Latinoamérica
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Perú-Chile: Una difícil vecindad
Herbert Mujica Rojas
No puede ser más preciso el título del libro del patriota Alfonso Benavides
Correa, para graficar lo delicada que es nuestra relación con el país del sur.
Por ello, conviene recordar algunos textos precisos sobre el ríspido capítulo y
ante la oferta del canciller chileno Foxley para emprender con Perú una alianza
estratégica.
Escribió Félix C. Calderón, embajador e historiador, en su artículo de mayo del
2005, Constantes históricas en el comportamiento vecinal de Chile: "El teorema
geopolítico que los peruanos deben tener siempre presente es que Chile ha visto
al Perú, históricamente, como su enemigo natural. Y hacen muy mal los
panegiristas del entendimiento y la cooperación vecinal en olvidar, soslayar o
edulcorar este hecho irrebatible que es, además, inconmovible, por lo menos
mientras siga vigente la concepción del Estado-nación. No es esto, obviamente,
un reflejo de perdedor, como se ha atrevido a decir un peruano de última hora, a
causa sin duda de una reflexión indigesta provocada por su conocimiento
superficial de nuestra historia. No. Ese teorema fluye fácilmente del análisis
del comportamiento histórico de Chile con respecto al Perú y nos da la pauta de
cómo es menester actuar, porque nunca es tarde, para que por fin podamos
encarrilar las relaciones vecinales sobre un terreno común de mutuo respeto y
ventajas recíprocas."
El economista Alan Fairlie apuntó en octubre del 2005 en Falacias entre Perú y
Chile: dos meses decisivos para el futuro: "No hay ninguna complementariedad, lo
que busca Chile con este TLC es consolidar la subordinación económica del Perú
profundizando el actual intercambio Norte-Sur del comercio bilateral. Hay una
gran concentración de nuestras exportaciones en productos minerales y materias
primas, mientras que Chile tiene una mayor diversificación con presencia
predominante de manufacturas y productos de valor agregado. El Perú debe mejorar
su inserción en la economía mundial diversificando sus exportaciones y
producción, hacia bienes intensivos en capital humano y conocimientos, mayor
valor agregado y servicios, sacando provecho además de recursos estratégicos
como la biodiversidad y otros sub-explotados con los cuales no cuentan países
vecinos. Consolidar la "complementariedad" actual, limitaría severamente este
proyecto".
Escribí en enero de este año en Bachelet: más chilena que socialista: "Mientras
que en el sur hay una política externa sólida por determinada; firme por lo que
la historia registra, ayer y hoy; y una clase dirigente que privilegia como
cuestión de Estado la custodia de sus fronteras terrestres y marítimas y para
ello se arma como si la guerra fuera mañana, y de esto puede dar cuenta sobrada
y munificente, la propia ex ministra de Defensa, Michelle Bachelet, aquí vivimos
de idioteces pronunciadas fuera de contexto, alejados del marco histórico,
profundamente divorciados del respeto a la memoria de los mártires y de los
héroes que murieron por la patria. Sólo la ignorancia supina de ciertos
candidatos puede producir estos genuinos -e inaceptables- eructos que quieren
ser reconocidos como "declaraciones políticas". ¡Qué dislate y oprobio!".
Advierte don Alfonso Benavides en Una díficil vecindad: "Instalada en el ámbito
de la teoría alemana de la política, y por ende de la diplomacia, esto es, en el
concepto del chileno como un cierto "pueblo primordial" ligado con los conceptos
de "sangre y hierro", "sangre y suelo" y "sangre y raza" sustentadores de una
suerte de "unión mística" y seguidora de las enseñanzas de Johann Gottlieb
Fichte que declaraba que "entre los Estados no hay ley ni derecho como no sea el
derecho del más fuerte"; la diplomacia chilena, servida por hombres
evidentemente eficaces que supieron situar los intereses de su país en el primer
plano de su conciencia, demostró en su accionar ante la Argentina, Bolivia y el
Perú, en las cuatro décadas comprendidas entre 1883 y 1926, que la suya era
desaprensiva y, esencialmente, Machpolitik o "política de poder", como lo
acredita la atenta lectura del excelente libro de Jaime Eyzaguirre, Chile
durante el gobierno de Errárusiz Echaurren".
¿Será suficiente argumento que los socialistas chilenos, partido al cual
pertenece Michelle Bachelet y que sin perjuicio de ello, compró, cuando
ministra, cientos de millones de dólares en armas y ahora hace lo mismo como
presidenta, y que cantan la Marsellesa Socialista, y a los que consideran los
apristas, hermanos ideológicos, garantía de paz y una buena vecindad sin
menoscabo de las partes y altiva como irrenunciable dignidad nacional en
cualquier trato?
¿Volverán los traidores, esos que quieren "re-escribir" la historia y borrar las
constantes históricas desdorosas y abusivas para edulcorarlas con el barniz
modernizante que procura la amnesia colectiva y el perdón aberrante? Vamos a
ver.