Medio Oriente - Asia - Africa
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¿Qué mierda está pasando en Medio Oriente?
Yitzhak Frankenthal
Yitzhak Frankenthal es un judío observante, padre de un soldado israelí asesinado por Hamas en julio de 1994, cuando hacía dedo en la ruta a la salida de su cuartel y fue levantado por presuntos religiosos judíos que en realidad eran militantes de la organización palestina. En este artículo, reflexiona sobre lo ético y antiético de la confrontación entre israelíes y palestinos y denuncia sin tapujos que la madre de todos los males es la ocupación.
La violencia actual en el Medio Oriente es incomprensible. Frente a ella, nos
mantenemos espantados. Desafortunadamente, no hay nada nuevo bajo el sol, y
parece que el futuro reserva más del pasado. Durante los últimos 39 años, desde
junio de 1967, los palestinos han vivido bajo una ocupación opresiva. Nada de lo
que pueda esperar escribir sobre eso reflejaría exactamente la realidad.
Recientemente, tuve la oportunidad de visitar a Mohamad Elian, un abogado
palestino, activista por la paz y querido amigo, que vive en G'bel Mukaber (muy
cerca del barrio Talpiot de Jerusalén). En muchas ocasiones, él ha dedicado
tiempo y esfuerzo para ayudar al Instituto Arik en su prédica por la
conciliación.
El hijo de Mohamad, de 14 años, había sido enviado por su madre a la tienda de
la esquina, a comprar un poco de pan. En el camino, a sólo 150 metros de su
casa, el chico fue detenido por un soldado (llamado Assaf) de las Fuerzas de
Defensa Israelíes en virtud de los bloqueos establecidos. Assaf siguió los
procedimientos normales y le pidió el documento de identidad al niño. Como
todavía no tiene 16 años (edad a la que se emiten los documentos de los
adultos), el hijo de Mohamad le dio al soldado una copia de su partida de
nacimiento. Después de examinarla, Assaf llegó a la conclusión de que era falsa
y no le permitió al hijo de Mohamad cruzar el bloqueo.
Como el tiempo pasaba y la familia de Eilan comenzaba a preocuparse, decidieron
enviar a su hermano mayor a que averiguara por qué el chico se estaba demorando
tanto. Cuando él descubrió lo que había pasado, regresó a la casa para avisarle
a su padre.
El soldado, entretanto, había empezado a hostilizar al hijo de Mohamad. Cuando
él se acercó al bloqueo, la situación ya había escalado hasta la violencia
física. Comprendiendo las implicaciones, Mohamad corrió y separó a los dos
jóvenes. Assaf detonó una granada de ruido a sus pies, desorientándolo, y acusó
a Mohamad de agredirlo. Assaf esposó a Mohamad y a sus hijos, que pasaron 5
agotadoras horas en una oficina policial, interrogados repetidamente por
diversos agentes, para ser finalmente liberados tras el pago de una fianza de
5.000 shekels.
Cuando yo fui a visitarlo, encontré a su esposa. Como residente de los
territorios, ella tiene una tarjeta de identificación verde. Me contó que venía
recibiendo un maltrato innecesario a manos de los soldados durante los veintiún
años que llevaba casada con Mohamad.
Recordó las numerosas ocasiones en que no pudo dejar su casa, por temor a sufrir
una amarga experiencia con el personal de seguridad, ya que debería enfrentar un
arresto inevitable, seguido por la deportación inmediata a los territorios
ocupados, de donde ella debería volver a la casa familiar sorteando numerosos
obstáculos.
Sólo ayer, ella fue arrestada y deportada a Bet Lehem. Me contó cómo la
obligaron entonces a emprender a pie un largo camino a casa; evitando los
caminos principales y los puestos de control. Todo esto, sólo para llegar a su
casa y reunirse con su esposo e hijos.
Como si esto no fuera lo suficientemente insufrible, yo sé, por conversaciones
que he tenido con Mohamad, que no le permitirá a su esposa manejar el automóvil,
por temor a que en caso de ser tomada por una de las numerosas inspecciones,
termine encarcelada durante 30 días, la familia multada y la mujer nuevamente
deportada a los territorios ocupados.
Para mayor exactitud, permítanme consignar que Mohamad y su familia, a pesar de
vivir en un estado perpetuo de miedo durante muchos años, viven fuera de los
territorios ocupados y por consiguiente se ahorran gran parte de las opresiones
de la ocupación
Durante los años que Israel ha ocupado los territorios palestinos, sus gobiernos
han desarrollado políticas y acciones inhumanas hacia la población palestina.
