Testimonio de vivencia personal
Texto leído en el Acto Homenaje a Víctor Jara, e inauguración de una escultura
de Víctor en el frontis de la Casa Central de la actual Universidad de Santiago
(ex U.T.E.) el 16 Octubre de 2003
Boris Navia Chile
¡A ese hijo de puta me lo traen para acá!
-Gritó el oficial apuntando con su dedo a Víctor Jara, quien junto a unos 600
profesores y estudiantes de la UTE ingresábamos prisioneros con las manos en la
nuca y a punta de bayonetas y culatazos al Estadio Chile la tarde del Miércoles
12 de Septiembre de 1973. Era el día siguiente del Golpe fascista. El día antes,
el 11, Víctor debía cantar en el Acto que se realizaría en la UTE, donde nuestro
Rector Enrique Kirberg recibiría al Presidente Allende, quien anunciaría el
llamado a Plebiscito al pueblo de Chile. ..... Sin embargo, la voz de Allende
fue apagada en la Moneda en llamas y la guitarra de Víctor quedaría allí,
destrozada por la bota militar en el bombardeo de la UTE, como testimonio más de
la barbarie fascista.-
¡A ese hijo de puta me lo traen para acá!
-Repitió iracundo el oficial…. Casco hasta los ojos, rostro pintado, metralleta
al hombro, granada al pecho, pistola y corvo al cinto, balanceando su cuerpo
tensado y prepotente sobre sus botas negras..
a ese huevon!. ¡a ese!!
El soldado lo empuja sacándolo de la fila.
¡No me lo traten como señorita, carajo!
Ante la orden, el soldado levanta su fusil y le da un feroz culatazo en la
espalda de Víctor. Víctor cae de bruces, casi a los pies del Oficial.
¡ch’e tu madre!. Vos soy el Víctor Jara huevón. El cantor marxista, ¡el cantor
de pura mierda!
Y, entonces, su bota se descarga furibunda una, dos, tres, diez veces en el
cuerpo, en el rostro de Víctor, quien trata de protegerse la cara con sus manos,
-ese rostro que cada vez que lo levanta esboza esa sonrisa, que nunca lo
abandonó hasta su muerte-. Esa misma sonrisa grande con que cantó desde siempre
al amor y a la revolución.-
Yo te enseñaré hijo de puta a cantar canciones chilenas, ¡no comunistas!
....El golpe de una bota sobre un cuerpo indefenso no se olvida jamás... El
oficial sigue implacable su castigo, enceguecido de odio, lo increpa y patea. La
bota maldita se incrusta en la carne del cantor. Nosotros, apuntados por los
fusiles contemplamos con horror la tortura de nuestro querido trovador y pese a
la orden de avanzar nos quedamos transidos frente al horror. Víctor yace en el
suelo. Y no se queja. Ni pide clemencia. Sólo mira con su rostro campesino al
torturador fascista. Este se desespera. Y de improviso desenfunda su pistola y
pensamos con pavor que la descerrajará sobre Víctor. Pero, ahora le golpea con
el cañón del arma, una y otra vez. Grita e increpa. Es histeria fascista. Y,
entonces, la sangre de Víctor comienza a empaparle su pelo, a cubrirle su
frente, sus ojos... Y la expresión de su rostro ensangrentado se nos quedaría
grabada para siempre en nuestras retinas...
El oficial se cansa y de pronto detiene sus golpes. Mira a su alrededor y
advierte los cientos de ojos testigos que en una larga hilera lo observan con
espanto y con ira. Entonces, se descompone y vocifera.
¡¿Qué pasa huevones?!. ¡que avancen estas mierdas!!. Y a este cabrón, -se dirige
a un soldado-, me lo pones en ese pasillo y al menor movimiento, lo matas, ¡lo
matas!, ¿entendistes, carajo?!
