Latinoamérica
|
![]() |
El secuestro de la esperanza
La nota que nunca hubiera querido escribir
Andrés Capelán
Comcosur
El diario de hoy da cuenta que un sin techo murió anoche de frío. Como tantos
otros, este hombre vivía en la calle. Porque a quince meses de la asunción del
presidente Tabaré Vázquez, decenas de uruguayos siguen viviendo en la calle;
miles de otros uruguayos siguen viviendo en ranchos de lata y comiendo basura; y
cientos de niños y adolescentes siguen mendigando, robando, drogándose y
prostituyéndose en las calles de Montevideo a la vista y paciencia de todos. Y
el problema es que cada día son más.
A quince meses de la asunción del presidente Vázquez la tasa de desempleo se
mantiene mas o menos igual que antes. El Estado no crea nuevos puestos de
empleo, pues apuesta a que los genere la prometida inversión extranjera. Como
antes y aún más que antes, la informalidad y el contrabando campean a lo largo y
a lo ancho del país, en plena calle y a la vista de todos. Grandes y pequeñas
empresas siguen pagando parte de sus salarios en negro. La justicia deja en
libertad a los grandes evasores y condena a quienes protestan por ello. En las
cárceles continúan violándose los derechos humanos, y mientras la policía sigue
maltratando, coimeando y robando, la inseguridad aumenta en nuestras calles.
Ayer, estudiantes y autoridades de las facultades de Medicina y Química pidieron
auxilio por las continuas rapiñas de las que son víctimas sus estudiantes,
docentes y funcionarios a plena luz del día, a cien metros del Parlamento. Es
que los efectivos de la seccional policial correspondiente no pueden patrullar
la zona porque están ocupados vendiendo películas requisadas... Si, esto pasa a
quince meses de la asunción del presidente Vázquez.
La guerra del petróleo hace que las tarifas públicas continúen subiendo
permanentemente, mientras los salarios se van ajustando corriendo de atrás, cada
seis meses según el Indice de Precios al Consumo. El Producto Bruto Interno
sigue creciendo pero los puestos de trabajo y los salarios no. Eso quiere decir
que los que trabajamos producimos más por la misma plata.
Es objetivo declarado del gobierno mantener baja la inflación tal como obliga el
Fondo Monetario Internacional; y lo está logrando mediante la apreciación de
nuestra moneda y conteniendo los salarios de modo que no haya circulante en
plaza. Eso ha provocado la proliferación de financieras privadas que otorgan
préstamos a sóla firma; hoy día casi no hay un trabajador uruguayo que no haya
debido tomar alguno de estos préstamos para poder cubrir su presupuesto. Pero
además, el nuevo presupuesto progresista decreta la muerte de las cooperativas
al igualarlas tributariamente a las empresas con fines de lucro.
Mientras tanto, se adelantan pagos al FMI y se baten records en las
exportaciones de carne y en la venta de automóviles cero quilómetro (lo que
indica que los ricos son cada vez más ricos). Los boliches y restaurantes de la
Ciudad Vieja, Punta Carretas y Pocitos no dan abasto para atender a su selecta
clientela, y cada fin de semana se inaugura uno nuevo. Algo parecido sucede en
el otro extremo de la ciudad. En el Barrio Casabó, el Borro o en el Paso de la
Arena, cada fin de semana gente sin trabajo que no quiere salir a robar instala
nuevos puestos de venta de Tortas Fritas. Este no es el país que nos
prometieron. Por supuesto que pedir que se solucionen todos estos problemas en
quince meses sería una necedad. Pero es inaceptable que además de no
solucionarse, se agraven.
Claro, es verdad, no debo de olvidarme del Plan de Asistencia Nacional a la
Emergencia Social. Seguro, lógico, primero están los más infelices. Está bien.
Pero desde el momento en que no se crean puestos de trabajo genuinos para sus
beneficiarios, el PANES se ha convertido en un mero asistensialismo. Los
excluídos no necesitan limosna, necesitan trabajo digno, y es obvio que no serán
las multinacionales las que se lo ofrezcan. Pero además, se suponía que iban a
ser los más privilegiados y no los trabajadores los que pagaran la cuenta. Y eso
no sale del nuevo presupuesto que entrará al Parlamento la semana próxima.
A todo esto, el presidente Vázquez vive enojado con la prensa y escondido de su
pueblo. Temiendo no se sabe qué, ha triplicado su guardia personal y vive dentro
de una zona de exclusión de 50 metros. Viaja a Estados Unidos, hace chistes con
el genocida Bush y se besa con su secretaria de Estado. Luego de firmar sin
avisar un Tratado de Protección de Inversiones con Estados Unidos, ahora está
buscando la manera de que se apruebe uno de Libre Comercio. Nos prohibe a todos
fumar en espacios cerrados privados, pero deja que su secretario Gonzalo
Fernández fume dos cajillas por día en la oficina al lado de la suya. Eso no
estaba en el libreto, ni en el programa, ni en la plataforma electoral.
Hoy leo en espectador.com que anoche, "el presidente Vázquez dijo que la
política económica actual es una versión "mejorada y con cambios" de la que
impulsó en su momento el ex mandatario Jorge Batlle, a partir de la crisis de
2002. En Canal 12, Vázquez comentó que - desde el retorno a la democracia- se
aplicó un modelo económico que fue rechazado por la izquierda y que fue cambiado
cuando el país 'se cayó' en 2002." Y bueno, a confesión de partes: relevo de
pruebas. ¿No?
No sé, estoy triste. Miro a mi alrededor y veo mucha gente también triste. Acabo
de escribir una nota que quisiera no haber tenido que escribir nunca. Pero de
alguna manera tenía que sacarme esta angustia de adentro. Me duele mucho este
Uruguay Progresista. Siento que nos han mentido y nos han secuestrado la
esperanza. Por suerte no estoy solo, otros muchos piensan como yo. Cuando nos
juntemos, podremos recuperar la esperanza. Porque a pesar de los gatopardos,
otro Uruguay es posible.