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Perú en un callejón sin salida
Crisis, decadenciay elección de Alan García Pérez
Luis Arce Borja
No basta anunciar con trompetas que con el triunfo electoral de Alan
García Pérez, se reeditan los grupos paramilitares, se extenderá la represión
contra los trabajadores, y que caerá sobre el pueblo las sietes plagas y todas
las maldiciones conocidas. Eso es indiscutible, y repetirlo sin ningún tipo de
reflexión, resulta quejumbroso, es como se dice una verdad de Perogrullo. Tiende
a ser subjetivo y conlleva a adoptar una posición fatalista de la política
peruana. Lo fundamental es analizar las causas y factores principales que
contribuyeron a que este personaje, responsable de cientos de asesinatos de
campesinos, de prisioneros de guerra, y que salió huyendo del Perú como un
vulgar delincuente común, regresará después de 16 años triunfante y que haya
obtenido cerca de 7 millones de votos en las elecciones pasadas.
¿Qué explicación hay en este hecho político?
El triunfo electoral de Alan García Pérez, vale decirlo con claridad, es el
resultado del colapso de la sociedad oficial peruana. Diríamos es un producto
directo del proceso de crisis y descomposición de la sociedad y del Estado. Este
hecho no es casual, ni se relaciona simplemente a cuestiones de técnicas
electorales, al carisma del candidato, a los recursos en la propaganda o como
erróneamente dicen algunos, al "atraso político de las masas". Si se toma este
hecho en forma unilateral, sin relación con los hechos que la han propiciado y
al margen de las condiciones históricas-políticas del Perú, fracasará cualquier
análisis coherente en relación al periodo que atraviesa la sociedad peruana, y
sobre todo no habrá una explicación que valga la pena respecto al regreso al
poder del APRA cuya esencia es el reaccionarismo pro imperialista y donde no hay
sitio para reformas ni acciones democráticas.
La crisis de la sociedad peruana es antigua, y como ya lo hemos mencionado
alguna vez, tiene sus orígenes en la ilegitimidad de las clases sociales
(terratenientes y burgueses) que desde el nacimiento de la Republica en 1821
actúan en el poder, no como gobernantes de un Estado democrático, sino más bien
como bandas de delincuentes que funcionan al margen de cualquier norma ética,
moral e ideológica, incluso las impuestas por la burguesía en el siglo XVIII.
Este es uno de los problemas históricos del pueblo peruano, y sus secuelas
políticas-sociales se agravan cada vez mas, en cuyo terreno, han germinado
sátrapas, políticos de pacotilla, intelectuales sin ninguna valor, y partidos
políticos mercenarizados. Alberto Fujimori (1990-2000), Alejandro Toledo
(2001-2006) y ahora Alan García, constituyen, sin ninguna duda, expresión
directa y actualizada del desarrollo de esta crisis, que surgen de la bancarrota
histórica de los partidos políticos oficiales, tanto de derecha e izquierda.
Una particularidad especial de esta crisis es el carácter inmutable del aparato
jurídico-administrativo que define la estructura de poder. Aquí las viejas
instituciones, y la ilegalidad de las leyes que fundamentan el sistema político
y el Estado son invariables desde hace más de 150 años. En teoría este
ordenamiento jurídico se presenta como moderno, pero en la práctica sirve para
legitimizar regimenes autocráticos y militares, cuya sustento económico son
viejas formas de explotación semifeudal y semicolonial. En este aparato jurídico
legal, no existe el problema social en relación al ciudadano y sus derechos
individuales tales como el derecho al trabajo, a una vida digna y a vivir bajo
un sistema democrático. Las leyes no se hacen mirando el provenir de la nación,
sino mas bien en beneficio de grupos, individuos y de grandes transnacionales.
Aquí el fin es lucro, la codicia y el enriquecimiento inmediato, y para ello se
usa el Estado y los bienes públicos.
Todo esta estructurado y legalizado para que la constitución, el poder judicial
y sobre todo el sistema electoral permitan que delincuentes, criminales,
proxenetas, y cualquier personaje de los bajos fondos se irrogue el derecho a
postular a la presidencia de la Republica, al parlamento, al municipio y
cualquier otra institución del Estado. Esta situación se evidencia por ejemplo
en la forma en que esta diseñado el parlamentarismo peruano, que en este caso,
no es solamente un instrumento de manipulación de la conciencia política de las
masas, sino que es en la practica un montaje fuera de la ley que se adjudica
para el advenimiento al poder de individuos adversos a la ética y la moral
política, y que buscan el poder de la misma forma que el malandrín escoge a su
victima en la esquina de la calle. La naturaleza de las leyes peruanas permitió
que en 1990 Fujimori, acusado de estar a la cabeza de una empresa inmobiliaria
que traficaba con ventas de casas fuera candidato electoral y después presidente
por 10 años del Perú. El mismo beneficio de estas seudos leyes ha servido para
encumbrar en el poder a Toledo y ahora a García Pérez, que como se conoce tiene
varios juicios penales pendientes en tribunales internacionales.
