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Las conquistas de la lucha estudiantil, sus fuerzas y debilidades
Nicolás Miranda
Clase contra Clase N° 96 (Chile)
La recién concluida lucha del movimiento estudiantil secundario fue una caja de
resonancia de las contradicciones del conjunto de la sociedad. Las tendencias al
agotamiento lento y controlado del neoliberalismo en Chile, hicieron eclosión en
estos días, aunque sin superar su carácter estudiantil.
Las críticas electorales, preventivas y por arriba de los partidos patronales de
la Concertación y la derecha en la campaña presidencial, y que habían sido
adelantadas por la Iglesia con su advertencia sobre las "escandalosas
desigualdades", bajaron de las alturas y se tomaron las calles y los colegios.
En los meses previos, lo habían hecho los trabajadores subcontratistas de
Codelco, instalando otra demanda nacional, el trabajo precario, que está entre
las causas de tantos padecimientos. El motor inmediato de una y otra de estas
luchas, fue el aumento de los precios del cobre, los mineros exigiendo bonos
acordes, los estudiantes, con su consigna "el cobre por el cielo, la educación
por el suelo". Uno de los mayores límites, en términos amplios, es que no se
avanzó a una unidad de los estudiantes, y también de los pobladores con sus
luchas por la vivienda, agrupándose detrás de las fuerzas de la clase
trabajadora. Pero se comienza a abrir una nueva dinámica, que vuelve a poner en
la discusión nacional esta necesidad y posibilidad.
Una lucha de carácter nacional, y los representantes del "ni"
El Gobierno de Bachelet, aglutinó todo el descontento que la lucha estudiantil
secundaria expresó. No se trató tan sólo de su incapacidad de previsión y
reacción. También fue alimentado por la misma derecha, que se dedicó a golpear
al gobierno, aunque fueron ellos desde la dictadura quienes instauraron el
negocio de la educación, y están entre sus principales beneficiaros. Pretenden
así llegar al gobierno, según parece, y de ser así deberán prepararse para beber
de su propia medicina, de lograrlo.
La Concertación, por su parte, en claro declive, en especial la DC [Democracia
Cristiana] (que, por ejemplo y para ser gráficos, ni siquiera cuenta con
dirigentes secundarios de algún peso), se montó a las críticas rasgando
vestiduras, aunque fue quien conservó y profundizó el legado de Pinochet en
estos 16 años. Así, los medios de comunicación empresariales, se dedicaron a
amplificar el proceso de lucha. De esta manera, la lucha avanzó rápidamente a
adquirir un carácter nacional y transformarse en una crisis política de
importancia. En las últimas encuestas, se puede observar: tanto el gobierno de
Bachelet, como la derecha, bajaron en sus preferencias: bajó en 7% el Gobierno
(de 62,1% a 54,5%) y en 5% la derecha (de 36,6% a 31,6%).
El gobierno de Bachelet, así como la Concertación y la derecha, están en un
período de indefiniciones, tal como definimos desde estas páginas en CcC n° 95,
lo que plantea mejores condiciones objetivas para el desarrollo de nuevos
fenómenos de la lucha de clases. Son los representantes del ni, no dicen no ni
dicen sí. Ya lo habían demostrado en la discusión de la ley de subcontratación,
y ahora en la discusión nacional sobre la educación. Bachelet asegura que
mantendrá la libertad de enseñanza así como el derecho a la educación. La
Concertación, lo mismo.
La UDI [Unión Demócrata Independiente, derecha], que defenderá a ultranza la
libertad de enseñanza (que no es más que libertad de empresa para el negocio de
la educación) y que no modificaría la LOCE [Ley Orgánica Constitucional de
Enseñanza], salvo que... haya que modificarla. RN [Renovación Nacional,
derecha], lo mismo. Todos tratan de cambiar algo para que nada cambie. Después
se preguntan "si hay alguien detrás" de todo esto, y alimentan sus múltiples y
estériles versiones conspirativas, además de ser peligrosas porque alientan
campañas criminalizadoras y climas represivos.
No se trató entonces, tan sólo de las propias fuerzas puestas en movimiento,
sino de la debilidad de las fuerzas de los partidos patronales. Hay una
tendencia a la pérdida de base social de los partidos patronales, Están marcando
el paso- para avanzar por el mismo camino-, tanto Bachelet como la Concertación
y la derecha, y así, los padecimientos que engendran sus políticas neoliberales,
comienzan a iniciar la búsqueda, aún parcial y a tientas de sus propios cauces,
caminos y con sus propias fuerzas.
