Latinoamérica
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En trance de revolución:
Nuestra América reclama pan, libertad y alegría
Coordinadora Continental Bolivariana (CCB)
Nuestra América, la diversidad de los pueblos y naciones que lo integran,
están en trance de romper el status quo y promover cambios políticos, económicos
y sociales trascendentes.
Desde lo más profundo del alma de las sociedades latinoamericanas y caribeñas,
brota el anhelo de cambio y transformación.
Nuestros pueblos no quieren seguir viviendo como se lo han impuesto.
Anhelan democracia, justicia y equidad social, autodeterminación, independencia
real y vida digna.
En todos los terrenos y escenarios de lucha se expresa el clamor por esas
demandas: en los combates sociales, en las luchas extra-institucionales, en las
insurgencias armadas y en las competencias electorales.
El imperialismo estadounidense y la derecha continental están recibiendo reveses
y derrotas de diferentes signos, unas tras otras.
Un giro promisorio
Las crisis de gobernabilidad son sumamente frecuentes en una parte de nuestros
países.
Las luchas extra-institucionales no solo asumen formas nuevas y cobran
dimensiones extraordinarias, sino que se tornan cada vez más recurrentes e
inderrotables, y asumen altos niveles de politización.
Los grandes paros con movilizaciones tumban presidentes y cambian gobiernos.
Las rebeliones militares, aun aparentemente derrotadas, legitiman nuevos
liderazgos y opciones alternativas (casos MRB-200-Chávez en Venezuela,
revolución del arcoiris en Ecuador, Humala en Perú).
Las insurgencias civiles revolucionarias solo pierden impulso cuando sus
conductores y componentes se desmovilizan. Armas en manos crecen y se legitiman
como componentes de las alternativas populares articuladas a las luchas civiles.
Las derechas pierden elecciones frente a las izquierdas y centroizquierdas.
El rótulo de izquierda, aun colocado sobre fuerzas que no son tales, como el
rótulo socialista, vuelven a ser cartas de prestigio y popularidad.
Mientras que los derechistas prefieren autocalificarse de "centristas" y
los neoliberales se definen partidarios de una "economía social de mercado".
En la conciencia de los pueblos se esta produciendo un giro promisorio
acompañado de una actitud trascendental.
Los pueblos ofrecen cada vez mas demostraciones de no querer seguir viviendo sin
soberanía, sin poder de decisión, sometidos a represiones y víctimas de la
explotación, exclusión y discriminación.
Las poderosas fuerzas minoritarias que detentan y se benefician del poder
evidencian incapacidad para seguir dominando.
La voluntad de cambios toca las compuertas que los impiden, agrietan murallas y
perforan los diques de contención establecidos durante más de cinco siglos.
La espada de Bolívar se levanta por encima de la traición histórica y del nuevo
dominio imperialista.
La era neoliberal del capitalismo está siendo impugnada desde las bases de
nuestras sociedades saturadas de injusticias y sufrimientos
Un proceso de avance con desigualdades y desniveles.
El proceso en marcha es esencialmente positivo y alentador.
La revolución cubana ha sobrevivido contra todos los vaticinios de derrota y los
pérfidos planes imperiales.
En Venezuela esta en marcha un proceso hacia la revolución que relanza las
fuerzas transformadoras a escala continental.
La heroica insurgencia colombiana crece y derrota los planes
contrarrevolucionarios al compás del avance de las luchas civiles y de la crisis
del Estado facistoide y del modelo neoliberal.
Una original acumulación de fuerzas políticas, sociales, culturales y militares
-en cada caso con características propias- exhiben esos tres procesos de punta
dentro de la nueva oleada bolivariana.
Mientras en Bolivia tiene lugar una situación intermedia, con límites y frenos
por la naturaleza del las fuerzas hegemónicas a nivel gubernamental, pero con
una base popular e indígena que protagonizó la derrota política de la oligarquía
y del partidismo tradicional en el marco de una persistente lucha por cambios
realmente revolucionarios. Esto explica el paso hacia la nacionalización de los
hidrocarburos y las minas, a pesar de las vacilaciones iniciales.