El Estadio Chile se iba llenando rápidamente con prisioneros políticos. Primero,
2 mil, luego seríamos más de 5.000.- Trabajadores heridos, ensangrentados,
descalzos, con su ropa hecho jirones, bestialmente golpeados y humillados. El
golpe fascista tuvo allí, como en todas partes, una bestialidad jamás vista. Las
voces de los oficiales azuzando a los soldados a golpear, a patear, a humillar
esta "escoria humana" a la "cloaca marxista", como lo espetan. -Hasta hoy día la
gente nos pregunta si los miles de prisioneros del Estadio presenciaron estas
torturas de Víctor y la respuesta es que, sólo unos pocos, sus compañeros de la
UTE y los más cercanos, ya que el destino y la vida de cada uno estaba en juego-
y, además, el ESTADIO CHILE era un MULTIESCENARIO DEL HORROR, de la bestialidad
más despiadada. ... Allí arriba un oficial le cortaba la oreja con su corvo a un
estudiante peruano, acusándolo por su piel morena de ser cubano. Allá, un niño
de unos 12 años, de repente se levanta de su asiento y llamando a su padre corre
enloquecido entre los prisioneros y un soldado le descargaba su ametralladora.
De pronto un soldado tropieza en las graderías con el pie de un obrero viejo y
"El Príncipe", que así se hacía llamar uno de los oficiales a cargo, desde lo
alto de los reflectores que nos enceguecían, le ordena que le golpee y el
soldado toma el fusil por su cañón y quiebra su culata en la cabeza del
trabajador, que se desangra hasta morir. Un grito de espanto nos sobrecoge.
Desde lo alto de la gradería, un trabajador enloquecido se lanza al vacío al
grito de ¡VIVA ALLENDE! y su cuerpo estalla en sangre en la cancha del estadio.
Enceguecidos por los reflectores y bajo los cañones de las ametralladoras
llamadas "las sierras de Hitler" siguen llegando nuevos prisioneros.
VICTOR, herido, ensangrentado, permanece bajo custodia en uno de los pasillos
del Estadio Chile. Sentado en el suelo de cemento, con prohibición de moverse.
Desde ese lugar, contempla el horror del fascismo. Allí, en ese mismo Estadio
que lo aclamó en una noche del año 69 cuando gana el Primer Festival de la Nueva
Canción Chilena, con su PLEGARIA DE UN LABRADOR:
Levántate
Y mírate las manos
Para crecer, estréchala a tu hermano
Junto iremos unidos en la sangre
Hoy es el tiempo que puede ser mañana.
Juntos iremos unidos en la sangre
Ahora y en la hora
de nuestra muerte, amen (fragmento)
Allí es obligado a permanecer la noche del Miércoles 12 y parte del Jueves 13,
sin ingerir alimento alguno, ni siquiera agua. Víctor tiene varias costillas
rotas, uno de sus ojos casi reventado, su cabeza y rostro ensangrentados y
hematomas en todo su cuerpo. Y estando allí, es exhibido como trofeo por el
Oficial superior y por "el Príncipe" ante las delegaciones de oficiales de las
otras ramas castrenses y cada uno de ellos hace escarnio del cantor.
La tarde del Jueves se produce un revuelo en el Estadio. Llegan buses de la
Población La Legua. Se habla de enfrentamiento. Y bajan de los buses muchos
presos, heridos y también muchos muertos. A raíz de este revuelo, se olvidan un
poco de Víctor. Los soldados fueron requeridos a la entrada del Estadio.
Entonces, aprovechamos de arrastrar a Víctor hasta las graderías. Le damos agua.
Le limpiamos el rostro. Eludiendo la vigilancia de los reflectores y las "punto
50", nos damos a la tarea de cambiar un poco el aspecto de Víctor. Queremos
disfrazar su estampa conocida. Que pase a ser uno más entre los miles. Un viejo
carpintero de la UTE le regala su chaquetón azul para cubrir su camisa
campesina. Con un cortauñas le cortamos un poco su pelo ensortijado. Y cuando
nos ordenan confeccionar listas de los presos para el traslado al Estadio
Nacional, también disfrazamos su nombre y le inscribimos con su nombre completo:
VICTOR LIDIO JARA MARTINEZ. Pensábamos, con angustia, que si llegábamos con
Víctor al "Nacional", y escapábamos de la bestialidad fascista del "Chile",
podríamos, tal vez, salvar su vida.