Tal vez eso sea lo verdaderamente nuevo. Y plantea la reapertura de una
situación transitoria en la vida política nacional, en la que se definirá en los
próximos meses si avanza a desplegar nuevos y mayores fenómenos de la lucha de
clases en la defensa de los derechos e intereses de la clase trabajadora, los
estudiantes y los pobladores, o se re-estabiliza el régimen de la Concertación y
la derecha, fortaleciendo nuevas mediaciones, haciéndose pasar falsamente como
renovados amigos del pueblo. Y esto nuevo se comienza a ver en algunas de las
conquistas principales que obtuvo el movimiento estudiantil en este proceso de
lucha.
Las tres conquistas de la lucha
El motor inmediato, decíamos, fue el aumento de los precios del cobre, y la
demanda de mayor igualdad social que va despertando. Pero fue caja de resonancia
de las contradicciones del conjunto de la sociedad. La lucha secundaria expresó
una lucha contra uno de los efectos principales de las políticas neoliberales
instauradas a sangre y fuego en la dictadura y conservadas y profundizadas por
la Concertación: fue una lucha contra el negocio de la educación, contra las
enormes desigualdades que ayuda a reproducir. La municipalización, la alianza
Estado- empresarios de la educación vía los subsidios, la libertad de empresa
denominada libertad de enseñanza, son sus principales pilares consagrados en la
LOCE.
Es así que las justas demandas económicas iniciales (gratuidad del pase y el
pasaje, de la PSU, etc) rápidamente derivaron, en este marco general que
planteamos, en demandas políticas contra el negocio de la educación, que
cobraron forma en la exigencia inicial de derogar la LOCE. Ni el Gobierno de
Bachelet, ni la Concertación ni la derecha, podían responder hasta el final a
esta exigencia. Impulsores, conservadores, beneficiarios, a lo más tratarán de
cambiar algo para que nada cambie. Esto hizo que perdieran la iniciativa, tanto
el gobierno, como la Concertación y la derecha (por lo que sería así con el
gobierno ciudadano de Bachelet, como con el pinochetista de Lavin, Longueira y
la UDI, como con el gerencial de Piñera. Y así, empujaban a que los estudiantes
secundarios tomaran esta lucha en sus propias manos. Además que un proceso
previo de acumulación, con el surgimiento de la ACES en 2001, ayudaba a retomar
en un nivel más alto esta experiencia.
Así que la primer conquista de esta lucha fue la reconstitución de la ACES,
luego AES, y finalmente Asamblea Nacional de Estudiantes Secundarios. Un
organismo de organización y de lucha basado en los métodos de la democracia
directa estudiantil, con delegados y voceros que debían hablar y actuar según lo
discutido, resuelto y mandatado por sus asambleas o en caso contrario podían ser
removidos. Este organismo permitió sostener esta lucha y su magnitud, someter a
los dirigentes secundarios partidarios (que fueron revelando su militancia sin
mayores problemas) a las decisiones de las bases, mantener así la unidad
necesaria hasta un cierto punto, iniciar una tendencia de organización nacional.
En rápido desarrollo, no llegó a sustituir las viejas organizaciones de centros
de estudiantes representativos completamente, sino que se combinaron ambas
formas, planteando un primer límite.
Un segundo límite, estuvo en las propias direcciones políticas que comenzaron a
atacarla cuando se demostraba su peso específico (al no poder bajar las tomas y
paros después del anuncio de Bachelet): unos, intentaron desviarla políticamente
hacia la salida del consenso nacional que expresaría la Comisión Asesora y
después la parlamentarización del debate; otros, mediante las acciones
descolgadas (como ejemplo la toma de la UNESCO) justificadas en poner un signo
igual entre el organismo y los dirigentes del desvío, cuando no había tal
identidad. Y parte de su fuerza esta aquí: lejos de los intentos de la derecha
de identificarlo consigo misma planteándola como una fuerza gremialista (no
partidaria), lejos de los timoratos de la Concertación adelantándose en decir
que ellos no instrumentalizaban nada (a lo que se sumó el PC), lejos de los
arrebatos de la ideología asamblearia autonomista anti- partido, la fuerza de
este organismo está en que combinó sus métodos de democracia directa
estudiantil, con la dirección políticas de diferentes partidos y organizaciones,
lo que permite confrontarlos más rápida y directamente con las bases en lucha y
organizadas.
Esta ideología asamblearia y autonomista, pretende afirmar la ausencia de los
partidos- algo que no es cierto-, y peor aun, la necesidad de esta ausencia. De
este modo, el resultado es que los partidos existentes- los partidos patronales,
la izquierda del régimen, estos mismos partidos autonomistas- son los que siguen
haciendo política, mientras se condena a la clase trabajadora y el pueblo pobre
a agruparse detrás de los mismos, obstaculizando la necesidad de construir un
nuevo partido revolucionario, propio.
