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Latinoamérica

México
La incertidumbre política solo se disipó parcialmente

Manuel Aguilar Mora *
 
Un día después de las elecciones presidenciales, para la renovación las dos cámaras del Congreso de la Unión y para la elección de cuatro entidades federativas (Jalisco, Guanajuato, Morelos y la ciudad de México), los resultados generales son moderamente favorables a la derecha del Partido de Acción Nacional (PAN) gobernante al nivel nacional, sin que se haya decidido, por lo apretada de la votación, la principal elección a presidente de la República en la cual el candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD), de centro-izquierda, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), disputa voto a voto la victoria al candidato panista Felipe Calderón.

El Instituto Federal Electoral (IFE), sobrepasado por la copiosísima votación (en la ciudad de México se calcula que acudió a votar el 70 por ciento del padrón y al nivel nacional la cifra está por arriba del 60 por ciento), decidió esperar al conteo de voto por voto de los 300 distritos electorales para dar la decisión de quien es el vencedor en este rubro el próximo miércoles 5.

A mediodía del lunes 3 de julio, con casi el 98 por ciento de las casillas compulsadas, Calderón llevaba casi catorce millones de votos y AMLO 13 millones 600 mil, siguiéndoles en un lejano tercer lugar el candidato del PRI, Roberto Madrazo con poco más de 8 millones, esto último significando el desplome completo del antiguo partido oficial que dominó durante 70 años la política nacional.

Lo cerrado de la votación anuncia una batalla en los tribunales electorales, con el PRD anunciando también una movilización ciudadana para evitar el fraude, "como sucedió en 1988", dicen, recordando el fraude colosal que le tobó la victoria al candidato del centro-izquierda, Cuauhtémoc Cárdenas.

El día de ayer, en plena actividad de votación ciudadana, el subcomandante Marcos, dentro de las actividades de la Otra Campaña, encabezó una marcha de poco más mil personas en el centro de la ciudad de México, planteando la política que ha sostenido en el sentido que no hay solución para los problemas de México en las urnas electorales.

El primer balance que se puede hacer un poco menos de 24 horas después del fin de las elecciones más competidas en la historia del país es que el grupo oligárquico en el poder, una mezcla de tecnócratas y políticos directamente vinculados al gran capital nacional e internacional, la mayoría panistas pero acompañados por muchos de los funcionarios del antiguo PRI en el poder (de los gobiernos de salinas y Zefdillo), está decidido a hacer todo lo posible para evitar que el timón del Estado caiga en manos de otro equipo de políticos burgueses que están fuera del círculo cerrado que ha dominado durante los ultimos 25 años.

No fue posible declarar a Calderón vencedor ayer en la noche por la abundantísima asistencia a las casillas electorales (muchas de las cuales se quuedaron sin boletas para el enojo de miles de posibles votantes) y el escándalo que hubiera sido una tal declaración prematura.

Ahora quieren buscar que el conteo, controlado por un equipo del IFE que es afín a ellos, les de el miércoles la victoria. Pero todo indica que no será el IFE, sino el TRIFE (Tribunal Federal Electoral) quien decidirá realñmente por lo cerraddísimo de la votacíon.

Estas elecciones se dan en un escenario de tensiones sociales crecientes, con un conflicto en el estado de Oaxaca en el que diez días antes se movilizaron cientos de miles de maestros contra la gubernatura priista del mismo. En que la feroz represión de Atenco no se ha olvidado y en que la consigna de voto de varios grupos socialistas de nulificar las boletas exigiendo la libertad de los presos de Atenco se hizo sentir en las propias votaciones: hasta hoy van más de 800 mil votos nulificados entre los cuales se encuentran los votos nulos mencionados.

Son elecciones que se dan ante todo en una situación de malestar social creciente por el estancamiento económico, el desempleo enorme que obliga a medio millón de mexicanos y cada vez más mexicanas a cruzar anualmente la frontera norteña para conseguir los dólares en Estados Unidos que no pueden ganar aquí y una violencia delicuencial que se ha desatado sin control (el día de ayer aparecieron las cabezas de dos policías ajusticiados en el estado de Guerrero).

Sea Calderón o López Obrador el que gane, el próximo sexenio gubernamental estará signado por luchas candentes. Los matices contarán ciertamente, siendo Calderón miembro de una derecha oscurantista y reaccionaria descaradamente proimperialista y López Obrador más del estilo del viejo PRI de los años dorados. Pero ambos claramente definidos como leales defensores del sistema imperante. Por eso, ciertamente el debate ideológico se exacerbará y la crisis evidente de los partidos tradicionales (en el PRI abierta y evidente y en el PAN y en el PRD, menos aparente pero latente) se profundizará. Y cualquiera de los dos que gane enfrentará una sitaución de ingobernabilidad (pues ninguno de los tres partidos tendrá mayoría y sólo el PAN despunta como la mayoría relativa o "minoría mayor") que planteará problemas políticos en México que lo acercarán a la situación prevaleciente en muchos países de América de! l sur, de la cual el grupo gobernante, aconsejado de cerca por el Departamento de Estado, se ha querido de diferenciar a toda costa. Pero la propia derecha, en su torpeza reaccionaria, fue la que trajo el fantasma de la situación de América del sur al escenario electoral mexicano al hacer una identificación absurda (por incongruente) de López Obrador con Hugo Chávez. Irónicamente, la derecha en su demencial neoliberalismo reaccionario ha sido la que ha echado gasolina a la polarización ideológica y política en México. Todo indica que le será contraproducente.
 
México DF, 3 de julio 2006
 
* Intelectual de la izquierda marxista revolucionaria, militante de la Liga de Unidad Socialista (LUS). 

Fuente: lafogata.org