Medio Oriente - Asia - Africa
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Tragedia humanitaria en Chad
Graves enfrentamientos con Sudán y el Banco Mundial
Maximiliano Sbarbi Osuna
Panorama Mundial
A pocos días de que el gobierno de Sudán y las guerrillas rebeldes de la
región de Darfur firmaran la paz, la tragedia humanitaria, que azota la región
desde 2003 y que ya se había extendido al vecino Chad, se acrecentó hasta
provocar la ruptura de relaciones entre los mandatarios de los dos países, con
el agravante de que se sumaron acusaciones de que ambos gobiernos financian
sangrientas milicias para desetabilizar a los países vecinos.
En 2003 el futuro era más que prometedor para la paupérrima nación de Chad, ya
que se incorporaba por pirmera vez a la reducida lista de países exportadores de
petróleo, para ello había obtenido un crédito del Banco Mundial que favorecía
las condiciones de explotación de crudo. La expectativa de exportación era de
250 mil barriles diarios, el 72 % de las ganancias se destinarían a combatir la
pobreza.
Las inversiones no se hicieron esperar, las empresas Exxon Mobil y Chevron
comenzaron a construir junto con el gobierno central un oleoducto de 1.066
kilómetros que desemboca en la costa atlántica, pasando por Camerún.
Pero no todo salió como estaba planeado. El parlamento de Chad enmendó la ley
que establecía cómo se iban a repartir las regalías por la exportación de
petróleo. Esta acción provocó el rechazo del Banco Mundial, que adujo que
históricamente la corrupción del gobierno había malversado los fondos públicos.
Por esta razón en 2005, el organismo multilateral de crédito congeló una cuenta
bancaria en la que se depositaban las ganancias petroleras del país africano.
A esto se le sumó que la producción fue menor de la esperada -170 mil barriles
por día-, parte del dinero del petróleo que había recibido el gobierno no llegó
nunca a la educación, ni a la salud, ni a paliar la pobreza; al aumentar los
ingresos aumentó también la corrupción.
Pero lo peor fue la llegada de 200.000 ciudadanos sudaneses provenientes de
Darfur (oeste de Sudán), que el gobierno de Chad tuvo que alimentar, acoger y
proteger de las guerrillas árabes que cruzaban la frontera desde Sudán
persiguiendo a los refugiados. El gobierno de Sudán apoya a un movimiento armado
que ha cometido masacres en la rica provincia de Darfur, cuya población se ha
organizado en guerrillas para revertir la pésima redistribución de las ganancias
que se explotan en esta región.
A raíz de la crisis de los refugiados, la economía de Chad cayó en picada, el
gobierno tuvo que recurrir a las donaciones internacionales para poder controlar
la situación social que iba empeorando.
Además, a mediados de abril de 2006, un movimiento armado proveniente del este
del país llegó a la capital N´djamena con intenciones de derribar al gobierno.
El ejército logró detenerlos, pero la batalla dejó 350 muertos.
Inmediatamente, aprovechando esta victoria, el presidente Idriss Deby, que llegó
al poder en 1990 mediante un golpe de estado gestado en el este del país desde
donde partieron las guerrillas rebeldes en abril pasado, intentó fortalecer su
posición política, económica y militar.
Acusó a Sudán de armar las guerrillas para derrocarlo, y lo más importante
amenazó con cortar la exportación de petróleo si el Banco Mundial no
descongelaba la cuenta bancaria.
El ultraconservador presidente de esta entidad crediticia, el norteamericano
Paul Wolfowitz, ligado al lobby petrolero estadounidense y apasionado defensor
de la invasión a Irak, negoció con Chad y le permitió acceder a las ganancias de
las exportaciones de hidrocarburos.
En este país, donde la oposición es casi inexistente, el presidente Deby se
presentó el 3 de mayo como candidato a ocupar su tercer mandato en el ejecutivo.
Los observadores internacionales denunciaron una escasísima participación, pero
el gobierno no sólo aseguró que había triunfado Deby, sino que la participación
habría superado el 75 %.
Al repeler a los golpistas y lograr obtener nuevamente las regalías del
petróleo, se fortalece la posición del gobierno, pero todavía debe ayudar, a los
miles de refugiados sudaneses que huyen de la guerra, y los millones de
ciudadanos de Chad que no logran cubrir sus necesidades básicas a pesar de que
el estado comenzó a recibir importantes divisas.