados en las relaciones de clan,
capitalistas, semifeudales y dependientes del imperialismo. Al mismo tiempo
nunca ha quedado más en claro la potencial fuerza de las grandes masas del Medio
Oriente quienes no han tenido voz. Ésa es la contradicción que se tiene que
resolver si la gran tormenta cuyo creciente viento ya se puede sentir ha de
volver la situación a favor de las masas.