El apartheid: Israel adopta lo que Sudáfrica abandonó
John Dugard
Comité Democrático Palestina (Chile)
En principio, el objetivo de la ocupación militar de Palestina no fue diseñado
como un régimen opresivo a largo plazo, sino como una medida transitoria para
mantener el orden en un territorio después de un conflicto armado y hasta el
logro de un acuerdo de paz. Pero Israel ha impuesto su control sobre los
territorios palestinos mediante el poder de la colonización, bajo el pretexto de
la ocupación.
El nuevo libro del ex presidente norteamericano Jimmy Carter, "Palestina: Paz no
apartheid," enciende la controversia por su acusación que Israel practica la
política de segregación racial.
Un abogado sudafricano antiapartheid que visita los territorios palestinos con
regularidad para evaluar la situación de los derechos humanos para el Consejo de
Derechos Humanos de Naciones Unidas señaló que "la comparación con el apartheid
sudafricano es de interés especial para mí".
Los dos regímenes son muy diferentes. El apartheid era un sistema de
discriminación racial institucionalizado por la minoría blanca en Sudáfrica y
empleado para mantener el poder sobre la mayoría negra. Estaba caracterizado por
la negación de los derechos políticos a los negros, la fragmentación del país en
áreas blancas y áreas negras (llamadas bantustanes) y por la imposición a los
negros de medidas restrictivas diseñadas para conseguir la superioridad blanca,
la separación o segregación racial y la seguridad blanca.
El sistema del apartheid, que procuró prevenir el movimiento libertario de los
negros y restringir su entrada a las ciudades, fue rigurosamente impuesto. Los
negros fueron "desplazados" a la fuerza y les fue negado el acceso a la mayoría
de los servicios públicos y a muchas formas del empleo. El sistema fue impuesto
por un aparato de seguridad brutal en el cual la tortura desempeñó un papel
significativo.
Los territorios palestinos -Jerusalén del Este, Cisjordania y Gaza- han estado
bajo la ocupación militar israelí desde 1967. Aunque la ocupación militar sea
regulada según la ley internacional, es considerada un régimen indeseable que
debería ser terminado cuanto antes. Las Naciones Unidas durante casi 40 años han
condenado la ocupación militar de Israel, juntos con el colonialismo y el
apartheid, como algo contrario a la legalidad internacional.
En principio, el objetivo de la ocupación militar fue diferente de aquel del
apartheid. No fue diseñado como un régimen opresivo a largo plazo, sino como
medida transitoria para mantener el orden público en un territorio después de un
conflicto armado y hasta el logro de un acuerdo de paz. Pero esta no es la
naturaleza de la ocupación israelí de Palestina. Desde 1967 Israel ha impuesto
su control sobre los territorios palestinos mediante el poder de la
colonización, bajo el pretexto de la ocupación. Esto significó apropiarse en
forma permanente de las partes más valiosas de los territorios ocupados y los
sitios sagrados en Jerusalén del Este, Hebron y Belén y también las mejores
tierras agrícolas fértiles a lo largo de la frontera occidental y en el Valle de
Jordania, donde estas tierras se han puesto al servicio y uso de los "colonos".
La ocupación por Israel de los territorios palestinos tiene muchos rasgos de
colonización. Al mismo tiempo, esto tiene muchas de las peores características
del apartheid. Cisjordania ha sido fragmentada en tres áreas -norte (Jenin y
Nablus), centro (Ramallah) y sur (Hebron)- que cada vez más se parecen a los
bantustanes sudafricanos.
Las restricciones contra la libertad de movimiento fueron impuestas por un
sistema rígido de controles militares en aproximadamente 520 puntos de control,
pero en la realidad esto aún va mas lejos: este sistema de apartheid y los
aparatos de seguridad que lo sostiene ha confinado a más de 10.000 palestinos en
prisiones israelíes y con frecuentes torturas y tratamientos crueles.
Muchos aspectos de la ocupación militar de Israel superan aquellos del régimen
de apartheid sudafricano. La destrucción a gran escala de casas palestinas, el
hecho de devastar las tierras agrícolas, incursiones militares y asesinatos
selectivos de palestinos excede por lejos cualquier práctica similar durante el
apartheid de Sudáfrica. Ningún muro fue construido jamás para separar a negros y
blancos.
Después del movimiento antiapartheid mundial, uno podría esperar un esfuerzo
internacional unido y concertado de manera similar en oposición con el
tratamiento detestable de Israel a los palestinos. En cambio, uno encuentra una
comunidad internacional dividida entre Occidente y el resto del mundo. El
Consejo de Seguridad está impedido de tomar medidas debido al permanente veto
estadounidense y a veces la abstención de la Unión Europea. Y los Estados Unidos
y la Unión Europea, que actúa en colusión con las Naciones Unidas y la
Federación Rusa, han impuesto en efecto sanciones económicas contra el pueblo
palestino por votar democráticamente por un gobierno calificado de inaceptable
por Israel y Occidente, circunstancia que es aprovechada para desviar la
atención y olvidar el compromiso de acabar con la ocupación, la colonización y
el apartheid.
En estas circunstancias, los norteamericanos no deberían estar sorprendidos si
el resto del mundo comienza a perder la fe en sus compromisos por los derechos
humanos. Algunos norteamericanos -correctamente- se quejan de que otros países
son indiferentes sobre la región de Darfur desgarrada por la violencia en Sudán
y situaciones similares en el mundo. Pero mientras Estados Unidos mantenga este
doble estándar con respecto a Palestina, sería muy difícil esperar cooperación
de otros en la lucha por los derechos humanos.
La fuente: John Dugard es un docente sudafricano, catedrático en los Países
Bajos. En estos momentos es reportero especial en Palestina para el Consejo de
Derechos Humanos de Naciones Unidas. Este artículo es cortesía del Instituto
para la Comprensión de Medio Oriente y fue publicado primero en The Atlanta
Journal-Constitution. La traducción del inglés pertenece al Comité Democrático
Palestino (Chile).