Medio Oriente - Asia - Africa
|
Israel prohíbe los matrimonios mixtos
Daniel Adalberto Straga
El reciente pronunciamiento de la magistratura israelí ratificando la ley que
niega el derecho a vivir en ese país a palestinos que contraen nupcias con
árabes israelíes demuestra la persistente política de apartheid desplegada por
Tel Aviv sobre el pueblo palestino.
A la sistemática perpetración de delitos de lesa humanidad cometidos por las
fuerzas de seguridad israelíes, se adiciona ahora una auténtica prohibición de
contraer matrimonios mixtos.
La Ley de Ciudadanía y Entrada a Israel, tal como se denomina la legislación
segregacionista, prohíbe a los israelíes casados con palestinos de los
territorios ocupados vivir con sus cónyuges en Israel. Este hecho les obliga a
elegir entre vivir ilegalmente con la familia en Israel o trasladarla a los
territorios ocupados en una situación de conflicto bajo la ocupación militar.
A pesar de la excepción de cierta franja etaria, la prohibición procura que esas
parejas no alcancen plenos derechos en Israel y a su vez, el aspirar a la
unificación de los lazos familiares.
La medida judicial retrotrae a la humanidad a los tiempos del apartheid
sudafricano, donde estaba vedado a personas de distinta raza contraer matrimonio
con otra de otro grupo racial.
Esta ley del tiempo de Sharon se parece en mucho aquella del supremacismo
sudafricano: la Ley de Prohibición de Matrimonios Mixtos No 55 de 1949, la
cual prohibió los matrimonios de blancos con no blancos. Ésta fue seguida por la
Ley de Inmoralidad No 21 de 1950 la cual reguló hasta las actividades privadas
de los ciudadanos al prohibir la "fornicación ilegal", y "cualquier acto inmoral
e indecente" entre una persona blanca y una persona africana, india, o de color.
Los gobiernos del Kadima o del Likud podrían asimilar también esta última.
Es que, tanto en el régimen de Daniel F. Malan como en el del racismo israelí,
el objetivo parece ser el mismo: era restringir el número de oprimidos. En
Sudáfrica había que restringir los batunstanes, en Israel a los palestinos sobre
todo aquellos que viven en territorio israelí y más específicamente en Jerusalén
Oriental, calificados de 'amenaza demográfica' por algunas autoridades
israelíes.
Esta resolución colisiona contra toda la normativa humanitaria que se opone a
toda forma de racismo o discriminación. Es evidente que por razones de
nacionalidad, enmascaradas en la sempiterna cantinela de la "seguridad", se está
violentando el art. 16 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre,
así como toda la normativa emanada de Convención Internacional sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial.
Explícitamente los mentores de esta legislación remarcaron la selectividad que
impone el Estado de Israel. Y con ello conculcando la Convención internacional
sobre la represión y el castigo del crimen de apartheid, aprobada por la
Asamblea General de las Naciones Unidas en 1973. Esta convención obliga a los
Estados adheridos a adoptar inmediatamente medidas positivas para eliminar toda
incitación a esa discriminación o todo acto de discriminación. Israel, hace todo
lo contrario. Fomenta la discriminación.
La aplicación de la mencionada ley, ahora con el aval judicial, hubiera
merituado la instrucción ante el Tribunal Penal Internacional, claro está si
Israel no hubiera repudiado el Estatuto de Roma. Si un país como Israel
que desarrolla una política de segregacionismo en el marco de la eliminación
respecto del pueblo palestino no puede ser alcanzado por el derecho penal
internacional, el mismo -así como la instancia de la Comisión de Derechos
Humanos - es pura quimera.
La comunidad internacional no puede permanecer siempre al margen de esta
realidad. No es posible que, las Naciones Unidas mantengan la ominosa
posibilidad del veto para los integrantes del Consejo de Seguridad.
Israel, al ser el aliado estratégico del imperialismo estadounidense, puede
vulnerar todos y cada uno de los pactos de derechos humanos que está garantizada
su inmunidad. Cualquier acción que se sustancie en su contra en el seno de la
orbe será obstaculizada por el veto de EE UU. Ni siquiera se formula la
posibilidad de aplicar sanciones de cualquier tipo como las que, oportunamente,
la humanidad penalizó al sistema sudafricano.
En este mundo unipolar, Estados Unidos sostiene y defiende un estado racista.
Como diría la politóloga francesa Ariane Chebel d'Appollonia el racismo es una
de las formas más descarnadas de considerar al "otro" como inferior.