Medio Oriente - Asia - Africa
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Blasfemia contra Mahoma
La guerra cultural de Occidente contra el Islam
Lisandro Otero
Rebelión
La publicación de una docena de caricaturas denigrando a Mahoma en el diario
danés Jyllands Postem ha dado lugar a una extendida cadena de protestas en todo
el mundo islámico. En una de ellas se ve al profeta con un turbante que adopta
la apariencia de una bomba. Las imágenes fueron reproducidas por el diario
noruego Magazinet y por el francés France Soir.
En Siria, Palestina, Marruecos, Túnez y Yemen han ocurrido manifestaciones
públicas. En Indonesia se atacó la embajada danesa y se asaltó el centro
cultural francés de Nablus, en Libia se acometió a pedradas el consulado de
Dinamarca. En las calles de muchas ciudades árabes se están quemando productos
daneses en las calles. Irán pidió una reunión de emergencia de los ministros de
relaciones exteriores de los países de la Conferencia Islámica. El director del
diario France Soir, Jacques Lefranc, fue despedido. El Secretario General de la
ONU, Koffi Anan, intervino censurando la potestad de insultar las religiones.
Han ocurrido otros agravios que han desatado, igualmente, una respuesta airada
de los musulmanes. Salman Rushdie recibió una condena a muerte (fatwa) por su
libro Los versos satánicos La escritora Salima Nasreen fue igualmente execrada
por su libro Vergüenza, donde incitaba al amor libre. El cineasta holandés Theo
Van Gogh fue abatido a tiros por su filme Sumisión, donde censura la violencia
contra las mujeres en las sociedades islámicas. La Tate Gallery de Londres vetó
de sus colecciones un cuadro del pintor británico John Latham por considerarlo
ofensivo a la sensibilidad musulmana.
En 1996 el profesor Samuel Huntington, profesor de Ciencias Políticas y director
del Instituto de Estudios Estratégicos de la Universidad de Harvard, publicó un
libro "El choque de las civilizaciones y la configuración del orden mundial",
donde planteó otra tesis. La fuerza dominante en los conflictos del presente es
la cultura, afirmó. Política, ideologías, intereses nacionales y economía siguen
siendo importantes pero la cultura es el factor determinante que mueve la
historia porque es esencial para la identidad humana y va más allá de las
fronteras regionales. Las tesis de Huntington han sido criticadas por su
monolitismo, por su descuido de los matices y las fracciones dentro del Islam.
Huntington prevee en su texto que los frentes de batalla del futuro estarían
determinados por las líneas divisorias entre civilizaciones. Los conceptos
esgrimidos por Occidente como la democracia y la libertad, los derechos humanos
y la soberanía de los Estados, se enfrentarán a civilizaciones no occidentales
que los rechazarán. Aunque esas tesis son falsas y racistas no cabe duda de que
existe un desprecio en Occidente hacia el mundo del Oriente y su cultura.
Las diferencias entre las naciones ya no serán ideológicas, políticas ni
económicas, sino culturales. El siglo XXI verá la creciente pérdida de
influencia de Occidente. Las civilizaciones asiáticas están aumentando su fuerza
económica, militar y política. El Islam está experimentando una explosión
demográfica que va a potenciar sus capacidades. Las pretensiones universalistas
de Occidente (léase la aspiración de gendarme internacional de Estados Unidos),
lo harán entrar en conflicto con otras civilizaciones.
El siglo que comienza está viendo un drástico cambio en el balance de fuerzas
mundiales. El Estado-nación ya no tiene el peso y la consistencia que tuvo en la
pasada centuria. Las fuerzas emergentes son las grandes corporaciones
transnacionales, el capital globalizado, las mafias del narcotráfico, las
cofradías del terrorismo, los nacionalismos fanáticos, la fraternidad islámica.
Ninguna de esas potencias tiene fronteras, ni capital, ni ejércitos, operan con
anonimato impreciso y por tanto son más difíciles de acordar.
Las civilizaciones son realidades culturales y no políticas porque no mantienen
el orden, ni imparten justicia, ni recaudan impuestos, ni sostienen guerras, ni
negocian tratados, por tanto una civilización puede contener más de una unidad
política. Los gobiernos, y hasta los imperios, crecen y se derrumban pero las
civilizaciones son muy longevas y se definen por una identidad, son el plano más
amplio de identificación en que se desenvuelve el ser humano. Hay algo más: en
Occidente existe una frontera entre la vida espiritual y la vida pública, entre
el credo y la acción política, para el Islam tal frontera no existe. Un musulmán
cree y actúa en concordancia. Para el Islam no hay límites entre el Estado y la
religión.
La confrontación entre la cruz y la media luna anuncia una era de inestabilidad
e incertidumbres. Y no sólo hay petróleo en el conflicto, están en pugna dos
grandes religiones, dos filosofías, dos concepciones del mundo, dos culturas.
Este incidente provocado por una blasfemia contra Mahoma lo veremos repetirse en
el futuro en la medida en que Occidente profundice su hostilidad hacia el mundo
islámico que se resiste a dejarse dominar.
gotli2002@yahoo.com