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Entrevista a Gilbert AchcarMedio Oriente: trás la victoria electoral de Hamas
Cihan Aksan
Sin Permiso
State of Nature: La reciente escalada de la violencia partidista en Irak ha
hecho crecer las sospechas de que Estados Unidos esté alentando una contienda
civil para demorar la retirada de sus tropas. ¿Qué piensa usted de esto?
Gilbert Achcar: En cierto sentido, esto es lo que ha sucedido desde el inicio de
la ocupación. Los Estados Unidos eligieron lo que pensaban que sería una
posición cómoda, esto es, hacer de árbitro entre las distintas facciones en
disputa de la población iraquí. Esta elección se tradujo en la forma en que
diseñaron las instituciones, esencialmente basada en una distribución del poder
y de los escaños entre los tres grandes grupos: kurdos, chiítas árabes y
sunnitas árabes.
La situación en el país ha empeorado en el último año, particularmente desde que
los Estados Unidos empezaron a perder el control directo sobre las instituciones
locales como resultado de la elección de enero. Desde que la asamblea ha dejado
de estar completamente controlada por los Estados Unidos, hemos visto como estos
intentan desesperadamente sacar provecho de cualquier división entre facciones
iraquíes. Es la vieja fórmula imperial del "divide y vencerás".
¿Dónde cree que nos lleva esto? ¿Estamos hablando de una tripartición del país?
¿O cree usted que los Estados Unidos aún no están preparados para una solución
de este tipo? Ciertamente ésta no sería la mejor alternativa para los Estados
Unidos, e incluso dudo de que realmente pudiera ser su segunda mejor opción,
aunque sólo sea por que no es difícil vaticinar que desembocaría en alguna
variante de Estado chiíta con todo el control sobre la producción de petróleo
iraquí. Un Estado así sería un seguro aliado de Irán y podría desencadenar una
dinámica muy peligrosa en todo el área, incluida Arabia Saudita, país en el que
la zona de mayor producción petrolífera está habitada por una mayoría chiíta.
Está claro que éste no es un escenario que convenga a Estados Unidos. Algo así
podría llegar a desestabilizar todo el área y tener consecuencias muy peligrosas
para la economía global, afectando sobremanera el precio del petróleo, que en
los últimos años se ha puesto por las nubes. Aunque, ciertamente, en círculos
neoconservadores se sido propuesto como plan B para Irak, no es verosímil que un
escenario de partición sea algo que Washington considere como una opción seria
que pueda tener un resultado favorable para los Estados Unidos.
¿Cómo transformará a Hamás su victoria electoral en Palestina?
Es difícil dar una respuesta tajante, puesto que depende de muchos factores,
incluida las reacciones oficiales de los Estados Unidos y de Europa. En este
momento están ponderando las opciones que tienen. También depende de lo que haga
Israel. Pero lo que sí puedo decir es que sabiendo qué es Hamás, conociendo cómo
ha edificado su victoria y el tipo de programa que encarna, no soy capaz de
vislumbrar las perspectivas prometedoras que algunos que ponen los deseos por
delante de la realidad ven como posibles; esto es, que Hamás se adaptará a lo
que ellos estiman que es "la realidad" y que de algún modo se sumará al llamado
"proceso de paz". No creo que esto vaya a ocurrir porque no creo que Hamás desee
perder sus señas de identidad políticas tan rápidamente y sin recibir nada a
cambio. Hoy por hoy no creo que sea posible un escenario promisorio, básicamente
porque en Israel hay una especie de mayoría social y un gobierno muy
reaccionarios, muy derechistas y, en realidad, Sharon y quienes le suceden en el
poder son gente que en el fondo están contentos con la situación actual. Esta
situación les sirve un pretexto para ir más allá en sus acciones unilaterales, y
paso a paso van dando forma a la "solución final" que más les conviene.
La reacción de los Estados Unidos, de la Unión Europea y de Israel a la victoria
de Hamás ha consistido básicamente en una amenaza de aislamiento diplomático y
en una interrupción del flujo de fondos destinados a la Autoridad Palestina.
Irán ha reaccionado prometiendo ayuda financiera y ha hecho un llamamiento a los
demás países musulmanes para que se sumen a la causa. Informaciones recientes en
la prensa árabe, desmentidas por Hamás, apuntan a que Irán donará 250 millones
de dólares al Gobierno encabezado por Hamás. ¿Qué significado tiene todo esto?
