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Los intelectuales israelíes aman la guerra
Ran HaCohen*
Todas las generalizaciones son incorrectas, excepto esta: los intelectuales
progresistas israelíes están en contra de la guerra. Siempre lo han estado e,
incluso, han sufrido mucho por sus posiciones críticas, como suelen afirmar
orgullosamente. Estuvieron en contra de la guerra anterior, estarán en contra de
la próxima, están en contra de todas las guerras, con una sola excepción: la
guerra actual, todas las guerras actuales, a las cuales siempre apoyan. Porque
la guerra actual es, cómo decirlo, ¡completamente distinta de todas las otras
guerras! ¿Cómo puede alguien ni siquiera compararlas? La guerra actual siempre
es inevitable, y necesaria, y digna de apoyo.
Para quienes imaginan que la élite intelectual israelí es un oasis de
progresistas racionales, moderados y amantes de la paz, a continuación expongo
una semblanza de estos líderes intelectuales en su marcha patriótica en apoyo de
la devastación de Líbano.
De 1948 a 1984 Ari Shavit, periodista de Ha¹aretz y en algún tiempo militante de
Peace Now y miembro de la Asociación por los Derechos Civiles en Israel (ACRI),
escribe, ³En estos momentos Israel está librando la guerra más justa de su
historia. Por ello, todos los que deseen que en el futuro Israel se retire de
los territorios ocupados a fronteras permanentes reconocidas, deben apoyar a
Israel en esta guerra. Todos los que deseen paz, estabilidad y el fin de la
ocupación deben apoyar a Israel en su justa guerra.² (Ha¹aretz, 18 de julio de
2006). En pocas palabras, la guerra es la paz y la paz es la guerra, e Israel
está devastando Líbano únicamente para devolverles la libertad a los palestinos.
Si parece que Shavit se inspiró en la literatura (George Orwell), el historiador
Yosef Gorny, profesor de la Universidad de Tel Aviv, prefiere volver a la
Historia, con mayúscula. En un artículo titulado ³La segunda Guerra de
Independencia² (¡sic!), escribe: ³Cuando Irán amenaza al mundo libre, esta lucha
contra sus agentes en el Líbano es una guerra por la existencia futura del
estado de Israel. En este sentido, aunque las circunstancias sean completamente
distintas, la lucha por la creación del estado durante la Guerra de
Independencia de hace casi sesenta años y la guerra de hoy tienen un denominador
común, que es también su justificación común: la lucha por nuestra existencia
nacional.² (Ha¹aretz, 30 de julio de 2006). Las palabras de Gorny son un poco
más patéticas que las de otros, pero está claro que la noción de que Hizbulá
constituye una amenaza para la existencia de Israel, reciclada incesantemente,
les ha lavado el cerebro a muchos israelíes. El dramaturgo Yehoshua Sobol, por
ejemplo, describe el ataque de Hizbulá (así como los cohetes Qassam disparados
desde Gaza) como ³un anuncio de que nuestro propio ser no tiene derecho a
existir.² (Ma¹ariv, 21 de julio de 2006). Aunque parezca demencial, se ha
persuadido a la gente de que el hecho de que una buena parte de Israel esté al
alcance de los cohetes de Hizbulá es una amenaza para su existencia, pero, al
mismo tiempo, no conciben que el hecho de que todo el Oriente Próximo y mucho
más allá- esté al alcance de las armas convencionales y no convencionales de
Israel sea una amenaza para la existencia de otros: después de todo, Israel es
un país responsable que sólo quiere paz...
El escritor A.B. Yehoshua, autodenominado ³hombre de paz², lo dice todo con el
primitivo estilo que lo caracteriza: ³Por fin tenemos una guerra justa, así que
no debemos permitir que se desgaste hasta que se convierta en injusta.² (Ha¹aretz,
21 de julio de 2006).
Mátenlos a todos ³Por fin², dice Yehoshua con franqueza: por lo visto el viejo
³pacifista² había anhelado la guerra durante mucho tiempo. Affe Eitam, el líder
fascista israelí, admitió en una ocasión que lo que verdaderamente lo estremece
de emoción es ³la visión de hombres yendo a la guerra²; para Yehoshua, el efecto
deseado es la purificación. Hace dos años soñaba con sangrientas operaciones
israelíes en Gaza; su sueño se ha vuelto realidad, aunque ahora tiene poca
cobertura en los medios debido a Líbano: ³Después de que tomemos los
asentamientos... usaremos la fuerza contra toda la población, usaremos la fuerza
de manera definitiva... Le cortaremos la electricidad a Gaza. Le cortaremos las
comunicaciones. Detendremos el suministro de combustible a Gaza... No será una
guerra deseada, pero sí una guerra purificadora.² (Ha¹aretz, 19 de marzo de
2004).