Un estudiante nuestro ubica a un soldado conocido, le pide algo de alimento para
Víctor. El soldado se excusa, dice que no tiene, pero mas tarde aparece con un
huevo crudo, lo único que pudo conseguir y Víctor toma el huevo y lo perfora con
un fósforo en los dos extremos y comienza a chuparlo y nos dice, recuperando un
tanto su risa y su alegría, "en mi tierra de Lonquén así aprendí a comer los
huevos". Y duerme con nosotros la noche del Jueves, entre el calor de sus
compañeros de infortunio y, entonces, le preguntamos que haría él, un cantor
popular, un artista comprometido, un militante revolucionario, ahora en
Dictadura y su rostro se ensombrece previendo, quizás, la muerte. Hace recuerdos
de su compañera, Joan, de Amanda y Manuela, sus hijas y del Presidente Allende,
muerto en la Moneda, de su amado pueblo, de su partido, de nuestro Rector y de
sus compañeros artistas. Su humanidad se desborda aquella fría noche de
Septiembre.
El Viernes 14 estamos listos para partir al Nacional. Los fascistas parecen
haberse olvidado de Víctor. Nos hacen formar para subir a unos buses, manos en
alto y saltando. Y las bayonetas clavándonos. En el último minuto, una balacera
nos vuelve a las graderías.
Y llegamos al fatídico SABADO 15 DE SEPTIEMBRE DE 1973. Cerca del mediodía
tenemos noticias que saldrán en libertad algunos compañeros de la UTE.
Frenéticos empezamos a escribirles a nuestras esposas, a nuestras madres,
diciéndoles solamente que estábamos vivos. Víctor sentado entre nosotros me pide
lápiz y papel. Yo le alcanzo esta libreta, cuyas tapas aún conservo. Y Víctor
comienza a escribir, pensamos en una carta a Joan su compañera. Y escribe,
escribe, con el apremio del presentimiento. De improviso, dos soldados lo toman
y lo arrastran violentamente hasta un sector alto del Estadio, donde su ubica un
palco, gradería norte. El oficial llamado el Príncipe tenía visitas, oficiales
de la Marina. Y desde lejos vemos como uno de ellos comienza a insultar a
Víctor, le grita histérico y le da golpes de puño. La tranquilidad que emana de
los ojos de Víctor descompone a sus cancerberos.- Los soldados reciben orden de
golpearlo y comienzan con furia a descargar las culatas de sus fusiles en el
cuerpo de Víctor. Dos Veces alcanza a levantarse Víctor, herido, ensangrentado.
Luego no vuelve a levantarse. Es la última vez que vemos con vida a nuestro
querido trovador. Sus ojos se posan por última vez, sobre sus hermanos, su
pueblo mancillado.
Aquella noche, nos trasladan al Estadio Nacional y al salir al foyer del Estadio
Chile vemos un espectáculo dantesco. Treinta o cuarenta cuerpos sin vida están
botados allí y entre ellos, junto a Litre Quiroga, Director de Prisiones del
Gobierno Popular, también asesinado, el cuerpo inerte y el pecho perforado a
balazos de nuestro querido VICTOR JARA. 42 balas. La brutalidad fascista había
concluído su criminal faena. Era la noche del Sábado 15 de Septiembre. Al día
siguiente su cadáver ensangrentado, junto a otros, sería arrojado cerca del
Cementerio Metropolitano.
Esa noche, entre golpes y culatazos ingresamos prisioneros al Estadio Nacional.-
... Y nuestras lágrimas de hombres quedaron en reguero, recordando tu canto y tu
voz, amado Víctor, Víctor del Pueblo:
Yo no canto por cantar
Ni por tener buena voz
Canto porque la guitarra
Tiene sentido y razón.
Que no es guitarra de ricos
Ni cosa que se parezca
Mi canto es de los andamios
Para alcanzar las estrellas
Te recuerdo Amanda
la calle mojada
donde trabajaba Manuel
Manuel
fragmentos)
Esa misma noche, ya en el Nacional, lleno de prisioneros, al buscar una hoja
para escribir, me encontré en mi Libreta, no con una carta, sino con los últimos
versos de Víctor, que escribió unas horas antes de morir y que el mismo tituló
"ESTADIO CHILE", conteniendo todo el horror y el espanto de aquellas horas.