En Brasil y Uruguay, aun con tiempos y dinámicas diferentes, se ha plasmado el
cuadro contradictorio por la intención transformadora del voto a favor de Lula y
del PT y del Frente Amplio y Tabaré Vázquez, y la actitud de compromiso con la
continuidad neoliberal y la alianza con EU y el respeto al orden mundial
capitalista de ambos gobiernos.
En el caso el Brasil esa contradicción ya ha generado desgarraduras, rupturas y
reagrupamientos de las fuerzas mas avanzadas del PT en detrimento de Lula y el
grupo hegemónico.
Esto, claro está, no está libre de dualidades que incluyen algunas políticas
progresistas combinadas con un curso esencialmente conservador y defraudante;
sin negar sus aportes a la obstrucción del Área de Libre Comercio para las
Américas (ALCA), aunque no claramente en beneficio del la Alternativa
Bolivariana para las Américas (ALBA).
Algo similar, con evidente concesiones previas al modelo neoliberal en crisis,
representa la candidatura de López Obrador del PRD en México: anhelo de cambios
desde abajo, condena al partidismo tradicional y altamente corrompido, presencia
de corrientes y movimientos anti-neoliberales no hegemónicas y compromisos
conservadores por arriba.
En Perú, el gran respaldo recibido por la candidatura de Ollanta Humula (con su
discurso nacionalista anti-neoliberal) –mas allá de su conversión o no en
gobierno- expresa una fuerte reacción popular contra el partidismo tradicional y
contra las imposiciones de Washington y el dominio oligárquico, esta vez
canalizado en el sentido alternativo.
Ecuador ha vivido procesos similares inconclusos, escenificándose una gran
combatividad indígena y popular e incluso reacciones militares progresistas.
Allí los sujetos sociales del cambio tienen una fuerte expresión
extra-institucional, sin llegar todavía a afectar sensiblemente al control de la
clase dominante y sus instituciones.
Traiciones como la que protagonizó Lucio Gutiérrez y repliegues hacia la derecha
como el que encarnó el Presidente Palacios, le han posibilitado tanto a la
oligarquía como el imperialismo estadounidense reciclar su poder en medio de una
prolongada inestabilidad y de sucesivas crisis de gobernabilidad. De todas
maneras Ecuador sigue en trance de cambios significativo.
Otra cosa es lo que ha acontecido en Argentina y más recientemente en Chile.
En Argentina los efectos devastadores del neoliberalismo, el alto grado de
ingobernabilidad heredado de las nefastas administraciones de Menem, ha obligado
a una recomposición del poder y un reordenamiento de las políticas dominantes a
cargo de Néstor Kirchner.
Sin revertir las privatizaciones, ni pagar mínimamente la enorme deuda social
contraída con el pueblo argentino, esa facción de la gran burguesía y de la
"clase" política ha hecho un despliegue de inteligencia para activar la
extraordinaria capacidad exportadora y reactivar áreas importantes del
capitalismo argentino.
Y esto además de generar ciertas contradicciones con el capital trasnacional
norteamericano, obliga a ejecutar una política exterior menos sumisa.
Igualmente, las heridas políticas ocasionadas a la sociedad y el gran
desprestigio de lo estilos y formas de gobiernos anteriores, han forzado a
renovar expresiones populistas (muy arraigadas en lo tradición peronista) sin
vulnerar la esencia del modelos neoliberal entronizado.
EL gobierno Argentino, sin hacer lo que hacen los gobiernos de Cuba y Venezuela,
ni siquiera lo que intenta el de Bolivia, se prestigia con esas relaciones, con
sus posturas de independencia frente al ALCA y su defensa del Mercosur.
Comparado con la adyección de Menem, quien proclamó a la Argentina como "aliado
carnal" de EEUU y de sus halcones, lo efectos internos y externo de esa actitud
tienden a ser sobrevaluados.
