Medio Oriente - Asia - Africa
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La politización de los chiítas libaneses
Txente Rekondo
Los estudios sobre el Líbano han dejado por lo general de lado las actividades
políticas de la comunidad chiíta, en línea con la marginación que han sufrido en
todas las esferas de la vida social y política del país. Junto a ello, buena
parte de los analistas occidentales continúan defendiendo la falsa e interesada
idea de que el país es "fundamentalmente cristiano", y por ello centran sus
estudios en la comunidad maronita de la región obviando la realidad chiíta
Históricamente la organización política en el Líbano ha girado en torno al za´im
(zu´ama en plural), el líder que dirige a un grupo regional de seguidores, muy
unido todo ello al liderazgo de los clanes, donde la lealtad familiar junto al
clientelismo guiaban el orden político. La organización moderna del chiísmo
político va a romper en cierta medida con esa tradición, ya que son una reacción
a los líderes tradicionales. También rompen con "la sucesión familiar" tan
incrustada en el sistema político libanés. Ni Nabih Berri ni Hassan Nasrallah
han "colocado" a sus familiares en las listas electorales.
A lo largo de las últimas décadas del siglo pasado la comunidad chiíta ha estado
presente en diferentes alternativas o partidos políticos. En los partidos de
izquierda, con un mensaje secular, han llegado a formar en el pasado buena parte
de las bases de los mismos, entre los partidos pan-arabistas también es
resaltable la presencia de chiítas… sin embargo será con la creación de Amal, en
primer lugar y posteriormente con el desarrollo de Hezbollah cuando la comunidad
chiíta comience a jugar un importante papel en la escena política libanesa. No
es posible presentar esa realidad como un bloque homogéneo, las diferencias de
clanes, partidos y clérigos en ese sentido también jugarán su papel en la
articulación del movimiento político moderno chiíta, pero probablemente hoy en
día el protagonismo, cuantitativo y cualitativo, de Hezbollah es irrebatible.
Concienciación
La condición esencial para el avance del chiísmo político en se vertiente más
moderna está en la "libanización del movimiento islámico", más que en importar
modelos culturales o políticos. De esta manera prevalece la realidad del Líbano,
donde se acomodan todas las religiones y comunidades existentes. Y junto a ello
se resalta otro pilar, "la resistencia frente a la sumisión del pasado". Para
ello se basan en la justificación jurídica del derecho a resistir un sistema
injusto, al tiempo que esa resistencia no pondría en peligro la integridad del
estado libanés.
A lo largo del pasado siglo veinte, tres ideólogos políticos y religiosos van a
sustentar el futuro desarrollo del chiísmo político. Muhammad Jawad Mughniyya,
Muhammad Husayn Fadlallah y Shaykh Muhammad Mahdi Shams al-Din. De éstos,
probablemente el papel de Fadlallah sea el más importante. Algunos le han
señalado como el líder espiritual de Hezbollah, pero él niega cualquier
asociación formal con la organización chiíta. Sus aportaciones son básicas para
entender el desarrollo de la concienciación política del chiísmo y en 1985
sufrió un atentado en Bir al-´Abd que mató a cerca de cien civiles, y del que
escapó con vida. EEUU, Israel y sus aliados falangistas han intentado acabar con
su vida en diferentes ocasiones.
Tras esos ideólogos destacan también dos líderes políticos, que desarrollarán en
cierto sentido los fundamentos políticos de los anteriores, Musa As-Sadr y
Hassan Nasrallah. La extraña desaparición del primero hace más de veinte años
fue un duro golpe para el incipiente movimiento político chiíta. El respeto y
admiración por su figura sigue presente hoy en día a través de sus fotografías
en las calles de los pueblos y ciudades libanesas. As-Sadr supo cultivar por
primera vez los discursos en público, al tiempo que mantuvo buenas relaciones
con los medios de comunicación, lo que le facilitó para que su mensaje llegara a
la población chiíta.