Bueno, esto no hace más que mostrar que el intento de aislar a Hamás, que en
realidad no significa aislar a Hamás como tal, sino al Gobierno elegido por el
pueblo palestino, fracasará. Es evidente que la victoria de Hamás en Palestina
es también una gran victoria para Irán, para Siria, para todos los adversarios
de Estados Unidos en esa parte del mundo. En general, todos estos países están
muy contentos por la victoria de Hamás. En el caso de Irán se explica por que se
ha hecho con otra carta política en la zona, y está en disposición de
utilizarla.
En realidad, Irán estaba prestando apoyo a Hamás desde mucho antes de las
últimas elecciones y Hamás le ha devuelto el favor mostrando públicamente su
solidaridad después de las provocativas declaraciones del Presidente iraní.
Semanas antes de las elecciones, Hamás no tuvo empacho en proclamar su apoyo al
Presidente de Irán, y Khaled Meshaal, el líder de Hamás que vive en el exilio en
Damasco, visitó Teherán para confirmar expresamente este apoyo.
El Gobierno iraní dice que va a proporcionar a Hamás lo que el pueblo palestino
necesite en materia de fondos financieros, y es por esto que incluso los
clientes árabes de los Estados Unidos se ven entre la espada y la pared. No
pueden evitar entrar en competencia con Teherán, puesto que sería muy
perjudicial para sus intereses que Irán puediera aparecer como el único apoyo de
Hamás. Sienten que deben apoyar a Hamás porque saben que en una confrontación
entre Hamás por un lado e Israel y Europa por el otro, la opinión pública árabe
siempre se va a poner del lado de Hamás.
La organización libanesa Hezbollah aumentó mucho su crédito cuando consiguió
expulsar a Israel del Líbano. ¿En qué medida podría decirse que su victoria
alentó el apoyo que recibió Hamás en Palestina?
El impacto de la victoria de Hezbollah es palpable en el sentido de que la lucha
de Hezbollah contra la ocupación jugó un papel fundamental en la retirada de
Israel del sur del Líbano en el año 2000. Esta victoria fue en sí misma muy
importante y coadyuvó a aumentar el atractivo político de Hamás, especialmente
cuando se recuerda el fracaso del proceso de Oslo y la gran desilusión que
conllevó, y más teniendo en cuenta que Arafat había comprometido su liderazgo en
ese proceso. En 2000 se producen las negociaciones de Camp David con Clinton,
Barak y Arafat, donde el acuerdo debía basarse en el fin de los asentamientos,
pero luego, en septiembre de ese mismo año, la provocación de Ariel Sharon en
Jerusalem facilitó la victoria electoral de éste en febrero de 2001. Todo esto
precipitó una suerte de radicalización en los dos bandos; en el lado palestino
estalló la "Segunda Intimada". La victoria de Hamás es consecuencia directa de
este marco político, aunque deben añadirse otros factores obvios, como la
profunda corrupción de la Autoridad Palestina, en contraste con la reputación de
Hamás como organización dedicada a atender necesidades sociales del pueblo
palestino.
En este sentido, podrías decirse que se parece mucho a lo que ocurrió con
Hezbollah.
Así es, de nuevo muy parecido a Hezbollah. Lo cual no quiere decir, claro está,
que Hamás deba su victoria a Hezbollah. El factor Hezbollah jugó un papel
relevante en el refuerzo del atractivo de Hamás, pero creo que de no haber
existido Hezbollah, Hamás habría ganado igualmente por la dinámica en la que
había entrado el escenario palestino-israelí.
Este año, Condoleezza Rice ha recaudado 75 millones de dólares destinados a
financiar a grupos opositores en el interior de Irán. Ha afirmado que Estados
Unidos tiene un "menú de opciones" para tratar el asunto de Irán. ¿Cuáles son
esas opciones?¿Cuál es la que finalmente elegirá Estados Unidos?
Mi impresión es que Washington no está en condiciones de decidir cuál es su
última opción. Todas sus opciones conllevan riesgos y exigen considerar un
montón de factores: factores iraníes, factores iraquíes, factores regionales más
allá de Irán e Irak y factores internacionales. Este asunto es muy complicado
puesto que Irán es un hueso más duro de roer de lo que lo fue Irak, al menos en
lo que se refiere al derrocamiento de Saddam Hussein, que constituyó de lejos la
parte más fácil de la jugada. Derrocar el régimen iraní es un objetivo mucho más
difícil, en primer lugar porque, simple y llanamente, Washington no puede
invadir Irán: este país es mucho más extenso que Irak, y cuando recordamos el
cenagal en el que andan metidas las tropas de Estados Unidos en territorio
iraquí entendemos fácilmente que los americanos no se planteen seriamente esta
opción. Es impensable que en Irán pueda producirse un cambio de régimen como el
propiciado en Irak, y la razón fundamental radica en que el régimen iraní sí
tiene base social real. Las recientes elecciones en las que triunfó Ahmedinejad
no fueron ninguna farsa, no hubo trampa alguna. Naturalmente, se enfrentaban dos
personalidades muy destacadas dentro del mismo régimen gobernante, y la variedad
de fuerzas políticas autorizadas a tomar parte en el proceso político era muy
limitada, pero al fin y al cabo se trató de una contienda en toda regla. El
resultado refleja que el régimen iraní sigue manteniendo una sólida base social
que puede movilizar mediante dosis adecuadas de populismo; y también puede jugar
la carta de apelar al sentimiento nacionalista de la población.
