La guerra entre hezbola y el ejercito israelí ya causo decenas
de muertes
Cohetes en Haifa y bombas en Beirut
La aviación israelí bombardeó el sur del Líbano
y el aeropuerto de Beirut causando 53 muertes, mientras los cohetes de los
milicianos chiítas mataron a dos civiles israelíes y a una argentina. Israel se
cuida de avanzar sobre Siria, su verdadero enemigo.
El aeropuerto Rafic Hariri de Beirut ardía después del bombardeo de la aviación
israelí.
Robert Fisk * Desde Beirut
Durante
toda la noche escuché el rugido de los jets sobrevolando el Mediterráneo. Duró
horas, pequeñas luciérnagas que miraban a Beirut, quizás esperando la madrugada,
porque fue entonces que descendieron. Primero llegaron al pequeño pueblo de
Dweir, centro de Nabatiya en el sur del Líbano, donde un avión israelí bombardeó
la casa de un clérigo chiíta musulmán. Murió. También su mujer. También sus ocho
hijos. Uno fue decapitado. Todo lo que se pudo encontrar del bebé fue su cabeza
y su torso que un joven del pueblo sacudía furioso frente a las cámaras de
televisión. Luego los aviones visitaron otro hogar en Dweir y acabaron con los
siete miembros de una familia.
Era un enérgico comienzo del Día Dos en la última "guerra contra el terror" de
Israel, un conflicto que usa el mismo lenguaje –y algunas de las mismas
mentiras– que la más grande "guerra contra el terror" de George W. Bush. De la
misma manera que nosotros "degradamos" a Irak, en 1991 y en 2003, ayer le tocó
el turno al Líbano de ser "degradado". Esto significa no sólo la muerte, sino la
muerte económica y éstas llegaron al brillante y nuevo aeropuerto de Beirut de
500 millones de dólares, justo antes de las seis de la mañana, mientras los
pasajeros se preparaban para abordar los vuelos para Londres y París.
Desde mi casa, escuché el F16 que apareció de pronto sobre la pista de
aterrizaje más nueva y disparó una serie de misiles sobre ella, rompiendo 20
metros de asfalto y lanzando toneladas de concreto por los aires en una
explosión masiva, antes que una cañonera israelí Hetz disparara sobre las otras
pistas. Dos ómnibus de Middle East Airlines quedaron intactos, pero a los pocos
minutos el aeropuerto quedó desierto cuando los pasajeros huyeron a sus hogares
y hoteles. Las pizarras de los vuelos contaban la historia: París, vuelo
cancelado, Londres, vuelo cancelado, Cairo, vuelo cancelado, Dubai, vuelo
cancelado, Bagdad –del caldero al fuego si alguien hubiera elegido tomarlo–
vuelo cancelado. Por los altoparlantes se escuchaba "No llores por mi
Argentina".
Luego los israelíes se dirigieron a la estación de televisión de Hezbolá,
"Al-Manar", cortándole su antena con un misil pero no pudiendo sacar la estación
del aire. Este podría ser un blanco más comprensible –"Manar", después de todo,
emite la propaganda de Hezbolá–. Pero ¿esto estaba pensado para encontrar o
recuperar a los dos soldados israelíes capturados el miércoles? O para vengarse
de los nueve israelíes muertos en el mismo incidente, uno de los días más negros
en las reciente historia del ejército israelí, aunque no tan negro como lo fue
para los 52 civiles libaneses muertos y 103 heridos en las últimas 24 horas. Una
mujer israelí también murió por un cohete de Hezbolá lanzado hacia Israel. De
manera que en la triste tasa de intercambio de estos desgraciados conflictos,
una muerte israelí es igual a más de tres muertes libanesas: y se puede pensar
que la tasa de intercambio aumentará aún más.
A la tarde, las amenazas eran peores. Israel no iba a esperar cruzado de brazos.
Ordenó a toda su población en los suburbios del sur –donde están los cuarteles
de Hezbolá– que huyera de sus hogares a las 15 horas. Salvo por un centenar de
familias, que tercamente se negaron a partir. Ahora, cualquier lugar en el
Líbano puede ser un blanco, anunciaron los israelíes. Si Israel bombardeaba los
suburbios, rugía Hezbolá, ellos lanzarían sus Katyushas de largo alcance sobre
la ciudad israelí de Haifa. Uno de ellos aparentemente ya había dañado una base
aérea en Miron, un hecho que los censores israelíes ocultaron. Otros cayeron
sobre Nahariya y mataron a tres civiles.
