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Nunca digas «nunca Hamas»
Gabriel Ezkurdia
Gara
El Occidente «democrático» está perplejo. Proclive a bendecir los resultados
de todo proceso electoral, pese a que en el caso palestino se han desarrollado
bajo ocupación, los occidentales siempre han aplaudido cualquier comicio que
«vertebre la democratización» para el asentamiento de presuntos
gobiernos-sucursal. Esta vez no.
Turulato porque de golpe y porrazo se ha deshecho el marrullero escenario sobre
el que se han ido «construyendo todos los procesos de paz de Oriente Medio» que
tan buenos réditos daban a Israel en su expansión sin tregua, a EEUU en la
legitimación de su discurso genérico antiterrorista y a la UE en su negociete
con «las ayudas a la ANP», base de su falaz imagen de «niño que no ha roto un
plato» al que «no le dejan hacer».
Se acabó. Hamas, el grupo que Israel instrumentalizó a modo de pequeño submarino
durante la primera Intifada para debilitar a las formaciones laicas y de
izquierda nacional palestinas, que lideraban el levantamiento, se ha convertido
a la chita callando, en el legítimo interlocutor nacional de la Resistencia
palestina, para disgusto de sus otrora manipuladores.
La que denominan como «organización terrorista» es ahora, muy al pesar de todos,
quien va a marcar la praxis de la agenda. Y por ello, porque hasta ahora Hamas
ha demostrado una capacidad de pragmatismo real, pero que no tiene nada que ver
con la renuncia a los principios que es lo que se le plantea como «necesario
pragmatismo», parece que terminaron, para el tandem Israel-EEUU, los tiempos de
la amenaza coactiva «democrática» para «negociar» sobre propuestas mentirosas
como las de Madrid u Oslo nunca cumplidas. Terminaron los tiempos en los que los
procesos de paz eran instrumentos tácticos para vertebrar nuevas fases
expansivas sionistas de «baja intensidad» y más coartadas desmovilizadoras en
pos del siempre inminente «Estado palestino» en los Territorios, tan mentado que
ya nada dice. Terminaron los tiempos del maniobreo sharoniano en torno a la
desprestigiada e instrumentalizada «Hoja de Ruta» que buscaba la guerra
interpalestina y la autodestrucción de la Resistencia. Ahora, el pueblo
palestino ha utilizado las «elecciones votocráticas» que sin ninguna garantía
democrática convocaba la ANP por imperativo exógeno, para seguir «gestionando
democráticamente» el lánguido y putrefacto desastre de la ANP, en la acción más
«terrorista» imaginable, dando al verdadero «estado» palestino, el poder
simbólico de la ANP a Hamas, «la organización terrorista».
El verdadero estado
Así es, Hamas es el verdadero estado palestino. El estado en marcha, el que
funciona, con sus impecables y nada sectarios servicios sociales, educativos,
sanitarios. Con sus «fuerzas armadas», sus relaciones internacionales, sus
tratados de cooperación. Un estado de facto, que en el agua de la corrupción
generalizada de la ANP, de la inoperancia pseudoburocrática extrema, del
entreguismo coyunturalista de los líderes de la vieja guardia de Fatah, es puro
aceite impermeable. La impecable trayectoria general de Hamas, el hecho de que
por primera vez acepte participar de pleno en un «proceso electoral» en el que
nunca ha creído, y los esfuerzos mastodónticos de los «viejos de Fatah» por
evitar como líder máximo postarafatiano del popular y reivindicado preso Marwan
Barghouti, única alternativa popular que pudiera hacer sombra a la apisonadora
verde, han sido las claves del «atentado» electoral. Hamas ha sido el voto útil
que ha arrastrado votos de muy diversos ámbitos sociológicos y políticos, es la
«OLP del siglo XXI», solo que más homogénea, disciplinada y sobre todo
teocrática. Y ante el nuevo escenario que regenera los parámetros
reivindicativos y de evolución de un hipotético «proceso de paz» partiendo de la
nueva interlocución que protagonizará Hamas, probablemente desde una posición de
convergencia y concentración nacional con otras fuerzas resistentes, las
interpretaciones occidentales siguen siendo prosionistas.
Dejando en evidencia el doble rasero sistemático por el que dan por buenos unos
resultados u otros en función de sus intereses, exigen renuncias y amenazan con
retirar «fondos y ayudas» a la ANP, insultando así al electorado palestino, que
masivamente ha aprobado los criterios de interpretación que del conflicto hace
Hamas, y rayando el ridículo, ya que ciegos de prepotencia, no son conscientes
de que Hamas ya tiene recursos y ayudas internacionales estructuradas como para
atenuar ese propagandístico «fin de las ayudas europeas», y vertebrar así la
«nueva ANP» con otras financiaciones.
La victoria de Hamas es trascendental para la vertebración de un verdadero
Proceso de Paz, ajeno a la agenda y al fracasado ciclo impositivo que tras el
11-S han protagonizado Israel y EEUU, con su lógica «preventiva», y que podemos
intuir en el caos iraquí, el despropósito afgano, el fogueo barato hacia Irán y
la propia evolución de Oriente próximo. Por ahora jamás negociarán o dialogarán
con Hamas. En su tiempo tampoco habían de hacerlo con el siniestramente
asesinado Arafat. Por cierto, ¿a quién hubiera votado? -
(*) Gabirel Ezkurdia es analista internacional.