Medio Oriente - Asia - Africa
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Hezbollah usa fortificaciones subterráneas para contraatacar
Los túneles de Vietnam de los que ahora habla Israel
Era una red de 300 kilómetros.
Y fue clave para derrotar al ejército de EE.UU.
Juan Carlos Algañaraz
Madrid. Corresponsal
jcalganaraz@clarin.com
La red subterránea de túneles, trincheras, pasillos y fortificaciones
construidas durante los últimos cinco años por Hezbollah, de acuerdo al modelo
vietnamita en la zona de Cu Chi, está siendo uno de los factores cruciales de la
tenaz resistencia de los milicianos contra las fuerzas de Israel.
Solo la utilización de este sistema "a la vietnamita" explica que Hezbollah
resista a tan tremendo poder de fuego. Además, la otra novedad, ha sido que en
la vecina villa de Marum Al Ras, pegada a la frontera y controlada oficialmente
por Israel, un grupo de guerrilleros surgidos como por arte de magia dispararon
ayer un obús antitanque contra un blindado al que destruyeron hiriendo a cuatro
miembros de la tripulación y dando muerte a otro. Después desaparecieron sin que
pudieran ser encontrados.
¿Y cómo eran esos fabulosos túneles de Cu Chi que fueron una de las bazas más
importantes del Vietcong para derrotar a los norteamericanos en una zona próxima
a Saigón, bombardeada por los octoreactores B-52 hasta convertirla en un paisaje
lunar?. Los vietnamitas que luchaban en el Vietminh contra los franceses,
hicieron frente a su poder de fuego, enterrándose bajo tierra y luchando
amparados por una red de túneles en la zona de Cu Chi, que comienza a extenderse
a unos 40 kilómetros al noroeste de la capital de Vietnam. Después de derrotar a
los franceses, los heroicos vietnamitas se enfrentaron con los norteamericanos
encuadrados en el Frente de Liberación Nacional que, despectivamente, los
invasores llamaban el "Vietcong".
Esa zona de Cu Chi se llamaba para EE.UU. "el Triángulo de Hierro" por la tenaz
resistencia que les oponían los mejores guerrilleros de la historia. La
construcción del sistema de túneles, que se extendió por más de 300 kilómetros,
interconectaba aldeas, llegó a albergar hasta diez mil personas, servía para
resistir a los feroces bombardeos, acumular armas y víveres, curar a los
heridos, y hasta divertirse con espectáculos de baile folklórico y compañías de
artistas que visitaban los túneles. "Si quiere saber hasta dónde llegó el
heroísmo de nuestra gente no deje de visitar Cu Chí. Piense que muchos
combatientes se ahogaban por la falta de aire, que sufrían epidemias y hambre, y
algunos no soportaban el encierro. Pero, resistieron y ganaron", decían.
Después de cubrir la información de la guerra vietnamita hasta el último día
para Clarín, el periodista volvió veinte años después para el aniversario de la
Liberación. En Cu Chi todo está preparado para la visita.
Con el alma en un hilo, este corpulento periodista argentino descendió por el
acceso principal acompañado de un guía bajo, delgado y simpático. El tamaño de
los túneles había sido agrandado para que los visitantes no se queden atascados.
"Los túneles tienen tres y cuatro niveles, todo tipo de depósitos, viviendas,
centros de comunicación, hospitales, cocinas, fábrica de armamentos y hasta un
cine", informó el guía que había combatido desde la zona subterránea durante
años. Algunos de los occidentales que nos acompañaban no soportaron la angustia
del encierro y fueron rápidamente conducidos a la superficie por una salida de
emergencia.
Caminamos eludiendo los pasajes más bajos y verificando la extensión de esta
zona central. Llegamos al punto más importante: en una sala de comando se
recuerda que desde allí se dirigió la ofensiva Tet, en enero de 1968, que fue un
golpe demoledor para EE.UU. Arriba, en la superficie, era el infierno. Pero bajo
tierra mandaban los guerrilleros. Las aldeas estaban conectadas por la red
subterránea. Los acantonamientos norteamericanos se construían sobre este
formidable sistema y los militares no podían imaginarse de dónde salían por las
noches esos pequeños luchadores de pijamas negros que los pusieron en retirada