En Chile hace tiempo que el Partido Socialista dejó de ser socialista y dejó de
ser de izquierda. Con la Concertación Democrática y el Presidente Lagos se le
dio continuidad al modelo neoliberal sin el burdo ropaje pinochetista.
Con la Bachelet la envoltura se torna más atractiva a partir de la expresión de
tendencias a favor de políticas sociales de mayor alcance, o posicionamientos
más firmes frente la impunidad y más flexibles en política exterior.
Esto ha permitido también, en un periodo en el que proclamarse de izquierda o
socialista genera prestigio, sobrevaluar esa opción y equipararlas a las más
avanzadas del continente.
A esto no escapa el interés de los medios masivos de comunicación de atribuirles
factura de izquierda o centro izquierda a gobiernos, que si bien no son
idénticos a las opciones tradicionales de derecha, están lejos de un programa
transformador y de un posicionamiento antiimperialista. Con ello se persigue que
su posible fracaso afecte a las izquierdas.
En todo esto es claro que EEUU intenta compensar sus debilidades políticas, su
pérdida controles políticos y económicos, con el sobredimencionamiento del uso y
la amenaza de la fuerza militar.
En este orden el Caribe y Centro-América está contemplados como parte de su
retaguardia militar estratégica, como una especie de frontera imperial sub-regional,
lo que explica tanto el reforzamiento de la recolonización económica
(intervención FMI, privatización, TLC) como el incremento de su presencia
militar.
Pero aun en esta zona, más vulnerable por sus características y menos influida
por la ola de cambios, los halcones no tienen todo a su favor.
En El Salvador el FMLN esta situado en posiciones próximas a ser gobierno, amén
de encabezar las crecientes resistencias al TLC y las luchas sociales espoleadas
por la crisis del neoliberalismo.
En Nicaragua el FSLN vuelve a tener la prioridad de ser gobierno.
En Haití la ocupación militar estadounidense , con acompañamiento de tropas
enviadas por Francia, Canadá, Brasil, Chile, Argentina, Uruguay y otros países ,
impide la autodeterminación de ese pueblo, a pesar de que el sentido de la
votación popular reciente apunta en dirección contraria al interés de los
halcones de Washington, lo que. augura nuevas tensiones y eventuales
confrontaciones mas allá de la actitud timorata del gobierno de Preval.
En Puerto Rico tiene lugar un auge extraordinario de la conciencia
antiimperialista junto a una especie de quiebra económica del gobierno colonial.
En República Dominicana la calma política es solo aparente mientras crecen las
protestas frente a la presencia militar de EU y se avecinan fuertes tensiones
sociales a consecuencia de la ejecución del TLC y del acuerdo Stand By con el
FMI.
Y a todo esto se le suma las enormes movilizaciones de los inmigrantes latinos y
tercermundistas al interior de EU, la toma de conciencia de sus derechos ante
tanta discriminación, persecución y abusos. Parte del Sur está en el Norte,
cada vez más revuelto y más brutal, y parte de la oleada transformadora sureña
se expresa en las metrópolis del imperialismo estadounidenses.
Es necesario establecer diferencias
El cuadro descrito, esencialmente positivo en cuanto a la intencionalidad y
el contenido de esas victorias populares contra las políticas neoliberales, la
corrupción y la prolongada dominación de los partidos políticos tradicionales y
las oligarquías aliadas a EEUU, exhibe en la actualidad cambios progresistas de
diferentes contenidos y distintas consistencias, lo que obliga a establecer
debidas diferencias.
A pesar de que no pocos de esos cambios han sido canalizados hacia la
conformación de gobiernos no favorecidos por los halcones de Washington, no
todos tienen las mismas sintonías con los anhelos populares. Algunos de ellos se
encuentran todavía distantes de un anti-neoliberalismo consecuente, llegando a
ceder en diferente grado a presiones que desnaturalizan el sentido de la
decisión popular.
