Medio Oriente - Asia - Africa
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El derecho de autodeterminación en materia energética, incluida la energía nuclear
Alejandro Teitelbaum
Argenpress
El 11 de agosto de 2005 el Consejo de Gobernadores de la Agencia
Internacional de la Energía Atómica (AIEA), organismo encargado de vigilar y
verificar el cumplimiento del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares
(subrayamos armas) celebrado en 1968 y en vigor desde 1970 y, en ese carácter,
adoptó una resolución pidiendo a Irán la suspensión de los trabajos tendientes a
la producción de combustible nuclear.
'Para promover la confianza, el Consejo de Gobernadores considera necesario que
Irán suspenda todas las actividades vinculadas con el enriquecimiento de uranio
y expresa su profunda preocupación' por el hecho de que haya decidido reanudar
el proceso, según el texto de la resolución.
Distintos funcionarios iraníes reaccionaron ante esta decisión reivindicando el
derecho de Irán a producir combustible dentro del Tratado de No Proliferación
Nuclear (TNP).
A principios de 2006, como consecuencia de la "impasse" en las negociaciones con
la "troika" europea, el Gobierno iraní retiró los precintos puestos por la OIEA
que mantenían clausurada desde diciembre de 2005 la planta de enriquecimiento de
uranio de Natanz.
El 30 de enero de 2006, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad
y Alemania volvieron a subrayar su « preocupación » por el programa nuclear
iraní y pidieron a Teherán que tome medidas que renueven la confianza y suspenda
todas las actividades de enriquecimiento de uranio, incluyendo la investigación
(nuestro el subrayado).
Veamos cuáles son los hechos
La alimentación en combustible de las centrales nucleares requiere la
realización del llamado ciclo del combustible, una de cuyas etapas es el
enriquecimiento del uranio. Muchos países poseedores de centrales nucleares no
proceden al enriquecimiento, sino que compran el uranio enriquecido en el
extranjero a un reducido número de países que lo producen: EEUU, Francia, Rusia,
Reino Unido, Japón y Holanda. Ello tiene un costo elevado y crea una dependencia
en materia energética.
El combustible nuclear sirve para otros usos: en investigación científica, como
energía propulsora, por ejemplo para submarinos, en aplicaciones terapéuticas de
sus derivados, y por cierto, para la fabricación de armas nucleares, aunque para
esto último se requiere un uranio mucho más enriquecido.
Por ejemplo Brasil, que posee la sexta reserva de uranio en el mundo, para la
generación de energía eléctrica cuenta con dos centrales nucleares, pero debe
enviar el uranio al exterior para su enriquecimiento, a fin de que sirva como
combustible en dichas centrales.
El uranio extraído de los yacimientos brasileños es exportado en bruto a Canadá
donde es transformado en gas.
Luego es enriquecido en Europa por el consorcio Urenco, formado por empresas de
Alemania, Holanda y el Reino Unido.
Brasil ha desarrollado una tecnología propia para enriquecer el uranio y ha
decidido utilizarla, sin necesidad de recurrir a empresas extranjeras, a fin de
evitarse el consiguiente gasto y adquirir autonomía en ese terreno.
La OIEA autorizó a Brasil en noviembre de 2004 a realizar estas actividades, es
decir las mismas que pretende efectuar Irán, pese a que Brasil puso obstáculos
para la inspección, aduciendo que quería preservar el secreto de su propia
tecnología de enriquecimiento de uranio.
El Tratado de no proliferación, del que Irán es parte y que se sostiene que lo
está violando, tiene por objetivo evitar la proliferación de las armas nucleares
y la tecnología armamentística, (es decir impedir que otros Estados, además de
los que ya las tienen, dispongan de armas nucleares) fomentar la cooperación en
el uso pacífico de la energía nuclear y promover la meta de conseguir el desarme
nuclear (que incluye a los Estados que ya tienen armas nucleares) , así como el
desarme general y completo.