Entre los palestinos, hay quienes poseen documento israelí (y pese a ello no son
del todo israelíes) y quienes no lo tienen. Aquéllos que lo tienen, experimentan
una versión "suavizada" de la ocupación. Los que no, viven con un miedo horrible
y en la pobreza, sometidos al castigo colectivo, sufriendo diariamente. Su
desesperación es tan grande que nada tienen por perder.
"Yitzhak, hermano, créeme: Yo he educado a mis hijos para que respeten a los
israelíes. Después de lo que experimentaron a manos de ese Assaf, ¿cómo puedo
volver a hablarles sobre la conciliación?", me preguntó Mohamad cuando estuvimos
solos.
Israel ha ignorado los resultados de la elección democrática palestina, ignoró a
Hamas y endureció sus políticas hacia la población palestina. Durante el último
año, Israel ha continuado construyendo el muro, completando otros 130 kilómetros
de esa barrera de concreto.
La construcción del muro está dividiendo a comunidades y familias árabes,
causando injusticias terribles que diariamente sufren miles de adolescentes
palestinos.
La mayor parte de los palestinos está desempleada y sin ingresos. Y además están
siendo encerrados como animales. ¿Qué pueden perder que no hayan perdido?
¿Alguien piensa realmente que ellos no cavarán miles de túneles bajo el muro?
¿Alguien puede creer que estas paredes detendrán el lanzamiento de los cohetes
Qassam (que cada vez están llegando más lejos y con mayor poder)?
No obstante equiparar la importancia estratégica de Netzarim (un asentamiento en
la Franja de Gaza) a la de Tel-Aviv y declarar que nosotros nunca lo
evacuaríamos, unos pocos meses después Sharon evacuó cada asentamiento de Gaza
en el proceso de "desconexión". No debemos considerar esto como parte del
proceso de paz: fue unilateral, sin ninguna negociación con los palestinios.
Los palestinos que permanecieron en Gaza se encontraron viviendo en un gueto,
sin la posibilidad de reconstruir infrastructuras básicas. La frustración de su
situación de pobreza y la continidad de la ocupación israelí de Cisjordania
llevó a algunos de ellos a lanzar los cohetes Qassam sobre la ciudad israelí de
Sderot (ubicada cerca de Gaza). En respuesta, la artillería israelí ha estado
golpeando el territorio de Gaza con centenares de bombardeos todos los días. Han
muerto muchos inocentes, incluidos niños, mujeres, ancianos y jóvenes, como
resultado de las actividades de las Fuerzas de Defensa Israelíes. Israel ha
estado secuestrando a palestinos durante las campañas militares durante años. En
los meses recientes, los palestinos cavaron un túnel que les permitió, el 25 de
junio, sorprender, herir, matar y secuestrar a soldados israelíes. La conducción
de Hamas no sabía nada de esto. Desde que fueron elegidos, hace casi seis meses,
no han sido reconocidos como un gobierno legítimo, y ahora se les pide que
capturen a los secuestradores, encuentren al soldado israelí capturado y lo
devuelvan sano y salvo.
Todavía recuerdo cómo Arafat era culpado de cada uno de los ataques contra
Israel. Cómo durante años se lo consideró, sólo a él, la fuente de todo el
terrorismo en nuestra región. Cómo fue declarado ilegítimo e irrelevante. Cuando
Abu Mazen lo reemplazó, fue rechazado al considerarlo incapaz de ser una
contraparte confiable en cualquier negociación.
Hamas, por otra parte, no ha demostrado ninguna evidencia de liderazgo político
desde que llegó al poder. Su dirigencia no ha tenido la capacidad de cambiar la
terminología de su organización y utilizan "subcontratistas" para continuar su
lucha armada contra Israel.
En las recientes elecciones israelíes, un nuevo gobierno asumió el poder bajo un
plan de convergencia, por negociaciones o a través de pasos unilaterales. Se
suponía que de acuerdo con este plan de convergencia los palestinos recibirían
alrededor del 90% de los territorios de Cisjordania. Pero Hamas no internalizó
esto y, consecuentemente, no cambió sus consignas y sus formas de acción.
Por largos meses, pacifistas israelíes y otras organizaciones intentaron
mantener reuniones con el liderazgo de Hamas, y recibieron como respuesta: "no
todavía", "necesitamos considerarlo", etc., etc.
Mientras tanto, un estado anárquico y podrido se esparcía a través de la Franja
de Gaza. La situación allí se deterioró hasta el punto que diferentes facciones
dentro de la sociedad palestina se asesinaban entre sí.