Los matices positivos deben tenerse en cuenta, pero no al punto de ignorar la
esencia.
El sentido transformador de la oleada esta en la conciencia, la organización,
las luchas, las exigencias y las rebeldías de las actores sociales y políticos
de la misma. No necesariamente en la naturaleza de las opciones electorales
beneficiarias de esos deseos de cambio.
En este marco se expresan muchos desniveles, valoraciones equívocas y hasta
falsas ilusiones. Las políticas de Estado, incluso de Estados con posiciones
revolucionarias, por conveniencias y vínculos, contribuyen también a desdibujar
la realidad y a exagerar valoraciones positivas.
Por eso hay que ver más allá de lo estrictamente electoral, de lo exclusivamente
institucional, y valorar las diferentes expresiones de lucha y las variadas
formas de acumulación, así como los grados de afectación o no de la hegemonía
neoliberal-capitalista.
Los avances sustanciales, acompañados o no de logros electorales, son las
formidables luchas sociales y su alto grado de politización, la conformación de
nuevos sujetos del cambio, los procesos de continentalización de las luchas
populares, el auge del bolivarianismo de nuevo tipo, los cambios en la
correlación de fuerzas en las bases de las sociedades, que también se reflejan
en una parte de las políticas de algunos Estados y gobiernos.
El proceso es alentador aunque el cuadro general sea complejo y desigual, lo que
obliga a precisar diferencias.
Diversos intereses confluyen en la idea de ubicar en un mismo campo opciones
diferentes y atribuirles a todas posiciones de izquierda y propósitos
alternativos, sin faltar aquellos que intentan colar dentro del campo
progresista a gobiernos absolutamente neoliberales.
Esto merece un tratamiento especial para evitar imprecisiones y confusiones
dañinas.
No es posible introducir todas estas situaciones, en un mismo saco.
En Cuba y Venezuela, con sus específicas diferencias, hay procesos de
vanguardia. Ambos en fases distintas y con modelos de tránsito bastante
diferenciados, tienen precisas posiciones antiimperialistas, anticapitalistas y
prosocialistas.
Mas allá de determinadas líneas de cooperación y de ciertas coincidencias en
políticas continentales y mundiales, ofende a la inteligencia común establecer
identidades de esos procesos con gobiernos como el de Lula en Brasil, Kirchner
en Argentina y Tabaré Vázquez en Uruguay.
Menos aun debe hacerse tal comparación con el gobierno de Michelle Bachelet en
Chile, montado sobre una contrarrevolución neoliberal asentada.
Se trata de procesos muy distintos a la revolución cubana y a la revolución
bolivariana.
Distintos incluso entre sí en no pocos matices, en sus bases de sustentación
política, y en los riesgos de desgaste e inestabilidad; aunque todos ellos
apegados a la lógica capitalista actual y temerosos de definición
antiimperialistas.
El caso de Bolivia, con el gobierno de Evo Morales, no es ni una ni otra cosa,
por lo menos todavía…
Su origen y su base de sustentación lo empuja al antiimperialismo y a
aproximarse a Venezuela y a Cuba en ese aspecto, sin asumir definiciones
anticapitalistas y prosocialistas. Su composición en cuanto a administración de
gobierno y la institucionalidad caduca que le sirve de marco, constituyen frenos
para avanzar. La disputa en cuanto a destino está en marcha, en un país donde la
mística del Che tiene un impacto especial y donde las mayoritarias comunidades
indígenas tienen decisión de poder.
En nuestra América, mas allá de lo cambios en la correlación de fuerzas a nivel
gubernamental, se percibe un extraordinario crecimiento de la voluntad de
cambios en las bases de nuestras sociedades. En ellas el viraje a la izquierda
es superior al que se da a nivel de gobiernos tanto donde se han registrado las
llamadas o reales victorias de izquierda y/o de centro izquierda, como en donde
siguen pendientes de concreción de gobiernos progresistas y las transformaciones
en materia de poder.