Rafi Ginat, redactor jefe del diario más vendido de Israel, tiene fantasías aún
más plásticas. En la primera plana de su periódico insta al gobierno a ³arrasar
los pueblos que amparen a terroristas de Hizbulá² y ³regar con fuego a los
terroristas de Hizbulá, a quienes los ayuden, a sus colaboradores y a los que
miren para otro lado, y a todo el que huela a Hizbulá, y que sean sus inocentes
los que mueran, no los nuestros.² (Yediot Ahronot, 28 de julio de 2006).
Interludio poético Por lo general, los compositores y cantantes populares, como
el ortodoxo Amir Benayon, no son muy progresistas, así que a nadie le llama la
atención que Benayon les dé a los mismos pensamientos un tinte más poético: ³Los
que me odian se apresuran a secuestrarme, a eliminarme, Y me inyectan veneno...
El enemigo cruel asesina a otro niño, Y el enemigo debe morir... debe morir...²
Los intelectuales israelíes, sin embargo, no dan importancia a este típico
³primitivismo oriental². Nosotros, los progresistas, tenemos a nuestros poetas
de altos vuelos, gusto refinado y asombrosa erudición. Como Ilan Shenfeld, que
se declara ³de izquierdas de toda la vida², razón por la cual como todo poeta
verdadero- sufre tanto con esta guerra: ³No es fácil para mí escribir un poema
que apoye la guerra y pida la invasión de un área soberana de otro estado y su
devastación.² Shenfeld venció esta dificultad, y el poema en el cual alude al
³poeta nacional² Bialik, demuestra una vez más que la verdadera agonía siempre
produce la mejor poesía: ³Marchad sobre Líbano y también sobre Gaza con arados y
sal.
Destruid hasta su último habitante.
Convertidlos en áridos desiertos, en un valle emponzoñado y despoblado.
Porque anhelábamos la paz y la queríamos, destruimos primero nuestras casas,
Pero fue un regalo desperdiciado en esos asesinos con barbas y cintas de la
Jihad, Que gritan: O¡Matadlos ahora!¹ y que no conocen el amor ni la paz, Ni
dios ni padre...
Salvad a vuestro pueblo y haced bombas y dejadlas caer como lluvia en pueblos y
ciudades y casas hasta demolerlos.
Matadlos, derramad su sangre, aterrorizad sus vidas, no sea que intenten
destruirnos otra vez, hasta que desde las cimas de las montañas que explotan,
liberadas por vosotros, oigamos el sonido de súplicas y lamentos.
Y vuestros infiernos los cubran. Quienquiera que desdeñe un día sangriento debe
ser desdeñado. Salvad a vuestro pueblo y haced la guerra.² (Ynet, 30 de julio de
2006).
Amos Oz se prepara para los crímenes de guerra El poema de Shenfeld se publicó
el día de la (segunda) masacre en Qana, una coincidencia que hizo que hasta el
mismo poeta se sintiese algo avergonzado..
El baño de sangre, sin embargo, no habría avergonzado a un propagandista israelí
más experimentado, como Amos Oz, también conocido como la encarnación del
sionista pacifista. El mismo Oz que había apoyado al primer ministro Ehud Barak
mucho antes de que ahogase en sangre la Intifada, cuenta con la corta memoria de
sus lectores cuando escribe, con el orwelliano título de ³Por qué los misiles
israelíes golpean por la paz²: ³Muchas veces en el pasado el movimiento
pacifista israelí ha criticado las operaciones militares. Esta vez no... Esta
vez Israel no está invadiendo Líbano. Se está defendiendo... El movimiento
pacifista israelí debe apoyar a Israel en su intento por defenderse, siempre que
la operación tenga por objetivo principal a Hizbulá y deje a salvo, en la medida
de lo posible, las vidas de civiles libaneses.² (Los Angeles Times, 19 de julio
de 2006).
Y aquí, no vaya a ser que alguna matanza de civiles perpetrada en el futuro
pueda avergonzarlo, Oz no se olvida de agregar un tema usual de la propaganda:
³(Esta no es siempre una tarea fácil, pues con frecuencia los lanzadores de
cohetes de Hizbulá usan a los civiles libaneses como escudos humanos.)² El
enemigo interior Hizbulá no es el único enemigo de Israel: los intelectuales
altermundialistas son uno de los blancos preferidos de nuestros patriotas.
Comentando la carta abierta en contra de la guerra de Noam Chomsky, Arundhati
Roy, José Saramago, Howard Sinn y Noami Klein, la destacada crítica literaria
Ariana Melamed los iguala con el filósofo nazi Martin Heidegger (Ynet, 24 de
julio de 2006), nada menos. ¿Qué diablos tienen en común? Bueno, todos son
intelectuales que están equivocados.
