Medio Oriente - Asia - Africa
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Un callejón sin salida tras romperse el statu quo
Medio Oriente: El Partido de Dios, un Estado dentro de un Estado
"¿Qué quiere la banda terrorista Hezbolá?'', se preguntaba
en una editorial no hace mucho tiempo el editor cristiano libanés del diario AL-Nahar,
Jubran Tweini. "¿Quiere arrastrar al Líbano y a toda la región a una guerra
suicida?. Demandamos -en base al acuerdo de Taif- disolver todas las milicias
armadas y desarmar a la banda terrorista Hezbolá, ya que ésas son armas
ilegales. El verdadero peligro para el Líbano es dar al enemigo israelí una
excusa para comenzar una guerra contra Siria y el Líbano'', pronosticaba. Por
eso, lo que hoy sucede no toma a nadie por sorpresa en la región,
particularmente en el sur de la otrora "Suiza del Medio Oriente", territorio
donde el ejércitolibanés no pisa. En la llamada "Hezbolá Land'', los chiítas
estaban preparados para la guerra.
José Luis Martínez
La República
El movimiento Hezbolá, que Israel quiere "aniquilar", es un Estado dentro del
Estado libanés con una organización paramilitar sólidamente equipada, además de
ser un firme aliado de lrán y Siria en el conflictivo Medio Oriente.
El jefe del partido libanés Hezbolá, Hassan Nasralá, declaró una "guerra
abierta" a Israel durante una alocución transmitida por la cadena de televisión
Al-manar, propiedad del grupo terrorista.
"Esta es una guerra total. O nos sometemos a las condiciones israelíes, o
resistimos y yo les prometo la victoria", afirmó Nasralá.
Chibli Mallat, profesor de Derecho en la Universidad de St. Joseph que ha sido
candidato a presidente de Líbano, dice que Nasralá, su compatriota, ha hecho la
peor elección posible al llevar a cabo una operación contra fuerzas israelíes.
Se trata del escenario más difícil para Líbano y bloquea, con la escalada de la
violencia, la Revolución de los Cedros. Mallat cree que los libaneses deben
hablar con coraje al liderazgo de Hezbolá en Beirut y dejar claro que su
estrategia es injustificable. Asimismo, el gobierno israelí debe comprender que
su respuesta desproporcionada podría aumentar el ciclo de la violencia y que las
consecuencias serían imprevisibles para toda la región, afirmó Mallat en The
Daily Star de Beirut.
Para Rafael Bardají, director del Grupo de Estudios Estratégicos, la respuesta
militar israelí es legítima aunque insuficiente, y esconde dos problemas de
fondo. En primer lugar, la tolerancia mostrada por la comunidad internacional
hacia Irán ha dado alas al islamismo radical que representan Hamás y Hezbolá.
Segundo, la política de retiradas unilaterales israelíes no ha contribuido a la
obtención de una mayor paz y seguridad en la región, como puede verse tras la
salida del Líbano o de Gaza. Para afrontar estas cuestiones, Israel acierta en
enviar un mensaje de dureza hacia los terroristas de Hezbolá -apunta-, aunque
las autoridades israelíes deberían tener claro qué quieren hacer en el sur de
Líbano cuando se acaben las hostilidades, afirma el experto independiente.
Herederos de los Guardianes de la Revolución
El grupo terrorista Hezbolá, el Partido de Dios* o Movimiento de Resistencia
Islámica, creado por iniciativa de los Guardianes de la Revolución iraníes en
1982 en Baalbeck (al este de Líbano), posee su propia radio y una cadena de
televisión por satélite, Al-manar, muy seguida en el mundo árabe,
particularmente en los territorios palestinos. Su influencia es notoria y
creciente en la conflictiva región.
Catalogado como "organización terrorista" por Occidente, el Hezbolá, como una
fusión de distintos grupos religiosos chiítas incentivados por Irán, cuenta con
miles de seguidores entrenados en la lucha armada contra Israel iniciada en
Líbano en 1985.
El objetivo del grupo era crear en el Líbano una República Islámica, de acuerdo
al modelo de la República Islámica de Irán, surgida años antes, tras la
revolución de Jomeini en 1979.
Entre sus fundadores se cuentan Abas al-Musawi, Subhi Tufeili y Muhamad Yazbek,
todos clérigos chiítas educados en las ciudad santa de Najaf (en Irak), donde
predicaba el Ayatola Jomeini antes de la revolución iraní.