Eso nos remite al valor de las diferenciaciones y desigualdades para no apoyar
más allá de lo que se tienen que apoyar, para no conciliar con repliegues,
continuismos neoliberales y traiciones; para no confundir a los pueblos que
enfrentan el desafío de la conformación de poderes alternativos, para no reducir
su capacidad de presión, resistencia y su ofensiva a favor de revoluciones
antiimperialistas.
Nos remite a ponderar las contradicciones entre las políticas internas y las
políticas externas donde existen gobiernos con posturas positivas respecto a
Venezuela a Cuba, a los TLCs y al ALCA; o respecto al tema de la "guerra
antiterrorista" o a la presencia militar de EU en la región.
Realidades obligan a ese tipo de gobiernos y coyuntura determinan posibilidades
de rejuegos y maniobras no siempre a tono con todo lo que aspiran imponer los
halcones de Washington. Los costos políticos y económicos son bien tenidos en
cuenta por determinadas fracciones de las burguesías latinoamericanos y de sus
representantes políticos a la hora de aceptar todas las imposiciones.
Y eso debe valorarse, aunque no exagerarse.
De todas maneras, para la CCB lo importante es no perder la independencia en el
accionar revolucionario y popular frente a los Estados y poderes de diferentes
signos.
La táctica nunca debe suplantar la estrategia, sino sintonizarse con ella.
El propósito de crear grandes movimientos influidos por las fuerzas que
cuestionamos al sistema dominante y asumimos el proyecto anticapitalista, es
esencial para alcanzar avances duraderos, forjar poder alternativo y llevar a
cabo procesos liberadores.
Y esto tiene que ver con la conciencia, la organización y movilización del
sujeto popular en toda su diversidad y máxima potencia.
Solidaridad sin discriminaciones
Por eso, el accionar de los de abajo en todos los escenarios y vertientes de las
luchas patrióticas, clasistas, populares y culturales, es uno de los grandes
propósitos de la Coordinadora Continental Bolivariana (CCB).
Sin condicionamientos.
Sin ataduras.
Sin discriminaciones.
Ni por las trayectorias y orígenes diferenciados de los actores sociales,
políticos y culturales, ni por las formas de lucha que emplean, ni por las
dificultades que enfrenten. Mucho menos por la estigmatizaciones empleadas
contra ellos por las fuerzas dominantes.
La oleada actual confirma la certeza de esta actitud. Los pueblos de la Patria
Grande, sus diversos componentes sociales y sus variados destacamentos políticos
revolucionarios, libran un combate multifacético y multicolor que merece ser
estimulado y potenciado.
Un arcoiris de luchas y rebeldías justiciera cobra cada vez mayor esplendor y
reclama de mas unidad y mayor firmeza.
A golpe de votos y de fusil, de caminatas y corte de rutas, de paros cívicos, de
levantamientos de lo pueblo originarios y clases explotadas y oprimidas, de la
resistencia de los pequeño y empresarios empujados a la quiebra, de
conspiraciones militares progresistas del clamor de los (as) presos (as)
políticos vejados en las cárceles de las seudo-democracias de América, del grito
redentor de nuestra mujeres discriminadas y oprimidas, del renacer de la
rebeldías juveniles… se esta forjando un torrente humano transformador.
La confrontación es inevitable.
De un lado los enemigos de todas las patrias, los negadores de la Patria Grande,
lo recolonizadores, los imperialistas y sus cortes de traidores, los grandes
capitalistas repletos de voracidad; del otro, ese gran torrente esperanzador.
Potenciar, coordinar, y expandir ese arcoiris de la nueva liberación es nuestro
compromiso irrenunciable.
En Bolívar nos encontramos todos (as), camino a la creación de la nueva
independencia, la nueva democracia y el nuevo socialismo.
¡Patria grande, libertad y socialismo!
(Favor difundirla )
Mayo 2006, Nuestra América,Caracas, Venezuela.