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Latinoamérica

Un debate pendiente sobre el FSLN

Iosu Perales
Rebelión

Recientemente se ha publicado en Rebelión el artículo "Sandino: El imperio al rescate..." firmado por Toni Solo y traducido por German Leyens. En su texto, el compañero británico da su apoyo al FSLN y a Daniel Ortega, al tiempo que defiende la tesis de que la Alianza Movimiento de Renovación Sandinista cuenta con el apoyo de Estados Unidos. El autor sostiene que esta última candidatura surgió una vez que algunos de sus actuales dirigentes y el recientemente fallecido Herty Lewites fueron derrotados dentro del FSLN, dando a entender que hubo un debate democrático. No conozco a Toni Solo, pero desde el respeto a sus opiniones quiero decirle que disiento radicalmente.

En primer lugar es de interés recordar que la última crisis interna que dio lugar al abandono de unos y la expulsión de otros del FSLN tuvo su origen en la negativa de Daniel Ortega y la cúpula del partido de celebrar unas elecciones internas que dieran voz y voto a las bases sandinistas para elegir a su candidato o candidata a la presidencia. La negativa fue acompañada de calumnias que señalaban al señor Lewites como agente norteamericano para dividir al partido. La respuesta de Ortega, Tomás Borge y otros, fue tan brutal que unos cuantos amigos identificados con la revolución sandinista hicimos pública una carta dirigida a Daniel Ortega en el mes de abril de 2005. Entre los firmantes se encuentra uno de los símbolos más potentes del internacionalismo español como es el octogenario comunista Miguel Núñez, siempre recibido con enorme cariño por todos los estamentos del sandinismo. Creo que merece la pena reproducir esta carta en la que se encuentran algunas claves que explican el alejamiento de mucha gente de la solidaridad de lo que es actualmente la cúpula que lidera Daniel Ortega.

"Comandante: Somos muchos los hombres y mujeres que hemos hecho de la solidaridad con el pueblo de Nicaragua y en particular con la revolución sandinista un rasgo distintivo de nuestras propias vidas. Los años ochenta fueron un regalo. Los mejores años. Los que nos dieron la oportunidad de participar activamente en un proceso social y político original desde la lealtad a los valores y principios de la revolución sandinista y con el afán de hacernos mejores. Siempre daremos las gracias a un pueblo que tomó su decisión, a los que murieron por una patria libre y más justa y a los que sobreviviendo ejercieron responsabilidades nada fáciles en un tiempo de cólera del Imperio. También a usted le damos las gracias por aquellos años, de corazón. Sin embargo, los años noventa han sido frustrantes para miles y miles de internacionalistas que han terminado por dar la espalda a Nicaragua, olvidando tal vez que nuestro compromiso era con el pueblo empobrecido, independientemente de los comportamientos del partido que usted dirige. Pero no debe extrañarnos este distanciamiento ni desde lo humano ni desde lo político: la promesa que usted nos hizo en aquella histórica jornada del 26 de febrero de 1990 de gobernar desde abajo se fue convirtiendo progresivamente en una práctica política de pactos para un reparto de poder con aquellos que fueron económica, política y militarmente, agentes activos de la contrarrevolución. Si el protocolo de Transición tuvo sentido para dar estabilidad al país tras el cambio traumático del poder, de ninguna de las maneras es explicable la decisión de la dirección nacional del FSLN de pactar con uno de los personajes más corruptos de la historia de Nicaragua como es Arnoldo Alemán. Ustedes se repartieron el poder judicial, desconsiderando la división de poderes que es principio de la democracia, con el fin de autoprotegerse y blindar actividades cuando menos irregulares. De este modo, comandante, las gracias por los años ochenta son compatibles con la crítica radical que le hacemos por los poco ejemplares años noventa. Son las políticas pactistas del FSLN en la búsqueda de un bipartidismo para el reparto del Estado las que han extendido entre la solidaridad internacional la sombra de que usted ya no es lo que fue. Ni usted ni el Consejo Sandinista Nacional.

Los que suscribimos esta carta, a pesar de todo, nunca hemos dejado de estar activamente vinculados a Nicaragua. Ello nos ha permitido dar seguimiento político a la metamorfosis que se ha venido produciendo en dirigentes connotados del sandinismo -a algunos de los cuales hemos querido de veras en los años noventa por su defensa encendida de los logros revolucionarios-, que han sustituido los ideales y la mística por el mundo de los negocios, haciendo del Frente un partido para la defensa corporativa de un grupo de interés que lo controla. Este escenario nos duele y nos recuerda unas palabras del escritor brasileño Jorge Amado quien con un lirismo desgarrado describe el dolor de gentes que lo dieron todo por sus ideales hoy extraviados: "Sé de hombres y mujeres, magníficas personas, que de repente se encuentran desamparados, vacíos, sumergidos en la duda, en la incertidumbre, en la soledad, perdidos, enloquecidos. Lo que los inspiró y condujo por la vida, el ideal de justicia y belleza por el cual tantos sufrieron persecuciones y violencia, exilio, cárcel y tortura, y otros muchos fueron asesinados, se transformó en humo, en nada, en algo sin valor, apenas fue mentira e ilusión, mísero engaño, ignominia". Así es comandante: mucha gente siente ahora que sus años vividos, su entrega, apenas sirvió porque su partido, el partido de su vida, el de sus colores, el de su pasión, se conduce hoy por una senda equivocada.

