Medio Oriente - Asia - Africa
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Hizbolá: algo más que terroristas
Antonio Martínez Castro
El domingo pasado fui a una concentración frente a la Embajada de Israel en
Madrid y encontré a muchos camaradas, amigos de la Universidad, o compañeros que
trabajaron conmigo en el Cervantes de Beirut o en el Comité de Solidaridad con
la Causa Árabe. En todos los casos, al acercarse sonrientes para saludarme,
antes de preguntarme ³¿cómo te va?² e interesarse por mi estado, me decían ³baja
esa bandera², ³¿qué haces?². Y es que yo llevaba una bandera de Hizbolá y, por
supuesto, dejé ondeando al viento la bandera mientras discutía infinidad de
aspectos que son los que ahora me llevan a escribir esto. Ya que a mi entender,
se hacen necesarias algunas precisiones sobre la naturaleza y el papel de
Hizbolá.
La bandera flameaba y todos los árabes con los que cruzaba la vista me sonreían.
Uno que estaba a mi lado me dijo ³ponte en la primera fila para que te vea la
televisión², y otro, que más tarde me veía distraído y enfrascado en una
discusión, me asaltó ³déjamela a mí, yo la agito². Y es que los árabes son una
realidad y nosotros otra. ¿O no? En cualquier caso la lengua con la que se
designa a la realidad en la prensa son muy diferentes a uno y otro lado.
Nuestras formas de entender no creo que sean diferentes, los conceptos son
universales, pero el lenguaje deforma nuestra percepción y se hace necesario
compartir un mismo lenguaje para entenderse. Una u otra palabra, para designar a
una misma realidad, puede hacer que sientas brío o sonrojo al flamear una misma
bandera.
Primero, algo obvio sobre Hizbolá. Evidentemente no es ³un grupo terrorista², ni
³una guerrilla², ni ³una milicia² como pretende la Resolución 1559. ¿Por qué?
Vayamos término por término.
El uso que se hace del término ³terrorista² es realmente increíble y se le dan
varios significados. Por una parte, la mayoría acepta por terrorista quien
designe la Administración Norteamericana como tal, así de simple.
Después hace una lista en la que incluye los nombres de las organizaciones,
partidos o estados que le parecen molestos en algún lugar del mundo.
Recientemente hemos visto cómo han quitado a Libia. En su día metieron a Hamás.
Todavía no entiendo cómo los dejaron participar en las elecciones palestinas.
Por otra parte, aún con imprecisión, podemos aceptar por terrorismo el hecho de
asesinar civiles indiscriminadamente para conseguir un fin político. Las
operaciones de Hizbolá operaciones y no atentados- antes de este conflicto
siempre se han dirigido exclusivamente a militares del Tsahal.
Por ³guerrilla² siempre se ha entendido un grupo armado que quiere hacerse con
el poder del país de forma no democrática para cambiar el modelo político. Nada
más lejos en el caso de Hizbolá puesto que nunca ha utilizado sus armas contra
el Ejército Libanés y además, no sólo tiene dos ministros en el gobierno actual
y varios diputados en el parlamento, sino que en las elecciones de mayo de 2005
fue el partido político más votado del Líbano y, por si alguien dudase de su
carácter nacional y democrático, tiene suscrita una alianza con el Partido
Nacional Libre del general Michel Aoun, compuesto en su gran mayoría por
cristianos. Hay muchos ejemplos de honestidad democrática en la persona de Hasan
Nasralá, cualquiera que haya seguido la ajetreada política libanesa sabe el
respeto que le dispensan en todas las esferas empezando por el difunto Rafiq al-Hariri.
Con ³milicia², en el contexto de la Guerra Civil Libanesa, se ha designado a los
brazos armados de los partidos políticos que, además, generalmente estaban
vinculados a una confesión. Estas milicias, por tanto, se consagraban a proteger
sus intereses confesionales y políticos frente a otros partidos. Hizbolá,
después de la Guerra, nunca ha utilizado sus armas para dirimir disputas
internas. Es más, cuando se retiró Israel del Sur del Líbano en el año 2000 y no
acogió en su territorio más que a los líderes del colaboracionista ESL (Ejército
del Sur del Líbano) dejando del lado libanés a la tropa, no se supo de nadie en
Hizbolá que tomará represalias contra los que durante muchos años anduvieron
torturándoles ante los ojos de oficiales israelíes en la prisión de Jiam.
Incluso en Bint Ybeil, conocidos por todos, todavía viven los soplones de
Israel. No obstante, a raíz de la resolución 1559 que en su segundo artículo
pide el desarme de las milicias en Líbano, algunos han propuesto la definición
que les conviene para desarmar a Hizbolá y a los palestinos dentro de los
campos: todo ejército no regular.
Y es que Hizbolá es, en parte, un partido democrático dentro de Líbano y un
movimiento de resistencia islámica- y así es como ellos se llaman a sí mismos-
cuyo objetivo es defender al país de las permanentes agresiones israelíes y
restituir la soberanía nacional libanesa combatiendo la Ocupación Israelí de las
Granjas de La Chebáa, las alturas de Kfar Chuba y el pueblo de Najila.