Pero el peor de los enemigos es el enemigo interno. El profesor Gershom Shaked,
estudioso de la literatura hebrea, acusa a ³la izquierda [israelí]² de ³desear
complacer tanto a los europeos² que llega a ³perder todo criterio moral, para no
mencionar un mínimo de patriotismo.² Similar, aunque algo más detallada, es la
explicación del periodista y analista Dan Margalit, quien acusa abiertamente a
la ³izquierda radical² (refiriéndose al sionista de la izquierda liberal
Shulamit Aloni) no sólo de estar en un ³abismo moral sin precedentes² sino
también ³de amar a su amo de Beirut, Damasco y Teherán.
(Ma'ariv, 26 de julio de 2006).
Grandes analogías El profesor Oz Almog, sociólogo de Haifa, ha descubierto
repentinamente ³una similitud asombrosa entre 1933 y 2006²: el presidente de
Irán sería el nuevo Adolfo Hitler, ³el fundamentalismo islámico² el nuevo
nazismo y todos los que se atreven a criticar las atrocidades de Israel, los
herederos de los antisemitas europeos (Ynet, 30 de julio de 2006). Estas
analogías históricas tan banales siempre están a la mano. En los días más
sangrientos de la Intifada, durante la ²Operación Escudo de Defensa², el
escritor Yoram Kanyuk, que alguna vez durante el milenio pasado se jactó de su
militancia por la paz, había expresado su apoyo a Ariel Sharon, por entonces
líder del Likud, comparándolo con Winston Churchill (Ha¹aretz, 15 de mayo de
2002).
Ahora, a Kanyuk le cuesta mucho no comparar al primer ministro Ehud Olmert con
un nuevo Napoleón, ¿o se trata de Julio César? ³A pesar de los asesinatos
masivos, apoyo esta guerra y apoyo a Olmert, que está dirigiendo una guerra
importante, principal, quizá incluso mítica. En un tiempo muy breve se ha
convertido en un gran comandante.² (Ynet, 23 de julio de 2006).
Cuando había que justificar la invasión usamericana de Iraq, Kanyuk comparó a
Saddam Hussein con Hitler (Ha¹aretz, 8 de octubre de 2002). Al salir de la
afilada pluma de Kanyuk, Hitler logró moverse unos cientos de kilómetros al
este, convertirse al Islam shi¹i y hasta dejarse barba, pero no pudo engañar a
nuestro detective literario, que convierte la II Guerra Mundial y el Armagedón
en una III Guerra Mundial hecha en Israel: ³Los iraníes y Hizbulá dicen
exactamente lo que piensan. Quieren conducirnos a una fuerte crisis y luego
encontrar la forma de eliminarnos. Cuando Hitler habló en estos términos, la
gente se reía del payaso. La izquierda todavía ríe. Pero en su descargo puede
decirse que en esos días la izquierda internacional también reía. Europa, donde
viven cientos de miles de musulmanes, extremistas muchos de ellos, recibirá el
golpe, porque la nueva guerra mundial comienza con un pequeño paso en Bint Jbeil.²
(Ynet, 4 de agosto de 2006) El silencio de las palomas Como en todas las
atrocidades, están los consabidos espectadores: los que apoyan la maldad porque
no hacen nada para detenerla. Esta no es una posición sorprendente para un
conocido novelista como Shulamit Lapid, cuya gran sabiduría y modestia
produjeron esta perla: ³No quiero decir nada, porque todo es tan dinámico, y lo
que es cierto hoy no lo será mañana... Sería insolente de mi parte expresar
alguna opinión al respecto.² (Ha¹aretz, 21 de julio de 2006) Todavía más
decepcionante, sin embargo, es el cantante Aviv Gefen, quien para muchos
israelíes es la encarnación del cantante de protesta de izquierdas: ³Soy un
hombre de paz, disidente, pacifista, ya sabes. Pero ellos nos impusieron la
guerra. No veo ninguna otra forma de evitarla... Me opongo rotundamente a la
ocupación, pero hoy pienso que debemos mantenernos callados por un tiempo.² (Walla,
5 de agosto de 2006).
*El Dr. Ran HaCohen es profesor universitario en Israel, donde su
obra ha tenido amplia difusión.
Publicado originalmente en http://antiwar.com/hacohen/?articleid=9486
Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Chelo Ramos
Chelo Ramos es miembro de los colectivos de Rebelión y Tlaxcala, la red de
traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir
libremente a condición de mencionar al autor, al traductor y la fuente.
Fuente: lafogata.org