Sí, por un camino errático que poco tiene que ver con los valores de la izquierda. Sucede, comandante, que muchas mujeres y hombres internacionalistas estamos perplejos ante su reacción frente a la candidatura del señor Herty Lewites. Lo que hemos leído y oído: "Agentes de la CIA" "Sicarios del Imperio" "Representantes de la oligarquía" y otras sentencias, revelan el lado más oscuro de una ideología dogmática y peligrosa que parece regresar al estalinismo. No se pueden decir semejantes infamias de sus propios compañeros de ayer mismo y no hacer inmediatamente una autocrítica pública, comenzando por usted mismo como líder que representa al actual Consejo Sandinista Nacional. Vetar de este modo o por procedimientos legalistas lo que deber ser un ejercicio sano de la libertad y el derecho que han de tener las bases de elegir significa un retroceso enorme en las creencias y comportamientos de la izquierda. Vetar es ejercer la dictadura, comandante, lo justifique como lo justifique. La democracia interna ha de ser siempre un principio del sandinismo, de su naturaleza, no algo que usted puede conceder o no arbitrariamente. Para nosotros que no tenemos nada a favor ni en contra del señor Henry Lewites, lo de menos es su perfil. Este es un asunto de derechos: de cada miembro para ser candidato y de las bases para votar libremente. Y los derechos no se discuten, sencillamente se deben ejercer.

Usted debe poner fin a lo que para la izquierda social y política del mundo entero es un despropósito dictatorial. Usted debe aceptar, con humildad, que puede ser discutido, criticado; debe aceptar que pueden presentarse otros candidatos para representar al sandinismo en la lucha por la presidencia de la República. Lo que usted no puede hacer, ni moral ni políticamente, es lanzar al Consejo Supremo Electoral, a los jueces y a la policía, contra quienes ejercen un derecho a la competencia en el interior de un partido político que no es propiedad de sus dirigentes cualesquiera que sean, so pena de devolvernos a las cavernas de verticalismos represivos obsoletos. Usted no debería, para tomar estas medidas, tratar de hacerse valer ante las bases mediante el uso de soflamas antiimperialistas. No olvidamos que los dirigentes soviéticos, usando el lenguaje del marxismo, construyeron una sociedad vertical, con poder autoritario, y ellos fueron de los primeros que se pasaron de campo cuando la caída del Muro era inevitable. Hace falta más humildad y más espíritu de unidad. Somos muchos los antiimperialistas que no estamos hoy día con usted.

El sandinismo tiene la imperiosa necesidad de recomenzar. Se trata de un proceso. Para que tenga éxito habrá que desplegar todas las potencialidades de la democracia interna, del diálogo y de la búsqueda incansable de la unidad. Pero, además, será imprescindible el resurgir de movimientos sociales independientes, listos para ejercer un pensamiento crítico y para pensar un nuevo modelo de sociedad. Un partido sandinista con futuro, con capacidad de gobierno para las mayorías, será aquél que se alimente de las luchas sociales, de sus señalamientos y de sus propuestas. Será también aquel en el que brille la pasión por servir a las mayorías empobrecidas. Será por fin aquel en el que la democracia interna, la libertad de elegir y ser elegido sea un principio sagrado inviolable. En este horizonte debe tener su espacio una nueva solidaridad internacionalista. Y en ella estaremos"

