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China y su grave crisis hídrica
Edmundo Fayanas Escuer
Rebelión
China lleva una década con un crecimiento económico anual que oscila entre el 9
y el 10% anual, lo que está provocando su entrada por la puerta grande en el
capitalismo globalizador dominante. Este crecimiento desorbitado tiene un modelo
a imitar, el norteamericano, con un gran consumo energético y de materias
primas, haciéndolo especialmente depredador y a medio plazo insostenible.
Este irracional crecimiento chino tiene unos costes inmensos a niveles sociales
y ecológicos, del que nadie quiere hablar, pero que ahí están, lo que provocará
en un corto periodo de tiempo su colapso económico. Uno de los puntos débiles de
este desarrollismo desenfrenado es el agua, elemento vital para la vida.
China tiene que crear quince millones de puestos de trabajo anuales para poder
atender la demanda laboral. Los últimos cálculos dicen que la demanda de agua
por parte de la industria china pasará de los 52.000 millones de m3 anuales
actuales. a los 269. 000 millones de m3, en el año 2030. Actualmente, los usos
no agrícolas representan el 15% del total del consumo, pero éste se
quintuplicará, pero las demandas agrícolas también lo harán, haciendo que la
situación hídrica china sea gravísima.
¿Qué pasa con el agua en China?
China dispone de 2.293 m3 por persona/año. El agua está mal distribuida. En
el norte y noroeste, su clima es muy seco, teniendo una población de unos 500
millones de habitantes, que son abastecidos por medio de los ríos Amarillo, Haui,
Liao y Hay, que actualmente apenas aportan agua al mar. En el sur, con un clima
bastante húmedo, con una población de más de 700 millones de personas, son
abastecidos por los sistemas hídricos de los ríos Yangtze y Rojo.
China tiene el 80% del cauce de sus ríos totalmente degradados, no teniendo vida
animal. Sus aguas no son aptas para el consumo humano, habiendo un serio peligro
de que los ríos envenenen a la población a través de la cadena alimentaría.
Su rápida industrialización ha puesto en entredicho el control de la
contaminación. Por ejemplo, se han vertido al río Amarillo, residuos de fábricas
de papel, refinerías de petróleo, plantas químicas y metalúrgicas, estando
impregnadas sus aguas de metales pesados y otros tóxicos que hacen que no sirvan
para el riego agrícola.
En 1997, el Banco Mundial publicó un informe, calculando que el coste de la
contaminación del aire y del agua en China era de 54. 000 millones de dólares
anuales, cantidad equivalente al 8% de su PIB anual. Los chinos se desangran por
la contaminación, con consecuencias catastróficas por enfermedades,
desplazamientos humanos, inundaciones, etc., todo debido a la falta de
inversiones, mientras que el gobierno chino tiene invertidos en bonos
norteamericanos más de 600.000 millones de dólares, en 2004.
El río Amarillo empieza a dar señales de fatiga hídrica. En 1972, se secó antes
de llegar al mar por primera vez en su historia, estando quince días sin verter
agua al mar. Sucediendo esto ya con cierta frecuencia a lo largo de la década
siguiente. Desde 1985, se ha quedado seco todos los años y cada vez por periodos
más largos. En 1996, estuvo 133 días sin verter agua. En 1997, año especialmente
seco, estuvo 226 días. Durante periodos amplios ni siquiera llega agua a la
provincia de Shandong, que es la última, antes de llegar al mar. Este es un
hecho preocupante, pues esta provincia produce el 20% del maíz y el 15% del
trigo chino.
Dentro de los ríos del norte, destaca el río Huai. En 1997, estuvo noventa días
sin verter agua al mar. En la última década han estado desapareciendo cientos de
lagos y secándose, en distintos lugares, corrientes de agua en la misma
proporción que bajaban las capas freáticas, dejando de manar las fuentes. Las
capas de los acuíferos del norte de China han descendido 37 metros en los
últimos treinta años y desde 1990 descienden metro y medio cada año.