Su líder espiritual fue el sheij Muhamad Husein Fadlallah, autoridad máxima del
chiísmo en el Líbano. Desde 1992, Hassan Nasralá actúa como secretario general
de la organización y Naim Kasem fue su segundo hombre.
El nuevo gobierno revolucionario de Irán vio por aquellos años a la numerosa
comunidad chiíta del Líbano como la vanguardia para exportar la revolución
islámica a todo el mundo árabe. Otro de los objetivos de Irán, al incentivar la
creación de Hezbolá, fue tener un aliado en un país limítrofe con Israel, y de
esta forma aumentar su influencia en el conflicto árabe- israelí y consolidarse
como líder de los países que niegan la legitimidad de la existencia del Estado
judío, sostienen los expertos.
El grupo terrorista logró su notoriedad cuando raptaba o mataba a rehenes
occidentales. Este movimiento fundamentalista fue el primero que utilizó a
terroristas suicidas para cometer sus ataques. Por ejemplo en los atentados
contra la embajada norteamericana en Beirut, contra el puesto de comando de los
marines en Beirut, contra la base de la fuerza multinacional francesa en Beirut
y contra los cuarteles de Tzáhal en Tiro durante 1983. El resultado de estos
atentados fue más de 400 muertos y otros tantos heridos.
El Movimiento de Resistencia Islámica actúa en los campos civil y militar. En el
campo civil, al igual que otros movimientos islámicos en el mundo, ofrece una
red de servicios sociales alternativos para la población chiíta necesitada,
especialmente en el sur del Líbano, donde la mano del Estado no llega. Por medio
de estas obras sociales el movimiento siempre contó con apoyo popular. Algo
similar a lo que hace el grupo Hamás en los territorios palestinos.
El brazo militar está formado por una milicia que utiliza la guerra de
guerrillas contra Israel, que se estima cuenta con unos 6.000 hombres. La
guerrilla se sustenta con el apoyo popular. Se escuda y utiliza casas
particulares y otros lugares civiles como base de las acciones militares.
Irán suministra un equipamiento cada vez más sofisticado a su brazo armado, la
Resistencia Islámica, explican los especialistas.
El jefe de la Resistencia Islámica, el jeque Hassan Nasralá, señaló en mayo de
2005 que su movimiento tenía 12.000 misiles apuntados hacia Israel, una cifra
tenida en cuenta por los expertos militares israelíes pero difícilmente
verificable.
Según el semanario británico Jane's Defence Weekly, el Hezbolá tendría unos cien
misiles Zelsal-1 (capaces de provocar temblores de tierra), de un alcance de 150
km y susceptibles de alcanzar Jerusalén. En las últimas horas, atacaron un barco
de guerra israelí y dieron en el blanco tras lanzar misiles desde los suburbios
de Beirut.
Los expertos militares afirman que Siria ha sido durante años el país por el que
han entrado en Líbano unos 10.000 misiles y cohetes de largo alcance, cientos de
los cuales han sido lanzados al norte de Israel.
Los combatientes del Hezbolá se esconden en las montañas de la frontera israelo-libanesa
y son difícilmente localizables.
Las líneas de aprovisionamiento de la organización chiíta parecen haber sido
cortadas luego de que Israel destruyó varios puentes en el sur de Líbano, que
unían Beirut con los suburbios del sur, donde se encuentra el cuartel
político-militar del Hezbolá.
Las operaciones israelíes también han cortado la vía Beirut-Damasco y la
conexión entre la región de Baalbeck (al este) y el sur de Líbano, lo que obliga
a los combatientes del Hezbolá a echar mano de sus reservas de armas, que ya no
pueden ser renovadas, al menos en un primer momento.
El eje Hamás-Hezbolá-Siria-Irán
Michael Eisenstadt, director del Programa Militar y de Seguridad del Washington
Institute, opina que el secuestro de dos soldados israelíes por parte de Hezbolá
ha abierto un segundo frente de confrontación en Oriente Medio, y afirma que
esta nueva situación es una muestra del poderío y la coordinación del eje anti-americano
y anti-israelí que forman Hamás, Hezbolá, Siria e Irán. En este sentido, Hezbolá
ha aprovechado el enfrentamiento entre Israel y Hamás para subirse al carro de
la popular causa palestina, en una operación de secuestro que contó con el
beneplácito de los clérigos iraníes y del presidente sirio Assad. Ante esta
situación de amenaza regional, Israel debe comprender que una respuesta
quirúrgica es insuficiente y tendría que optar por una ofensiva de largo alcance
que incluya -si fuera necesario- un ataque militar contra Siria, dice el experto
en el conflicto de Medio Oriente.
