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Las madres palestinas, en primera línea
Gara
En la franja de Gaza, donde la agresión israelí de los últimos cinco meses ha
causado más de cuatrocientos muertos y miles de heridos, la pasividad
internacional ha hecho que muchas mujeres palestinas se hayan convertido en
escudos humanos para proteger a milicianos y edificios e, incluso, en kamikazes.
Una abuela de 64 años y una estudiante que se inmolan o las madres que liberan a
combatientes atrapados: las palestinas están actualmente en primera línea en el
conflicto con Israel.
En el hogar de Fatima al-Najar, ubicado en el campo de refugiados de Jabaliya
(al norte de la franja de Gaza), las paredes están cubiertas por retratos
gigantes que la muestran con una banda de color verde, de Hamas, sobre su
frente, un fusil de asalto en una mano y una inscripción: «Fatima al-Najar,
madre de las mujeres fedayines». Esta madre de nueve hijos y abuela de 45
nietos, que trabajaba en las organizaciones caritativas del movimiento de la
resistencia islámica, se inmoló cerca de soldados israelíes en Jabaliya el
pasado 23 de noviembre, logrando herir a tres soldados ocupantes.
«Esta operación no era un atentado suicida, como lo llaman en Occidente, sino
una operación de martirio, una acción de carácter político derivada del amor a
su patria», afirma muy segura su hija Fathia, de 52 años y también militante de
Hamas.
En la habitación en la que Fathia recibe a las visitas, cuelgan de las paredes
fotografías y poemas que glorifican a su madre. En el exterior, la tienda
instalada para recibir las «felicitaciones» de los seres allegados y de cuantos
les visitan. «Han venido autobuses completamente llenos desde toda la franja de
Gaza», informa uno de los hijos de Fatima, Mohammed, de 40 años.
«Mi madre quedó muy afectada por la destrucción y las masacres en Beit Hanun,
donde mataron a diecinueve civiles palestinos, la mayoría mujeres y niños, en un
bombardeo israelí el pasado 8 de noviembre», señala Fathia. «La operación de
martirio de nuestra madre es un mensaje al mundo entero, a George W. Bush
(presidente de Estados Unidos) y a Ehud Olmert (primer ministro israelí) para
decirles que cambien su política en relación a los palestinos», explica Mohammed.
Durante cerca de cinco meses, el Ejército israelí ha llevado a cabo trágicas
incursiones militares en la franja de Gaza con el objetivo declarado, y no
logrado, de impedir los lanzamientos de cohetes Kasam contra territorio israelí
y para liberar a un soldado israelí capturado por los milicianos de la
resistencia palestina.
«¿Valen nuestros niños menos que los de los israelíes? Si la madre del soldado
quiere recuperar a su hijo, nuestros presos han de ser liberados», lanza Fathia,
que asegura estar lista para llevar a cabo una operación de martirio. «La
violencia sólo genera violencia», añade.
Amine Massoud se muestra contrario al atentado suicida cometido por su hija
Mirvat, una estudiante de dieciocho años que militaba en el brazo armado de la
Jihad Islámica. Mirvat se inmoló en Beit Hanun el 6 de noviembre, durante una
amplia operación del Ejército israelí.
Pero él, Amine, no sabía nada. «Si ella me hubiese dicho lo que iba a hacer,
hubiera hecho todo lo necesario para impedirlo. Pero no nos dijo nada. Se fue
como cada día a la Universidad y nos enteramos de su muerte por televisión»,
indica, sentado sobre un colchón de espuma colocado en el suelo de su casa
familiar en Jabaliya. «Yo quería que ella terminara sus estudios, que siguiese
viva».
La masacre de la playa
Mirvat se incorporó a la Jihad Islámica después de un bombardeo israelí que
diezmó a una familia en una playa, el pasado 9 de junio, según explica su padre.
Las imágenes de Houda Ghaliya, el único superviviente de la familia, llorando
sobre el cuerpo de su padre, impactaron en todo el mundo. «Todas las mujeres
deben participar en la resistencia, pero en la resistencia política. Las
operaciones militares son cosa de hombres», estima el padre de Mirvat.
No coincide con tal apreciación la diputada de Hamas Jamila Chanti. «La Jihad y
la protección de su hogar y de sus hijos son deberes de cada mujer», asegura.
Junto a Fatima al-Najar, su hija Fathia y cientos de madres palestinas, la
señora Chanti formó parte del escudo humano que logró liberar a los milicianos
atrapados por el Ejército de Israel en una mezquita en Beit Hanun. «Fue una
acción de Jihad pacífica, una gran victoria para las palestinas porque
conseguimos liberar a los combatientes», manifiesta la parlamentaria.