A medida que se van construyendo enormes pozos industriales para tener acceso a
la poco agua que queda, millones de agricultores chinos se encuentran con que
sus pozos se secan. Cuatrocientas de las seiscientas ciudades del norte de China
ya padecen de una grave escasez, representando más de la mitad de su población
del país.
Como vemos, los ríos del norte están siendo utilizados al máximo y el suministro
de doscientos millones de chinos se hace gracias a la explotación irracional de
sus acuíferos. ¿Hasta cuando aguantarán? Las obras de aprovechamiento que están
previstas en el tramo superior del río Amarillo, entre ellas una central
hidroeléctrica y un canal que llevará agua a Mongolia, empeorarán la situación
ya existente.
La mitad del trigo chino y una tercera parte de su maíz sale del agua de los
acuíferos, lo que está provocando, como vemos, una fuerte caída de su nivel. La
extracción excesiva ha agotado ya gran parte del acuífero bajo.
El acuífero profundo del Llano Norteño de China se agota, la región pierde su
última reserva de agua. Esta preocupación queda reflejada en un informe del
banco Mundial:
"Las señales particulares surgieren que pozos profundos(taladrados) alrededor de
Pekín ahora tienen que alcanzar los mil metros de profundidad para tocar el agua
dulce, aumentando dramáticamente el coste de abastecimiento....., anticipando
consecuencias catastróficas para las generaciones futuras si no se equilibran
rápidamente el uso y la previsión del agua".
Otro de los factores que llama la atención es el altísimo nivel de contaminación
de sus ríos. El 80% de sus aguas no son aptas para el consumo humano, habiendo
un serio peligro de que los regadíos envenenen a la población.
El Worldwatch Institute advierte que un súbito e inesperado declive en el
abastecimiento del agua para los agricultores chinos podría amenazar la
seguridad alimentaría del mundo. Se enfrentará a graves penurias de cereales en
un futuro próximo, debido a la pérdida de agua por el desvió de recursos ya
limitados desde el mundo agrario a las industrias y a las ciudades. La demanda
de cereales de ésta pudiera sobrepasar las cantidades de exportación que existen
en el mundo. China podrá sobrevivir durante un tiempo porque su economía en
plena expansión genera tremendos excedentes comerciales, pero el aumento de los
precios de los cereales provocará hambrunas en el tercer mundo poniendo en
alerta la seguridad alimentaría en el mundo.
El agotamiento de los acuíferos, la desviación de agua de los regadíos a las
ciudades, hace que la cosecha de cereales se reduzca. En 1998, la producción de
cereales fue de 392 millones de toneladas, alcanzando su máxima producción,
descendiendo ya a 346 millones de toneladas, en el año 2002. La burbuja
alimentaría en China puede estallar en cualquier momento. Ha tenido un creciente
déficit de cereal durante tres años seguidos reduciendo sus reservas, pero
pronto tendrá que dirigirse al mercado mundial para solucionar ese déficit.
Cuando esto suceda se desestabilizará el mercado de cereal mundial.
La pieza angular del sistema hídrico del sur de China es el río Yangtze. En
estos momentos, se está construyendo la gigantesca presa de las Tres Gargantas,
sobre las aguas de este río, inundando uno de los lugares más bellos del mundo y
que además alberga muchos santuarios y templos. Esta presa tendrá 600 km de
largo, desplazando a más de millón y medio de personas, sumergiendo no sólo
pueblos sino a ciudades completas, con un elevadísimo coste social.
El gobierno chino piensa que la presa de las Tres Gargantas cortará las
inundaciones y no las acrecentará, como dicen los ecologistas. Se tardará
todavía varios años en terminarse.
Los hidrólogos chinos argumentan su necesidad por los beneficios que producirá
en cuanto a la generación hidroeléctrica, la navegabilidad, la acuicultura, el
turismo, la protección ecológica, la purificación medio ambiental, el suministro
de agua y la irrigación. Muchos de estos argumentos son falaces y reciben
fuertes criticas desde el mundo universitario, científico y de los ecologistas.
La razón definitiva para construir la presa es la posibilidad de trasvasar agua
del Yangtze a la zona de Pekín y a las resecas planicies del norte chino.