No, no hubo debate en el FSLN. Lo que se dio fue sencilla y llanamente - una vez que Daniel Ortega tomó su decisión contraria a la democracia-, una asamblea de cuadros perfectamente controlada para aclamar al líder. En segundo lugar, hasta el día de hoy, julio de 2006, quien ha pactado con el "enemigo", bien en nombre de la reconciliación, bien en nombre de un supuesto nacionalismo, es Daniel Ortega y la dirección nacional del FSLN. Toni Solo podrá decir que la AMRS y en particular Herty Lewites hizo tal o cual declaración y que su presentación en el debate de Miami es signo de la existencia de un contubernio, pero es el FSLN quien ha firmado documentos y ha probado con los hechos su vocación pactista con los "enemigos" históricos del pueblo. Esta es la realidad. Pero todavía hay más: el 30 de junio pasado el Nuevo Diario hacía público un nuevo pacto del FSLN esta vez con el Partido Liberal Nacionalista ¡el partido de Somoza!. Alvaro Baltodano, responsable del Frente para la relación con los partidos políticos lo reconocía con estas palabras "somocistas hay en todas partes" y se quedó tan ancho. El Frente justifica este pacto diciendo que pueden significar unos veinte mil votos necesarios para ganar en la primera vuelta. Todo un alarde de cinismo. Pero esto no es todo. Desde hace ya unos años venimos observando el acercamiento casi obsceno de Daniel Ortega al cardenal Obando y Bravo "General de la contra", en la búsqueda de apoyo para ganar las elecciones. Un acercamiento oportunista plagado de imágenes tan patéticas como las televisadas peticiones de perdón a la Iglesia del propio Daniel y del temible ex jefe de la seguridad del Estado Lenin Cerna. Por cierto que Toni Solo alude como algo positivo a la nueva espiritualidad de Rosario Murillo -esposa de Daniel Ortega- donde no hay sino una especie de esoterismo completamente alejado de la iglesia popular de la que sí forma parte el sacerdote Arnaldo Zenteno, denostado por Toni Solo en su artículo. Son los hechos los que hablan mejor que cualquier apreciación preconcebida u opinión unilateral. Tanto es así que el propio Toni Solo se lamenta que el FSLN no denuncie el apoyo norteamericano a la AMRS y busque nada menos que en Edén Pastora argumentos para su crítica. Sinceramente, no es serio citar a Pastora, persona con un pasado lamentable de responsabilidad de muertes de civiles y combatientes sandinistas, de principios confusos y profundamente maleable, para una acusación tan grave. Peor aún es apoyarse en Edén Pastora para criticar a Henry Ruiz y Mónica Baltodano, dos personas de recorrido político intachable y de sólidos valores éticos.

Toni Solo, para defender al FSLN ataca a quienes se fueron a otro esfuerzo político con legitimidad y las manos limpias. En su texto no argumenta por qué el partido de Daniel Ortega y este último son la verdadera izquierda; no enumera sus cualidades. Y no lo hace porque hay que reconocer que es difícil. El valor de la AMRS es el de abrir una brecha en el bipartidismo pactado entre Ortega y Alemán para que en Nicaragua sea posible la apertura de espacios políticos no contaminados. El nicaragüense Andrés Pérez Baltodano, profesor de ciencias políticas en Canadá, al pedir el apoyo para el sandinismo democrático que representa la AMRS dice: "Lo que suceda después dependerá en mucho de los principios y de la capacidad de acción y reflexión de Lewites y su equipo. Dependerá, sobre todo, de la capacidad que mostremos los nicaragüenses que rechazamos el pacto, pero que también rechazamos la idea de que para terminar con el proyecto dictatorial de Ortega y Alemán hay que rendirle homenaje al embajador estadounidense y arrodillarse frente a la lógica del capital". Pérez Baltodano sigue con este párrafo que suscribo plenamente: "Apoyar esta posibilidad es intentar construir un movimiento que nos trascienda a todos individualmente; un movimiento que trascienda a su propio líder; un movimiento con la fuerza para premiar o castigar la conducta de sus representantes; un movimiento que esté listo a condenar al mismo Herty Lewites si él, por pragmatismo, resignación u oportunismo, decide no tomar en serio la razón de ser del Sandinismo y el ejemplo de Sandino".

Claro que Toni Solo dirá que la AMRS ya ha caído en manos de Estados Unidos como lo prueba el hecho de que Herty Lewites fue bien valorado por la embajada. Pero eso no quiere decir nada: la embajada escribe derecho con renglones torcidos: pudo decirlo para perjudicarle; o tal vez para perjudicar a Daniel Ortega con quien siguen teniendo cuentas pendientes, a pesar de los propios deseos de Daniel. En todo caso, basar la crítica a la AMRS en las palabras del embajador gringo es hacerle el juego al nuevo Walker. Pero, para tranquilidad de Toni Solo puedo decirle: si la AMRS firma un pacto con los Alemán y cia lo denunciaremos; y si la firma con el somocista PLN también lo denunciaremos; y si hace un pacto con la embajada nos movilizaremos. Pero no lo ha hecho. Quien si firma acuerdos con los somocistas es el FSLN de Daniel Ortega. ¿Y qué hacemos ahora amigo Toni? La posición del compañero Toni Solo es en todo caso compartida por muchas gentes de la izquierda de América Latina y de Europa. Me atrevo a decir que de fondo hay un miedo, un vértigo, tan conocido en la historia de las izquierdas a romper con el partido que de algún modo representa la casa- madre. Creo que esta posición contiene un rasgo conservador -del mismo modo que hay un marxismo conservador-, de insuficiente inquietud revolucionaria. No es un reproche, es la constatación de un fenómeno conocido que lleva a mucha gente a defender lo indefendible: verticalismo, autoritarismo, abusos, corrupción, valores contrarios a lo que debe ser un proyecto de nueva sociedad socialista. Pero también es verdad que hay asimismo mucha gente de izquierdas que ha capturado todo el sentido de cuanto significa la imperiosa necesidad de recomenzar.

* Autor de "Los buenos años: Nicaragua en la memoria" Editorial Icaria 2005
Iosu Perales    

Fuente: lafogata.org