Su actividad política se materializó con la creación de Amal en 1974, más como
un movimiento de protesta de masas que como un partido político, al tiempo que
posibilitó el surgimiento de una importante red de asistencia social para una
comunidad "olvidada" por los gobiernos de Beirut. Su defensa de una fórmula
inclusiva para el Líbano será un argumento ya permanente en todas las
representaciones políticas chiítas, incluido Hezbollah.
Nasrallah
El actual secretario general de Hezbollah, Hassan Nasrallah, es un claro ejemplo
de liderazgo pragmático. A pesar de que su familia no tiene antecedentes
académicos religiosos, de hecho el será el primer clérigo de la misma, no
tardará en recibir el reconocimiento a su capacidad política y dirigente. A los
14 años era miembro de Amal, y cuatro más tarde dirigía le comité local de su
ciudad. En 1982 fue expulsado de Amal por sus llamamientos a la resistencia
armada ante la invasión sionista. Con 29 años recibirá el reconocimiento público
del Ayatollah iraní Khameini, quien vió en la figura de Nasrallah unas
"importantes cualidades de liderazgo y convicciones ideológicas" .
Siendo ya jefe de las Operaciones Militares de Hezbollah, en 1992 es nombrado
Secretario General, tras la muerte en atentado de l anterior líder del
movimiento, Abbas Mussawi. A pesar de la propaganda que desde Israel y EEUU se
hace contra la figura del dirigente libanés, acusándole de "terrorista" y de
imponer por la fuerza su modelo político, ya en 1994, Hassan Nasrallah señalaba
que "no busco un estado islámico por la fuerza o la violencia, prefiero esperar
el día que lleguemos a convencer a la población- por medio del diálogo y en una
atmósfera abierta- que la única alternativa es la creación del estado islámico".
El 12 de septiembre de 1997, Nasrallah recibe un duro golpe. Su hijo mayor, al-Sayyed
Hadi, muere tras una acción de la resistencia contra el ejército de ocupación
israelí. Ese mismo día el dirigente chiíta señaló en un acto público que no
quiso suspender para "no dar satisfacción o muestras de debilidad al enemigo",
que "el martirio de al-Sayyed Hadi muestra que nosotros, los líderes de
Hezbollah, no reservamos a nuestros hijos y les salvamos para el futuro. Nos
enorgullecemos cuando nuestros hijos llegan al frente de batalla, y mantenemos
la cabeza alta cuando mueren como mártires".
Sus más acérrimos enemigos han tenido que reconocer la talla política de
Nasrallah, "que ha sabido dirigir un movimiento muy importante, con un gran
liderazgo, una clara visión de sus objetivos estratégicos y una larga
experiencia en la lucha de guerrillas". El carismático liderazgo de Nasrallah
sigue fiel a los objetivos fundacionales de Hezbollah, "expulsar a los invasores
de su país, representar a la comunidad chiíta en sus demandas y promover un
gobierno islámico en el Líbano". A pesar de la importancia de los clérigos en
este movimiento, Nasrallah admite que el Líbano es un estado multiconfesional y
que la base a cualquier solución pasa por ese reconocimiento, junto al
reconocimiento que el modelo definitivo estará basado en la experiencia libanesa
y no en modelos importados desde el exterior, que pudiendo ser válidos en otras
coyunturas no lo son en el Líbano.
De ahí que se entienda mejor la línea de "no oponerse al gobierno per se", sino
mostrar su rechazo en los asuntos donde los intereses de los mahrumin (los
necesitados) son amenazados por la política gubernamental. El pragmatismo o "realpolitik"
le ha llevado a combinar los principios y los objetivos con las posibilidades y
las realidades actuales, utilizando para ello dos principios de la
jurisprudencia musulmana : "la necesidad permite lo que de otra manera está
prohibido" y "cuando dos derechos están compitiendo, hay que centrarse en el
principal".
Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)