Pasarán más de diecisiete años antes de que llegué allá, siendo ya demasiado
tarde para atajar la crisis de agua que se les viene encima. Nadie contesta que
pasará con el agua del Yangtze cuando haya un año seco.
China ha empezado a trabajar en el gigantesco trasvase a Pekín. Diez mil
trabajadores están perforando una serie de túneles de 420 km de longitud para el
drenaje de agua de la parte central del Yangtze, desde donde se canalizará ya
sea a través de una elevada cadena montañosa, ya sea a través de un nuevo
trasvase de 1.230 km para abastecer las ciudades sedientas como Taiyuan, de
camino hacia la capital. Este proyecto es como si se trasvasará todo el agua del
Mississippi.
Todos recordaremos los graves problemas fronterizos de los años setenta entre la
Unión Soviética y China llagando a temerse por una guerra entre los dos colosos
comunistas. Uno de los problemas de dicho conflicto era por el agua. Los chinos
veían en los ríos siberianos, Yenisei y Lena, la forma de solucionar sus
problemas hídricos del norte de China.
El gobierno chino, recientemente elevó en un 30% el precio del agua de Pekín, en
un intento por imponer el ahorro en una sedienta ciudad de catorce millones de
habitantes, con un evidente impacto social. El precio al consumidor del metro
cúbico pasó de 0,48 a 0,61 dólares, significando el noveno incremento de la
tarifa en los últimos trece años.
Como estamos viendo la situación hídrica del noroeste de China y en consecuencia
de Pekín, está muy deteriorada. Todo ello agravado por uno de los periodos de
sequía mayores en los últimos cincuenta años, con precipitaciones inferiores en
un 71% al promedio anual. El consumo de la capital es inferior a los 500 m3
anuales, muy lejos de los 1.000 m3 anuales señalados por la ONU, por lo que la
actual situación es señalada como de crisis de crisis.
Al aumento del precio, debe añadirse el intento de reducir el consumo, donde las
empresas e instituciones laborales pagarán una tarifa para un mínimo que se
considere adecuado y cuando se pase de él verán incrementadas las tarifas
proporcionalmente a este exceso de consumo.
De acuerdo con los expertos, las reservas de agua de Pekín sólo soporta una
población de diez millones de habitantes. Expertos de Medio Ambiente señalan que
el déficit de agua en el 2005, es de 794 millones de m3 y hacia el 2004, cuando
se celebren los Juegos Olímpicos, será de más de mil millones de metros cúbicos.
Muchos confían en que Pekín dejará de estar sedienta cuando concluya este gran
proyecto de trasvase de agua sur-norte, hacia el año 2010, con un coste de más
de 60.000 millones de dólares. Siendo uno de los proyectos hidráulicos más
costosos y extensos del mundo, permitiendo trasvasar casi 45.000 millones de m3
de agua cada año desde el río Yangtze hasta Pekín y otras partes de la zona
norte del país..
Pekín podrá disponer cuando llegué de 1.100 millones de m3 anuales adicionales,
pero esto como hemos visto aún tardará.
Esta escasez ocurre en un momento en que la explosión demográfica china conocerá
en los próximos treinta años un aumento superior al equivalente al total de la
población de los Estados Unidos. Este aumento demográfico coincide con un
aumento de sus ingresos económicos y de calidad de vida de millones de chinos
que les permitirá instalar cañerías con ducha o inodoros en sus casa, con lo que
el consumo de agua se disparará. El Worldwatch Institute predice que China será
el primer país del mundo que tendrá que reestructurar su economía prácticamente
por entero para hacer frente a la escasez de agua.
Cabe preguntarse: ¿ Por qué se está quedando China sin agua?
La respuesta es sencilla, China no se está quedando sin agua, pero si aquellos
lugares donde más falta hace. Es un problema de asignación, de oferta y demanda.
Además el gobierno chino debería realizar una fuerte inversión económica en
descontaminar, invertir en el reciclaje del agua, regulando la oferta y la
demanda de tan preciado liquido. China necesita urgentemente aplicar la nueva
cultura del agua y hacer de ésta un bien al servicio del hombre y de la vida.