La segunda conquista es que este nuevo organismo puso, contra todo lo previsto,
la crisis de la educación mercantilizada, en la agenda política nacional. Una
vez más, no sólo del gobierno (con sus 36 medidas), también de la Concertación
(que se desbandaba a un debate valórico), e incluso de la derecha (que
reordenaba sus filas pero seguía ensimismada). Y que planteó un cuestionamiento,
a través de uno de sus pilares, a las políticas neoliberales. Uno de sus mayores
límites es que se mantuvo como una lucha de carácter corporativo. Y así, la
decisión de la CUT, co- gobernada por el PC con el PS de Arturo Martínez, de
sostener al gobierno de Bachelet, fue fácilmente justificada con el planteo de
los secundarios que solo se haría el segundo paro solidarizando con las demandas
estudiantiles.
Pero vale la pena preguntarse: ¿no hubiese fortalecido la lucha secundaria, no
hubiese fortalecido el paro social, si se sumaban las demandas de la clase
trabajadora, los pobladores, los universitarios, en vez de limitarse a la sola
demanda corporativa de los secundarios, para efectivamente avanzar a cuestionar
las políticas neoliberales de conjunto? Por eso, el llamado a paro social, no
pudo pasar de su proclamación- aún contando con las enormes simpatías del
conjunto de la sociedad.
No es menor en este corporativismo, que la enorme fuerza de los colegios
industriales y técnicos, prácticamente fue opacada, porque emergieron, aunque
dentro del proceso de lucha secundaria, con sus formas y demandas específicas
como jóvenes hijos de la clase trabajadora, lo que quedaba por fuera de las
demandas corporativas principales (aunque en las cartas a Bachelet se
incorporaran algunas de sus exigencias). A pesar de esto, se deja ver que esta
enorme fuerza dormida comienza a estirar sus músculos también.
A su vez, que la viga maestra del gobierno de Bachelet sea la política social,
con las expectativas que aún se mantienen en estas promesas aceitadas por la
bonanza económica, aún mantienen un gobierno relativamente fuerte y con
capacidad de presentarse falsamente como amigo del pueblo.
La tercera conquista, es que comienza la irrupción de una nueva generación, como
se ha planteado en diversos análisis. El despertar de una nueva generación a la
vida política, y en forma masiva, con los inicios de una diferenciación de
sectores hacia izquierda. El límite de esto, es que al tomar estas banderas
rápidamente el Gobierno, sectores de la Concertación, y a medias y empujados en
la derecha, se evitó una radicalización que decantara hacia izquierda sectores
enteros del movimiento estudiantil. Comenzó así el desvío.
El consenso nacional y el desvío parlamentario
La fuerza desplegada y sostenida en estas tres conquistas, impedían una derrota
del movimiento. Y efectivamente, no pudo ser derrotado. Pero a su vez, todos
estos límites que planteamos, empujaban al desvío que se preparaba. El anuncio
de Bachelet buscó dividir a los estudiantes, y aislarlos del mayoritario apoyo
que recibían. La convocatoria al Consejo Asesor buscó crear el marco de un
amplio consenso nacional (la derecha que ahora critica esto, es la que reclama
por la democracia de los consensos y advierte contra la aplanadora de la mayoría
parlamentaria concertacionista, cuando lo que hacen las comisiones es tratar de
relegitimar esta práctica de los consensos entre el pinochetismo de civil- la
derecha- y la Concertación). Una vez logrando avanzar en este Consejo, se
buscará coronar todo en el Parlamento. Así, se habrá consumado el desvió
parlamentario. Desvío porque no hubo derrota, pero se termina en los salones
cerrados de un Parlamento que sólo legisla a favor de los intereses patronales.
Es por esto que planteamos que se desvía la lucha, se la aleja de sus objetivos,
y se busca legitimar este Parlamento que sólo defiende intereses de la clase
patronal (como fue con la lucha de los subcontratistas del cobre, lo que nos
permite preguntarnos, si no es que se está marcando tal vez un sello político
que combine la parlamentarización con esta creciente e injustifcable represión y
criminalización). Una vez aquí, la Concertación buscará nuevamente reformas
cosméticas para vestirse como amigos del pueblo, con el apoyo resignado de la
derecha. La derecha ya anunció que busca profundizar la municipalización
(descentralización), y aumentar la rentabilidad (aumentando las subvenciones).
El PC se suma, planteando que si se puede reformar así la Constitución, también
se podría hacer con otros temas, como el binominal, lo que contribuye a
fortalecer el camino parlamentario.