Abierto a la firma en 1968, el Tratado entró en vigor en 1970. Un total de 188
Estados se han sumado al Tratado, incluidos los cinco Estados que poseen
oficialmente armas nucleares: China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y
Rusia.
Para fortalecer los poderes de los inspectores del OIEA se aprobó en 1997 el
Protocolo Adicional del Acuerdo de Salvaguardas. El Protocolo -firmado hasta
ahora por 107 países, de los cuales 73 lo han ratificado- permite a los técnicos
del OIEA visitar prácticamente sin aviso previo cualquier instalación nuclear de
un país adherido. Irán adhirió al Protocolo en diciembre de 2003. Estados Unidos
y Rusia no lo han ratificado y los 25 países de la Unión Europea (UE) lo
hicieron en abril de 2004. Brasil y Argentina no lo han firmado, mientras que
otros países de la región, como México o Colombia, adhirieron a él pero no lo
han ratificado.
Las estimaciones más conservadoras atribuyen la posesión actualmente a Estados
Unidos de 6000 misiles nucleares, a Rusia 5000, a China 400, a Francia 350 y a
Gran Bretaña 200.
India, Israel y Pakistán nunca firmaron el Tratado y Corea del Norte se retiró
del mismo en 2003. Se estima, con bastante certeza, que los tres primeros países
poseen armas nucleares, India unas 70, Israel entre 100 y 300, según las fuentes
y Pakistán 45. No existe la misma certidumbre respecto de Corea del Norte.
A fin de promover la meta de la no proliferación y como medida para fomentar la
confianza entre los Estados partes, el Tratado establece un sistema de
salvaguardias bajo la responsabilidad de la Organización Internacional de
Energía Atómica (OIEA).
Las salvaguardias se utilizan para verificar el cumplimiento del Tratado
mediante inspecciones dirigidas por la OIEA. El Tratado fomenta la cooperación
en la esfera de la tecnología nuclear pacífica, así como la igualdad de acceso a
esta tecnología para todos los Estados partes, al tiempo que las salvaguardias
evitan la desviación de material fisionable hacia usos armamentísticos.
El artículo IV del Tratado, dice : Nada de lo dispuesto en este Tratado se
interpretará en el sentido de afectar el derecho inalienable de todas las Partes
en el Tratado de desarrollar la investigación, la producción y la utilización de
la energía nuclear con fines pacíficos sin discriminación y de conformidad con
los artículos I y II de este Tratado.
De modo que el objetivo del Tratado es que los Estados que tienen armas
nucleares comiencen un proceso de destrucción de dichas armas hasta su total
eliminación (artículo VI del Tratado), impedir que otros Estados comiencen a
fabricarlas, a cuyo fin los países que disponen de instalaciones nucleares deben
someterlas al control periódico de la OIEA, todo ello en la perspectiva de un
desarme general y completo.
No hay base jurídica alguna, entonces, para exigir a Irán que no siga adelante
con su programa de realización completa del ciclo del combustible nuclear,
incluido el enriquecimiento del uranio, como lo hace Brasil, también con todo
derecho, sin que la OIEA en este último caso formule objeciones.
Las razones de la agitación en torno Irán hay que buscarlas en otra parte:
1) El interés de algunos países en conservar el oligopolio del negocio del enriquecimiento del uranio
2) En que Irán, según el Gobierno de los Estados Unidos, forma parte del «eje del mal» y no puede ser objeto del mismo trato que los «países amigos» que enriquecen uranio (con todo derecho) o que poseen bombas atómicas , como Israel, esto último en total contradicción con el objetivo fijado de eliminación de todas las armas nucleares a escala planetaria;
3) El complejo militar-industrial (según la expresión de Eisenhower) que
gobierna a los Estados Unidos ha realizado excelentes negocios con las guerras
del Golfo, de Yugoslavia, de Afganistán y de Irak (cuatro guerras en catorce
años). Para mantener su alta cuota de beneficios necesita programar nuevas
guerras o, por lo menos, mantener viva una aguda tensión internacional. Irán,
junto con «la amenaza global del terrorismo» es el pretexto empleado para
mantener el presupuesto militar estadounidense a niveles astronómicos sin
precedentes.