La clara impresión era que los asuntos internos de Gaza se habían descontrolado.
Carente de liderazgo, leyes, justicia, este estado de anarquía -junto con el
terrorismo padecido en Europa y Estados Unidos- facilitó el apoyo mundial al
castigo israelí sobre los palestinos.
El mundo, evidentemente, no percibe la ocupación como terrorismo. Nosotros
debemos recordarnos continuamente que la construcción del muro prosigue,
independiente de todo lo demás. Más y más ciudades palestinas se están
transformando en guetos, las sanciones económicas contra el gobierno palestino
han obligado a cientos de miles de familias a alimentarse con una hogaza de pan.
Literalmente, la gente muere de hambre en Cisjordania, y más aún en Gaza. Los
niveles de desesperación están aumentando. Gente que sostenía a sus familias es
humillada por una realidad que les impide alimentar a sus hijos.
Se asoma una situación catastrófica. Seis meses después de que se eligiera a
Hamas, el pueblo palestino está pagando por su elección a través de un castigo
colectivo (confiscación de sus recursos, el reciente bombardeo de estaciones
eléctricas y de agua y la destrucción de otras infraestructuras municipales) y
un aumento en el ritmo de construcción del muro (junto con el creciente apoyo de
la opinión pública israelí).
Debemos entender que la situación en Gaza es realmente catastrófica en este
momento. Gente que ha vivido en una pobreza terrible, por años, es expuesta a
una nueva clase de problemas: decenas de miles de palestinos están sin agua o
electricidad. En los hospitales, gente que depende de máquinas para sobrevivir
es desconectada debido a la falta de energía
Sin dudas, como israelí, quiero ver a Guilad Shalit devuelto sano y salvo a su
casa. Sin embargo (y este es un gran "sin embargo"), ¿se nos permite -es
verdaderamente ético- castigar colectivamente a los palestinos, incluso a
aquellos que realmente no tuvieron nada que ver con el secuestro o los cohetes?
¿Cómo podemos gritar contra el castigo generalizado que los judíos
experimentamos por milenios? ¿Qué derecho tendremos de hacer reclamos cuando
nosotros fuimos odiados, mundialmente, por las acciones de unos pocos?
Debemos saber que aquello que es ético es blanco y aquello no ético es negro. No
hay sombras o grises en el medio. No puede haber una acción "un poco ética". Lo
que nosotros, los israelíes, estamos haciendo ahora en Gaza no es ético.
Por casi 13 años estuve trabajando para promover la paz y la reconciliación. Más
de una vez me pregunté a mí mismo por qué somos tan odiados. Cada vez que
ejercemos el castigo colectivo, me pregunto: "¿Qué haría, si fuera palestino?"
Quiero dejarlo bien claro: Estoy en contra de cualquier tipo de violencia. Basta
de esas miserables acusaciones cruzadas, o de tratar de determinar quién empezó,
quién está en lo correcto y quién está equivocado. Ahora es el tiempo de la
reconciliación y la paz.
Es muy posible que a la luz de todo lo que está pasando en Gaza deje de existir
el gobierno de Hamas. ¿Y después qué? ¿Será elegido otro gobierno? ¿El público
palestino prestará su ayuda para expulsar al mismo gobierno que eligió? ¿Hacia
dónde iremos desde ese punto? ¿Hacia el diálogo con el gobierno de Hamas o hacia
el atrincheramiento del caos hasta el punto en que -Dios lo prohíba- se use
armamento químico o biológico contra Israel? ¿Qué seguiría después de ese
ataque? Luego de enterrar a nuestros muertos, ¿cómo responderíamos?
Es tiempo de que despertemos de nuestras ilusiones y entendamos que la ocupación
es la peor forma de terror.
Me gustaría dedicarle este artículo a mi amigo Mohamad, a su esposa, a sus
padres que ya orillan los 90 años y a toda su familia.
El autor es el creador del Instituto Arik por la Reconcialiación, la Tolerancia
y la Paz. Hombre de negocios hasta julio de 1994, Yitzhak Frankenthal abandonó
sus intereses comerciales tras la muerte de su hijo Arik y centró sus energías
en actividades públicas orientadas a la reconciliación y la paz. Inicialmente
creó un foro de familiares, palestinos e israelíes, de víctimas de la violencia.
Diez años después, fundó el Instituto Arik. La traducción de este artículo
pertenece a Sam More para lcorresponsal.com.