Inmediatamente acordamos guardar este poema. Un zapatero abrió la suela de mi
zapato y allí escondimos las dos hojas del poema. Antes, yo hice dos copias de
él, y junto al ex Senador Ernesto Araneda, también preso, se las entregamos a un
estudiante y a un médico que saldrían en libertad.
Sin embargo, el joven es chequeado por los militares en la puerta de salida y le
descubren los versos de Víctor. Lo regresan y bajo tortura obtienen el origen
del poema. Llegan a mí y me llevan al Velódromo, transformado en recinto de
torturas e interrogatorio.
Me entregan a la FACH y tan pronto me arrojan de un culatazo a la pieza de
tortura, el oficial me ordena sacarme el zapato donde oculto los versos. ¡Ese
zapato, cabrón!!! Grita furibundo. Su brutalidad se me viene encima. Golpea el
zapato hasta hacer salir las hojas escritas. Mi suerte estaba echada. Y
comienzan las torturas, patadas, culatazos y la corriente horadando las
entrañas, torturas destinadas a saber si existían más copias del poema. Y ¿por
qué a los fascistas les interesaba el poema? Porque a 5 días del golpe fascista
en Chile, el mundo entero, estremecido, alzaba su voz levantando las figuras y
los nombres señeros de SALVADOR ALLENDE y VICTOR JARA y, en consecuencia, sus
versos de denuncia, escritos antes del asesinato, había que sepultarlos.-
Pero, quedaba otra copia con los versos de Víctor, que esa noche debía salir del
estadio.
Entonces, se trataba de aguantar el dolor de la tortura. De la sangre. Yo sabía
que cada minuto que soportara las flagelaciones en mi cuerpo, era el tiempo
necesario para que el poema de Víctor atravesara las barreras del fascismo. Y,
con orgullo debo decir que los torturadores no lograron lo que querían. Y una de
las copias atravesó las alambradas y voló a la libertad y aquí están los versos
de Víctor, de su último poema, "ESTADIO CHILE":
(fragmento)
Somos cinco mil
En esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil
¿Cuántos seremos en total
en las ciudades y en todo el país?
¡Cuanta humanidad
hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!.
Somos diez mil manos menos
que no producen
¿Cuántos somos en toda la Patria?
La sangre del compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas
Así golpeará nuestro puño nuevamente.
CANTO QUE MAL ME SALES
CUANDO TENGO QUE CANTAR ESPANTO
ESPANTO COMO EL QUE VIVO
COMO EL QUE MUERO, ESPANTO.
Estos versos recorrieron todo el planeta. Y las canciones de Víctor, de amor y
rebeldía, de denuncia y compromiso, siguen conquistando a los jóvenes de todos
los rincones de la tierra.
El oficial fascista que ordenó acribillarlo debió quedar contento con su crimen,
pensando que había silenciado la voz del cantor, sin saber que hay poetas y
cantores como VICTOR JARA, que no mueren, que mueren para vivir, y que su voz y
su canto seguirán vivos para siempre en el corazón de los pueblos.
Este es mi testimonio y a ustedes se lo entrego queridos compañeros.-
Boris Navia
(Boris Navia Pérez, Abogado. Casado, 3 hijos. Fue detenido el 12 de Septiembre
de 1973 en la Universidad Técnica del Estado, junto con Víctor Jara y cientos de
profesores y estudiantes. Estuvo detenido en el Estadio Chile, Estadio Nacional,
Chacabuco y Tres Alamos. Recuperó su libertad después de más de un año como
prisionero político y al recuperar su libertad se dedicó a la defensa de los
derechos humanos. Hoy preside el Club de Amigos de Radio Nuevo Mundo y ejerce su
profesión, asesora a la Confederación Campesina Ranquil, exonerados políticos y
otros gremios).
De: "Pedro Alejandro Matta" p.matta@vtr.net
Está funado
Edwin Dimter es funcionario del Ministerio del Trabajo donde se desempeña como
jefe del Departamento de Control de Instituciones de la Superintendencia deAFP
en Huérfanos 1273
Su email es edimte@safp.cl
Sus telefonos son: 7530400- 7530401
Aparece con diversas direcciones particulares, entre ellas están:
Martín de Zamora 4237, Charles Hamilton 13863 y Apoquindo 7470