El juicio de Nuremberg se considera un punto de
inflexión en los horrores de la guerra. Lo visto en los campos de concentración
nazis abre los ojos a la comunidad internacional para juzgar crímenes de lesa
humanidad. La ofensa no se cometió contra una etnia, un grupo social, una clase,
un grupo político, un pueblo. Quien sufre la ignominia es la condición humana.
La forma de actuar del Tercer Reich buscó aniquilar cuanto consideraba un
obstáculo a su proyecto. Homosexuales, lesbianas, comunistas, enfermos
mentales, deformes, gitanos, socialistas, socialdemócratas, demócratas,
defensores de las libertades civiles entre ellos judíos. No distinguió
nacionalidades.
Rumanos, polacos, rusos, franceses, españoles. Tampoco le preocupó el sexo
o la edad. Mujeres, niños y hombres murieron en las cámaras de gas o fueron
utilizados tal conejillos de indias en experimentos. Otros trabajaron en
las fábricas para los industriales y empresarios en condición de presos. Hubo
amantes e informadores al servicio de la Gestapo, no lo olvidemos también
judíos. Los horrores de Trevinka o Auschwitz nos sitúan ante una
pesadilla. Las imágenes de la segunda guerra unen liberación con trajes a rayas
de cientos de personas demacradas y esqueléticas con los ojos ahuecados
incrédulas con la llegada de los ejércitos aliados más atónitos al
descubrir su existencia. Esquizofrenia unida con los fotogramas de palas
mecánicas sin compasión empujando cadáveres en fosas abiertas para recibir los
cuerpos en cal viva.
Muchos, aceptamos la historia oficial del Holocausto. Por consiguiente,
reducimos el problema a Hitler, a su proyecto y a un espacio , el alemán y a su
ideología: el antisemitismo. Dos Hitler no podrán sucederse en el tiempo.
Además, el sentimiento de culpa empapó las almas de Occidente. Hay que
redimir a los judíos, sus víctimas. Hananh Arendt, dirá que el antisemitismo
despertó la bestia, el peor totalitarismo en la faz de la tierra, el nazi.
Había que restituir el equilibrio ante el sufrimiento. El Estado de Israel se
crea para dar satisfacción a los tiempos difíciles del Holocausto y
ocultar la mala conciencia de Occidente. ¿Quizás su Aantisemitismo?.
Empieza otro calvario y peregrinar, el del pueblo Palestino. En nombre del
antisemitismo y el Holocausto, se impondrá una versión interesada y maniquea del
Tercer Reich, del nazismo y del fascismo. En él, solo los judíos emergen como
las víctimas desaparecen "los otros". Los igualmente perseguidos, torturados, y
asesinados por el Tercer Reich. En tiempos de guerra fría, los nazis
son útiles en la lucha contra el comunismo y el marxismo. Occidente medita una
salida negociada. Los enemigos de ayer, son los amigos de hoy. Nuevas
identidades, pasaportes. La iglesia los protege. Ocultados en el Vaticano,
Londres, Paris, Chile, Argentina, España o Estados Unidos. Ahora son defensores
de los valores tradicionales, el orden, Dios, el Estado y la Familia.
¿Fue el antisemitismo la causa del problema? ¿Un hecho alemán?. Zygmunt Bauman
en uno de los libros mas destacados del siglo XX, Modernidad y Holocausto,
perseguido por el lobby judío internacional, premio europeo Amalfi de Sociología
en 1989, y solo publicado en castellano por Sequitur apunta el
peligro de esta concepción: "El ejercicio de centrarse en la alemanidad del
crimen considerándola como un aspecto en el que reside la explicación de lo
sucedido es al mismo tiempo un ejercicio que exonera a todos los demás y
especialmente todo lo demás. Suponer que los autores del Holocausto fueron una
herida o una enfermedad de nuestra civilización y no uno de sus productos,
genuino aunque terrorífico, trae consigo no sólo un consuelo moral de la
autoexculpación sino también la amenaza del desarme moral y político. Todo
sucedió "allí", en otro tiempo, en otro país. Cuanto mas culpable sean "ellos",
más a salvo estará el resto de "nosotros" y menos tendremos que defender esa
seguridad. Y si la atribución de culpa se considera equivalente a la
localización de las causas, ya no cabe poner en duda la inocencia y rectitud del
sistema social del que nos sentimos tan orgullosos. El efecto final consiste,
paradójicamente en quitar el aguijón del recuerdo del Holocausto." Este párrafo
condensa la realidad. El Holocausto no es una irracionalidad, ni producto del
antisemitismo. El Reich nunca creyó en dicha práctica. Por el contrario, resulto
contraproducente. Todos los estudios lo dicen. La razón para perseguir a los
judíos era otra: Hitler creía que los judíos, al no tener Estado territorial, no
podían participar de la lucha universal en su forma habitual, es decir en una
guerra por conquistar tierras y por lo tanto tenían que utilizar métodos
indecentes y turbios. Esto los convertía en un enemigo formidable y siniestro.
Hoy, el Estado de Israel, practica la solución final en tanto es parte de
la modernidad. Resultado del encuentro, dirá Bauman de factores corrientes y
vulgares... posibles por la emancipación del Estado político - de su monopolio
de la violencia y de sus audaces ambiciones de ingeniería social- del control
social, como consecuencia del progresivo desmantelamiento de las fuentes de
poder y de las instituciones no políticas de la auto-regulación social.
El Holocausto es el crimen del Estado de Israel contra el Líbano y
Palestina. Bombas de racimo, armas químicas y sobre todo la emergencia del
sionismo, fundado en el falso antisemitismo, como escusa para justificar la
muerte de cientos de civiles en Beirut y la solución final. El exterminio. La
lógica de occidente obliga hoy más que nunca a revisar de qué forma se construyó
la explicación del Holocausto. De lo contrario las matanzas en nombre de la
civilización judío -cristiana seguirán produciendose y exculpando a Estados
criminales como Israel, ante la pasividad y complicidad de sus aliados. Los
bombardeos contra en Líbano y los territorios de Palestina son crímenes contra
la humanidad. Deben ser juzgados. Nuremberg abrió el camino. El Holocausto se
repite.