Medio Oriente - Asia - Africa
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Terrorismo y la manipulación del miedo
La otra arma de EE.UU. y sus aliados
Juan C. Alfaro
La situación es por demás propicia para Bush. Tras imponer la "guerra
contraterrorista global" que alberga a todas las naciones del planeta,
Washington reafirma su propia doctrina de "seguridad nacional", agenda "guerras
preventivas" y pretende mostrarse como el paladín del siglo XXI, necesario para
terminar con esta amenaza.
Y no sólo a nivel planetario, sino también a nivel interno. Recordemos que en
noviembre próximo, en el país norteamericano se realizaran elecciones
parlamentarias. Según las encuestas, los republicanos pueden perder la mayoría
en ambas cámaras del Congreso.
Esto derivaría en un gran golpe a la alicaída administración Bush, que podría
derivar en un nuevo Watergate.
Entonces, al igual que en las elecciones presidenciales de 2004, una nueva
pequeña ayuda de Al Qaeda serviría de herramienta para revertir ese panorama.
Recordemos que en ese entonces, un video de Bin Laden amenazando con "ataque
terrorista a Nuevo York", permitió que Bush logrará su segundo mandato, ante una
campaña electoral bastante reñida.
Una receta tan propia del estadounidense, en el caso de su aliado español José
María Aznar, produjo que su rival José Luis Rodríguez Zapatero -luego de 11M,
llegara a la presidencia, ante sondeos previos que daban como ganador a Aznar.
En Italia, con Silvio Berlusconi (otro aliado de Bush), se intentó la misma
estrategia, con magros resultados. En marzo pasado, el entonces ministro de
Defensa, Antonio Martino, señaló que "no se puede excluir" la posibilidad de que
se produzca un atentado terrorista en vísperas de los comicios del 9 y 10 de
abril para influir en los resultados. Tal atentado nunca existió y el partido de
Berlusconi resulto gran perdedor de los comicios.
Quedó demostrado entonces, que sólo los estadounidenses fueron siempre los más
beneficiados por el "síndrome del terror"y así cumplir sus cometidos.
Un estudio realizado por IAR-Noticias refleja esta situación: El 11S, el 11M, y
el 7J, tuvieron como principal beneficiario político a Bush y a su
administración.
El estudio hace notar que con el 11S Washington consiguió el consenso para
invadir Iraq y Afganistán. Con el 11M y su impacto recreado en Estados Unidos,
Bush ganó la reelección presidencial en el 2004. Y con el 7J consiguieron
renovar y ampliar la ley Patriot, instrumento esencial de la "guerra
contraterrorista".
Además, cabe destacar que en cada una de las invasiones militares de Washington
para "terminar con el terrorismo" las corporaciones armamentistas, petroleras,
tecnológicas y de servicios del Complejo Militar Industrial estadounidense
obtuvieron inmensas sumas de dinero en ganancias.
En ese aspecto, Bin Laden y Al Qaeda, no son más que herramientas funcionales a
las necesidades de Washington que busca de un nuevo gran enemigo que sustituya a
la extinguida Unión Soviética y la amenaza del comunismo.
Y los resultados saltan a la vista. La potencia del norte esta logrando un
consenso local e internacional para que avalen y justifiquen sus políticas de
invasión militar en base a los diseños de su Imperio.
El "terrorismo internacional" entonces justifica la nueva "doctrina de seguridad
nacional" de Estados Unidos, las "guerras preventivas", el espionaje interno y
externo y además, elaboró una nueva "hipótesis de conflicto militar".
En un escenario internacional, donde las guerras militares convencionales entre
Estados no son frecuentes, el fantasma de Bin Laden sirve de pretexto para la
expansión militar estadounidense y la de sus aliados.
¿Somos pocos los que nos damos cuenta de esa situación? No, para gracia de la
humanidad en distintos sectores del globo las voces develadoras resuenan cada
vez más.
En Estados Unidos, según un sondeo realizado en mayo pasado por el prestigioso
instituto Zogby Internacional, sostiene que el 42 por ciento de los
estadounidenses duda de la versión oficial sobre el 11S. Además, estiman que la
comisión investigadora realizó una operación de encubrimiento. Pero también hay
un 44 por ciento que piensa que Bush utilizó los atentados para desencadenar la
guerra contra Iraq.
Desde otro punto, el general ruso Leonid Ivashov, quien era el jefe del Estado
Mayor de las fuerzas armadas rusas en el momento de los atentados del 11S, en
una nota publicada por Red Voltaire sostiene que el terrorismo internacional "no
existe" y que los atentados del 11 de septiembre "fueron un montaje".
"Lo que estamos viendo no es más que un terrorismo manipulado por las grandes
potencias y no existiría sin ellas", escribió Ivashov.
Más allá de las teorías de "complot" o de "atentado real" en torno al 11S, lo
cierto es que presuntamente Al Qaeda encarna una lucha islámica contra
occidente. Esta apreciación es por demás desacertada, y no sólo por lo que se
dice de este lado del mundo.
A principios de agosto, en medio de la agresión israelí al Líbano, un
presunto video televisado de Ayman al-Zawahiri, presentado como el "número 2 de
Al Qaeda", llamó a las comunidades sunitas y chiítas a unirse contra Israel.
Interrogado por la agencia rusa Ria-Novosti, un vocero del Hezbollah declaró que
el video era una falsificación preparada por los servicios de inteligencia
estadounidenses e israelíes. A su vez, subrayó que el movimiento chiíta no ha
tenido nunca, ni tendrá, relaciones con Al Qaeda debido a las divergencias
existentes entre ambos grupos, sobre todo en lo tocante a la religión y la
política.
"El Hezbollah defiende los intereses del Líbano y de todo el mundo árabe
mientras que Al Qaeda hace el juego de la administración estadounidense y sus
acciones no hacen otra cosa que perjudicar al Islam y a todos los musulmanes",
concluyó.
Terrorismo y miedo, la otra arma de Estados Unidos y sus aliados. O sino, cabe
meditar en esto. Washington va perdiendo la guerra contra el "terrorismo
islámico" en Iraq y Afganistán. Israel va perdiendo la guerra contra el
"terrorismo islámico" en Líbano y Medio Oriente.
Ante esta situación adversa, como caído del cielo aparece un nuevo "potencial
atentado terrorista".
En consecuencia, hasta ahora nadie, ni Estados Unidos con la CIA aportan datos
precisos de la existencia o de la muerte de Bin Laden, y todavía nadie reveló
como pudo escapar del cerco militar y de los misiles en Afganistán.
Osama, el escurridizo, desapareció sin dejar rastros, a pesar de que
oficialmente lo buscan por doquier todos los servicios de inteligencia del
mundo, mientras tanto, la "guerra contra el terrorismo" sigue su marcha
siniestra.
jcalfaro@prensamercosur.com.ar