Latinoamérica
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Crónica constituyente ¿quién tendrá el poder?
Claudia Espinoza Iturri
Indymedia La Paz
La colonial ciudad blanca, como se conoce a Sucre, con su población citadina
también de una blancura llamativa, fue invadida, en estos días de agosto, por
los pueblos indígenas de piel morena de todos los rincones del país.
Por primera vez en la vida republicana de Bolivia, el día de la Independencia de
la Corona Española –en el 181 aniversario- fue conmemorado con la presencia
protagónica de las 36 nacionalidades indígenas que conforman este territorio,
quizá no tanto por cumplir un acto protocolar que en estas casi dos centurias ha
excluido a sus habitantes originarios, sino con la firmeza de establecer la
vigilancia que harán a la Asamblea Constituyente, instalada este 6 de agosto,
bajo la premisa de refundar el país.
Fue así que cientos de hombres y mujeres tomaron las calles de la capital
republicana, ahora capital constitucional, con sus trajes típicos, su música y,
lo más relevante, sus organizaciones bajo distintas formas forjadas a lo largo
de la historia precolonial y postcolonial como las comunidades, ayllus,
sindicatos, centrales obreras, juntas vecinales, Tierras Comunitarias de Origen,
frentes de izquierda, movimientos sin tierra y sin techo, asociaciones de
pequeños productores y la imprescindible presencia de la Asociación de
Familiares Caídos Héroes en la Guerra del Gas exigiendo justicia, es decir el
encarcelamiento del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada por la masacre
perpetrada en septiembre y octubre de 2003.
De ciudad colonial a ciudad indígena
Sucre perdió por unos días la tradicional tranquilidad que la caracterizaba y el
uso exclusivo del español. Sus habitantes se miraban entre sí y callaban para
dar paso a la acción de los distintos idiomas originarios en animadas y
polémicas conversaciones concentradas en el papel que jugarán los asambleístas y
el destino de la Asamblea Constituyente encomendada a cambiar el país en todas
sus estructuras. No faltaron las críticas de algunos sucrenses al inmenso
desplazamiento humano que acogió su ciudad y que modificó la normalidad de su
vida cotidiana.
Tampoco faltó la prensa nacional e internacional convocada por los actos
oficiales que expresó un triste desconocimiento sobre tantas realidades de carne
y hueso frente a sus ojos. Despavoridos preguntaban quiénes eran los que pasaban
por las calles, se sacaban fotografías, cual tarjeta postal, y en sus reportes
imprimían el infaltable tinte folclórico a las distintas manifestaciones
culturales que se veían en la capital.
Esos mundos que se muestran tan distantes se trasladaron también al mismo
escenario de la Constituyente. Allí, la prensa oficial, ya sea en las sesiones y
actos protocolares, sólo cubrían las viejas voces de la política, sin dar lugar
a los nuevos actores que insistentemente pedían la palabra. Hubo un caso digno
de contar en el que la periodista de un canal estrella de televisión no quiso
entrevistar a una constituyente que quería hablar en aymara. "Es que son sus
medios", decían los excluidos.
Y cuánto contraste se veía entre la fineza de los trajes acartonados de ciertos
funcionarios y periodistas, frente a la sencillez de la gente que no sólo estaba
allí con lo que tenía, sino como es. Sin grandes lujos, se notaba cómo sus
pancartas eran las mismas de las marchas que identifican sus movilizaciones. Sus
trajes típicos eran de saquillos de plástico y de quintales de azúcar o arroz.
Los tejidos andinos lucían algunos nuevos y otros muy viejos reflejando el
tiempo y la memoria de épocas ancestrales. Muchas mujeres cargaban sus hijos…
Omasuyos al frente
De esta manera, respetuosos y concientes del acto central que produjo la
instalación de la Asamblea Constituyente, los pueblos indígenas y las
organizaciones hicieron su entrada a la histórica Plaza 25 de Mayo con la
llamada Marcha de los Pueblos. Plaza ésta que representaba el símbolo del grito
libertario de las minorías, cuando las grandes mayorías no tenían ni siquiera
derecho a pisar sus aceras.
La marcha fue encabezada por la heroica provincia aymara de Omasuyos y los
ponchos rojos del Altiplano paceño, con sus autoridades indígenas, jilakatas y
mamat’allas con el rostro altivo marcado por la resistencia a 514 años de
opresión, prestos a creer desde lo profundo en la posibilidad de revertir el
orden vigente de las cosas.