Para Eyal Zisser, investigador principal del centro Moshe Dayan para Oriente
Medio y Africa y uno de los mayores expertos en temas sirios, las continuas
advertencias desde Estados Unidos e Israel a Bashar Al Assad de que deje de
apoyar a grupos terroristas no ha funcionado. Y esto se debe -explica- a que la
presión internacional hacia Damasco ha disminuido en los últimos tiempos. Según
el investigador, Assad ha decidido acentuar su posición estratégica en la zona y
desiste de dar los pasos que la comunidad internacional desea, es decir, dejar
de dar apoyo logístico, bases operativas, dinero e infraestructuras (en parte
proveniente desde Teherán) a Hamas, Yihad Islámica y el Frente Popular para la
Liberación de Palestina, que tienen sus bases en Damasco. Zisser dice que el
presidente sirio seguirá en esta postura de status quo en la medida que no
reciba una contraprestación por parte de Jerusalén o Washington y no se reabra
el tema de las negociaciones con Israel por las alturas del Golán, concluye.
El Hezbolá presume de haber desempeñado un papel decisivo en la "Liberación del
sur de Líbano", evacuado unilateralmente en mayo de 2000 por el ejército israelí
tras 22 años de ocupación.
Durante la ocupación, los combatientes del Hezbolá provocaron grandes pérdidas
en el ejército israelí y aterrorizaron con sus cohetes a los habitantes del
norte de Israel. Antes de retirarse de la zona, el ejército hebreo intentó en
vano aniquilar al Hezbolá en 1993 y 1996.
Su jefe, Hassan Nasralá, admirado por la comunidad chiíta, es objeto de las
críticas de la mayoría parlamentaria antisiria, que tras la retirada forzosa del
ejército sirio en abril de 2005 exige el desarme del Hezbolá, según ordena la
resolución 1559 de la ONU.
El Partido de Dios fue el único grupo que no se desarmó al final de la guerra
civil de Líbano, pero a los reiterados llamados de la comunidad internacional.
El Hezbolá es también un partido político con representación en el parlamento
desde 1992. A partir de 2005, tuvo dos ministros en el gobierno libanés.
Hay quienes sostienen que la Intifada del Aqsa no hubiera estallado sin la
inspiración del modelo libanés. Los jóvenes palestinos, especialmente del Al
Fatah, decidieron imitar este modelo, renovar la Intifada y militarizarla con el
objeto de expulsar a las fuerzas israelíes por medio de la lucha armada, tras el
fracaso de las vías diplomáticas.
Sin embargo, la influencia del grupo terrorista Hezbolá en los palestinos no se
redujo a una inspiración, sino que se concretó en ayuda militar y logística.
Tanto el movimiento como su aliado, Irán, decidieron aumentar su intervención en
el conflicto palestino-israelí y ser el elemento primordial en la nueva lucha.
Irán siempre mantuvo estrechas relaciones con el grupo terrorista palestino
Yihad Islámica, a quien proveía de ayuda financiera y militar ya a finales de
los años 80, indican los expertos.
Las relaciones entre los grupos terroristas Hezbolá y Hamás -ambos niegan la
existencia de Israel- se sentaron en 1992, cuando 415 terroristas de Hamás
fueron expulsados de los territorios palestinos y muy bien recibidos por el
Movimiento de Resistencia Islámica, con quien compartieron horas de instrucción
militar y entrenamiento.
Tras estos acercamientos, el chiíta Hamás fue el primer movimiento conectado a
los sunitas Hermanos Musulmanes que abrió una oficina en Teherán tras los
acuerdos de Oslo, y en 1998 el líder del movimiento, el jeque Ahmad Yasín,
visitó Irán y consolidó las relaciones.
Estas relaciones de los grupos islámicos con Irán no se filtraron al público
palestino mientras el proceso de paz avanzaba. La calle palestina era
indiferente a la lucha de Hezbolá en el sur del Líbano.
Sólo tras la retirada israelí y al renovarse la Intifada en octubre del 2000, en
la calles de los territorios palestinos se comenzaron a ver banderas amarillas
del Partido de Dios y la ayuda iraní recibió legitimación en las filas de la
Intifada. Hoy esas banderas amarillas se ven también en algunas ciudades
israelíes, en donde viven mayoritariamente palestinos y árabes.