Cuanto más ataque Washington políticamente al régimen iraní, mejor van a irle
las cosas a éste. Esto explica por qué Ahmedinejad, que está menos loco de lo
que a menudo se piensa en Occidente, sigue provocando a Estados Unidos y a
Israel. Sabe perfectamente lo que está haciendo. Sabe que esto le permite
cohesionar sus huestes en el interior y en todo el mundo musulmán, además de que
por lo general esta clase de afirmaciones reciben una aprobación popular
generalizada. Si Washington se viera en la tesitura de tener que pasar de las
amenazas verbales a la acción militar real sobre Irán, dejando a un lado el
grave problema de cómo asegurarse una posible vía de retirada, lo que podría
ocurrir es que se desatara una fuerte oleada de protestas y una mayor
radicalización de posturas en todo el área, no sólo en Irán. Sin duda, ésta
sería una situación muy delicada y que entrañaría muchos riesgos para Estados
Unidos.
Sin embargo, Washington cree que si Irán obtuviera el arma nuclear, esto
constituiría una peligrosa amenaza para el desarrollo de los intereses de
Estados Unidos en todo el área, puesto que Irán tendría en sus manos un arma
disuasoria muy poderosa y, por eso mismo, una mayor capacidad de maniobra para
actuar políticamente en la región. Por eso estoy convencido de que en Washington
están tomando en consideración todas las alternativas posibles, claro está, pero
saben que ninguna de las opciones que conlleve agresión militar pueden tomarla a
la ligera. Por ahora siguen utilizando la táctica del palo y la zanahoria, y
juegan a eso del policía bueno y malo con Europa, Rusia y otros para por lo
menos conseguir demoras en los esfuerzos de los iraníes en el campo nuclear, con
la esperanza de que la situación interna en Irán cambie de nuevo y crezca algún
tipo de oposición contra el actual régimen iraní.
En realidad lo que dice Condoleezza Rice va en esta dirección: que Washington no
es capaz de cambiar el régimen desde fuera como hizo con Irak, de modo que su
única alternativa es tratar de cambiarlo desde dentro apoyando a las fuerzas de
la oposición. Pero su gran problema es que cualquier oposición que reciba el
apoyo directo de Estados Unidos queda desacreditada por completo. Carecen de
importancia los cambios que acaecieron en el interior de Irán antes de la
invasión estadounidense de Irak, puesto que desde entonces la imagen de Estados
Unidos en la zona se ha deteriorado a pasos agigantados a la vista de cómo
evoluciona el lodazal iraquí, y más aún a partir de la confrontación sobre la
cuestión nuclear con Teherán.
¿Cómo describiría la relación entre Irán y Rusia? Irán es un activo muy
importante para los rusos. Moscú se ha quedado con muy pocos aliados y clientes,
y no ha recibido ninguna clase concesión por parte de los Estados Unidos en pago
por la buena disposición a cooperar que Putin mostró a la Administración Bush
después del 11-S. Viendo esto, Rusia trata de reconstruir su propia zona de
influencia y ha estrechado sus relaciones estratégicas con China. En Asia
central Rusia ha vuelto a la competición directa con Estados Unidos, tratando de
contener la influencia que los americanos intensificaron con la excusa del 11-S
y la invasión de Afganistán. Recientemente hemos visto como han conseguido
cancelar la base aérea que Uzbekistán había cedido a Estados Unidos. En este
marco, las relación de Rusia con Irán cobra una gran importancia.
Sin embargo, Rusia es económicamente dependiente de sus relaciones con Alemania,
y puesto que Alemania está muy preocupada por el asunto iraní y está ejerciendo
mucha presión, Putin y el Gobierno ruso tratan de conciliar todos estos factores
y presiones. Pero, en última instancia, pienso que Irán tiene tal importancia
estratégica para Rusia que ésta no va a romper con Teherán, y menos en un
momento en el que el viento sopla con fuerza contra los intereses de Estados
Unidos en Oriente Medio.
