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Lucha de clases y mitos de la teoría económica derribados por un estudio del CID
Olafo Montalban
Introducción
Se ha repetido insistentemente durante años, entre otras, que la fórmula:
crecimiento económico + baja inflación = bienestar para todos, es la que
debe guiar, ortodoxamente, la política macroeconómica de nuestra nación. Que las
medidas jurídicas del Estado y decisiones económicas del Banco de la República
deben estar orientadas al crecimiento de la economía, a mantener controlada la
inflación por debajo de dos dígitos, a lograr la estabilidad vía control
monetario, a crear un clima de inversiones que atraiga masivamente capitales y a
continuar y profundizar la apertura económica (liberalización) con el propósito
de integrar el país al mercado estadounidense a través del TLC. De ahí en
adelante, el aumento de la riqueza que generemos todos y todas, como un chorro
abierto no sólo llenará las arcas de los grandes capitalistas beneficiados de
dicho modelo económico, sino que se desbordará rebosada y caerá sobre la masa de
millones de pobres e indigentes. Es el paraíso que ofrece la oligarquía asociada
a las transnacionales a los desposeídos, la masa de millones de "nuevos"
proletarios.
El estudio del CID
Un estudio encargado por la Contraloría General de la República al Centro de
Investigaciones para el Desarrollo, de la Universidad Nacional de Colombia (CID,
hace un examen a fondo del comportamiento de la economía colombiana durante los
últimos cuatro años, y con argumentos y datos contundentes no solo derriba
algunos de los mitos que utiliza la clase capitalista en su dinámica de
acumulación de riqueza, sino que califica el crecimiento de la economía
colombiana durante el primer gobierno de Álvaro Uribe (2.002 – 2.006) de
inequitativo, insuficiente, concentrado e insostenible. El estudio de 127
páginas está dividido en tres partes, a) el crecimiento es insuficiente, b)
el crecimiento es concentrado e inequitativo, y c) el crecimiento no es
sostenible. Con base en series estadísticas e informes sobre economía,
reflexiona y discute sobre la relación entre la macroeconomía y el bienestar
de la población, llegando a contundentes afirmaciones que discutiremos
abajo.
En el estudio se parte de la idea que el bienestar es la felicidad de las
personas, y que por lo tanto la economía debe estar al servicio de la felicidad
de éstas. Se argumenta, igualmente, que si bien ha habido un crecimiento
económico durante los últimos años, éste se debe, de un lado, a factores
externos, y del otro, a que "al gobierno Uribe le correspondió la fase
creciente del ciclo económico, beneficiándose de la recuperación posterior a la
gran recesión de finales del siglo pasado". Fase de crecimiento que se
traduce en mayores precios de los principales productos de exportación como
petróleo, café y ferronickel. Tendencia favorable, igualmente, a la mayoría de
países de la región. Pero a pesar de este buen clima y crecimiento, la pobreza e
iniquidad "están lejos de resolverse… mientras al crecimiento económico… no
se lo acompañe de medidas efectivas de redistribución del ingreso", se
afirma en el estudio.
Nuestros pobres e indigentes, ¿cuántos son?
Partiendo de que en Colombia ha habido un crecimiento económico, aunque
insuficiente, durante los últimos 3 años, cercano al 5%, lo que está en
discusión es por qué no ha habido una distribución de la riqueza que signifique
una disminución de la indigencia o reducción de la pobreza. ¿Por qué no hemos
podido hacer que los 11 millones de indigentes puedan al menos calmar el hambre,
no importa que sigan siendo pobres? Es cruel decirlo así, pero para cualquier
sociedad es preferible tener pobres que indigentes. Y en Colombia, ni la
indigencia ni la pobreza han disminuido, a pesar de un crecimiento sostenido y
de una inflación baja. Por el contrario, la pobreza no solo es la misa sino que
aumenta, como lo señala el estudio: "de los 22.2 millones de personas
(pobres) en 2005, frente a 18.2 millones en 1991, (hay) 4 millones más de
pobres (que) en los últimos quince años"
Derribando mitos
Uno de los aspectos a resaltar en esta investigación, es lo mal parados que
quedan algunos de los mitos que hoy sostienen los defensores de la apertura y el
libre mercado. Uno de ellos dice que para reducir la pobreza, la economía de un
país no solo tiene que crecer sino que debe mantener reducida o muy baja la
inflación. La economía colombiana no sólo ha crecido por encima del 5% anual en
los últimos 3 años, sino que la inflación es relativamente baja, calculándose
para éste año en un 4% No obstante estas tendencias positivas, la pobreza no se
han reducido, por el contrario se mantiene y aumenta, como lo señalamos arriba.
El otro mito que derriba el estudio del CID, es la perorata que para que haya
crecimiento económico, desarrollo, progreso y bienestar para todos, es
imprescindible llevar a cabo la más completa liberalización y apertura
económica. Ello ha implicado abrir las fronteras, abolir los impuestos a los
productos importados y tomar medidas económicas para la exportación de materias
primas; liberalizar el mercado de capitales para atraer inversionistas
extranjeros; y orientar la economía principalmente hacia afuera incentivando las
exportaciones. Es el mercado global el que "nos" interesa, según los agoreros
del discurso neoliberal, no el pequeño y abatido mercado nacional; reduciendo a
cero los controles a las importaciones y cero a los subsidios a la producción
que dinamice el mercado e industria nacional. Tampoco les interesa para nada los
argumentos históricos que hablen de "cómo se desarrollaron" las potencias
económicas que hoy conforman los bloques de la tríada (Japón, Estados Unidos,
Comunidad Europea) aplicando políticas económicas proteccionistas
en el camino a ser naciones económicamente desarrolladas, hasta lograr un alto
grado de desarrollo tecnológico y competitivo. Menos admiten argumentos de
ciertas dosis de autarquía, sustitución de importaciones, etc. Lo válido hoy en
teoría económica, sigue siendo la ortodoxia predicada por el Banco Mundial, el
Fondo Monetario Internacional y el Consenso de Washington que siguen como dogmas
los tecnócratas del Banco de la República.