Si de amenaza nuclear se trata y más que de amenaza, de catástrofes producidas
con armas nucleares, son precisamente los cinco miembros del «club nuclear» sus
únicos autores. Estados Unidos es el único país que ha utilizado la bomba
atómica y los cinco con sus ensayos nucleares contaminaron a propios y extraños
en Estados Unidos, en las islas del Pacífico, en los desiertos de Australia
poblados por aborígenes, etc.
Además Estados Unidos utilizó en las guerras recientes proyectiles construidos
con una aleación de metales conteniendo uranio empobrecido, lo que tuvo
consecuencias nefastas para las poblaciones de los países agredidos y para el
personal militar estadounidense y de otros países involucrados en las guerras de
agresión.
Estados Unidos continúa con sus programas de armas nucleares, incluso armas
tácticas, y ha manifestado su intención de utilizarlas de manera preventiva.
Ahora el Presidente de Francia ha hecho una manifestación similar.
El ex-presidente Carter ha declarado: "Estados Unidos asegura cumplir con el
artículo VI que se refiere a la disposición del desarme del tratado, pero
continúa probando y desarrollando nuevas armas como las llamadas Star Wars y el
buster contra fortificaciones bajo tierra, y ha amenazado con atacar a Estados
no nucleares, en caso de sorprenderlos haciendo progresos militares y otras
contingencias inesperadas.
En la Cumbre de Moscú, celebrada el 24 de mayo de 2002, Estados Unidos y Rusia
firmaron el Tratado sobre la reducción de las armas estratégicas ofensivas, en
el que cada una de las partes acordó limitar, antes del 31 de diciembre de 2012,
la cifra total de sus cabezas nucleares estratégicas desplegadas a un número de
entre 1.700 y 2.200. Es decir que 42 años después de la entrada en vigor del
Tratado de no proliferación y desarme nuclear, Estados Unidos y Rusia
continuarán poseyendo armas nucleares suficientes como para hacer saltar todo el
planeta.
En el plano normativo, también la política de Estados Unidos es el principal
obstáculo al objetivo de eliminar las armas nucleares.
En la Conferencia de la revisión del TNP del año 2000, Estados Unidos y otros
países firmantes acordaron 13 compromisos específicos sobre desarme, empezando
por la finalización de las pruebas de armas nucleares. La Administración Bush
declaró que no acataría esos compromisos.
En la Asamblea General de Naciones Unidas del 2003, se sometieron a votación
nueve resoluciones sobre desarme nuclear.
Estados Unidos votó en contra de ocho de ellas. Francia y Reino Unido también
votaron negativamente la mayoría de las propuestas de desarme nuclear.
La pronta entrada en vigor del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos
Nucleares de 1996 fue una de las cuestiones que se examinaron en la VI
Conferencia de del TNP del año 2000.
En enero de 2005 dicho Tratado había sido firmado por 174 Estados y ratificado
por 120. Los cinco Estados oficialmente poseedores de armas nucleares han
firmado el Tratado. La Federación de Rusia, Francia y el Reino Unido lo han
ratificado. Estados Unidos y China no.
Se han celebrado varios acuerdos regionales de proscripción de las armas
nucleares:
Tratado de Tlatelolco para la proscripción de las armas nucleares en América
Latina y el Caribe (1967); Tratado de Rarotonga sobre la zona desnuclearizada
del Pacífico Sur (1985); Tratado de Bangkok sobre creación de zona libre de
armas nucleares en el Asia sudoriental (1995); Tratado de Pelindaba sobre la
creación de una zona libre de armas nucleares en Africa (1996).