Hace unas semanas Khaled Meshaal, de Hamás, visitó Turquía. Le siguió el Primer
Ministro iraquí Ibrahim al-Jafari, y unos días más tarde el clérigo chiíta
Moqtada al-Sadr. ¿Cómo interpreta este tráfico tan denso? ¿Qué papel está
dispuesta a jugar Turquía en Oriente Medio?
Bueno, estas tres visitas o, dicho de otro modo, la cuestión iraquí y la
cuestión palestina, no tienen el mismo significado. Hamás hace esfuerzos
denodados por tejer una red de vínculos internacionales, algo de lo que en
realidad nunca se habían ocupado seriamente. Puesto que sienten la amenaza del
ostracismo al que pueden condenarles los países occidentales, ponen mucho empeño
en iniciar relaciones más allá de las "naturales" que ya tienen con ciertos
gobiernos, por ejemplo con gobiernos que están enfrentados a Estados Unidos. De
modo que la visita a Turquía para ellos es importante porque Turquía pertenece a
la OTAN, es un aliado oficial de los Estados Unidos y, además, el partido
gobernante es islamista. Estoy convencido de que el gobierno turco recibió a
Hamás con el visto bueno de Washington, que está movilizando a sus aliados
musulmanes (particularmente a los saudíes, y también a otros) con la esperanza
de persuadir a Hamás para que haga las concesiones necesarias para que pueda
iniciarse el proceso de negociación política entre palestinos e israelíes.
Para Irak la cuestión es otra. Existe una seria confrontación entre chiítas y
kurdos. La alianza con los kurdos es el pacto más fiable que tiene Washington en
Irak. Pero en fechas recientes ha aumentado el grado de enfrentamiento de los
kurdos con la alianza chiíta, mayoritariamente compuesta por la coalición entre
Moqtada al-Sadr y Jaafari. Como es sabido, Moqtada al-Sadr apoyó a Jaafari para
que consiguiera ser elegido primer ministro en representación de la alianza
chiíta. Por segunda vez desde la elección de enero de 2005, los kurdos están
tratando por todos los medios de imponer la presencia de Allawi en el próximo
gobierno (Allawi es conocido por ser el otro gran aliado y cabeza de turco de
Estados Unidos en Irak, aunque hay que decir que está en una posición mucho más
débil que hace un año). Las fuerzas kurdas lo están intentando, teniendo que
hacer frente a la oposición de la coalición chiíta, y contra de los deseos de
Teherán, que se cierra en banda a aceptar a Allawi.
Todos estos juegos de poder están relacionados con las visitas de iraquíes a
Turquía. Como todos sabemos, Ankara está muy preocupada por la alianza kurda en
Irak, por lo que los chiítas tratan de que Turquía ejerza presión sobre los
árabes sunnitas para conseguir meter una cuña entre ellos y los kurdos, puesto
que el gran problema de los chiítas estriba en que los sunnitas, para conseguir
aumentar sus posibilidades de acceder a una parte más grande de la tarta, suelen
aliarse con los kurdos. Este marco general explica por qué los kurdos han
reaccionado tan violentamente a la visita que ha realizado Jaafari a Turquía.
El fundamentalismo islámico se ha convertido en la principal fuerza de
resistencia antiimperialista en Oriente Medio. ¿Existe alguna posibilidad de que
se produzca un renacimiento de un nacionalismo antiimperialista de izquierda o
progresista en la región? En primer lugar, yo no etiquetaría al fundamentalismo
islámico como "antiimperialista". El antiimperialismo es una etiqueta que
reservo para fuerzas que analizan la realidad mediante estas categorías. Pero
los fundamentalistas islámicos, si entendemos por tales a las ramas más
fanáticas como las de Bin Laden, Zarqawi y demás, no utilizan estos términos. Lo
que dicen es que hacen frente a los cruzados y a los judíos, utilizando un tipo
de vocabulario que revela una concepción del mundo racista y fanática. Y aunque
estén combatiendo al mayor opresor de los pueblos de esta parte del mundo, eso
no quita que podamos decir que se inscriben en una corriente muy reaccionaria,
particularmente en relación a sus concepciones sociales. Irak es una excelente
ilustración de esto. Zarqawi no sólo está librando una guerra contra la
ocupación (que, objetivamente hablando, podría ser considerada una guerra
legítima), sino que también está desplegando un tipo de guerra desmedidamente
sangrienta y sectaria, que desde cualquier punto de vista debe ser vista como
extremadamente reaccionaria.
