Medio Oriente - Asia - Africa
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La advertencia de Sir Richard
Ian Buckley
Hace unos pocos años, hubo una amarga disputa entre Grecia y una república
separada de la antigua Yugoslavia. La nueva nación quería llamarse Macedonia,
pero los griegos insistieron enérgicamente en que era un nombre que pertenecía
sólo a Grecia. Dijeron a la "Antigua república yugoslava": llámense como
quieran, pero no Macedonia. Para personas ajenas a la situación, podría parecer
una actitud absurda, pero James Frazer nos recuerda que todas las tribus y todos
los pueblos solían estar convencidos del poder del Nombre.
Me parece que uno de los peores errores cometidos por el mundo árabe fue que no
mostró la misma tenacidad que los griegos respecto a Macedonia. Nunca debiera
haber aceptado el uso de la palabra "Israel" para describir al Estado
establecido en tierras palestinas.
El nombre evoca demasiado: "aquel que lidia con Él", es decir con Dios. Infunde
un cierto sentido de aprobación divina. Es una palabra que no aparece sólo en
las letanías y oraciones de ortodoxos, católicos y anglicanos, sino también en
el Sagrado Qu'ran. Así lo sagrado se transforma en lo diabólico. Y así la Boda
de Sangre en Qana llega a suceder – hay que decirlo – ante la indiferencia del
mundo ‘civilizado’.
Sin embargo, en medio del aterrador poder y de la destrucción, existe la
esperanza. Como dice un sabio proverbio antiguo: "Sé siempre bueno con la gente
cuando vayas subiendo, porque podrías volver a encontrarla al ir hacia abajo."
Consideremos a China en 1900: grandes áreas ocupadas por potencias extranjeras,
todo el país saqueado por especuladores y bañado en narcóticos. Comparemos la
China de hoy con Gran Bretaña, una de las principales potencias ocupantes de
1900. Aunque probablemente sean demasiado corteses para mostrarlo, muchos chinos
deben sentir una cierta satisfacción ante el cambio relativo del poder y el
prestigio.
Napoleón fue una vez más poderoso que Bush y Olmert juntos; y llegó el día en el
que el Boletín del 29 Ejército anunció "la destrucción del Gran Ejército". Así
que es un error, por común que sea, suponer que las potencias intimadoras,
arrogantes, de nuestros días seguirán siendo para siempre fuertes y dominantes.
Pero también sería definitivamente erróneo suponer que el Eje de la Idiotez
podría haber llegado algún día a someter al mundo musulmán. Este Eje incluye
como sus miembros dirigentes a: un país inmenso con profundos problemas sociales
y económicos, pero una fuerte industria de armamentos; un pequeño país (ídem); y
finalmente a un país aún más pequeño – más pequeño que Nepal. Anglo-USA están
empantanados en Iraq y Afganistán, ‘Israel’ está en la misma situación en
Líbano. La exitosa resistencia de Hezbolá también debe inspirar esperanzas de
emulación, especialmente en Siria, y tal vez incluso en Egipto.
Antes de que los ingleses se volvieran aburridos, fastidiosos y corruptos –
recuerdo los ‘trajes vacíos’ del Nuevo Laborismo – érase una vez un inglés muy
interesante llamado Sir Richard Francis Burton, el-Hadj Abdullah. Vio las
fuentes del Nilo, y peregrinó a las ciudades santas de Medina y Meca. Como
miembro del orden sufí seguramente tenía una vena mística, que puede haberlo
llevado a la siguiente predicción del futuro, escrita a mediados de los años
ochenta del Siglo XIX:
"En cuanto a la restauración de Israel a la Tierra Santa, ese tema favorito de
la profecía y la poesía, ese ensueño del judío, por lo menos hasta que encontró
un país y un hogar en regiones mucho más felices más allá de sus antiguos lares,
no se necesita un don supernatural para señalar el curso natural de los
acontecimientos.
El mundo civilizado nunca toleraría la presencia de un credo que dice al hombre:
"Odia a tu prójimo a menos que sea uno de los tuyos" … Un año de espectáculos
semejantes sería más que suficiente para provocar la cólera y la venganza de la
humanidad indignada; la raza, cruel, fiera, tenaz, y desesperada como en los
días de Tito y Hadriano, se defendería hasta el fin; el resultado sería un nuevo
sitio y captura de Jerusalén, y el "Pueblo Elegido" yacería una vez más postrado
en su sangre y sería erradicado de la Tierra Santa."
Mi buen amigo Anwar me recuerda que las relaciones entre árabes y judíos, y por
cierto entre cristianos y musulmanes, fueron en general excelentes en la época
en que Burton escribió las palabras mencionadas. Sólo más adelante, después de
los días de Balfour, los palestinos llegaron a la escalofriante conclusión de
que terminarían por ser suplantados en su propio país.
Es exactamente la misma historia de insidioso desplazamiento que también se vio
en el caso de los indios usamericanos. También ellos fueron expulsados por
colonos que creían en el Destino Manifiesto, justificados una vez más por una
interpretación particular de la Torá y de la Tanach o sea el Antiguo Testamento.
La simpatía inicial se convirtió en hostilidad por razones obvias, y no se puede
culpar ni a los palestinos ni a los usamericanos nativos por ese cambio natural
en su actitud.
Impresiona el bajo porcentaje de racionalidad que prevalece en los asuntos
humanos. En Gran Bretaña, la BBC pasa horas advirtiendo sobre un cierto
fantástico complot de "islamofascistas", que al parecer quieren derribar aviones
reventando botellas de leche. Semejantes cabriolas son extrañas y disparatadas,
pero ayudan a que los incautos e ignorantes piensen que la víctima es realmente
el malvado.
Pero seguramente llegó la hora de utilizar un poco de tino.
Es hora de que los ciudadanos de ‘Israel’ escuchen y presten atención a Uri
Avnery, Gideon Levy y otros espíritus, aún más atrevidos. Hora de hacer T'shuva
[penitencia] y pedir perdón a los injustamente tratados palestinos – y
libaneses.
De otro modo, la advertencia de Sir Richard se hará realidad algún día. Tal vez
antes de lo que cualquiera de nosotros logra imaginar.
Germán Leyens es miembro de los colectivos de Rebelión y