Pero, pese a que la seguridad y la estabilidad regional en el Medio Oriente
requieren la total eliminación de armas nucleares y otras armas de destrucción
masiva y a que existe una Iniciativa Arabe en favor de la creación de una Zona
Libre de Armas de Destrucción Masiva en el Medio Oriente, en esa región no hay
Tratado en perspectiva, pues la regla no escrita impuesta de hecho por los
Estados Unidos es mantener el statu quo que consiste en que Israel posea bombas
atómicas y que sus vecinos no pueden siquiera desarrollar una tecnología
nuclear.
La VII Conferencia de los países signatarios del Tratado de No Proliferación
Nuclear (TNP), celebrada en mayo de 2005, concluyó en un fracaso total pues no
hubo consenso entre los delegados de 188 países sobre los temas principales, en
primer lugar el desarme nuclear.
Desde el comienzo de la conferencia, una abrumadora mayoría de países expresó su
voluntad de que las potencias nucleares declaradas -Estados Unidos, Rusia,
Francia, Gran Bretaña y China- se tomaran en serio sus obligaciones con el TNP
efectuando drásticos cortes a sus arsenales.
Pero Washington prefirió mantener el eje de las conversaciones en el presunto
desarrollo de armamento por parte de Irán y Corea del Norte y limitó su
actuación a subrayar la importancia de los aspectos de no proliferación del TNP.
El ex secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert McNamara, comentando el
fracaso de la Conferencia, dijo:
'Pese al fin de la guerra fría hace 15 años, las políticas nucleares de
Estados Unidos son esencialmente las mismas que estaban en vigor cuando fui
secretario de Defensa, 40 años atrás'. Mc Namara caracterizó la actual política
estadounidense de 'inmoral, ilegal, militarmente innecesaria, muy peligrosa en
términos de accidentes o mal uso, y destructiva del sistema de no
proliferación'.
Agregó: "Estados Unidos ha desplegado unas 6.000 cabezas nucleares estratégicas,
cada una de las cuales tiene un poder destructivo 20 veces superior al de la
bomba arrojada sobre la ciudad japonesa de Hiroshima en 1945, que mató de
inmediato a unos 10.000 civiles.
De esas 6.000 armas, 2.000 están en sistema de alerta instantáneo, listas para
ser lanzadas en 15 minutos, dependiendo de la decisión de una sola persona: el
presidente de Estados Unidos".
Las presiones ejercidas sobre Irán para que cese los trabajos destinados a
producir energía nuclear, constituyen una clara violación del Tratado de No
Proliferación Nuclear, particularmente de su artículo IV, es decir, una
tentativa de cercenar el legítimo derecho de autodeterminación en materia
energética.
Forman actualmente parte del Consejo de Gobernadores de la Organización
Internacional de Energía Atómica: Alemania, Argelia, Argentina, Australia,
Brasil, Bielorrusia, Bélgica, Canadá, China, Colombia, Corea del Sur, Cuba,
Ecuador, Egipto, Eslovaquia, Eslovenia, Estados Unidos, Francia, Ghana, Grecia,
India, Indonesia, Japón, Libia, Noruega, Portugal, Reino Unido, Rusia, Singapur,
Sri Lanka, Sudáfrica, Suecia, Siria, Venezuela y Yemen.
De estos países 27 (incluyendo a Argentina y Brasil) votaron por la posición de
Washington, 3 a favor de Irán (Cuba, Venezuela y Siria) y 5 se abstuvieron
(Argelia, Sudáfrica, Indonesia, Libia y Bielorrusia).
* Alejandro Teitelbaum es Abogado, UBA.
Diplomado en Rel. Econ. Internacionales en el Inst. de Est. del Desarrollo
Económico y Social de la Univ. de Paris I. Representante de la Asociación
Americana de Juristas ante los organismos de ONU en Ginebra.