Naturalmente, no podemos meter en el mismo cesto a este tipo de fanatismo
sectario y a organizaciones como Hamás, Hezbollah u otras que tienen una base
social real. Estas organizaciones de veras están encabezando las luchas
populares en contra de su principal agresor exterior, y eso a pesar de que sus
concepciones sociales y políticas son muy reaccionarias, algo que califico de
auténtica calamidad para los verdaderos intereses a largo plazo de las clases
populares. Sin duda, esto es resultado del fracaso histórico de las fuerzas
progresistas en esta parte del mundo, al tiempo que es la consecuencia del hecho
que el fundamentalismo islámico ha sido instrumentalizado durante décadas
–mayormente, por los Estados Unidos– para combatir todas esas corrientes
progresistas.
Entonces, ¿puede producirse algún tipo de cambio hacia la izquierda?
Bueno, en primer lugar hay que tomar en consideración que una lucha progresista
contra el imperialismo aún es posible en muchos lugares del mundo, y
Latinoamérica es la mejor prueba de ello. Que sea posible allí y por ahora no lo
sea en Oriente Medio probablemente sea debido a la presencia de una Cuba que aún
se mantiene popular. Gracias a Cuba, la idea de revolución y socialismo no se ha
desacreditado en Latinoamérica como sí ha ocurrido en el resto del mundo
occidental y en Oriente. El hecho de que la imagen de Cuba tenga una proyección
tan irresistiblemente positiva en Latinoamérica contribuye a aumentar el margen
de maniobra real para la revitalización de las fuerzas de izquierda.
En el caso de Oriente Medio, mucho me temo que tendrá que pasar mucho tiempo
hasta que podamos regresar a una situación en la que las fuerza progresistas
actúen de catalizadoras del resentimiento y descontento populares. De ocurrir,
habría un cambio en la trayectoria de los dos proyectos que he mencionado con
anterioridad. En primer lugar, eso querría decir que el movimiento
fundamentalista estaría muy desacreditado y su fracaso se parecería al que
actualmente padecen las fuerzas nacionalistas progresistas y de izquierda. Pero
a día de hoy el fundamentalismo islámico está en plena expansión y consiguiendo
muchas victorias. Estoy seguro de que esto no durará siempre, pero pueden pasar
muchos años hasta que la tendencia se revierta.
En segundo lugar, es necesario renovar sobre nuevas bases el crédito de
cualquier alternativa izquierdista. A día de hoy, no veo ninguna posibilidad de
que a medio plazo haya alguna tendencia dentro de la izquierda de esta parte del
mundo que tenga margen para mejorar su situación. Las experiencias ocurridas en
otras partes del mundo podrían ser de gran ayuda, claro. Lo que pasa en
Latinoamérica es importante, pero está muy lejos de lo que ocurre en Oriente
Próximo. Sin embargo, considero que lo que ocurra en Europa va a ser muy
importante en este sentido. Cualquier cosa que ocurra en la escena europea será
importante para la configuración de las condiciones políticas del futuro en
Oriente Medio y en el mundo musulmán. Esto significa que no sólo es necesario
que haya un avance importante de las fuerzas de izquierda en Europa, sino que
este avance sea de un tipo de fuerzas izquierdistas que muestren un
comportamiento correcto para con la población musulmana o de origen inmigrante
en Europa y que combatan la islamofobia, un fenómeno que está creciendo
rápidamente en los países occidentales.
Todo esto dibuja un conjunto de condiciones que mucho me temo que no invitan a
ser demasiado optimista. Pero diría, utilizando una fórmula muy trillada pero
que sigue siendo válida, que en esta parte del mundo el optimismo de la voluntad
sólo puede alcanzarse mediante la convicción pesimista de que puede ocurrir algo
aún peor y de que debemos hacer algo para impedirlo.
* Nota de Correspondencia de Prensa: Gilbert Achcar, intelectual marxista de
origen libanés, profesor de ciencias políticas en la universidad Paris-VIII, es
investigador en el Centro Marc Bloch de Berlín. Autor de diversos libros entre
ellos: Le choc des barbaries.Terrorismes et desordre mondial. (Complexe, París
2002); L’Orient incandescent. Le Moyen-Orient au miroir marxiste. (Editions Page
Deux, Lausanne, 2003). Co-dirigió L`Atlas du Monde Diplomatique, París 2003.
Escribe para las revistas Monthly Review (Estados Unidos), New Left Review (Gran
Bretaña) y A lecontre (Suiza).
Traducción de Jordi Mundó para