Ser periodista en Somalia
Cualquiera puede matarte
Joyce Mulama
IPS
La lista de periodistas asesinados en Somalia desde el derrocamiento del
dictador Muhammad Siad Barre en 1991 contiene 14 nombres. Y podría aumentar en
breve.
El país está al borde de una escalada del conflicto, con una crisis en las
negociaciones entre un gobierno interino e insurgentes que integran la Unión de
Tribunales Islámicos.
Los 14 periodistas asesinados son Martin Adler (muerto en 2006), Kate Peyton
(2005), Duniya Muhyadin Nur (2005), Abdullahi Madkeer (2003), Ahmed Kafi Awale
(2000), Marcello Palmisano (1995), Miran Krovatin (1994), Ilaria Alpi (1994),
Pierre Anceaux (1994), Jean-Claude Jumel (1993), Hansi Krauss (1993), Hosea
Maina (1993), Dan Eldon (1993) y Anthony Macharia (1993).
La lista consta en el sitio web del Comité para la Protección de los
Periodistas, organización profesional internacional con sede en Nueva York.
Las peligrosas condiciones de trabajo para los reporteros deja en tinieblas la
realidad de un país que debería concentrar la atención de los medios de
comunicación, dado su potencial de desestabilización en África oriental y su
ubicación en el mapa de la guerra contra el terrorismo.
"No, no, no, no ahora. Puede ser que vaya dentro de algunos años, pero no hoy ni
mañana", dijo a IPS Xan Rice, periodista del diario británico The Guardian,
cuando se le preguntó si planeaba regresar a Somalia en el corto plazo.
Rice presenció el asesinato Martin Adler, periodista sueco que trabajaba por la
libre y que recibió disparos de un francotirador no identificado el 23 de junio
en Mogadiscio, capital de Somalia, mientras cubría una manifestación de la Unión
de Tribunales Islámicos.
"Es extremadamente difícil trabajar allí", agregó Rice. "El peligro es real en
cualquier momento en que uno entra en contacto con la gente. Cualquiera te puede
matar. Uno no sabe quién lo hará o de qué lado vendrá la bala".
La situación es aun peor para los periodistas somalíes que no pueden darse el
lujo de pagarse un pasaje para irse del país.
"Los derechos de los periodistas somalíes se violan constantemente. Todo el
tiempo sufren arrestos, tortura e incluso el asesinato", dijo a IPS un reportero
de Mogadiscio que solicitó no ser identificado por razones de seguridad.
Como resultado, "muy pocos periodistas destacables se atreven a brindar una
cobertura crítica, y afrontan la ira de quienes están descontentos con su
trabajo", señaló.
Los periodistas somalíes están en la mira incluso si trabajan para medios
internacionales, agregó. Esto los lleva a no firmar sus informes y evitar que se
sepa en qué carácter recogen información.
La Unión Nacional de Periodistas Somalíes pinta un panorama similar en su
"Informe Anual sobre Libertad de Prensa" correspondiente a 2005.
"Actualmente hay una gran gama de medios impresos y electrónicos, pero todos
ellos luchan por la supervivencia ", declara el estudio.
"Solamente este año, la Unión Nacional de Periodistas Somalíes analizó,
investigó e informó sobre unos 15 casos de reporteros asesinados o detenidos,
medios suspendidos o censurados y constantes intimidaciones", según el informe.
Cuando el sindicato elaboró ese trabajo, había en Somalia 17 radios, 60
periódicos y más de 200 sitios web periodísticos. La mayoría de esos sitios,
explicó la organización, eran operados desde el exterior.
Mientras los culpables de matar y abusar de periodistas quedaron impunes en
muchos casos, en otros sí fueron castigados, afirmó la organización Amnistía
Internacional.
En un mensaje al sindicato de periodistas la semana pasada, en ocasión de su
primera asamblea general, la organización de derechos humanos Amnistía
Internacional le encomendó establecer sistemas para recabar datos e informar
sobre violaciones a la libertad de prensa.
"Este proceso, apoyado por organizaciones internacionales, fue exitoso en varias
ocasiones. En muchos casos las autoridades escucharon las quejas y estuvieron
abiertas a debatirlas, investigaron los abusos reportados y actuaron para
remediarlos", según Amnistía.
Pero es probable que la preocupación sobre la libertad de prensa en Somalia
crezca a raíz del primer enfrentamiento entre el gobierno de transición
encabezado por el presidente Abdullahi Yusuf y rebeldes islámicos.
Violentos choques se registraron el sábado, luego de la llegada el 20 de este
mes de efectivos militares etíopes al sudcentral pueblo de Baidoa, para apoyar
al gobierno de Yusuf.
El gobierno interino tiene su sede allí, pues es demasiado débil como para
establecerse en Mogadiscio. Etiopía también desplegó tropas en el sudoccidental
pueblo de Waajid, y tomó control de su espacio aéreo de allí.
Las relaciones entre Etiopía y Somalia han sido problemáticas durante mucho
tiempo. A fines de los años 70 ambos países libraron una guerra por el control
de la meridional región hoy etiope de Ogaden.
El gobierno de Etiopía que Addis Abeba teme que los insurgentes islámicos puedan
reclamar esa área.
La presencia de fuerzas etíopes en Somalia impidió la reanudación de las
negociaciones entre el gobierno de Yusuf y la Unión de Tribunales Islámicos,
prevista para el fin de semana en Jartum, la capital sudanesa.
Los rebeldes islámicos somalíes amenazan con una "jihad" (guerra santa) contra
Etiopía.
El diálogo comenzó cuando los insurgentes tomaron el mes pasado el control de
Mogadiscio de manos de líderes de la facción armada a la que se considera
respaldadas por Estados Unidos.
Esta agrupación manifestó temores por los supuestos vínculos entre la Unión de
Tribunales Islámicos y la red terrorista internacional Al Qaeda, liderada por el
saudita Osama bin Laden.
Los dirigentes de la Unión de Tribunales Islámicos niegan tales vínculos, y
aseguran que solo desean restablecer la ley y el orden en Somalia.
El país estuvo a merced de los líderes de diversos bandos armados, la mayoría de
origen tribal, desde que el presidente Siad Barre (1969-1991) fue derrocado.
Durante más de un decenio no hubo gobierno establecido en Somalia.
Una fuerza internacional de paz se retiró del país, devastado por numerosas
agresiones de las diversas facciones enfrentadas. El gobierno de Yusuf se
instaló sólo en 2004, en Kenia.
Además de tomar Mogadiscio luego de unos cinco meses de lucha, la Unión de
Tribunales Islámicos asumió el control en la mayor parte de Somalia meridional,
y tiene a Baidoa en la mira.
Cientos de personas perecieron en los últimos meses, y unas 17.000 personas
debieron abandonar sus hogares, según la Organización de las Naciones Unidas
(ONU).