Al son de la banda militar, quienes querían marcaban el paso –sobre todo los
hombres que prestaron el servicio militar sellados por la huella de esa
obligación ante el Estado-; y quienes no lo querían, caminaban a su propio
ritmo. Otros, por su parte, ingresaron con sus propias bandas y grupos musicales
como los Qaqachaqas, los chapacos y algunos del Oriente del país.
En otras palabras, aquellos espacios y actos que se mantuvieron cerrados por más
de 500 años al movimiento indígena originario y a los trabajadores, donde
celebraban únicamente las familias de alta alcurnia y los grupos de poder, se
abrieron inevitablemente a la irrupción de los olvidados de la Patria.
No por menos decían algunas pancartas y panfletos: juicio al Estado colonial;
Una nueva Constitución que responda a los intereses del pueblo y de las naciones
originarias no puede ser negociada con las fuerzas de la derecha; Castigo a los
oligarcas y a los grupos dominantes; Bolivia digna y soberana; Un nuevo Estado
sin presos ni perseguidos políticos; Libertad inmediata o amnistía para Johny
Peralta y Juan Carlos Caballero; Justicia para las víctimas de la Guerra del
Gas; Autonomía pero sin logias.
El Jach’a Uru (el gran día)
Esta es la dimensión de la expectativa que la naciente Asamblea Constituyente
guarda en su entraña. Los discursos que precedieron la gran Marcha de los
Pueblos, prometieron cambiarlo todo, los pueblos y los trabajadores esperan el
cumplimiento de esas promesas. El vicepresidente Alvaro García Linera llamó a
varios retos: construir un Estado pluricultural basado en una sociedad
comunitaria; cambiar las estructuras económicas del país; y acabar con el
centralismo colonial. El presidente Evo Morales llamó a la responsabilidad de
los constituyentes como soldados de lucha por la libertad y la dignidad
recordando que algunos de ellos se opusieron, en el pasado, a la Asamblea
Constituyente por ser parte de los partidos neoliberales.
En contraste, Morales destacó que muchos constituyentes vienen de vivir en
chozas, de comunidades sin agua ni luz ni escuela. Estos, dijo, tienen la
obligación de escribir los deseos, el pensamiento de los pueblos, de las
comunidades. Llamó a descolonizar y desneoliberalizar el Estado para lo cual
nunca más debe entregarse los recursos naturales a las transnacionales. En lo
personal, señaló el Presidente, no está de acuerdo ni siquiera con las
concesiones por tiempo limitado. Finalmente, propuso que la Asamblea
Constituyente tenga poder pleno por encima de todos los poderes constituidos,
incluso debe estar por encima de Evo Morales, quien se subordinará a las
decisiones de la misma.
Citando varios pasajes de la historia, expresó que el movimiento indígena
originario ha sido explotado, pero nunca ha explotado, refiriéndose directamente
al flamante constituyente, el empresario y dirigente político Samuel Doria
Medina.
En la última intervención, Silvia Lazarte Flores, la nueva presidenta de la
Asamblea Constituyente habló de su vivencia en una familia pobre de Cochabamba,
de su trayectoria sindical desde muy joven en el Trópico (región cocalera) y el
nuevo rol que le ha asignado la historia para lo cual apeló a mantener la unidad
de los constituyentes, acabar con la discriminación y hacer la nueva
Constitución Política del Estado que el pueblo está esperando.
En los actos que siguieron también se conmemoró el aniversario de las Fuerzas
Armadas, con discursos de mucho reconocimiento a esta institución que prometió
defender la Patria, una vez más. Pero en medio de loas, proteccionismos y
defensa de la institución que aseguró el presidente Evo Morales, salta una duda:
¿por qué instruir una investigación a los militares sobre el caso de los misiles
y no resaltar que éstos fueron responsables de tantas masacres en el período
dictatorial y democrático en Bolivia, y que deben pagar por ellos en la
justicia? Ojalá este y otros temas que no se mencionaron concretamente como ser
la propiedad y tenencia de la tierra, el impacto de la presencia de la inversión
extranjera, los tratados de libre comercio, la dependencia de los organismos
internacionales y de EEUU, sean también parte de la Asamblea Constituyente.