Medio Oriente - Asia - Africa
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Las ballestas y la "caballería cara" del Imperio
Edgar Schmid (*)
Bambú Press
Siendo la infantería un "arma barata" y la caballería un "arma cara", la
derrota de una u otra pueden tener consecuencias no sólo militares sino también
políticas, sociales y económicas, y muchas veces a muy largo plazo.
Hacia el siglo I A de C, China estaba dividida en siete grandes reinos. El arma
principal de los reyes eran los carros de guerra, arma muy cara pero imparable.
Pero en ese momento se inventa la ballesta, arma barata para infantería –y muy
efectiva cuando de disponía de infantería numerosa– y el rey Sin comienza a
derrotar a sus rivales y termina unificando China con un ejército de
ballesteros.
La Legión romana era un arma cara, tanto en equipo individual del soldado como
en mantenimiento de un ejército profesional. Pero servía para imponerse a los
bárbaros que eran infanterías aún más baratas. Pero el 9 de agosto del 378, en
Adrianópolis, se enfrentaron a un ejército de godos que venían desde Ucrania y
con una caballería mejor que la romana. En la batalla muere el emperador Valente
y se abre el camino para que más tarde Alarico tome Roma.
A partir de ahí, la Edad Oscura y Media es el predominio de la clase feudal
basada militarmente en el castillo y una caballería cada vez más cara,
predominio que duraría casi un milenio.
Pero desde China llega primero la ballesta, que mata a Ricardo Corazón de León,
rey guerrero por excelencia. Los rebeldes suizos –con pinos altos– inventan la
pica de cinco metros para una formación cerrada de infantería que rechaza a la
caballería austriaca. Los ingleses incorporan el arco largo –de madera de tejo
galés– y derrotan a la caballería francesa. Por último, también de China llega
la pólvora y los monjes fundidores de campanas se transforman en fundidores de
cañones, de éstos el arcabuz, y nuevamente la infantería tiene el arma para
derrotar a la oligarquía feudal.
En el siglo XVIII la fabricación de fusiles se hace más barata y con ellos los
ejércitos masivos de ciudadanos-milicianos que derrotan a los mercenarios de las
monarquías absolutas, en las Trece Colonias, en la Revolución Francesa, las
guerras de liberación y de unificación nacional. Las guerras libertarias siguen
hasta las primeras décadas del siglo XX en México, Rusia y China.
Las trincheras del Frente Occidental y el motor, van a producir una nueva
caballería –el tanque– junto con un arma coetánea y también producto del motor:
el avión. El blitzkrieg que pone a los Panzer a retaguardia de la Línea
Maginot es una maniobra similar a la caballería visigoda a retaguardia de la
Legión de Valente. De nuevo la "caballería cara" vuelve a ser el arma de un
proyecto oligárquico y sólo al alcance de las grandes y ricas potencias.
Israel ganó su primera guerra con un ejército de 70 mil colonos armados
–infantería masiva para lo que era Israel en 1948– que enfrentaron a 20 mil
profesionales árabes con blindados anticuados.
Pero la infantería masiva es esencialmente defensiva. Para un proyecto de
expansión se necesita una "caballería cara". Para 1956, Israel ya la tenía y
pudo llegar al Canal de Suez junto a los paracaidistas franceses e ingleses. En
1966 había perfeccionado aún más su "caballería cara" y en seis días pudo
derrotar a tres ejércitos coaligados.
Egipto no podía emprender una carrera armamentista hacia la "caballería cara" y
Anwar el Sadat –como el rey Sin dos mil años antes– debió optar hacia la
"infantería barata y masiva" y con una nueva "ballesta china": los misiles de
infantería anti-blindados y anti-aéreos de fabricación rusa.
La batalla por la orilla oriental del canal tuvo un costo enorme para Israel.
Con una población cien veces menor que Estados Unidos, perder mil 500 hombre en
un par de semanas es como si Estados Unidos perdiera 150 mil efectivos en
Vietnam para la misma fecha.
La onda expansiva de la "caballería" israelí encontró un freno al sur; ahora se
debía dirigir en otra dirección y fue al Líbano en 1982. No hubo mayor oposición
porque Líbano no era una nación –al menos como se la considera en Occidente–
sino un conjunto de grupos religiosos que pronto estaban luchando entre sí. Como
decía Perón: "Hay que dejarlos que avancen para que ellos mismos produzcan los
anticuerpos".
Así como el blitzkrieg produjo al mariscal Tito y su guerrilla en Yugoslavia, la
invasión de Líbano produjo a Nasrallah y el Hezbollah en el sur del Líbano.
También esta vez, con "infantería barata" –aunque de mucha calidad y capacidad
combativa– y lo principal: una estrategia inteligente.
Y los generales israelíes ahora culpan a una nueva "ballesta china": la bazuka
rusa RPG-29, dos cargas huecas en tandem que logró superar el blindaje reactivo
del Merkava (otra característica del tanque estadounidense Abrams).
En 1939, Hitler tenía la fuerza para lograr su objetivo, pero se equivocó de
estrategia. En 1946, Mao no tenía la fuerza pero acertó en la estrategia.
Israel se equivocó de estrategia, ha perdido la superioridad tecnológica y debe
por el momento mantenerse en la defensiva estratégica.
Israel tiene una densidad demográfica de 350 habitantes por kilómetro cuadrado;
es como si Argentina tuviera mil millones. Debe salir a buscar agua, pero los
chiítas le han cortado el paso al río Litani, el que riega al único país sin
desiertos de la región. ¿Hacia adonde irá ahora? ¿Hacia la sunnita Jordania? No
tiene agua más allá del Jordán. El "qué hará" Israel es materia de análisis
senior.
El otro tema es la otra "caballería cara" de la región –y la primera del mundo–:
el ejército de Estados Unidos.
Los elementos de un Estado son: territorio, población, ley propia y Fuerzas
Armadas. El cuadrilátero de 600 kilómetros cuadrados, la frontera de Israel y el
río Litani demostró ser un Estado chiita de facto, gobernado y dirigido por el
Hezbollah y fuertemente apoyado por Irán, otro Estado chiíta contra quien se
dirigen las miradas de los neo-cons del Pentágono y el lobby sionista de Estados
Unidos.
Pero si el Tsahal (Ejército Israelí) no pudo contra la milicia Hezbollah, ahora
es harto difícil que el ejército de Estados Unidos pueda vencer las Guardias
Islámicas de Teherán. Y armadas con el misil chino Silkworm –que impactaron en
tres corbetas israelíes desde la plaza libanesa– nadie sabe que pasaría si
empiezan a impactar en los super-petroleros que salen del estrecho de Ormuz, ¿A
cuanto subiría el barril de petróleo? ¿A 150 dólares? ¿A 200? ¿Podrá el mundo de
hoy aguantar una suba quizás mayor a la del embargo petrolero de 1973?
La cantidad de opciones e hipótesis que se abren es muy grande. Lo que sí es
cierto es que la marcha del mundo no será la misma desde que las "ballestas
chinas" (o rusas en este caso) han vuelto obsoleta –y de un día para otro– a la
"caballería cara" del imperio.
(*) Coautor, junto con el vicecomodoro (R) Horacio Ricciardelli,
de Los Protocolos de la Corona Británica,
editorial Struhart, Buenos Aires, julio de 2004.