En cualquier país medianamente civilizado, tanto Alan García Pérez como Ollanta
Humala, ambos acusados por crímenes de guerra, secuestros, torturas, violación a
los derechos humanos, y otros graves delitos, no solo hubieran estado impedidos
penalmente de ser candidatos presidenciales o congresales, sino que habrían sido
enviados a prisión. El mismo ejemplo es el caso de Keiko Fujimori, la hija del
prófugo Alberto Fujimori (detenido actualmente en Chile), que ni siquiera ha
sido investigada por la evidente relación mafiosa con su padre y ahora es la
congresista que mayores votos logró en las elecciones pasadas. Es el caso
también del Almirante de la armada peruana Luis Giampietri Rojas autor directo
de la matanza de mas de 100 prisioneros en el penal de El Frontón en 1986, como
si nada hubiera pasado es ahora vicepresidente de Alan García Pérez. Es la
estructura jurídica peruana la que ha favorecido que elementos prontuariados y
con deudas con la justicia hayan sido candidatos afortunados en las recientes
elecciones y que ahora cuenten con inmunidad parlamentaria para seguir
cometiendo sus fechorías.
Los partidos y la crisis de la sociedad
Pero la crisis de la sociedad peruana no se restringe solamente al tipo de
leyes que sustentan la corrupción, el crimen y la delincuencia general en la
administración del Estado. Tiene otras connotaciones y manifestaciones, una de
estas es el grado de descomposición de los partidos políticos (izquierda y
derecha) del medio oficial. Si los grupos de poder y el imperialismo, han tenido
que recurrir a García Pérez para darle continuidad a la administración del
Estado, eso significa que sus alternativas políticas son ínfimas y sin mejores
alternativas a mediano plazo. Ningún partido u organización política de los
grupos de poder salió indemne de los estragos internos a causa de la guerra
interna y de la crisis de la sociedad. Desde 1990 hasta el 2000, Accion Popular
(AP), el Partido Aprista (APRA), el Partido Popular Cristiano (PPC), principales
partidos de la burguesía y los terratenientes, han sobrevivido a expensas del
manejo mafioso del Estado. Como se conoce cada uno de estos partidos se
vincularon a la estrategia del gobierno central y al dinero que se distribuía en
cantidades desde el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), y en razón de este
hecho acumularon en su haber el enorme desprestigio político del régimen
fujimorista. Esto es uno de los factores que ha hecho colapsar la estructura
política burguesa cuyo efecto directo es el resurgimiento del aprismo y de
corrientes seudo populistas como la que encabezó el militar Ollanta Humala.
El APRA (que lidera García) es uno de los partidos políticos de la burguesía mas
desprestigiados del Perú. Su negra trayectoria no tiene comparación, y desde su
fundación (7 de mayo de 1924) ha estado a la cabeza de traiciones, componendas y
colaboración directa con los grupos de poder y del imperialismo yanqui. Sus
tesis programáticas, anticomunistas y pro americanismo, sirvieron para que esta
organización fuera aliada de los peores regimenes civiles y militares del Perú,
y desde el parlamento o desde el Estado, fue cómplice o impulso por cuenta
propia las peores medidas represivas con el pueblo. En el movimiento sindical
peruano practicó un sindicalismo amarillo ligado a los sindicatos patronales de
los Estados Unidos y la CIA americana. Ningún peruano olvidará el paso
apocalíptico del APRA por el poder del Estado en el periodo 1985-1990. Y nadie
olvidará tampoco que este partido fue aliado del fujimorismo en la década del
90, y que recibía millones de dólares de la mafia que dirigía desde el Servicio
de Inteligencia Nacional (SIN) Vladimiro Montesinos.
Del lado de la izquierda oficial, o caviar como dicen algunos, la situación es
parecida a la catástrofe de los partidos de derecha. La crisis y descomposición
lo corroe todo y en términos de valores políticos y organización no queda casi
nada en este terreno, salvo algunos ridículos partidos y frentes electorales
(Patria Roja de Alberto Moreno, el Partido Socialista de Javier Diez Canseco,
etc.) que no tienen ninguna incidencia ni en la política ni el campo sindical y
popular. Toda su actividad se restringe a participar marginalmente en las
elecciones colgados de tal o cual candidato presidencial, o pedir lastimeramente
una "nueva constitución del Estado". La izquierda oficial, que en 1980 tuvo
cerca de 30% del elector peruano, ha descendido a menos del uno por ciento en
las elecciones de abril (2006), y si antes podía colocar algún miembro en el
parlamento, ahora no tendrá ninguno. En el último proceso electoral con poca
fortuna se pusieron detrás de Ollanta Humala, y de esta forma repitieron su
conducta de sostener a civiles o militares proveniente de las más oscuras
canteras reaccionarias del país. Esta izquierda, con justa razón es despreciada
por los trabajadores y el pueblo, y ello es coherente con la vergonzosa conducta
que ha tenido desde 1980 hasta la actualidad.