El drama y pobreza en que viven millones de campesinos
Colombia es un país donde la propiedad de la tierra se caracteriza por estar
concentrada en muy pocos propietarios, y donde la distribución de ésta, más que
injusta, es dramática. El país tiene una de las más inequitativas distribuciones
de la tierra del continente. Un 68.2% de la población campesina padece una
situación de pobreza grave. Solo una minoría, los 2.428 propietarios, públicos y
privados, que poseen 44 millones de has., equivalente al 53.5% del territorio,
se podrán beneficiar del TLC. Los 2.3 millones de campesinos que solo poseen
tierras o predios de menos de 3 has., o sea el 1.7% del territorio, no cuentan
sino como mano de obra barata. Sumado a lo anterior, la mayoría de propietarios
(55.6%) y de predios (56.8%) poseen tierras menores de 3 hectáreas. Es decir,
son dueños del 1.7% del territorio registrado catastralmente. Mientras, 2.428
propietarios privados y públicos, poseen 44 millones de has., que equivalen al
53.5% del territorio. Es decir, poseen en promedio 18.093 has por propietario, o
un territorio 6.000 veces más grande que el minifundio de 3 has al que aspiran
2.3 millones de colombianos.
Hay cuatro razones que explican la pobreza dramática que viven los campesinos,
según el estudio:
a. Una gran proporción de la población campesina no tiene acceso a la
tierra, más de 655.000 hogares.
b. Más de 2.2 millones de propietarios de micro y mini fundíos, no
alcanzan a generar ingresos que les permita superar la línea de pobreza.
c. La precaria relación de trabajo en que se encuentran los sin tierra y
los pequeños agricultores.
d. Buena parte de los medianos y grandes propietarios rurales ya no son
habitantes del campo y sus ingresos se contabilizan en las áreas urbanas. La
población rural ha quedado reducida a los pequeños propietarios y los sin
tierra. Esto explica la elevada tasa de indigencia, 27.5%. Más de la cuarta
parte de los campesinos colombianos.
Lo anterior permite afirmar que la pobreza rural se manifiesta, principalmente,
en los sin tierra y los propietarios de micros y mini fundíos inferiores a 3
hectáreas. Los primeros forman el ejército de jornaleros, aproximadamente
850.000 personas, con relaciones laborales precarias. No cuentan con seguridad
social de parte de los patronos, sino que hacen parte del régimen subsidiado. Y
el caso de los propietarios de tierras de menos de 3 has., es un claro ejemplo
de la estrategia de construcción de "un país de propietarios miserables".
Éstos hacen parte de los 2.2 millones de trabajadores por cuenta propia. Que lo
único propio que tienen son sus minifundios, y cuentas
las por pagar.
En resumen, esta es la dramática situación en que se encuentran millones de
campesinos pobres propietarios de micros y mini fundíos (menos de 3 has.),
quienes además por la falta de capitales, tecnología, tierra y créditos no
pueden dedicarse a cultivos de tardío rendimiento. Una masa de millones de
jornaleros del campo, que difícilmente hacen parte de la elite que participa y
saca ventajas (exportadores) del comercio internacional, como tampoco son
proveedores de café, ni de banano, ni de flores, ni de frutales, siendo sus
principales cultivos de pan coger, poco tecnificados y producidos en volúmenes
pequeños.
Conclusión
El estudio del CID, Bien-estar y macroeconomía 2002-2006: el
crecimiento inequitativo no es sostenible, ha sido poco difundido y
discutido por los círculos de poder, intelectuales y estudiosos de la economía.
¿Por qué? En parte porque algunos de los mitos de la teoría económica en los que
se soporta la política económica del gobierno de Álvaro Uribe, son derribados
con contundentes estadísticas, argumentos y análisis por el estudio del CID.
Ante todo aquella fórmula defendida por quienes se benefician de ella:
Crecimiento económico + baja inflación = bienestar para todos. Lo
interesante del estudio del CID es que podemos deducir otra fórmula:
Crecimiento económico + baja inflación + distribución de la riqueza = bienestar
para todos. Tal vez es la que nos sirva para apaliar la indigencia y
disminuir la pobreza en que viven millones de colombianos.
Da la impresión que el informe del equipo de investigación del CID a la
Contraloría, por su contenido y las conclusiones a las que llega, encaja bien en
el perfil de los temas que, desde el poder y los Medios de Alienación Masiva, es
preferible no darle mucha importancia, no hacerle mucha bulla. Y así nuevamente,
un estudio que discute un tema tan trascendental como es el de la creación de
riqueza de una nación, y que demuestra contundentemente cómo la clase
capitalista colombiana y transnacional son los grandes usufructuarios de ésta,
pasa casi inadvertido. Mientras, millones de nuevos proletarios permanecen
excluidos, no participan, ni cuentan en lo que debiera ser una distribución
democrática de la riqueza. ¿Pero cómo pasar por alto que de lo que se trata es
de una tenaz lucha de clases por la distribución de la riqueza?
5 de Julio de 2006
Olafo Montalban
olafomontalban@yahoo.co.uk