Los asustados turistas del golfo del Líbano llenaron los caminos desde Bhamdoun
en sus 4 x 4, huyendo hacia la seguridad de Siria y a vuelos de regreso a sus
hogares desde Damasco. Otra pequeña muerte económica para el Líbano. Pero, ¿qué
querían decir todas estas amenazas? Me senté en mi casa al comienzo de la tarde,
revisando mis archivos sobre las declaraciones de Israel. Resulta que Israel
había amenazado con "no esperar de brazos cruzados" al Líbano por lo menos en
seis ocasiones en los pasados 26 años, la más famosa cuando el ex primer
ministro israelí Menajem Begin prometió que no "esperaría de brazos cruzados"
mientras se amenazaba aquí a los cristianos en 1980, sólo para retirar a sus
soldados y dejar a los cristianos abandonados a su sangriento destino tres años
más tarde.
Los libaneses son siempre abandonados a sus destinos. El primer ministro
israelí, Ehud Olmert, responsabiliza al gobierno libanés por los ataques sobre
la frontera el miércoles. Pero Olmert y todos saben que el débil gobierno del
primer ministro libanés Fouad Siniora no es capaz de controlar a un solo
miliciano, ni hablar de Hezbolá. Pero ¿no era éste el mismo grupo de líderes
políticos libaneses que Estados Unidos felicitó el año pasado por su elección
democrática y por haber logrado su libertad de Siria? Por cierto, un hombre que
considera a Bush un amigo es Saad Hariri, hijo del primer ministro libanés que
construyó gran parte de la infraestructura que Israel está destruyendo ahora y
cuyo asesinato el año pasado, a manos de agentes sirios, supuestamente enfureció
a Bush. Ayer a la mañana, Saad Hariri, el hijo, estaba volando a Beirut cuando
los aliados israelíes de Estados Unidos llegaron para bombardear el aeropuerto.
Tuvo que volver, ya que su avión dio la vuelta y se dirigió a Chipre en busca de
refugio.
Más puentes fueron destruidos en el sur del Líbano, así como algunas centrales
eléctricas en el valle de Bekaa. ¿Cuanto faltará para que estalle el viaducto en
Sofar y las usinas eléctricas en este verano asolador y que los teléfonos
celulares no funcionen más? En cuanto a Occidente, el famoso Occidente que
quiere la democracia y la libertad para todos los pueblos de Medio Oriente,
aconseja su mentada "moderación", que es una cualidad que Hezbolá y los
israelíes desconocen. Los estadounidenses llaman "terroristas" a Hezbolá y Bush
culpa a Siria. Tenía razón, por supuesto, pero por los motivos equivocados. Un
vocero del Ministerio del Exterior israelí dijo, también, que la culpa era de
Siria, pero parecía menos entusiasta con la idea de atacar a Siria. ¿Por que
sería eso? ¿Por qué anunciaría Israel un "bloqueo marítimo" del Líbano para
evitar que los "terroristas" reciban armas por mar, cuando Hezbolá recibe sus
cohetes por tierra desde, bueno, sí, Siria?
Pero lo que era particularmente temible ayer, era la corriente subterránea del
terror. El Líbano era un "eje del terror". Israel estaba "combatiendo al terror
en todos sus frentes". Durante la mañana de ayer, tuve que interrumpir una
entrevista con una radio australiana cuando un periodista israelí declaró que
había guardias revolucionarios iraníes en el Líbano, lo cual no era verdad, y
que no todas las tropas de Siria se habían retirado. Y ¿por qué habían atacado
los israelíes el aeropuerto seguro y cuidadosamente monitoreado de Beirut,
utilizado por diplomáticos y líderes europeos, un lugar tan seguro como
cualquiera en Europa? Porque, dijeron los israelíes, era "una central para
transferir armas y pertrechos a la organización terrorista Hezbolá". Si los
israelíes realmente quieren saber dónde está el centro, deberían estar buscando
en el aeropuerto de Damasco. Pero eso lo saben, ¿no es cierto?
De manera que nuevamente es el terror, terror, terror, y se vuelve a señalar al
Líbano como el mítico centro de terror en Medio Oriente, junto, supongo, con
Gaza. Y Cisjordania. Y Siria. Y por supuesto Irak. Y Afganistán. ¿Y quién sabe
cual es el próximo?
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción:
Celita Doyhambéhère.