Esta izquierda está completamente comprometida con el orden vigente del cual
recibe, directa o indirectamente, una serie de beneficios económicos y
políticos, que la hace receptora de un sistema corrupto y en descomposición. La
crisis de la "izquierda" y de los partidos de derecha", tiene el mismo origen y
ella se refiere a su vínculo mercenarizado con los grupos de poder y al manejo
mafioso del Estado. Si bien es cierto que la izquierda nunca ha estado
directamente en el poder del Estado, no hay que olvidar que desde 1985 para
adelante tuvo ministros y altos funcionarios en los diferentes gobiernos,
principalmente durante el fujimorismo. La izquierda caviar ha sido cómplice de
los tres últimos gobiernos del Perú, y desde el parlamento o de otras
instituciones del Estado participó activamente en la militarización de la
sociedad y en la reaccionarización de los regimenes de turno. En 1985 voto a
favor de Alan García Pérez, en 1990 sostuvo la campaña electoral de Fujimori y
en el 2000 contribuyó con sus votos para que Alejandro Toledo llegara a la
presidencia.
La bancarrota de esta izquierda es fundamentalmente ideológica, y si antes de la
década del 80 se reclamaba partidaria del marxismo y la revolución social, ahora
asume posiciones abiertamente reaccionarias y en defensa del sistema de
explotación. Así mientras el Perú atravesaba una sangrienta guerra civil, cuyo
saldo dejó cerca de 70 mil muertos, la izquierda vivía parasitariamente
apoltronada en el parlamento desde donde salieron las más brutales leyes contra
los pobres del Perú. Así mientras esta izquierda vivía una hermosa primavera
política, más del 70% de la población peruana tenía que soportar el terror de
las fuerzas armadas y fuerzas policiales. Así mientras esta izquierda engordaba
como chancho en el parlamento, en los ministerios y otras instituciones del
Estado, más de 15 millones de peruanos se hundían cada vez más en la miseria, la
pobreza extrema, la desocupación y la desesperanza social. Así mientras esta
izquierda, hablaban sin cesar de "derechos humanos", las cárceles tumbas y los
campos de concentración, albergaban a miles de ciudadanos peruanos. Así mientras
el pueblo era ensangrentado por las hordas criminales del ejército, la policía y
los grupos paramilitares, esta izquierda se retorcía orgullosa en los circos
electorales. Y así mientras esta izquierda usaba a las centrales obreras y
sindicatos (la Confederación General de Trabajadores del Perú-CGTP, el Sindicato
Único de Trabajadores en la Educación del Perú-Sutep, y otros) como trampolín
electoral, los gobiernos liquidaban el movimiento sindical y arrasaban con los
derechos sociales de los asalariados peruanos.
Para concluir hay que mencionar que el gobierno de García Pérez, advierte que la
crisis de la sociedad peruana sigue su marcha descendente y que ello conducirá
inevitablemente a una agudización extrema de la lucha de clases en el país. Se
avecinan las luchas espontáneas de las masas hambrientas que sin dirección
política deberán enfrentar al régimen entrante. Los rasgos de la fase política a
la que ingresa el Perú son inconfundibles, y a corto plazo García podrá gobernar
sin oposición clasista organizada, y menos sin lucha armada que como se sabe fue
derrotada a causa de la traición de sus dirigentes. Los que se presentan como
sus contrincantes, no tienen ninguna influencia ni representación en las masas
trabajadoras y populares del país. Son apenas cascarones burocracticos que
sirven exclusivamente para animar el circo electoral, pero no asi las luchas
populares reividicativas. Ninguno de los partidos u organizaciones políticas que
se presentaron a la contienda electoral, incluida la "izquierda" y el grupo de
Ollanta Humala, seran capaces de ser oposición a un régimen, que como ya se
vislumbra, será antipopular y pro imperialista. Y en esa coyuntura política, no
se trata de que el pueblo se ponga detrás de cualquier embustero o de seudas
organizaciones políticas y frentes electorales, sino más bien de unirse
independientemente en su propia organización de clase, que no solamente luche
por reivindicaciones inmediatas sino también por el cambio radical de la
sociedad y del Estado. En esta organización de clase, no caben los falsos
izquierdistas ni los famosos "nacionalistas" (Frente Nacional, Democrático y
Popular) surgidos de los cuarteles militares, y que sólo buscan un reacomodo con
la nueva administración del Estado.
1 de julio de 2006
Luis Arce Borja
arceborja@brutele.be