Tras los secuestros y muertes de soldados israelíes en Gaza y el Líbano, los
grupos fundamentalistas islámicos chiítas se felicitaron mutuamente.
Se rompió el statu quo
Para Ze´ev Schiff, analista israelí y experto en asuntos estratégicos y de
seguridad, dice que bajo ninguna circunstancia debe Israel volver al status quo
establecido con Hamás y Hezbolá previo a al escalada de la violencia de los
últimos días. No debe permitirse, según su punto de vista, que Hezbolá vuelva a
posicionarse en el norte de Israel para disparar misiles, ni tampoco debería
admitirse que Hamás retome el lanzamiento de cohetes kassams dentro del
territorio israelí. Schiff cree que la lucha en ambos frentes ha sido iniciada
por las organizaciones islamistas en una auténtica declaración de guerra, pero
que la respuesta de Israel no puede ser reocupar Gaza, ni Líbano, aunque desde
la perspectiva militar no existe otra alternativa que volver por cada misil
disparado. Las propuestas de tregua de los grupos islamistas, no deberían ser
rechazadas, precisó en el diario israelí Haaretz.
Una escalada sin fin
El espiral de violencia va en aumento. Irak, Afganistán, Gaza y ahora el Líbano.
Los diferendos con Irán y Siria también están en la mesa del Consejo de
Seguridad de la ONU. "Esta escalada de violencia sólo conduce a callejones sin
salida: en Palestina, donde el presidente Mahmud Abas es invisible y la ayuda
internacional no existe, en Líbano, donde el gobierno, considerado culpable por
Israel, no tiene ningún poder, y en Israel, que no consigue ni liberar a sus
soldados ni poner punto final a los disparos de cohetes", opinaron los analistas
del diario francés Le Monde.
Sin embargo para Ziad Asali, de la American Task Force para Palestina, opina que
en la crisis abierta en Gaza y Cisjordania -tras el secuestro del soldado
israelí Gilad Shalit- han salido a relucir profundas divisiones en el seno de
Hamás.
Asali cree que el enfrentamiento se ha producido entre los que priorizan el
nacionalismo y la consecución de un Estado -como el primer ministro Haniya- y la
cúpula de Hamás en el exilio -liderada desde Damasco por Khaled Meshal- que
aspira a una construir una sociedad islamista radical, con el beneplácito de
países como Irán.
Israel y Estados Unidos deberían entender estas diferencias y no criminalizar a
todos los palestinos por el fanatismo de algunos, escribió. Mientras tanto, los
palestinos deberían marginar las opciones islamistas, si lo que quieren es
conseguir algún día un Estado independiente, dijo el analista Asali en The Daily
Star de Beirut.
En opinión de Sami Nair, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad París
VIII e invitado en la Universidad Carlos III de Madrid, al analizar el rol de
Europa ante el recrudecimiento de la violencia entre israelíes y palestinos y
llega a la siguiente conclusión: Europa no existe como potencia política -no
puede influir ni sobre Estados Unidos, ni sobre Israel, ni sobre los
palestinos-, y se ve reducida en este conflicto a un testimonio simbólico y
moral. Nair cree que lo aberrante de la situación actual es que incluso ha
renunciado a desempeñar este papel y que se trata de un giro estratégico de suma
importancia, afirmó en el diario español El País.
"Europeos y estadounidenses deben reaccionar antes de que estos dos frentes
simultáneos se conviertan en una guerra incontrolable", expresó por su parte el
analista palestino Mjaimar Abu Sada, profesor de la universidad Al Azhar de Gaza.
Según él, los grandes vencedores de esta escalada de violencia son Hamás y
Hezbolá y por extensión Teherán y Damasco, sus grandes apoyos, que también se
vieron amenazados por Israel, el cual les considera un "eje terrorista" movido
por el odio hacia el Estado hebreo. "Sumados a la guerra en Irak y a la crisis
nuclear iraní, el conflicto israelo-palestino e israelo-libanés acentúan el
sentimiento de caos que sólo favorece a las tiranías y a los que defienden la
ley del más fuerte en la región", aseguró el académico palestino Abu Sada.
* Partido de Dios, se encuentra en El Corán (Libro VI, Sura V, 56) "aquellos que
han tomado como amos a Dios y su profeta y los creyentes: estos son los que
forman el Partido de Dios y serán los vencedores".