Medio Oriente - Asia - Africa
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Llueve sobre mojado en el Sahara Occidental
Jes�s A. N��ez Villaverde
Revista Pueblos
En un contexto medi�tico dominado obsesivamente por la crisis provocada tras la publicaci�n de las caricaturas de Mahoma- mezcla de errores occidentales y manipulaciones sabiamente orquestadas por gobiernos isl�micos interesados en aliviar la presi�n que recae sobre ellos- se ha abierto un peque�o resquicio por el que se ha colado alguna puntual referencia al drama que estos d�as ha asolado el territorio del Sahara Occidental. Es, sin paliativos, una emergencia dentro de una emergencia.
En efecto, los campamentos de refugiados saharauis ya presentaban a finales
del pasado a�o una muy preocupante insuficiencia alimentaria, sin que esto
hubiera provocado hasta ahora la necesaria reacci�n de la comunidad
internacional. De hecho, el Frente Polisario ya hab�a tenido que echar mano de
sus reservas estrat�gicas, ante la falta de ayuda alimentaria para atender las
necesidades de los aproximadamente 160.000 refugiados que malviven en los cuatro
campamentos del suroeste argelino (Samara, El Aai�n, Auserd y Tinduf). Una
medida que tuvo que ser adoptada ante la falta de respuesta tanto por parte del
Programa Mundial de Alimentos (PMA) como del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Recordemos que la imagen general de los campamentos es de estricta subsistencia.
Con el tiempo se han ido edificando viviendas te�ricamente provisionales (aunque
muchos de sus habitantes llevan ya treinta a�os residiendo en ellas), que no
est�n adecuadamente equipadas para soportar las temperaturas extremas propias
del lugar y que no disponen de comodidades tan habituales en otras latitudes
como agua corriente o suministro el�ctrico. Ahora, con las lluvias torrenciales
de la semana pasada, la situaci�n ha empeorado visiblemente. Se estima que unos
50-60.000 refugiados han perdido sus casas (de adobe en su gran mayor�a), sobre
todo en los tres primeros campamentos citados anteriormente, quedando, por
tanto, a�n m�s expuestos a las siempre exigentes condiciones de vida de la
hamada (desierto pedregoso donde est�n localizados los campamentos).
Como en tantas otras ocasiones similares, los avisos sobre la gravedad de la
situaci�n no hab�an sido suficientes para activar las voluntades pol�ticas de
los organismos internacionales y de los gobiernos. Ha tenido que ser, otra vez,
la emergencia sobrevenida, en forma de lluvias torrenciales en este caso, la que
ha provocado finalmente la reacci�n internacional (con Argelia primero, seguida
por el ACNUR, la Uni�n Europea y Espa�a).
En el mejor de los casos, lo que cabe esperar de esta puntual movilizaci�n de
alimentos y materiales de emergencia es que sirva para paliar moment�neamente
las deficiencias estructurales de la desterrada poblaci�n saharaui. Lo que queda
fuera de todo c�lculo realista es imaginar que, al calor de lo ocurrido, se vaya
a modificar el signo de una historia que parece condenar a los saharauis al
abandono de sus esperanzas de llegar alg�n d�a a poder ejercer su derecho a la
autodeterminaci�n. Cabe recordar que, aunque todo contribuye a ir enterrando
bajo la arena del desierto las aspiraciones independentistas de los saharauis,
el marco de referencia para la resoluci�n del conflicto iniciado en 1975 sigue
siendo, al menos formalmente, el emanado del Plan de Paz de 1991, impulsado por
la ONU. En ese marco, se contempla la celebraci�n de un refer�ndum, eternamente
pospuesto como consecuencia de la feroz resistencia marroqu� a permitirlo, en el
que se decidir� si ese territorio, de unos 248.000Km2, debe ser definitivamente
integrado en Marruecos o si se convierte en un Estado soberano.
A d�a de hoy de poco parece servir que unos setenta pa�ses que ya reconocen a la
Rep�blica �rabe Saharaui Democr�tica (RASD) como Estado independiente; una lista
a la que acaba de a�adirse Ecuador y que seguramente ser� ampliada en fechas
pr�ximas por Brasil. El contexto internacional, definido por la inefable "guerra
contra el terror" liderada por Washington- que tiende a identificar como
terrorista a cualquier disidencia que no se acomode a los dictados del l�der
mundial y sus compa�eros de viaje (entre los que Marruecos ha conseguido
incluirse)- y la relaci�n de fuerzas- claramente favorable a las tesis
soberanistas de Rabat-, no auguran un futuro optimista para el pueblo saharaui.
Tras no pocos intentos de mediaci�n, no siempre neutral, y mientras la MINURSO
ha visto disminuidas notablemente sus capacidades hasta incapacitarla para
ejercer la totalidad de sus funciones originales, estamos ahora a la espera de
una anunciada propuesta marroqu� para desbloquear la situaci�n. Nada permite
albergar esperanzas de que Rabat vaya a salirse de un gui�n que apunta a una
soluci�n pol�tica (al margen de cualquier refer�ndum que no sea meramente
confirmativo) favorable a sus tesis de integraci�n del territorio saharaui bajo
bandera marroqu�. Maruecos es consciente de que cuenta con s�lidos apoyos
externos para evitar la independencia saharaui y tambi�n sabe que la opci�n
militar, con la que en ocasiones amenaza el Frente Polisario, es inviable en la
pr�ctica.
En definitiva, llueve sobre mojado en los territorios saharauis, cuando a una
desgracia de partida se a�aden otras que no hacen m�s que castigar a un pueblo
que �nicamente, y sin recurrir nunca al terrorismo, aspira a ver reconocida su
identidad nacional soberana. Tras la espor�dica atenci�n internacional de estos
d�as para atender a la actual crisis, lo m�s probable es que volvamos a un
olvido interesado que facilite que se vuelvan a cumplir los dictados de la
real politik, dejando los sue�os para otro tiempo y para otro lugar.
* Jes�s A. N��ez Villaverde es director del Instituto de Estudios sobre
Conflictos y Acci�n Humanitaria (IECAH, Madrid). Este art�culo ha sido publicado
en la web del IECAH el
pasado 26 de febrero. .
Fuente: lafogata.org