Pero Hizbolá no es sólo eso, es mucho más. La televisión al-Manar que las
Fuerzas de Ocupación del Ente Sionista bombardearon nada más empezar su
agresión, al más puro estilo de la OTAN en Kosovo o del golpe de estado en
Rusia, y que ya había sido prohibida en Europa y EEUU, ¿qué delito cometió?
¿gozar de libertad de expresión? Asimismo la revista semanal y la página de
Internet al-Intiqad ¿Por qué no se puede abrir en internet? Aún con todo,
alguien podría decir que se trata de aparatos de propaganda propios de cada
partido, así que sigamos.
La minoría chií siempre ha sido la tesela menos destacada del mosaico libanés.
Siempre ha estado oprimida y mal o nada representada, sus partidarios
constituyen el sector más desfavorecido del Líbano. De hecho, la mayor parte de
los que han hecho posible el progreso del peso político de Hizbolá son los
desplazados de la anterior ocupación israelí que, procedentes del Sur, se
afincaron en la Dahiya Yanubiya y en Harat Harek, barrios del Sur de Beirut,
rodeados de campos de refugiados palestinos como Bury el Bereyneh, Chatila, etc.
Y que hoy, de nuevo, se ven desplazados. La avenida Hadi Nasralá, de la que poco
debe quedar a estas horas, era un ejemplo de urbanismo sin parangón en todo
Beirut; avenidas con aceras e islitas, pequeñas zonas verdes, pasos de cebra,
semáforos, edificios modernos de ocho o más plantas en sintonía, con sentido de
conjunto. (Quien haya visitado Beirut, valorará estas palabras).
Toda esa gente pobre que estaba construyendo un presente democrático y
organizado son las principales víctimas de esta guerra. Aunque esta guerra, no
lo olvidemos, va dirigida a todos los libaneses sin excepción. En esos barrios
hoy masacrados y abandonados, Hizbolá atendía a los ciudadanos y llenaba a
través de una amplia red de asistencia social el hueco dejado por las
instituciones gubernamentales de un estado ausente y malogrado. Al menos tres
hospitales, varias escuelas, centros de estudios y de investigación, fondos de
ayuda a los huérfanos y a las familias de los mártires (otra palabra con muy
distinto valor aquí y allí), y un largo etc. Ni que decir tiene que son obras
sociales, muy distantes de las religiosas o militares, con las que Hizbolá ha
ganado un amplio respaldo popular al brindarle una brizna de esperanza.
Y así necesitaríamos horas para Otraducir¹ términos como ³conflicto² por
³guerra², ³secuestrados² por ³prisioneros de guerra², ³concesión² por ³derecho²,
³estado de Israel² por ³ente sionista², ³operación² por ³atentado², ³mártir² por
³suicida², ³terrorista o miliciano² por ³combatiente² que nos desfiguran la
realidad y nos llevan inconscientemente, y esto es lo peligroso, a posturas
conciliadoras con el imperialismo. De hecho al hablar del tema, solo por el
lenguaje, ya se ve si nos podemos entender o no.
HIZBOLÁ FRENTE A ISRAEL EN LA GUERRA ACTUAL Cuando Condoleezza Rice dijo que lo
que estamos presenciando no son más que las contracciones de un nuevo Oriente
Medio que va a ver la luz, se puso de manifiesto que la razón de la guerra
obedece a un plan norteamericano israelí -previo a la captura de soldados- para
implantar un nuevo orden en la región. Y en ese plan Israel es la mano de hierro
que ejecuta esa política unilateral e impuesta. Israel no quiere vivir en paz,
no quiere permanecer ni insertarse en el entorno. Si quisiese, negociaría
tomando como base la iniciativa árabe de la Cumbre de Beirut de 2002, la Hoja de
Ruta o los defenestrados Acuerdos de Oslo.
Pero Israel no quiere negociar. Su ejército, el Tsahal, es el único elemento de
cohesión de una sociedad artificial, cobarde y paranoica cuyo gobierno solo
entiende el lenguaje de las armas con sus vecinos. Se sabe el Ejército más
moderno y el Estado solo se apoya en su arrogancia y en la política de hechos
consumados mediante el uso ciego de la fuerza. Ese es el único lenguaje que
entiende. No respeta la vía diplomática o del diálogo, ni a los representantes
electos, ni la legalidad internacional. Frente a esta actuación, la lógica de la
resistencia es la más eficaz. Capturar prisioneros y forzar a negociar. De
hecho, esta ha sido la única forma de sentarlos a negociar en repetidas
ocasiones. Además, apresar militares israelíes mientras haya presos libaneses en
Israel es un deber moral para forzar el intercambio para conseguir su
liberación.
