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Irán: Amenazas, hipocresía y mentiras
Txente Rekondo
Gain
Aumenta la presión que desde Washington y algunas
capitales europeas se ejerce desde hace meses sobre Irán. A falta, de momento,
de bombardeos o ataques militares, la ofensiva de estos actores de la escena
internacional está basada en un abanico de amenazas, fuertes dosis de hipocresía
y, más recientemente, el sdorno con algunas mentiras.
El tono de las amenazas difiere según quién las
pronuncia, como también varían las predicciones de los analistas. Desde las
elecciones de junio, que llevaron a Mahmoud Ahmadinejad a la presidencia de
Irán, se continua haciendo una lectura errónea de la situación de aquel país.
Hace unas semanas, el prestigioso Consejo de Información y Seguridad
británico-americano, que reúne a especialistas, profesores universitarios,
analistas y políticos, puso el dedo en la llaga al afirmar que «los estereotipos
sobre Irán y el islamismo que se difunden en Occidente son un grave error».
Las declaraciones del presidente iraní en torno
al estado de Israel han sido la penúltima excusa para que desde los círculos
neoconservadores de Washington y desde los halcones sionistas se ponga en marcha
toda una campaña mediática para preparar a la opinión pública ante un eventual
ataque contra Irán. A ello se le ha sumado más recientemente la decisión del
gobierno iraní de proseguir con su programa nuclear.
Mientras que algunas fuentes señalan la
posibilidad de que o bien EEUU o incluso el propio Israel dirijan un ataque
militar contra Irán, la realidad predice importantes obstáculos a esta vía. Un
ataque contra Irán debería ser de un calibre devastador, pues un ataque
selectivo contra las instalaciones nucleares dejaría intacta su capacidad de
respuesta, y eso es algo que Israel no quiere ni pensar.
Tampoco está nada claro que en estos momentos el
Estado de Israel apueste claramente por un nuevo frente militar. Analistas
israelíes afirman que, a pesar de la retórica contra Irán, su capacidad nuclear
no es el mayor riesgo para Israel. El Estado judío posee armas termonucleares y
la capacidad de lanzar misiles desde submarinos.
Hipocresia
Más allá del rechazo que en algunos gobiernos occidentales crea el desarrollo
nuclear de Irán, persiste el deseo de EEUU y sus aliados para promover un
«cambio de régimen» en aquel país. Porque suena a hipocresía enarbolar todo un
sinfín de argumentos contra las pretensiones iraníes mientras Bush sigue
desarrollando su capacidad nuclear y la llamada «Guerra de las Galaxias», o
cuando algunos gobiernos europeos retoman el tema de la energía nuclear como
posible alternativa a su dependencia a fuentes energéticas como el gas y el
petróleo.
Esa política de doble rasero se manifiesta con
mayor claridad en los ataques dialécticos y en las acusaciones contra el régimen
iraní, que pretenden ser considerados como pruebas irrefutables para un apoyo
sin fisuras a la política estadounidense. «Rechazar la legislación
internacional, poseer o intentar acceder a armas nucleares, abuso de derechos
humanos» son algunos de esos calificativos-excusa que utiliza Washington, y que
se podrían aplicar en una u otra medida a países como Pakistán o Israel,
intocables como aliados de la política exterior norteamericana.
Las dosis de hipocresía también acompañan a las
reacciones en torno a las declaraciones del presidente iraní. Mientras éstas se
tergiversan o se sacan de contexto, ningún medio occidental se hace eco cuando
esas mismas declaraciones provienen de importantísimos líderes políticos árabes.
Estos altos cargos suelen realizarlas en árabe y son para el consumo interno de
sus respectivas poblaciones, motivo por el cual no aparecen en las agencias de
noticias occidentales, ni son repetidas varias veces al día en sus diferentes
boletines.
Tampoco se suele dar mucho bombo a las
declaraciones agresivas que desde Israel se lanzan contra sus vecinos. Hace
semanas, antes de las manifestaciones del presidente iraní sobre el Estado de
Israel, importantes oficiales israelíes habían hecho públicos unos comunicados
muy duros, amenazando con un ataque militar contra Irán. Y mucho menos se señala
en esos medios la declaración que en octubre pasado realizaron los dirigentes
iraníes, mostrando su determinación para cumplir «la carta de Naciones Unidas»,
así como su rechazo más expreso a «utilizar la fuerza contra ningún país
extranjero».
Maniobras
Justo cuando se recibían lecturas positivas de cara a la solución del affaire
nuclear el propio director general del Organismo Internacional de la Energía
Atómica había manifestado que para marzo de este año elcaso podía estar cerrado
satisfactoriamente se han producido las presiones y amenazas que han desembocado
en la nueva crisis.
Desde EEUU, sin descartarse el ataque
«preventivo», parece que se busca de momento otro tipo de medidas. En Washington
son conscientes de que impulsar un «cambio de régimen» desde dentro es hoy
inviable. El llamado campo reformista está dividido y apenas es visible en las
calles de Irán, mientras las diferentes corrientes ideológicas del país olvidan
sus diferencias y hacen causa común ante la posibilidad de cualquier ataque
extranjero.
Los aliados occidentales de Bush están apostando
por buscar medidas de presión, y si éstas acaban en la materialización de algún
embargo, conviene rescatar de la historia más reciente el caso de Irak, donde
también el inicio de la política genocida de embargos acabó en el negro
escenario actual.
Para proseguir con sus intenciones, EEUU deberá
sortear la reticencia de China y Rusia. El gigante asiático tiene importantes
acuerdos en torno al petróleo iraní, mientras que Moscú ha desarrollado
importantes lazos comerciales al tiempo que lograba grandes contratos militares
y nucleares con Teherán. Además, no conviene olvidar la dependencia de Occidente
en materia energética, y que cualquier movimiento contra Irán puede recibir como
contrapartida importantes restricciones de petróleo.
Las maniobras estadounidenses llevan semanas en
funcionamiento. Los viajes de miembros del servicio de inteligencia a Turquía y
Pakistán, así como reuniones con otros países vecinos de Irán apuntan a las
intenciones de Washington. Sin embargo, a la luz de los graves acontecimientos
en Irak, los aliados del gendarme norteamericano harían bien en exprimir hasta
el ultimo momento todas las vías diplomáticas para solucionar esta crisis. El
gobierno y la población de Irán apuestan por esa vía, pero la historia del país
también nos muestra que ante cualquier agresión exterior, son capaces de hacer
causa común para rechazarla, con lo que no debería extrañar que, en esa lógica,
a cualquier embargo, Irán responda con otra vuelta de tuerca a la coyuntura
internacional.
La diplomacia debe imponerse a ese mar de
maniobras hipócritas, de amenazas y de mentiras que quieren teñir de negro un
nuevo rincón del planeta, y buscar fórmulas para superar el conflicto en torno a
una mesa. -
(*) Txente Rekondo: Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN).