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¿Adónde va México después del 2 de julio?
Manuel Aguilar Mora *
La represión a los maestros democráticos de la Sección XXII del SNTE-CNTE de
Oaxaca el día 14 de junio por parte de las fuerzas represivas federales y
estatales, realizada a menos de 20 días de la fecha fijada para las elecciones
presidenciales, es una muestra más del deterioro acelerado de una política
gubernamental descaradamente favorable a los intereses de los sectores
privilegiados política y económicamente de México.
Un país en vísperas de renovar su gobierno político central que se encuentra
cruzado por innumerable conflictos sociales, con las cárceles repletas de presos
políticos recientemente detenidos, con los reclamos de represión y de corrupción
que se lanzan desde diversas direcciones, con el ruido ensordecedor de unos
medios que buscan a toda costa desviar la tensión política creciente con la
fiebre futbolera: ¿es un país así, como lo es hoy México, un país "estable", en
el cual pueda reinar el "estado de derecho" como pretenden sus actuales
gobernantes y su enorme cortejo de corifeos de los medios?
Esta represión a los maestros de Oaxaca viene a eslabonarse con los
acontecimientos que se han producido desde hace poco más de un mes con las
represiones a la población de Atenco y a los trabajadores de SICARTSA de Lázaro
Cárdenas, Michoacán, con las protestas de los trabajadores del sindicato minero
por la intromisión del gobierno en sus asuntos internos y con el malestar cada
vez mayor de amplios sectores populares ante el sórdido espectáculo de los
candidatos presidenciales disputándose el campeonato del más corrupto y cínico.
Un panorama verdaderamente lamentable y peligroso de la sociedad burguesa en
descomposición en la que vivimos, trabajamos y somos oprimidos y explotados la
inmensa mayoría de los mexicanos. Es evidente que el 2 de julio próximo, sea
quien sea el elegido por unas elecciones promovidas por el IFE (o sea el estado)
de manera millonariamente pródiga y en la que se disputan el poder los tres
principales partidos de los grupos económica y políticamente dominantes (PRI,
PAN, PRD), se enfrentará a una situación cada vez más compleja y difícil.
La situación es tan contradictoria que incluso es muy posible que la camarilla
derechista en el poder actualmente en Los Pinos, el grupo de Fox, intente
realizar manipulaciones fraudulentas en las elecciones para favorecer a su
candidato Calderón Hinojosa. Se agregaría así un nuevo ingrediente a una
situación de por sí explosiva, el intento de un golpe de mano en la cúpuila
misma del poder.
Sea cuál sea el resultado del 2 de julio dos cosas son seguras. En primer lugar,
la política del estado mexicano está determinada por el conjunto de fuerzas
económicas y políticas que en los últimos 25 años han vinculado y estrechado
cada vez más sus intereses con la globalización imperialista (el "Consenso de
Washington"). Ninguno de los tres principales partidos gobernantes, ni sus
candidatos están en contra de esta situación. Por el contrario, cada uno tiene
su propia receta para superarla y administrarla mejor.
En segundo lugar, los trabajadores, las fuerzas populares aliadas naturales a
ellos y los sectores de activistas de vanguardia, incluidos por supuesto los de
"la Otra campaña", estamos obligados a iniciar una respuesta política unificada,
organizada y de carácter programático independiente, democrático y
anticapitalista (socialista), a esta situación que después del 2 de julio se
agudizará, polarizándose aún más los antagonismos que desgarran el tejido social
de la nación.
La tarea histórica es la de construir una fuerza, un bloque socio-político
anticapitalista (por tanto, antiburgués) que reuna a todas las fuerzas de los
trabajadopres y populares capaces de forjar y actuar victoriosamente contra los
poderosos enemigos que están devastando a México. Ninguna fuerza o sector social
por separado podrá vencer aislado. Una capacidad política y una audacia
revolucionaria muy amplias son necesarias para comprender y ser consecuente en
la práctica con esta tarea histórica. Se trata de un movimiento político
independiente y democrático que rompa con los parámetros que han sido
tradicionales de la política de los trabajadores durante todo el ciclo que hemos
llamado de "la revolución mexicana" del siglo anterior.
Parece difícil la prueba que se yergue ante las fuerzas democráticas,
independientes y revolucionarias. Lo es verdaderammente, pero es una prueba que
la historia de la lucha de clases coloca frente a nosotros y que no podemos
eludir y cuya superación no permite atajos ilusorios que nos desvien de esta
estrategia fundamenteal que representa la política del frente unido de los
movimientos de los trabajdores y populares que son los únicos que tienen la
fuerza para salir victoriosos de esta prueba histórica.
La división de estas fuerzas ha sido tradicionalmente una de las fuentes
principales del poderío de los grupos burgueses dominantes. El largo ciclo
inciado hace un siglo con la revolución mexicana, ciclo que correspondió a la
hegemonía burguesa sin prácticamente oposición importante, es evidente que ha
llegado a su fin. Desde la década de los años noventa del siglo pasado hemos
presenciado su crisis profunda, precipitada con el engaño colosal de "la
alternancia democrática" del foxismo hipócrita y cínico.
La tarea que está frente a nosotros, quienes luchamos por una nueva nación, un
México nuevo independiente, democrático, libertario, soberano y abierto a la
solidaridad internacional con los pueblos de todo el mundo es la de unirnos en
un gran frente (el nombre es lo de menos) nacional que permita la acción
conjunta de las múltiples fuerzas que hoy surgen desde Oaxaca hasta Sonora,
pasando por la ciudad de México, Guerrero y Veracruz y que agrupan a obreros,
campesinos, índigenas, maestros, estudiantes y activistas de los diversos grupos
socialistas, anarquistas e independientes. Una sola fuerza anticapitalista (por
definición antiburguesa), democrática, independiente y emancipadora que
reivindique el programa de una nueva nación y su construcción por las únicas
fuerzas que hoy pueden salvar a nuestro país de caer aún más profundamente en
una crisis que sería una verdadera catástrofe: las fuerzas de los trabajadores,
de lo! s campesinos e indígenas, de los maestros, de las mujeres rebeldes, de
los estudiantes, de todos los sectores hoy oprimidos.
Por supuesto, esta tarea emancipadora y liberadora sólo podrá cumplirse sin
sectarismos, sin caudillismos anacrónicos, sin afanes enfermizos competitivos,
con la clara conciencia del momento histórico que atravesamos y que de su
victoria depende la sobrevivencia de México como país independiente y soberano,
unido fraternalmente en una federación de naciones con los países hermanos de
América del sur y del Caribe y a través de ellos con todos los pueblos del
mundo.
* Militante de la Liga de Unidad Socialista (LUS) y miembro del consejo
editorial de Umbral.