La Resistencia Islámica, que tomó el relevo de la Resistencia Nacional en el 82
tras liberar Beirut, en los sucesivos intercambios de prisioneros y de cadáveres
(1985, 1996 y 2004) ha recuperado presos del Partido Comunista Libanés, gesto
que da una semblanza de su sentido nacional más allá del confesional, y
prisioneros de otros países árabes, que le da el sentido de lucha por la Causa
Árabe, es decir por la liberación de Palestina. Y es que esta cuestión se omite
frecuentemente en la prensa, pero detrás de quitar las armas a Hizbolá viene la
nacionalización o la expatriación de los refugiados palestinos del Líbano, ya
que es necesario acabar con todas las fuerzas discordantes para hacer posible el
parto que propone Rice.
Israel sabe muy bien que no puede acabar militarmente con la Resistencia, por
eso destruye sociedades, sobre todo si son democráticas como las de Palestina y
Líbano, para impedir que ningún país de su entorno pueda prosperar y así
eternizar los desequilibrios y posponer indeterminadamente una solución para la
región. El primer objetivo es destruir y el segundo castigar a la población
civil por haber votado a quien no les conviene a ellos. Invertir con las armas
el resultado democrático, arrancarles a Hamás y Hizbolá el respaldo popular que
los sustenta. Una estrategia bruta, antidemocrática y criminal que además una y
otra vez se demuestra inútil.
Preguntémonos: ¿Es Israel un enemigo del Líbano? Sí, no cabe la menor duda de
que la política hostil y agresora de Israel supone una amenaza constante al
Líbano. ¿Puede el Ejército Libanés enfrentarse a Israel? No, por la falta de
misiles, de cazas (que tiene prohibido por los acuerdos de Taif -¡Qué glorioso y
valiente el Ejército del aire israelí que bombardea durante un mes un país que
tiene prohibida la aviación militar y los mísiles tierra aire!) y sobre todo por
la falta de consenso político que lo tiene relegado a desempeñar funciones
administrativas y de prevención de disturbios internos. Además el 85 por ciento
de su material es estadounidense y es completamente inútil frente a Israel. Un
ejemplo; el ejército del aire libanés tiene 30 helicópteros Bell UH-1H de los
que se hicieron famosos en la guerra de Vietnam hace 40 años y que ahora están
jubilados en la mayor parte del mundo. Aparte de ser poco más que chatarra
frente a las armas israelíes, los estadounidenses se los vendieron en
condiciones escandalosas: prohibición de ponerles radares y de proveerlos de
armas, incluso ametralladoras, con el fin de proteger a Israel. La desfachatez
de la administración norteamericana es asombrosa; a la vez que morían cuatro
militares libaneses al estrellarse el 5 de mayo un helicóptero por su mal estado
(no les vendían siquiera piezas de recambio), especialistas del Pentágono
visitaban el Ministerio del Interior Libanés para negociar la venta de los más
sofisticados y modernos sistema de defensa y vigilancia para instalar en la
frontera con Siria.
La Resistencia Islámica de Hizbolá, al igual que en sus obras sociales, nace de
una necesidad nacional y de la falta de consenso a nivel institucional y de
gobierno. Seguramente Hizbolá no sea en absoluto la mejor opción, pero, ahora,
sobre el terreno es la única. Esto tiene que estar muy claro. Y en efecto todo
el Líbano está unido a la Resistencia porque saben por la experiencia que si no
lo estuviesen estallaría la guerra civil y la posible fragmentación del país.
Por lo tanto, solo alinearse con la resistencia de Hizbolá garantiza la
integridad, la unidad y la soberanía libanesas.
HIZBOLÁ Y EL RENACER DE LA CAUSA ÁRABE Hace casi 40 años, en junio del 67, los
árabes salieron de la historia o pasaron a un tercer plano. Hoy han vuelto a
entrar con el mismo enemigo enfrente, pero planteando una nueva estrategia
defensiva. Al igual que en el 67, los resultados de este nuevo episodio van a
influir de manera directa- bien como un lento resurgir, bien como otro largo
letargo- en el mundo árabo-islámico desde Irán a Sudán, pasando por Siria, Irak,
Palestina, Líbano y Somalia.
De hecho, 40 años después del fracaso Naserista, los Estados Árabes y sus
ejércitos regulares son incapaces de enarbolar la bandera de la Causa Árabe
debido a tanto contemporizar en busca de su propia estabilidad. Por eso, si el
arrojo de Hizbolá y Hamás se propaga entre los pueblos de la región y
desestabiliza los gobiernos y las monarquías ³moderados² supondrá el mayor
triunfo de la democracia, de la democracia verdadera y no como resultado de una
política impuesta por EEUU e Israel. Esta es la única esperanza a corto plazo
para el mundo árabe islámico de parar la fragmentación interna y el
neocolonialismo occidental.
Porque no lo olvidemos, la reciente agresión israelí al Líbano no es más que el
último episodio de una larga guerra que lleva casi un siglo y que por supuesto
no es consecuencia de la captura de los dos soldados prisioneros.
Hoy, después de un mes de atroces bombardeos y de negociaciones, no podemos
ignorar como viene haciendo en la prensa- la relación entre el asesinato de
Rafiq al-Hariri y el proyecto norteamericano-israelí en la zona que abarca desde
la tregua de 1949, pasando por las invasiones y ocupación de 1978 y de 1982 y la
retirada del 2000, hasta lo que vemos hoy y lo que falta por venir.